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JOAQUÍN SABINA

“Y Morirme contigo si te matas
Y Matarme contigo si te mueres
Porque el amor cuando no muere mata,
Porque amores que matan nunca mueren”

 

 

"B"

Década Principal:

90's 

Eras Principales:

Trova y Cantautores (1960-???)

Miembros Clave:

Joaquín Sabina, Guitarra y voz

Pancho Varona, Guitarra y arreglos

Antonio García de Diego, Guitarra y arreglos

 

Canciones Clave:

Contigo. 19 Días y 500 Noches, La del Pirata Cojo, Medias Negras, Calle Melancolía, Quien Me Ha Robado el Mes de Abril, Nos Sobran los Motivos, A La Orilla de la Chimenea, Y Nos Dieron Las Diez, Conductores Suicidas, Pero Qué Hermosas Eran, Yo Me Bajo en Atocha, Pongamos Que Hablo De Madrid, 69.G, Eva Tomando el Sol, Bruja, Princesa, Así Estoy Yo Sin tí, Mentiras Piadosas, Camas Vacías, Peor Para el Sol, Por El Bulebar de los Sueños Rotos, Ruido, Esta Boca Es Mía, Peces de Ciudad, Y Sin Embargo, Arenas Movedizas, Pastillas Para No Soñar, Noches de Boda, Yo Quiero Ser Una Chica Almodóvar

 

Joaquín Sabina es un caso excepcional en toda la historia de la música. No es rock, no es baladista cursi y simplón, no tiene el compromiso social de la Trova ni por error y es el más disímil de ese grupo de cantautores latinoamericanos como Fito, Charly, Silvio, Pablo o Aute en el que a menudo se le encasilla por meterlo en algún lado… Y es que el de Sabina es un estilo único e inigualable. Me cuesta mucho definirlo. Sabina juega con tantos ritmos y texturas en sus canciones que prácticamente el único género que no le he escuchado a la fecha es el metal, pero en todo lo demás se atreve a incurrir sin ningún prejuicio y en la mayoría de las veces, con bastante éxito.

Así que para definir su basto y variado repertorio, no encuentro una palabra más adecuada que Arrabalero. Sip, Joaquín Sabina puede hacer un blues, una balada, un rockanrolito, rancheras, country, huarachas, sones y hasta rap, con distintos temas, pero el espíritu de sus canciones nunca dejan de tener un aroma a taberna con mucho whisky, humo y mujeres de medias negras. Arrabalero.

Otra de las cuestiones que me fascinan de El Flaco es que a pesar de tener casi una veintena de discos, de ser uno de los músicos más queridos y seguidos en su natal España y en Latinoamérica, su principal pasión no parece radicar en la música. Sabina es un literato de convicción que por azares del destino se convirtió en algo parecido a un rockstar, algo semejante a Julio Cortázar, pero a la inversa. Las letras de Sabina son pequeñas joyas muy bien labradas y nutridas por los mejores poetas del siglo de oro español. Casi siempre se tratan de sonetos perfectos que tan raros y difíciles resultan en estos días, sobre todo sonando tan frescos con lenguaje actual que a ratos raya en lo grosero y en otras ocasiones pasan esa línea para hacerlas deliciosamente obscenas. Y es que a pesar de haber sido un idealista en su juventud, y haber sido incluso exiliado en Londres por sus tendencias radicales izquierdistas y contra el franquismo, la obra de Sabina está prácticamente exenta de cualquier compromiso político. Es más, no habla más que de dos temas: del sexo infiel y de sí mismo. Esta es la razón de más peso por lo que no lo catalogo como “A”, y casi logra que lo mandara al “C”, pero la verdad, para no salirse de esos dos tópicos sin enfadarnos se necesita ser bastante hábil.

Estando en Londres hizo sus primeras canciones, inició sus andares nocturnos por las cantinas y dio sus primeros pasos como mujeriego, abandonando a su primera mujer. Cuenta la leyenda que en 1974 George Harrison fue al bar en el que cantaba el entonces joven Joaquín, y que quedó tan impresionado que le dio una propina de 5 libras. Posteriormente regresa a España tras la muerte de Franco y tuvo que cumplir con el servicio militar. Una de las anécdotas que pueden definir el posterior estilo de vida de Sabina se dio durante esta época: Estando encuartelado, se casó con Lucía Correa, una argentina amiga suya y su primer “mujer fatal”. Lo curioso de este matrimonio es que se dio porque Sabina no soportaba un solo día más encuartelado y se casó solamente para salir del cuartel. Uno o dos días después de la boda su nueva esposa lo encontró en la cama con otra.

En 1978 se da su inicio discográfico y lanza el que quizá sea su disco más político y cercano al resto de los cantautores, Inventario. La canción “1968” o “Canción para manos de un Soldado” son muestras de una ácida crítica política. Yo en lo personal prefiero el estilo que desarrollaría más tarde, pero esa pequeña muestra da fe de que pudo haberse convertido en un crítico del tamaño de Silvio. Pero no quiso.

En el 79 comienza a cantar con Javier Krahe y Alberto Pérez en el café “La Mandrágora” y es cuando decide dejar el prototipo de cantautor. Para su segundo álbum evita deliberadamente cualquier crítica política y publica ya algunos temas que se han vuelto clásicos inmortales en su repertorio como “Calle Melancolía”, “Bruja” y “Pongamos que hablo de Madrid” que se convirtió en un himno no oficial de la ciudad. Con esto su fama empezó a crecer, comenzó a aparecer en televisión y los pequeños bares en los que tocaba no se daban abasto. Ojo, aunque Sabina deja de escribir sobre política, comenzó a escribir una especie de autocrítica en el que a fin de cuentas no deja de retratar a más de alguno.

Después de editar un disco con Krahe y Pérez con el nombre de “La Mandrágora” disuelven esta agrupación y se edita un tercer disco con temas más rockeros. Durante todo este tiempo no deja de tener participación haciendo notas y reseñas en la prensa y poesía que nunca fue musicalizada, los cuales a mi gusto siempre consistieron en sus verdaderas pasiones. Tan es así que hace algunos años comenzó a mezclar la prensa con la poesía escribiendo noticias en verso.

Conforme pasan los discos durante los 80’s Sabina va adquiriendo cada vez más popularidad y su estilo “Arrabalero” se define canción con canción. Sabina va evolucionando poco a poco, se rodea cada vez de mejores músicos hasta conformar una base con Pancho Varona y Antonio García Diego, quienes terminaron por darle un estilo definitivo a la música (si es que esto es posible entre la tremenda variedad de géneros) y que lo acompañan hasta estos días.

Así, Sabina comienza a filtrarse en Latinoamérica, sin dejar de lanzar grandes clásicos en cada disco. A principios de los 90’s le llega la fama multitudinaria y publica una seguidilla de discos enormes, prácticamente sin rellenos y que lo consolidan a través de toda la década como un ídolo: Física y Química (uno de los mejores a mi gusto), Esta Boca es Mía, Yo Mi Me Conmigo, Enemigos Íntimos (grabado junto con Fito Paéz) y 19 Días y 500 Noches (otro de sus mejores). Esta es otra de las razones por la cual lo califico tan alto. El Flaco es una de las rarísimas excepciones a mi teoría de que ningún grupo o solista pueden durar más de 5-6 años a tope. Sabina lo hizo durante toda una década si presentar altibajos.

En estos álbumes Sabina logra consolidar todo su arte: mejores letras, irónicas como “Conductores Suicidas”, conmovedoras baladas como “Contigo” y “A la Orilla de la Chimenea”, divertidas hasta la carcajada como “Yo quiero ser una chica Almodóvar” o “La del Pirata Cojo”, logra incursionar al rap de la mano de Manu Chao con “No Soporto el Rap” hace una audaz crítica religiosa con “Magdalena” y es todavía más incisivo y sincero con sus autocríticas como “Nos Sobran los Motivos”, “A Mis Cuarenta y Diez” y “19 Días y 500 Noches” logrando en todos los estilos líricos algunos versos y metáforas de una belleza aplastante. Por otro lado, Varona y García Diego logran darle por fin el talento y soporte musical del que El Flaco había carecido en los 80’s y supieron crear las atmósferas precisas para las letras en cada nota.

El disco “Enemigos Íntimos” del ‘98 merece mención aparte. Grabado junto con Fito Páez, quien es autor de la mitad de las canciones en Argentina, suena muy diferente. Ignoro si Pancho Varona y García Diego lo acompañaron en el estudio, pero suena mucho más al estilo de Fito, sobre todo en las colaboraciones a dueto. Supongo que por ello terminaron tan mal, después de todo ya sabemos lo que pasa cuando metes dos egos de ese tamaño en un estudio. Sin embargo, no sé si por impresionar a su colega, Sabina logra algunas de sus mejores letras. “Yo me bajo en Atocha” es una preciosísima canción en la que retrata a su querida Madrid. Al ver las imágenes de los trenes incendiados el 11-M con esta canción de fondo parece que hubiera sido hecha expresamente para confortar a los madrileños en ese instante. Y no sé si alguien pudo ver las imágenes con esta canción de fondo sin que se le hiciera un nudo en la garganta.

En fin, este disco fue un 70% de Fito, pero el resultado fue que dejaron de dirigirse la palabra un buen tiempo y obviamente no hubo la tan esperada gira.

En el 2000 saca un disco en directo “Sabina y CIA” con algunos amigos e invitados y se dan varios conciertos y discos tributos hechos por otros artistas a la ya leyenda española.

En 2001, tras terminar de grabar su siguiente disco, Sabina tiene un ligero infarto cerebral. Más que estragos en su salud, el percance afectó su estado de ánimo y cayó en una fuerte depresión, por lo que estuvo ausente del estudio por unos cinco años, aunque en 2002 se lanzó “Dímelo en la Calle” que ya tenía grabado. En el disco destacan “Arenas Movedizas” y “Peces de Ciudad” canciones autocríticas, así como “Como un Dolor de Muelas” de la cual la mitad de la letra es del Subcomandante Marcos; el resto la completó Sabina, mostrando otra vez su postura sin decir nada de frente. Aún alcanzó a iniciar la gira, que fue la primera vez que lo vi en vivo, y escuché de frente su voz aguardentosa y su entrega por más de dos horas aunque ciertamente se veía cansado y disminuido. La gira se canceló poco después alegando problemas en la garganta, pero la verdad es que el tipo estaba bastante deprimido.

En este receso de 5 años se dedicó a las letras y comenzó a escribir noticias en verso para la revista Interviú. También lanzó el CD “Diario de un Peatón” con los remanentes del disco anterior, lo cual se nota bastante en la calidad del material. Se notaba un Sabina quebrado en salud por tantos años de excesos con el alcohol, las drogas y el cigarro… Y roto en espíritu por tantos fracasos con mujeres, ya que a pesar de pretender ser misógino y mujeriego irremediable, basando su fama y su personaje en ello, sus letras comienzan a filtrar soledad, miedo a la vejez, necesidad de una relación estable. Aunque en su biografía “En Carne Viva” asegura que tuvo 5 mujeres fatales (algunas retratadas en la canción “Pero Qué Hermosas Eran”), fueron muchas más “No Fatales” que le consumieron energía y lo mantuvieron vivo al mismo tiempo. Así que Joaquín pasó 5 años en silencio musical, descansando de las giras, replanteándose cosas y recuperando energías, aunque no tardaría en volver a las andadas con las mujeres y el alcohol.

En 2005, aparentemente más recuperado, lanza un disco un poco más consistente: “Alivio de Luto” titulado en referencia a sí mismo, y se animó a organizar la gira “Ultramarina” para presentarlo. En Gijón tuvo que salir del escenario apenas iniciado el concierto porque su garganta no dio más, lo cual causó alarma en la crítica y seguidores. Pero se recuperó y continuó con la enorme gira llegando a Guadalajara en diciembre para cerrar con el concierto estelar de la FIL 2006. Lo vi mucho más animado, lleno de energía y optimista que la última vez. Trató de complacer al foro atestado, pero a pesar de tocar unas tres horas, quedaron muchas por tocar. No hay problema, en estos casos en que el repertorio es tan basto sería injusto pedirle al artista que se mate unas 4 o 5 horas en el escenario, a diferencia de, por ejemplo Soda, no?

Finalmente este 2007 inició otra gira junto a su eterno amigo Joan Manuel Serrat, llamada 2 Pájaros de un Tiro. Desgraciadamente anduve despistado y me enteré del concierto un día después de que se presentáron en mi ciudad.

 

En fin. Ya lo he dicho, Joaquín es un fenómeno muy raro y difícil de explicar. Por qué tanto éxito? No estoy seguro. No va dirigido a un público joven, y sin embargo tiene a tres generaciones de fans a sus pies, la última más joven que la mía. Sus tópicos son muy sencillos y pasionales. Habla de instintos, seducciones y medias negras. Habla de soledad y miedos al fracaso y del sabor amargo del licor y las noches en vela. Habla de miedo a hacerse viejo, algo de aplaudir para alguien de su edad. Pero lo hace con una sinceridad, pasión y maestría literaria que logra seducir y enganchar en las letras desde el primer verso. Sabina juega con metáforas, logra figuras y dobles sentidos líricos y en ocasiones su protesta está tan disfrazada en tacones y princesas que es difícil descifrar el verdadero sentido de sus palabras. Pero generalmente son temas sencillos del dandy y su estilo de vida lo que nos hacen caer en la fascinación.

Sabina no es un personaje. No entró a la música para convertirse en un rockstar, como muchos otros wannabes que rondad. Es más, creo que es la figura que es muy a pesar suyo. No hace sino repetirnos que es el último verdadero Don Juan del planeta, un caballero seductor a la vieja usnaza que olvida los nombres y todo eso; y mientras nos siga haciendo reír, llorar, envidiarlo o cuestionarnos a nosotros mismos sobre los dilemas personales en que nos vemos retratados en la manera en que lo hace, merece mis palmas.

Me quedo corto ante alguien que no se puede definir... Sin pelos en la lengua, de voz rasposa, retratista de momentos y sentimientos. Capaz de hacer la más delicada canción de amor como “Contigo” que dedicada a cualquier mujer se la puede ver derretirse, o los cantos más misóginos como “Peor Para el Sol”. Canciones de diván en el que se busca un sentido propio. Odas a su ciudad y a su Patria. Tributos al México que le corresponde la admiración y el cariño.

El eterno habitante del número 7, calle Melancolía: Joaquín Sabina.

 

 

Por Corvan 

31/Dic/2007

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