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13 (Blur, 1999)

Artista: Blur (C)

Fecha de Grabación: Jun – Oct del ‘98

Fecha de Lanzamiento: 15 de Marzo de 1999, UK

Discográfica: Food / Parlophone

Productor: William Orbit, Blur

Calificación: 10 (MUST HAVE)

 

 

 

 

 

 

 

Era: Brit Rock (1991-???)

Subgénero: Post Brit Rock (1998-???)

 

Mejor Canción: Tender, o Coffee & TV, o Caramel, o No Distance, o… AHH!

Canciones: 1) Tender; 2) Bugman; 3) Coffee & TV; 4) Swamp Song; 5) 1992; 6) B.L.U.R.E.M.I.; 7) Battle; 8) Mellow Song; 9) Trailerpark; 10) Caramel; 11) Trimm Trabb; 12) No Distance Left To Run; 13) Optigan 1.

 

Pattie Boyd llegó a inspirar 2 de las mejores canciones de amor de la historia de dos de los más reconocidos y queridos guitarristas, Harrison y Clapton. Pues bien, se acuerdan de nuestra querida Justine Frischmann, aquélla que mencionáramos en el debut de Suede? Ella también inspiró a dos músicos distintos, sólo que desbaratándoles el corazón. Como resultado, Brett Anderson lanzaría el debut de Suede en el que la llora, la recuerda, le reprocha, y a la vez se obliga a seguir adelante, y con el que formalmente quedaría inaugurado el Brit Rock. 7 años después de romper con Anderson, le tocó el turno a Damon Albarn. El resultado fue el 13, uno de los discos más oscuros, introspectivos, experimentales y fascinantes de la década, y con el que irónicamente, el Brit Rock cerraría su ciclo de manera formal.

La relación de Justine y Damon cobró relevancia casi desde el inicio, por lo dramático del rompimiento con Anderson, porque los 3 eran líderes de sus respectivas bandas, y porque con Damon hacía una pareja locuaz y encantadora para los medios y las masas. Era como una historia de Disney. El problema es que Disney nunca nos cuenta el qué pasó después. No dice de las peleas, de los celos y guerra de egos por los distintos proyectos, del desgaste de la relación por los tours, ni que el Príncipe Azul Albarn se moría por hijos mientras Justine se aterrorizaba de la idea, o que Damon no podía soportar que ella hubiera continuado su amistad con Brett. A finales de 1997 la pareja se fue a unas vacaciones a Bali como un último recurso para tratar de salvar la relación, pero en lugar de ello, regresaron con una estrepitosa e irreparable ruptura. “Fue como si un avión se estrellara. No había nada que hacer” diría Albarn.

 

La luna de miel entre Justine y Damon duró hasta 1995. Justine había armado su propia banda tras su expulsión de Suede. Como no cabía en Blur, reclutó a Justin Welch, un bataco que había tocado por un tiempo con Suede, Annie Holland, una bajista, y sobre todo, la guapérrima Donna Matthews, que tenía una guitarra poderosa, vibrante y hacía coros celestiales. Con los contactos que tenía Frischmann, Elastica pronto logró contrato, pero lo importante fue la tremenda calidad musical de las rolas que conformarían su primer disco, con riffs y una energía que no le pedían nada a su novio ni a su ex. Elastica, de hecho, se llevaría el premio de Mejor Banda Nueva en los Brit Awards del ’94. Suede se llevaría el de Mejor Banda y Blur nada. Pero la prensa en general consideraba que Blur era quien había salvado el rock británico, y Damon no se molestaba en negarlo “We’ve really done it”. Durante el ’94 Brett y Damon se dedicaron a tirarse golpes bajos. “Era injusto” decía Justine. Brett realmente no le había hecho nada, al contrario, y Damon en cambio se portaba como un bully”. La prensa intentaba que la rivalidad fuera contra los Gallagher, pero Damon no le importaban los hermanos en absoluto. Por momentos, la banda comandada por Justine eclipsó a Blur, tenían más medios alrededor. Pero entonces vino el Parklife y arrasó con todo. Justine diría que Damon lloró la noche que el Parklife llegó al #1, porque ni siquiera él estaba seguro de que el disco funcionaría. En el ´95, Elastica lanzó su disco debut y fue un trancazo. El éxito los llevó a una gira mundial que la mantuvo fuera de casa por 7 meses. Justine recién se había mudado a una nueva casa junto con Damon cuando empezó la gira. Durante el tour, se hizo obvio que sus compañeros estaban fuera de control. Donna era adicta a la heroína. Su padre había sido junkie y Matthews básicamente no había pasado un día sobria desde los 12 años. Pronto metió a la heroína a Justin (el bataco) y a Annie, quienes ya se habían hecho novios. Por las giras, había momentos en que les era imposible conseguir droga, y el síndrome de abstinencia les hacía casi imposible tocar, particularmente a Justin, quien amenazó con renunciar, ya que siempre terminaba dándole su  última dosis a Annie. El dinero se les subió y no era raro que dejaran hoteles destrozados por las juergas. Al volver, Frischmann se dio cuenta que Albarn no se había molestado siquiera en amueblar la casa. Sólo había una cama, una mesa y un cenicero. No le había importado lo suficiente. La relación se había enfriado a unas llamadas telefónicas los fines de semana. Además, el The Great Escape estaba en proceso de mezcla. Justine diría que era horrible, sin alma, falso, y que si hubiera estado presente, no hubiera dejado que Damon lo grabara. Esto casi le ocasionó un colapso nervioso a Coxon, quien también tenía sus dudas. Pero el disco fue un éxito.

A partir de aquí acabaría la luna de miel. Damon lanzó una durísima crítica a Brett cuando se enteró que era heroinómano (siendo que Damon estaba sumido en la cocaína), y sin saber que Justine ya tenía sus coqueteos con la droga. Damon comenzó a presionarla con que quería hijos, pero ello hubiera supuesto dejar de hacer giras y saborear la gloria (y heroína) que estaba alcanzando con Elastica, que a su vez se desmoronaba por las drogas. Damon finalmente se compró a inicios del ’96 una casa en Islandia, a sabiendas de que Justine odiaba el frío. Diría que lo que se había empezado a fracturar desde la gira del ’95, se terminó de romper en algún punto del verano del ‘96.

Los efectos soporíferos de la heroína comenzaron a definir la relación; mientras que Damon estaba siempre alerta por la cocaína, Justine no tenía ganas ni fuerzas para pelear. Por esas fechas ella soñó que Brett Anderson había muerto y la invitaban a su funeral. Se dio cuenta que llevaba años sin verlo, y lo llamó al día siguiente. Brett tenía otra novia y ya había superado por completo la cuestión, pero el que se reactivara la amistad puso verde a Damon. Ella incluso intentó una cita los 4 para que Albarn viera que no había interés romántico, pero después de 2 minutos era claro que si no los separaba, terminarían a golpes. Sumémosle que el Coming Up era la hostia del momento. A inicios del ‘97, Justine accedió a ir a Islandia. La broma local era que había toda una generación de recién nacidos llamados Damon. Saquen sus conclusiones…

Albarn comenzaba su fascinación por los sonidos africanos y por el hip hop. Justine sugirió varias veces que debían separarse, pero él se negaba. A fines del ’97 ya dormían en camas separadas y apenas se hablaban. Ella le había dicho que ni siquiera iba a criticarle el álbum epónimo de Blur, que consideraba una traición y una burla. Donna Matthews acababa de dejar Elastica tras la salida de Annie y Justin, y sin el genio de Donna, la banda simplemente estaba arruinada, como se demostraría en su segundo disco. Damon intentó un último viaje a Bali para reparar la relación, pero cometió el error de decir que todo se solucionaría con niños. Ella se sentía miserable por no poder darle eso que tanto deseaba. Cuando regresaron, Damon hizo sus maletas y se mudó con el corazón destrozado.

Todo esto es lo que está detrás de 13, y de ahí se entiende que sea tan emocional, tan oscuro, con tantas texturas… El Soundtrack perfecto para un final demoledor. Lo que nunca nos cuenta Disney…

 

Damon terminaría refugiándose en la música. Para la grabación del Nuevo disco, Blur decidió prescindir de los servicios de Stephen Street, quien les había producido los anteriores discos. En su lugar, escogieron a William Orbit, productor de electrónica que ya les había hecho un remix de “Movin’ On” para el compilatorio de remixes Bustin’  + Droonin’, lanzado el ’98. La banda quería dar un giro a su sonido y no veían cómo hacerlo de la mano de Street. Una decisión arriesgada, pero que a la larga les funcionó. Albarn diría que Orbit fue una especie de Psiquiatra musical, que les ayudó a dar con el sonido exacto que buscaban.

Pero la grabación fue difícil. Damon estaba sumido en la depresión. Por momentos no se interesaba demasiado, cedía por completo el control a Graham, quien se dio vuelo en este disco con una cantidad de riffs y texturas apabullantes. O de plano no iba o llegaba muy borracho. Pero de repente Albarn despertaba y asumía el control, estiraba hacia un lado más experimental cuando Coxon se ponía muy Punk, y surgían las fricciones.

Por si fuera poco, por esas fechas, Damon comenzó a salir con Suzie Winstanley, quien le presentó a Jamie Hewlett, un caricaturista. Con él empezaría a planear un proyecto secreto, una banda virtual que lanzaría con otros músicos, pero sin rostro. O uno de caricatura… Adivinan? Sí; para mí, Gorillaz siempre fue como el Yoko Ono de Blur y por eso no los trago. Esto traía por demás distraído a Damon, que se ausentaba del estudio, pero cuando iba, imponía sus ideas a la mala.

De alguna manera, el disco terminó siendo una joya. Quizá Coxon sabía que era lo último que haría con Blur, pero el caso es que pudo liberar por fin el arsenal de riffs que tenía guardados. Rescataron “1992”, que era un demo sin nombre de dicho año. El resto eran canciones nuevas, experimentales, atmosféricas, la mayoría bastante largas, y en muchas de ellas, incluyeron mini tracks escondidos de apenas unos segundos de duración, pero que terminan dando más dinamismo al disco, y redondean el aire de extrañeza. Es un disco de una melancolía majestuosa. Damon supo imprimir cada una de las emociones por las que atravesaba, pero sin sonar condescendiente, y con unas letras minimalistas que dan al clavo. Muchos dicen que es un álbum depresivo,  comparándolo al Unknown Pleasures de Joy Division o al Pornography de The Cure. Yo creo que es tremendamente melancólico, pero a diferencia de dichos discos en los que uno queda con una sensación de devastación, en este disco se las ingenian para dar una nota de luz, un rayo de esperanza. No sé si en todas las rolas, pero como unidad, el 13, deja esa sensación de esperanza, de que Damon se iba a levantar y no terminaría colgado de una viga. Particularmente “Tender” y “No Distance Left To Run”. La portada refleja a la perfección el mood del disco. De hecho, es una pintura de Graham llamada “Apprentice”, que hiciera en 1996, pero que quedó como mandada a hacer…

El 13 es un disco que polariza opiniones. La mayoría o lo ama o lo odia. Para los Blurfans, fue la prueba desde el primer momento de que Blur le daba 10 vueltas a los Gallagher. Para los Oasislovers, que nunca supieron asimilarlo, fue la prueba de que Blur estaba arruinado y era una banda sin ideas. Para mi fue un golpe sónico desde la primer oída. No sé cuántas veces lo escuché la primer semana. Lo único similar que había oído en su momento y que me causara un impacto parecido, fue el OK Computer, y en este disco pensé lo mismo: “Estoy ante algo histórico”. No voy a sentarme a comparar, pero creo que es un eslabón perdido entre el OK y el Kid A, sin ser tan orgánico como el primero ni tan abstracto como el segundo, y haciendo un autoanálisis en lugar de una crítica social. Canciones largas, con largos pasajes de jams, la voz principal enterrada en la mezcla, un sonido sordo, una especie de fuzz constante a lo largo del álbum, y una cierta tensión, no sé si a propósito o la que se coló de los conflictos de estudio. Guitarras potentísimas, que de alguna forma no dejan de tener un dejo de tristeza. Y un monumental trabajo de Alex James y Dave Rowntree, que se confirman como la mejor sección rítmica del Brit Rock. Todas las canciones tienen un twist extraño, algo que se siente fuera de lugar, pero que a la vez es lo que causa fascinación. Y ninguna deja de tener los peculiares ganchos de Blur. En cada track hay algo interesante, y en muchas hay varios elementos que se conjugan para convertirlas en piezas excepcionales. Experimental, atmosférico, bizarro. Letras minimalistas, pero emocionales. Si muchos quedaron desconcertados con el cambio que supuso el disco epónimo, con este debieron quedar descuadrados.     

El disco abre con “Tender”, un magnífico góspel de 7:40. “Song 2” podrá ser su canción más conocida, pero creo que ésta es su canción más querida. Es curioso que, en un disco tan oscuro, Damon empiece con esta luz. Es decir, no es que no llore a Justine, tiene líneas demoledoras como “Tender is the ghost, The ghost I love the most, Hiding from the sun, Waiting for the night to come”. Pero a la vez se obliga a seguir adelante. Quizá por ello decidieron colocarla al principio, para no matarnos de angustia con el resto de los temas. Bueno, la canción es muy simple. Arranca con la guitarra adormecida de Graham haciendo con una cuerda en lo-fi la melodía que él mismo cantará. Luego entra la sección rítmica, con un beat sencillo, un pandero, y el riff se vuelve más nítido y colorido. Entra Damon con una melodía dulce, melancólica, con una tremenda emotividad. Insisto, su voz suena triste, pero no desahuciada. Luego viene el majestuoso estribillo con el London Community Gospel Choir, que crea un efecto celestial para el “Come on, Come on, Come on, Get through it”. Damon resalta en un tono muy profundo y grave el “Love's the greatest thing , That we have”, para rematar con un falsetto, yéndose hasta el otro extremo de su rango: “I'm waiting for that feeling, I'm Waiting for that feeling, Waiting for that feeling to come”. Y para cerrar este monumento a la melodía, Coxon Cierra con esa simplísima línea que sirve para poner 100 mil almas a cantar al unísono en cualquier estadio “Oh my baby, Oh my baby, Oh why, Oh my…” Uno simplemente no puede evitar cantar ni se puede sacar de la cabeza durante semanas. Y eso es todo. Graham va lanzando bellos adornitos medio blueserosa o largo de la rola, pero es básicamente el guitarreo, el pandero, la simplísima sección rítmica, el majestuoso coro, las dolorosas letras y varias de las mejores melodías de la historia. Es quizá el mejor Gospel en el rock desde 1969. Como nota, para la coda, el coro está cantando un “Heal Me”; pero mientras empieza el lento fade out, da la sensación de que empiezan a cantar “Kill me”. Coxon no la tocaría en vivo en la última etapa de Blur a inicios de los dosmiles, pero Damon le reconocía su coautoría y le pedía al público cantar sus líneas. Tras su reunión, Coxon volvió a cantarla, con un coro masivo en cada presentación. De hecho, sus líneas eran las que usaba la multitud para hacerlos volver para los encores al final de los conciertos. Una canción majestuosa, conmovedora, y que terminaría volviéndose uno de los himnos más bellos y poderosos de finales de los 90’s. Insisto, es muy simple, pero vendría siendo una especie de equivalente a un “All You Need Is Love” y “You Can’t Always Get What You Want”. Finalmente, las grandes canciones se hacen de forma simple, y las letras que más quedan marcadas son las que nos dicen algo que ya sabíamos, pero nadie lo había dicho… “Love's the greatest thing , That we have”.

Y después de un tema tan calmado y nostálgico, viene una pieza de caos puro.“Bugman” es un pedazo de artillería hecho música. Es acaso que, después del shock del rompimiento y esa especie de calma, te das cuenta de lo que acaba de pasar y entras en pánico? La rola inicia con un rugido masivo y furioso de Coxon, que hace un riff tóxico de ida y vuelta, con un fuzz casi insano. Damon entra con una voz desesperada, enterrado entre las guitarras y el furioso beat de Rowntree, que curiosamente, resulta bailable, cuasi funky.  La letra es apenas distinguible: “I am an ex offender, They let me out in the summer, I think I was in a coma, I didn't know what to do” en clara referencia a Justine. Y por momentos se nos torna algo suicida con los juegos de palabras que hace en “You go hang around around, I'll watch myself hang on, Look out for the Bugman!”. Entre tanto caos, no faltan los toques melódicos con los “La la lá’s” de fondo, que le dan ese aire de extrañeza. Y para el 1:50 empieza un ruido blanco de fondo, un taladro (así te vas a suicidar, Damon?), o una aspiradora (llevándose los recuerdos?) para tener un completo caos casi disonante en la parte media. La canción parece que se apaga pasando el minuto 3. El ruido blanco empieza a entrecortar, pero Alex James regresa con el bajo a todo y retoman la canción con más potencia, pero sin tanto ruido. Para la coda, Damon canta en falsetto “Space is the Place” mientras el resto de los instrumentos se difuminan. A muchos les parece una canción demasiado chocante, pero a mi me parece un exquisito caos calculado; salvando distancias, un equivalente a “My Iron Lung” de Radiohead, además de su simbolismo post-ruptura.

Luego viene “Coffee & TV”, escrita y cantada por Coxon. Ésta es quizá la canción que retoma más el sonido clásico del Brit Rock de Blur, una de las más accesibles del disco.  Inicia con sonidos de armónicos, luego un raudo redoble de Dave y nos vamos a ese agradable y confortable guitarreo. Un bajeo punteando las notas alegremente, aportando a ese aire letárgico, semilento, pero llevando a cuestas la estructura de la canción. Supongo que Damon hace la guitarra acústica. Coxon hace arreglos con la eléctrica, sin sonar muy punzante, agregando algunos adornos rasposos en escala descendente, y un requinto incisivo al 2:50, sosteniendo los agudos casi al azar, y dando ese toque bizarro o incómodo a la canción. Graham canta con cierto desgano, no demasiado distinto a como lo haría Damon (y retomo mi teoría de que los vocales alternativos de las bandas copian los trucos y entonación de los vocalistas de facto, haciendo difícil, - no imposible - reconocerlos), pero con la misma maestría melódica. Los estribillos son chicles melódicos, deliciosos como café matutino, y es imposible sacártelo de la cabeza, con ese falsetto y Damon haciendo coros “So give me Coffee and TV, History, I've seen so much, I'm goin blind, And i'm braindead virtually”. La letra, aunque es de Graham, pareciera aplicar al estado de Damon. La primer estrofa es en particular, durísima, desde el punto de vista de alguien a quien le ha dejado de importar el mundo por complete: “Do you feel like a chain store? Practically floored, One of many zeros,Kicked around bored, Your ears are full but your empty, Holding out your heart, To people who never really, Care how you are”. No sé por lo que estaba pasando Graham en particular, pero las líneas con las que remata cada estribillo parecieran hechas por Damon a Justine “Take me away from this big bad world, And agree to marry me, So we can start all over again”. Una canción letárgica, rítmica, agradable. Como la etapa en la que por fin empiezas a asimilar la ruptura y te sumes en un tedioso sopor, sentado en un sillón a ver tele todo el día. Y café. Y prozac… Al final tenemos un track escondido, apenas unos segundos de un órgano muy mono y apesadumbrado. No tiene título, generalmente se le considera parte del mismo tema.

Con “Swamp Song” regresamos a esa sensación de extrañeza. Un tema bizarro, guiado por la guitarra de Coxon que hace un riff espeso, con escalas nuevamente de ida y vuelta, puentes pesados y cuasi punks. Dave le da con todo a su batería, en un ritmo semilento pero muy pesado, mientras Alex sigue las escalas. Damon canta con desesperación, casi duele escucharlo cuando grita “Stick it in my veins”, sobre todo conociendo el contexto de la adicción de Justine. El esto de las letras son casi enfermizas “Give me good times, Give me sali-va, Give me fever, I'm a believer …”, perdiendo coherencia en cada línea. Es la etapa en que quieres tapar la herida con un destrampe total. Los coros de fondo que hacen unos melódicos “Laaaa Lalá lalá’s”, hacen ese contraste escalofriante ante lo asfixiante de la rola, y hacia la mitad, después de esa especie de requinto o puente, se agregan más ruidos de fondo, con risas histéricas que dan nota de la locura. Una canción verdaderamente escalofriante, que no pierde so nota melódica a pesar de que, si me preguntan, es lo más Grunge que hicieron jamás. Sin los Lalás, puedo imaginarme a Vedder o a Cobain cantándola, a diferencia de “Song 2”.

Después llega “1992”, que era un demo que habían grabado en dicho año, pero se había quedado encajonado. Por alguna razón, decidieron desempolvarla para el 13. Llevada por un ritmo lisérgico, un guitarreo lejano y una línea de bajo de antología de James, la canción es un lento crescendo, en el que se van incorporando más y más instrumentos, así como más angustia en la voz, para crear una tensión asfixiante. Coxon crea afectos irreales con su guitarra, psicodélicos y tortuosos a la vez. No sé si es la letra original, pero aquí en esta versión es absolutamente depresiva, una cachetada a Justine: “But don't you feel low, I was being oblique You'd love my bed, You took the other instead”. La canción se va enrareciendo cada vez más y más, con efectos alucinantes, tornándose en un mosntruo apocalíptico. Quizá dura más de lo que debería, pero a fin de cuentas logra la atmósfera escalofriante que pretendía.

Luego está “B.L.U.R.E.M.I.”, en donde vemos al Blur más Punk hasta el momento. Inicia con unas voces raras simulando armónicos con mucho eco. Luego la guitarra de motosierra de Coxon, machacando 3 tonos. Damon canta con voz impersonal, robótica, carente de emociones, y con una melodía floja y entrecortada. Graham suena más desenfrenado que nunca, de repente mete un raro efecto wha que simula una voz, algo como si el Pato Lucas empezara a cantar, para un efecto extrañísimo. De repente una armónica que suena a preámbulo de Gorillaz. Las letras son una especie de autoparodia, o no sé si un ataque a Oasis: “Group using a loop, Of another pop group, Group shooting a hoop. Lo mejor del tema es cuando acaba y al 2:10 inicia un hidden track con dulces notas de piano eléctrico, con un efecto acuático. A mi gusto es el tema más flojo del álbum, y un mal día lo podría marcar en azul.

Continuamos con “Battle”, un tema melancólico, que inicia con unas notas que me recuerdan los “pings” de “Echoes” de Floyd. Ahí acaban las semejanzas. Es quizá la rola más compleja del tema, llegando a casi 8 minutos de sonidos minimalistas, que se rompen con la letra minimalista, que es básicamente el título repetido infinidad de veces y apenas algunas líneas dispersas y adormiladas de Damon: “Completion Search, Here I love the bow, See me walk on down to, Adorn myself, it's a new song glory”. Sin embargo, a pesar de que los adornos son minimalistas, están cuidados hasta el menor detalle. Desde el arpegiador oscuro y amenazante que va y viene al fondo. El beat a destiempos de Dave. Un bajeo profundo, con cierta distorsión electrónica. Las notas del piano eléctrico, que hacen una melodía hipnótica. Coxon agregando chirridos de su guitarra, y Damon repitiendo como mantra, con distintos niveles de eco, y en falsetto: “Battle, battle, battle, battle, battle…”. Una canción oscura, amenazadora, aunque con ciertos toques infantiles que hacen un mix escalofriante. Al 6:30 inicia un nuevo track con un órgano dominando y Coxon haciendo escalitas descendentes. Parecen piezas de temas inacabados, pero algunos son muy buenos, hubiera sido interesante oírlas como canciones terminadas.

Enseguida tenemos “Mellow Song”, que inicia muy calmada, con Damon cantando de forma tristísima con apenas una guitarra acústica haciendo un amable vaivén de tonos. Salvo por la letra, nuevamente rayando en lo suicida, parece una balada de los primeros discos de la banda: “I left my street, I'm a guillotine, Pulling away, In my machine,  Where have I been, now?, Not you”. En realidad en ninguna parte del disco dice que está deprimido o que extraña a alguien, pero se las arregla para impregnar las letras con sentimientos, como pinceladas de impresionismo sónico. La melodía es preciosa, con una agridulce cadencia, y Coxon hace un bello arreglo de guitarra, con arpegios que acompañan la tristeza de la voz. Hacia el minuto y medio, se agrega un órgano como de carrusel que espejea la melodía vocal, y hacia el minuto 2, tras el último “We’ll see”, entra la sección rítmica de manera colosal, con un tamboreo tribal, y distintos efectos. Una guitarra que se retuerce, clavicordios, ecos, una especie de requinto, y la rola sigue creciendo en esta coda instrumental que se apaga con las notas de un sitar.

“Trailerpark” pareciera una continuación del track anterior. Con el piano eléctrico haciendo esa escala como de coctel, y Damon repitiendo simplemente “Freestyle”. El beat es agradable, un tanto sedante. La verdadera letra viene casi al minuto 2, con una voz muy grave, y con muy poco volumen, como si le diera pena cantarla: “I'm a country boy I got no soul, Don't sleep at night, the world's growing old, I lost my girl to the Rolling Stones”. Este último verso es escalofriante. Después viene la misma secuencia inicial, pero con más ruidos electrónicos, ruido blanco, los arreglos crujientes de Coxon, hasta que al 3:50, Alex cambia de ritmo de forma totalmente inesperada y hace un frenético bajeo Punk que se va desvaneciendo.

Esta especie de minisuite de tres piezas, cierra con “Caramel”, que es uno de los crescendos más brutales y fascinantes que he oído en mi vida. De entrada, esta fue la canción que me enganchó al disco, y no podía parar de oírla. Atmósfera pura, con esa guitarra llena de delay “Whao-whao-whaooo”. Damon suena simplemente desgarrador: “I've gotta get over, I've gotta get over, I've got to get better, Will love you forever…” Coxon va metiendo diferentes líneas minimalistas a lo largo de toda la canción, que se entrelazan con la misma voz y con otros arreglos. Un órgano depresivo, sintetizador en escalas descendentes. Al 2:30, con el segundo estribillo, Dave empieza a llevar el tiempo con un platillo, para finalmente desbocarse al 3:11 con un intrincado beat, mientras James lleva el bajeo a un solo tono. Falsos finales, regresos explosivos, voces etéreas, efectos láser, la guitarra lamentándose, tensión, efectos electrónicos, pianos, caos! CAOS!!! Hacia el 5:20 empieza un fade out de casi todo excepto el órgano que continúa con el oscuro círculo y la guitarra con sus agudos mientras, un montón de Damons cantan “Love, love, love” de una forma siniestra. El cierre parece un secuenciador, se hace un silencio y tenemos una especie de canción fantasmal de los 30’s, con todo y el scratch del acetato, hasta que finalmente se difumina. No esperen, hay otro hidden track, con un bajeo funky y distorsionado y la guitarra chirriando unos cuantos segundos, hasta el final definitivo al 7:40. Es un tema muy simple, apenas 2 o 3 tonos, pero lo fascinante es como la llenan de detalles para que los casi 8 minutos sea un viaje exquisito hacia la depresión más pura. Un tema minimalista, pero a la vez experimental, complejo, devastador… “I've gotta find mounts hill, And live by the mountains, I'll love you forever, You are...And you are...” Después de “Tender” y “Coffee & TV”, debe ser mi favorita del álbum.

“Trimm Trabb” parece hilarse al final fantasmal de “Caramel” con su rarísimo principio, un arpegio de piano y luego una especie de lamento etéreo. Luego viene la canción en forma, con un riff de guitarra acústica que va y viene, de forma muy rítmica, y va haciendo variantes de este riff en la rola. El estribillo es endiabladamente melódico y pegajos, pero sin dejar su carga de melancolía: “That's just the way it is, Just the way it is”. Los versos son en tonos bajos, nuevamente dejando sentir esa depresión de Damon. De pronto se escucha la voz procesada, lejana, bizarra, para luego regresar al estribillo. Es la etapa de resignación? “Let it flow, let it flow”. Parece que va a ser simplemente una canción con base acústica muy rítmica, pero casi al minuto 3 tenemos un puente de piano y efectos electrónicos que van creando tensión, hasta que la rola explota como volcán, con el mismo riff, pero en una guitarra eléctrica con toneladas de distorsión, una batería sintetizada y la voz aplastada por efectos, hasta que regresa el coro con su resignado mantra. La intensidad sigue subiendo, con ruido blanco y una guitarra simplemente apocalíptica, con una coda intensísima que termina en un avispero de murmullos indescifrables y un sonido sordo al fondo, como si acabara de explotar una bomba. La metamorfosis del principio al fin es simplemente brutal y espectacular.

Luego tenemos la hermosa y delicada “No Distance Left  To Run”, donde Damon parece retomar la estructura más estándar de las baladas de sus discos previos. No sé quien suena más triste, si Damon, realmente cantando al borde del llanto: “It's over, You don't need to tell me, I hope you're with someone who makes you feel safe in your sleeping tonight, I won't kill myself, trying to stay in your life” para rematar con el estribillo “I got no distance left to run”. Cierra con unos lamentos agudos. O Graham, que hace llorar su guitarra con una cantidad enorme de líneas y licks, como si supiera que es (técnicamente) la última canción que grabaría con Blur. Ambos parecen decir, ya lo di todo, no me queda más, no me voy a matar, seguiré mi camino, pero estoy seco. No hay más que pueda dar. Un coro góspel dando más nostalgia al fondo. Un bajeo sencillo, con notas ligadas que dan una sensación elástica. Un beat casi fúnebre, y el ruego lastimero de Damon “Cooooooome home”. El dulce sonido del xilófono da cierta luz, una tenue nota de esperanza. El último guitarrazo de Graham (que parece tardar una eternidad en llegar) siempre termina conmoviéndome enormidades. Es una de las canciones más emotivas de los 90’s, nostálgica, una despedida, una aceptación de la ruptura, pero a la vez una autodeclaración de que hay que seguir adelante. De que, sinceramente, se le desea lo mejor a la otra parte. El cierre del ciclo. El levantarse del concreto. El final. EL final…

Cerramos con “Optigan 1”, que retoma el mood de la penúltima melodía de “Tender” durante dos minutos y medio. Es un temita instrumental con un órgano Optigan, que le da ese aire retro tan extraño. Campanas, un guitarreo muy al fondo. Tiene un aire extraño, viejo, apolillado, pero a la vez da una sensación de esperanza… A fin de cuentas, Damon tendría a su primer hija un año después, no con Justine, pero al parecer sentó cabeza. Y Coxon, él regresaría en 2009 para reafirmar que Blur fue una de las bandas más grandes, no sólo del Brit Rock, sino de todos los 90’s.

 

El 13 es la confirmación de ello. Es cierto, Blur puede tener discos más divertidos, más melódicos, más memorables. Pero ninguno se siente tan cohesivo, tan retador, y tan nutritivo como el 13. Experimental, abrasivo, depresivo, pero dejando esa especie de puntos suspensivos. A pesar de que tuvo opiniones diversas (yo esperaba que se creara un fenómeno como el OK, pero nada), a la larga, terminaría tomando su lugar como la obra maestra de Blur. Sin ser tampoco un disco conceptual, pareciera llevarnos por las distintas fases de una ruptura. Insisto, no es que quepan comparaciones directas con el OK o Kid A, son estilos distintos, pero creo que en términos de conceptos, experimentación, y ejecución, quedan muy, pero muy cercanos. Uno de esos discos a los que es obligatorio volver de vez en cuando.

La banda, por su parte, supo reinventarse, no conformarse, y buscar arriesgadas experimentaciones, algo que no se puede decir de todas los grupos del Brit Rock. De alguna forma, me parece que este disco sería la declaración formal del fin del género. De la década. Y de Blur… Con esta obra, no les quedaba más distancia qué recorrer. Un Must Have absoluto.   

 

Por Corvan

18/Abr/2014

Letras de El Traductor De Rock

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