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DYNAMO (Soda Stereo, 1992)

Artista: Soda Stereo (C+)

Fecha de Grabación: Ago - Sep ‘92

Fecha de Lanzamiento: 1º de Octubre de 1992, ARG

Discográfica: Sony Music

Productor: Gustavo Cerati y Zeta Bosio

Calificación: 10 (MUST HAVE)

Era: 90's Rock En Ñ: La Era de Oro

Subgénero: 90's Rock En Ñ: La Era de Oro

Mejor Canción: En Remolinos, Luna Roja o Fue

Canciones: 1) Secuencia Inicial; 2) Toma la Ruta; 3) En Remolinos; 4) Primavera 0; 5) Camaleón; 6) Luna Roja; 7) Sweet Sahumerio; 8) Ameba; 9) Nuestra Fe; 10) Claroscuro; 11) Fue; 12) Texturas.

 

Este disco es muy raro… en su momento fue ignorado olímpicamente tanto por la crítica como por los fans. Supongo que todo mundo esperaba una especie de Canción Animal II. No los culpo, jeje. En cambio, Soda salió con el disco más extraño de su carrera, yéndose al polo opuesto del rockerísimo álbum anterior. No me malentiendan, no es que no haya Rock aquí, sino que se salen de los estándares del sonido que habían manejado hasta ese momento. El Dynamo es un disco experimental, cargadísimo de texturas gracias a los efectos de los pedales de reverb, chorus y flanger que usó Gustavo, cargando distorsiones suavizadas en canciones melódicas, muy atmosféricas, hipnóticas y a la vez muy dinámicas. Tiene sus hartas dosis de electrónico, y en general, trae sonidos que no eran para nada comunes en 1992, dejando en su momento a medio mundo estupefacto y con cara de “what?”. Me da la impresión de que la acogida al Dynamo fue como si hubieran visto un ovni musical. Eso aunado a que Soda traía por esas fechas broncas enormes con Sony, con quien no llegaron a un acuerdo en lo económico… Para el momento en que el Dynamo salía a la venta, Soda Stereo firmaba con BMG, por lo que Sony se vengó haciendo nula promoción al disco, y BMG por su parte, no podía hacer aún nada al respecto. La única promoción que tuvo fue por parte de la misma banda, durante la gira posterior, que no fue tan grande como la del Canción Animal. Si me preguntan, realmente en México no sonó nada del Dynamo, sino hasta mucho después, y todo esto se conjugó para hacer uno de los discos más menospreciados y olvidados de la historia del Rock en Español.

En 1991, el trío venía de la colosal gira del álbum Canción Animal, una obra rayando lo perfecto que los catapultó a ser LA banda latinoamericana por excelencia. El tour los había dejado exhaustos, pasando por casi cada país del cono sur, Centroamérica, México, USA… Llenos totales, estadios, entrevistas. La banda se dio cuenta del alcance que tenía su música, llegando a reunir a un cuarto de millón de personas en la Avenida 9 de Julio en Buenos Aires, para el cierre del tour en diciembre del ’91.

Después de ello, la banda se dispersó un rato para tomar un respiro y digerir todo lo que les estaba pasando. Realmente, después de un disco como el Canción Animal, es difícil sentarse de inmediato a trabajar en lo que sigue. A mí me resultaría imposible imaginarme que seguiría después de eso. El descanso les sirvió. Gustavo se dedicó a grabar un disco electrónico y experimental con Daniel Melero, llamado Colores Santos, y lanzado ese mismo 1992. A Daniel lo conocía de hace tiempo, y ya había colaborado con él en el primer disco solista de Melero, llamado Conga, en 1988. De ahí surgió una fuerte amistad y Melero se convirtió en importante colaborador en la grabación del Canción Animal. El Colores Santos fue un disco básicamente electrónico, corriente que era nula o underground en esos tiempos, pero sirvió de base para el siguiente disco de Soda, no sólo por la experimentación, sino porque Flavius Etcheto, que también participó ahí, fue incluido en el Dynamo a cargo de los metales.

Pero Gustavo no era el único que se estaba inclinando por el electrónico; Zeta Bosio también estaba fascinado con la pequeña escena electrónica bonaerense, siendo aún más entusiasta con la experimentación de loops, sampleos, mezclas, ritmos, buscando sonidos más complejos. Zeta diría que era como redescubrir la música y explotar al infinito las posibilidades. Les suena??? Algo así dirían Thom Yorke y Jonny Greenwood 8 años más tarde…

Por ello, cuando se metieron de nueva cuenta al estudio, todos tenían muy claro que no iban a salir de ahí con un Canción Animal II. Y es de agradecer, porque el resultado posiblemente hubiera sido algo parecido al Sueño Stereo. El trío se rodeó de excelentes colaboradores, y grabaron un disco absolutamente genial, adelantadísimo a su época, que no sólo fue un avance de 6 u 8 años respecto al Rock Latinoamericano, sino a la corriente global. El Pop de U2 sería un burdo intento de un Dynamo versión irlandesa. Blur lanzaría su 13 hasta 1999, y Radiohead el Kid A hasta el 2000; Y ojo,  no digo que se hayan basado en este disco, dudo siquiera que lo hayan escuchado, pero aquí está claramente el precedente de esos sonidos, con bastante anticipación.

El Dynamo no necesariamente trajo elementos inéditos al Rock mundial. Ya existían el Noise, el Shoegazing y el electrónico, pero lo innovador es la manera en que usaron y mezclaron todos estos elementos para hacer un disco etéreo, lleno de texturas, con cierta atmósfera acuática, muy melódico, hipnótico, y cargado a la vez de una gran energía. Cada canción parece una ilusión, un espejismo lejano que se pierde cada que uno está a punto de alcanzarla o descifrarla. Por ello es un disco que crece con cada escucha, uno va quitando velos para descubrir nuevas capas, nuevas profundidades. Quizá por ello sigue sonando tan vigente, como si lo hubieran grabado hace dos semanas. Y quizá por ello, el álbum, de haber sido prácticamente ignorado en su momento, se ha convertido en un disco de culto, y en quizá el favorito de muchos fans del trío.

La calidad musical es impresionante. Es claro que los 3 estaban en su mejor etapa creativa, y que estaban en plena sintonía en lo que pretendían. Se nota la convicción, de otra forma, Charly no se hubiera interesado en también expandirse y experimentar haciendo loops con la batería, y jugando con efectos. No todo aquí es beat electrónico, pero Charly se adelanta años al experimentar con los efectos para alcanzar sonidos que estarían de moda unos 8 años después. Zeta es el más involucrado en el juego de loops y secuencias. Mantiene un buen nivel al bajo y se combina de manera espectacular con Charly para lograr una sección rítmica demoledora, que hace honor al nombre del álbum, y que permite que Gustavo se dedique a experimentar con los pedales. En “Camaleón”, incluso Gustavo y Zeta intercambian instrumentos: Cerati toca el bajo y Bosio la guitarra, manteniendo dicha formación cuando interpretaban el tema en vivo. Y de nuevo hay que mencionar a Radiohead 8 años después… Las canciones fluyen de manera exquisita, conservando su individualidad, pero manteniendo cierta unidad sónica de toda la placa. Aún así, no se vuelve un disco tedioso, y a pesar de que muchos lo incluyen dentro del género Noise, esa melodicidad lo vuelve único, incomparable con grupos como Sonic Youth, por ejemplo.

En fin, no lo puedo definir mejor que el mismo Gustavo Cerati:

“Luego viene Dynamo (1992) que consistió en tomar Canción Animal y destruirlo. Es como si a Canción Animal lo hubiéramos metido dentro del agua. Y, a nivel sonoro, quisimos producir eso, las canciones tenían más que ver con algo hipnótico. La idea era remixarlo, mezclarlo con algo más dance e incluir algo más trance en nuestra música. Sé que quienes adoptaron ese disco lo quieren y a mí me pasa lo mismo.”

El disco arranca con “Secuencia Inicial”, que de entrada es una cachetada sónica a todos los que esperaban continuar con “Cae El Sol”. Gustavo arranca recorriendo el brazo de su guitarra rápidamente para un fade in tipo jet, luego un beat dance implacable (ligeramente parecido al “De Musica Ligera”, pero más rápido). Luego se le suma un guitarreo frenético, con muchos efectos, principalmente delay y chorus, que logra dar la impresión de ser muchas guitarras con ligero desfase. Ese sonido lo importó de europa, de la corriente Shoegazer que imperaba en Reino Unido. Es un sonido que aún me sigue sonando futurista, con cierta abstracción, sin dejar de ser rockero. Soda no se va al  extremo de no usar guitarras en absoluto, pero se las ingenian para usarlas como una especie de telón de fondo. La sensación que crean es muy rara, insisto, adelantada a su tiempo. La letra es ambigua… Habla de un rompimiento amoroso? Lo sugiere al menos: “Miro atrás y veo la razón, nunca fuiste una canción” y cierra con otro de esos grandes versos con el sello de Cerati: “Mójate los labios y sueña”

Seguimos con “Toma la Ruta”, que arranca con una actitud más roquera, más tendiente al noise que el track anterior. Inicia con una ráfaga de sintetizador de Daniel (que fue incluido como coautor), y luego Gustavo alterna una especie de riff agudo con capas espesas de guitarras. Un bajeo tremendo al fondo, con un aire amenazador, que queda un poco aplastado por la ecualización. Logran aquí una gran amalgama sónica, la voz con efectos opacos, como cantando desde dentro de una caja. Un estribillo pegadizo con oberdubs de varios gustavos haciendo oleadas de “aaaAAAAaaah´s”. El incesante beat da una sensación vertiginosa, que no da un respiro, al contrario, se intensifica en los coros. Letra extrañísima. Gustavo se muestra impenetrable en el aspecto lírico, pero logra imágenes asombrosas: “Probaste luna y bebiste cielo, y a veces sueñas con volver a los viejos buenos tiempos”. Se dice que habla de forma muy velada sobre una invitación a probar los alucinógenos. La verdad ni idea. También se puede tomar como una metáfora de La Caverna de Platón y una invitación a pensar y actuar más allá del estándar social. Es un tema movidísimo, muy potente, una batería dance que no da respiro y una especie de sensación apocalíptica que viene de no sé dónde.

“En Remolinos” debe estar entre mis temas favoritos de toda la discografía de Soda, y me parece uno de los más menospreciados por la gente. Evidentemente me parece el mejor del álbum. Nuevamente abre con sintetizadores etéreos, como un “gong” al fondo. Luego una guitarra oscura, amenazante, que suena casi sexual desde la primer nota. Y la batería, en un ritmo semilento, hipnótico. El bajeo empieza poco después, punteando profundamente las notas. La voz de Cerati al principio es apenas audible, un susurro lento y casi doloroso, un ruego a la amada… El bajeo entra aquí, con un crash y ese espectacular “una flor, una flor, otra flor…” con la voz mucho más segura. Una melodía perfecta, lenta, casi cósmica. La combinación es simplemente indescriptible, una de las mejores letras de Cerati, minimalista, dejando caer cada palabra como gota. Cierro los ojos y esta canción me transporta, me eleva, y es casi como si estuviera a punto de ver ese sol, ese mundo, ese Dios girando, el universo entero dando vueltas sobre sí mismo… Hay una gran carga sexual en las letras, pero también hay mucho contenido zen, y podríamos hacer una maestría simplemente para analizar las letras de esta rola: “Florecer mirándote a los ojos… perfección”. Uff! Puede haber un poema de amor de 6 palabras más intenso y más profundo? La guitarra es espectacular. Todo da esa sensación de giros de los que habla la letra, ciclos. Al 2:25 tenemos un gran solo, hiriente, también dando una sensación circular. Chequen a Charly hacia el final, cuando se aloca un poco, hasta que se va apagando todo y quedamos con un feedback resonando. Es una canción… redonda, perfecta. Majestuoso es un adjetivo que le queda simplemente corto.  Este es el Soundtrack perfecto para ese canto universal llamado “EL Hacedor de Estrellas” de Olaf Stapledon, que ya había mencionado alguna vez…

No termina de apagarse el feedback de la anterior cuando entra el riff descendente de “Primavera 0”, más roquero y crudo, al que se le suma un sintetizador agudo para hacer contraste. La colosal intro da un giro enorme cuando entra la voz de Gustavo. La guitarra se apaga por completo y nos deja sólo con la melodía cantada a medio tono, apoyada por un raudo punteo de bajo y el beat, armando una estructura muy sólida. Antes de terminar la primer vuelta, se vuelve a unir la guitarra con ese riff descendente y machacón. El estribillo es una explosión de esa tensión que va generando, bajando el ritmo, pero reventando la intensidad con Gustavo gritando el título a todo pulmón. La estructura básicamente es esa. La banda punteando de manera machacona, con la guitarra al borde de la estridencia. Pero se las ingenian para agregar detalles y texturas que te mantienen al filo, como ese pasaje instrumental (no se le puede decir solo) cerca del minuto 2, con todo y ese especie de diálogo que enfrasca Gustavo con su lira. La letra es aún más enigmática, pero también con grandes líneas como “La verdad es que nadie vive sin amor, y ahora estoy aquí, temblando frágil en la multitud, y te espero…” Éste sería el single del disco, escogido por Sony, no por la banda, por ser el más radiable. Terminaría siendo el tema más conocido del álbum, y entraría entre las clásicas de la banda, pero no es la mejor canción aquí.

“Camaleón” es uno de los temas más raros. Inicia con un atisbo de kena, que recuerda esa fijación de Cerati con los sonidos andinos. Pero luego revienta en un loop electrónico. El bajeo crujiente esta vez corre a cargo del mismo Cerati, mientras ese juguetón riff que se repite una y otra vez es interpretado por Zeta Bosio. En vivo intercambiarían instrumentos para tocarla igual que en estudio. Loops de voces femeninas haciendo un quejido que intenta ser, mhhh… sensual (??) Flavio Etcheto hace un solo de trompeta a mitad de la canción, Tweety Gonzalez hace los sampleos y Melero los sintetizadores. Hacia el final hay un requinto, no sé si de Bosio. Uno de los temas más electrónicos y menos destacados del disco. Creo que hubiera encajado mejor en el Colores Santos, o tal vez fue un descarte. Melero también aparece como coautor aquí.

Con “Luna Roja” recobran el tremendísimo nivel del inicio del disco. Una canción misteriosa, de un aire nocturno desde el rasgueo menos cargado con el que empieza, haciendo honor a su título. Un tema apacible, con un medio tiempo cálido, que da un respiro después de los temas anteriores. Después la guitarra se carga de efectos y entra el sintetizador como una cortina de terciopelo negro que lo envolviera todo. El manejo de las texturas es cuidadísimo. Una melodía agridulce, pegajosa, con un formidable estribillo. La letra es metafórica, rara, entendiendo que la Luna Roja es un símbolo de guerra; pero ubna vez que uno sabe que fue dedicada a Federico Moura, quien murió de Sida, cobran una perspectiva totalmente distinta: “Primero león, luego cordero, ruega a dios poder volver del desierto” o “Cuídame, yo te cuidare, yo también pague placeres ciegos”. Si no los conmueve, no sé qué pueda hacerlo. Musicalmente es otra de las piezas perfectas, con los efectos exactos entrando en el momento preciso, para hacer ahora sí, atmósferas majestuosas, con un inigualable crescendo hacia el final, iniciando por esa especie de solo que inicia al minuto 3 y cuya intensidad ya no baja hasta que termina la rola al 5:30. Otro de los platos fuertes del Dynamo.

“Sweet Sahumerio” es un tema en el que la banda, además de la combinación de todo lo anterior, le mete una gran carga de sonidos hindús, con la presencia de Roberto Zuczer tocando un sitar harrisoniano, y Eduardo Blacher en la tambura y Sanjay Bhadoriya en la tabla, para completar el combo hindú. Alberti no toca la batería, sino percusiones… (cof cof, el pandero, cof cof). Un bajeo profundo y místico, con una de las grandes líneas de Zeta. Por cierto, retomando la influencia en U2, cuando el cuarteto irlandés estuvo en México en Zoo TV Tour, antes del show pusieron este disco en el sonido local. Bono quedó impactado y preguntó de quién era esa música, e inmediatamente mandó a alguien a conseguirle el disco. No sé si es mera coincidencia, pero si aceleran un poco la línea de bajo, no les da un sabor como a, ehrrr… “Limón”? La guitarra está cargada de delay, sin distorsión esta vez,  haciendo disonancias en juego con el sitar. Los samplers de Melero creando esa sensación mística. El tema es tranquilo, muy relax, de la mano con esa letra minimalista y Zen. Hacia el final Gustavo grita una especie de mantra, como si estuviera en un trance, y se oyen voces rítmicas de fondo. Una canción extraña, de una rara y exótica belleza.

Continuamos con “Ameba”, otro gran track, muy energético, tendiente al electro-rock. Me encanta que uno no atina a saber si eso que suena al principio es una guitarra con una distorsión suavizada, o un sintetizador con un efecto de distorsión. En realidad el riff principal es un sintetizador muy cargado, interpretado por Melero, haciendo una especie de sampleo de la figura principal de “Mass Production” de Iggy Pop. Luego entran bajo y guitarra con mucho fuzz y chorus. Un instante más entra Gustavo, cantando casi rabiosamente sobre una chica que va de hombre en hombre, olvidando nombre, y diluyéndose ella misma en el proceso. El estribillo es curiosamente más tranquilo que los versos, con Cerati cantando en medio tono y con mucha calma: “Maaaaaaaaaaás, te olvidás, más me obligas, a este sentimiento…”. Con la guitarra haciendo arpegios muy rápidos. Alrededor del minuto 3, queda solamente Charly sosteniendo la rola, y es cuando se puede apreciar la cantidad de efectos que trae su batería; luego un falso final y revienta de nuevo con el coro. Otra vez, la combinación instrumental, el cambio de intensidades, las capas que crean sintetizador y guitarra, esa sensación eléctrica y futurista de la canción, hacen que se otro de los grandes temas del disco. Bien podría haber sido lanzada ayer.

Aunque no están precisamente ligadas, el beat de “Nuestra Fe” parece ser una especie de continuación de “Ameba”, hasta que al :20 entra una figura etérea de sintetizador, y posteriormente sampleos electrónicos, como una especie de R2D2, justo antes de que entre Gustavo con la voz hipnótica, haciendo una melodía suave, satinada. Parece que va a ser un tema totalmente electrónico, pero al 2:20 entra un sorprendente arreglo de guitarra que va dando más intensidad a la rola, logrando una fascinante combinación de todos los elementos previos en el disco. Letras nuevamente ambiguas, pero que dan grandes pinceladas poéticas: “Bajo esta piel, que estoy mudando, encendí un amanecer, que no para de crecer”. Al 3:15 un requinto sencillo, minimalista, pero muy efectivo, con Gustavo jugando más con los efectos de la guitarra que con la técnica y velocidad para el requinto en sí. Incluso hace el cambio a una guitarra acústica por momentos, resaltando el contraste entre el sonido puro y cristalino con el del efecto shoegazing. Destacado como, a pesar de los 6:40 y de que el beat prácticamente no cambia un ápice, todos se la ingenian para agregar detalles que van nutriendo la canción para mantenerte fascinado de principio a fin.

Luego tenemos “Claroscuro”, que arranca con el beat de batería junto con un sampler que crea efectos de ráfagas tremoladas. Luego entra Zeta con una profunda figura de bajo, cargada de cierta oscuridad. Cerati entra con un tono lejano, ácido. Es otro de los temas con mayor carga electrónica, aunque con la presencia de guitarras cargadas más adelante, que van dando una sensación claustrofóbica, de algo infeccioso y maligno. La letra… ehrrrr… una oda a las drogas? Podría estar dedicada a una mujer, pero me parece que en esa ambigüedad, Cerati da demasiadas pistas: “Cuando rio de placer y me quedo solo, suspirando formas de humo…” o líneas como “Nunca estás segura, soy tan dependiente de tu amor” que me recuerda mucho “Encadenado a Ti” de Bunbury ya como solista. No es de mis favoritas.

Seguimos con “Fue”, una hermosa balada, que nos da un breve respiro a la saturación. La guitarra tiene un efecto más limpio, si acaso delay y wha, con un sintetizador espacial de fondo, una línea de bajo sostenida y las trompetas de Etcheto. El resultado es maravilloso, una atmósfera de ensueño, que va deambulando entre lo Floydiano y lo Beatlesco. Pero a la vez suena íntima, cálida. Esto contrasta con las letras, que son absolutamente desgarradoras. Narran, con ese estilo único de Cerati, una ruptura amorosa, con unas imágenes delicadas, adoloridas, que realmente llegan: “Tantas veces te vi, simulando un olvido” o “Me embriague hasta el vacío, con tu miel venenosa”. El trabajo de Etcheto es sobresaliente aquí, sobre todo hacia el final, cuando se encarga de crear el crescendo de la coda. Simplemente es otra de las rolas  perfectas del disco, con una atmósfera desoladora que deja la piel chinita, y una sensación de vacío en el alma.

Cerramos con “Texturas”, un tema más alternativo y pirotécnico, con una intro que incluso me recuerda algo del VS de Pearl Jam. Una melodía más juguetona y pegadiza, narrando un despertar al lado de una chica. De alguna forma se siente como un tema más ligero y alegre que el resto, más en el contexto del Rock de los 90’s. Es un buen final, muy rocker, y aunque no desencaja del todo con el reto del álbum, también pudo haber entrado en el Canción Animal o incluso en el Sueño Stereo. Zeta nuevamente destaca al fondo si le prestan algo de atención. Un buen cierre, aunque no sé que tan representativo del resto del disco.

 

Un discazo, por donde se vea. Por momentos suena más cercano a un disco solista de Cerati que el mismo Bocanada, pero sería imposible imaginar el Dynamo sin la participación de Alberti y Bosio, sobre todo considerando que sólo hay 3 temas en que ninguno de ellos participó como coautor junto a Gustavo. El pico creativo de la banda, con hartas dosis de experimentación, de curiosidad musical por parte de cada integrante, buscando expandir sus sonidos cuando parecía que ya lo habían alcanzado todo. Hay una especie de energía constante, desde la primer nota a la última, un fantasma eléctrico omnipresente al fondo de cada canción que termina de redondear la genialidad de cada canción. Líricamente es minimalista, pero pareciera que entre más breve es Gustavo, más profundidad alcanza, y creo que aquí tiene 2 o 3 de las mejores letras que escribió, tanto con la banda como de solista.

Debo insistir en que es un álbum adelantado a su tiempo, que marcaría el camino a seguir no sólo a bandas latinoamericanas, sino, directa o indirectamente, a otros monstruos del Rock Global. Incomprendido, olvidado en su tiempo, la misma banda tuvo que suspender precipitadamente la gira del disco por agotamiento. Poco a poco el Dynamo  fue tomando ese lugar que le corresponde en la historia, como un disco de culto, y junto al Canción Animal, el disco más redondo del trío argentino. Algún día le daremos alcance a esta pieza atemporal. Un Must Have!

 

Por Corvan 

30/Nov/2012

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