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DÍAS Y FLORES  (Silvio Rodríguez 1975)

Artista: Silvio Rodríguez (A) 

Fecha de Grabación: 1974 - 1975
Fecha de Lanzamiento: 1975 Cuba
Discográfica: EGREM
Productor: Frank Fernández
Calificación: 
10 (MUST HAVE) 

 

Era: Trova y Cantautores (1970-???)

Subgénero: Trova y Cantautores 

Mejor Canción: Uff, Todas las de rojo, pero me quedo con “En el Claro de la Luna” y “Te Doy Una Canción”

Canciones: 1) Como Esperando Abril; 2) Playa Girón; 3) El Mayor; 4) La Vergüenza; 5) Sueño Con Serpientes; 6) Pequeña Serenata Diurna; 7) Esta Canción; 8) Yo Digo Que Las Estrellas; 9) En El Claro de La Luna; 10) Santiago de Chile; 11) Días Y Flores.

 

Tremendo debut del Aprendiz de Brujo!! Silvio Rodríguez llevaba ya varios años componiendo y situándose como punta de lanza del movimiento de la Nueva Trova Cubana. Incluso Silvio a estas alturas no sólo era un punto de referencia en el aspecto musical cubano, sino que encabezaba una de las generaciones más creativas de la isla, que incluía campos como cine, producción, dirección sinfónica, poesía, novela, artes plásticas, ensayo, periodismo, influyendo y recibiendo influencias de la mayoría de los artistas de esta notable generación.

Silvio inició sus composiciones en 1962, pero fue hasta 1966 cuando su nivel compositivo se disparó, logrando imágenes poéticas que nunca se habían escuchado en la música latinoamericana. Eduardo Heras de León lo resume muy bien en la siguiente frase: “Aquélla sensación de que estábamos en presencia de un fenómeno nuevo dentro de la canción cubana, aquel murmullo in crescendo que solo reflejaba la sorpresa ante una música extrañamente nueva, ante unas letras que desbordaban la superficialidad habitual…”

Silvio tomó la guitarra por primera vez porque dice que quería hacer sonidos que retumbaban en su mente y que no había escuchado en ningún tipo de música. Vale la pena mencionar esto, ya que Silvio transformó para siempre la manera de tomar la guitarra. Dueño de una técnica de maestro, veloz, incisivo y haciendo generalmente arreglos de una grandísima dificultad técnica que hace que sea muy difícil de interpretar sus canciones tal cual. Quizá líricamente el punto de referencia más cercano sería Bob Dylan, con quien tenía una mutua admiración; pero a diferencia de éste, Silvio tenía un manejo delicado y sublime de la guitarra, haciendo arreglos, arpegios, guitarreos y ritmos que Dylan jamás soñó siquiera lograr. Por eso sus mejores discos son aquéllos en los que canta sólo con su guitarra, sin mayor instrumentación. Y por eso, a mi punto de vista, Silvio Rodríguez es un espécimen único en la música mundial, ya que logró conjugar, por sí sólo, una música elaborada, llena de armonías complejas, de una técnica de interpretación muy difícil y de una hermosura que deja sin aliento junto con unas letras tan cargadas de poesía, tan rabiosas, tan descaradas, tan sin pelos en la lengua, tan metafóricas, tan honestas y tan cargadas de liricismos de la más alta manufactura... No se extrañen si es el único músico del mundo, que a mi punto de vista, está a la par del cuarteto de Liverpool.

Silvio pues, no salió de la nada con esta obra de arte. Le llevó unos 8 o 9 años poder meterse al estudio a grabar con consolas rudimentarias estas canciones, que consideraba las mejores de entre las más de mil que tenía ya escritas. En ese lapso, Silvio ya se había ganado el cariño y respeto de artistas contemporáneos así como del pueblo cubano, había logrado aparecer en televisión y fue censurado un tiempo por decir que admiraba a los Beatles, comenzó a codearse con el resto de su generación intelectual y artística en la Casa de las Américas donde conoció a Pablo Milanés y a Noel Nicola, con quienes fundó La Nueva Trova Cubana; luego e embarcó en el Playa Girón donde compuso 70 canciones, muchas de ellas las más destacadas de su repertorio. Al desembarcar ingresó al EGREM y al Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, donde se realizaba fusión experimental para bandas sonoras de películas y donde Leo Brower se convirtió en su mentor y una influencia grandísima, abriéndole nuevos horizontes en el mundo de la música.

Tras absorber todo este bagaje de enseñanzas e influencias, inmerso en la literatura y con marcada ideología socialista, aunque a veces criticara duramente la manera en que se llevaba a la práctica, Silvio se metió por fin al estudio en noviembre de 1974. El resultado es el disco "Días y Flores", que es una obra de arte inmortal y contiene algunas de sus mejores obras. El Días y Flores fue editado en España con el nombre de "Te Doy Una Canción", ya que la censura franquista prohibió las canciones “Días y Flores” y “Santiago de Chile” para sustituirlas con “Madre” y “Te Doy Una Canción”, situación ridícula si consideramos que las letras de “El Mayor”, “Sueño Con Serpientes” y “Playa Girón” y la misma "Te Doy Una Canción" contienen también críticas fuertes aunque veladas en metáforas, una de las características del genio de Silvio, quien suele disfrazar mordaces ataques con canciones que parecen de amor o desamor.

 

El disco Días y Flores abre con “Como Esperando Abril”. Un tema que ha ido creciendo en mi aprecio y significado. Aquí suena con instrumentación completa, con la guitarra teniendo un papel muy discreto. La  musicalización recuerda mucho más al sonido de Pablo Milanés, más tropical y bailable. Las letras por otro lado, parecen ser inocuas y sin una doble intención, aunque para mi cobró una relevancia muy personal. Hay que resaltar que logra una excelente construcción de imágenes y que desde ya demuestra que Silvio no va a hacer canciones de amor trilladas y con lugares comunes. Me hubiera gustado que esta canción cerrara o estuviera en medio en lugar de abrir.

La siguiente canción es uno de los clásicos más conocidos y representativos de Silvio. Aquí aparece ya desnudo con su guitarra y su poesía, sin más instrumentos. La canción es un tributo a aquéllos meses que duró en el océano en el barco "Playa Girón", haciendo mención no sólo a sus compañeros, sino también a la historia de la embarcación y del intento de invasión gringa del que toma nombre. La letra filosa de Silvio resalta con las dobles imágenes que hace de la fecha histórica donde pescadores defendieron con redes y arpones su patria y su revolución, mezclándolas con el nombre del barco, la tripulación y las dificultades de ser marino. A mi gusto una canción un tanto sobrevalorada al ser una de las 3 o 4 más famosas de Silvio, pero eso no quita que tenga una gran calidad y belleza lírica y armónica, aunque tampoco es el más complejo trabajo de Silvio en la guitarra.

Viene después “El Mayor”, otra pieza con instrumentación, pero donde ahora sí, la guitarra juega un papel protagónico en torno a la cual se tejen el resto de sonidos. La musicalización tiene fuerte influencia de los días en el ICAIC, con un alma cubana e isleña, pero con un ritmo más sutil que el primer track y una armonía más elaborada y personal, convirtiéndola en una vestidura perfecta para las letras y no en la parte protagónica de la canción. Líricamente es una obra bellísima. Una oda a Martí o a otros precursores de la Independencia Cubana a los que hábilmente hace doble referencia con héroes revolucionarios: “Va cabalgando sobre una palma escrita, y a la distancia de cien años resucita / Trota sobre la espuma, seguido por un mar de negros en machete y sin encadenar…” Sorprende que Franco haya sido tan ingenuo al no filtrar esta canción en la versión española, ya que hace una alegoría de la esclavitud durante la conquista española con el sometimiento y la esclavitud al capitalismo.

Seguimos con “La Vergüenza” otro tema con adornos instrumentados y la guitarra como guía, donde resaltan algunas disonancias creadas por el piano al 1:30. La estructura general es simple, pero el cambio que hace Silvio al 1:40 le dan vitalidad y frescura a la rola mientras la instrumentación va haciendo un lento crescendo para acabar de golpe en una inesperada intensidad. Me encanta particularmente la incorporación del bajo al 2:20 haciendo como un brinco de octava con un efecto muy simpático. La letra es un ataque al consumismo en el que establece que se puede vivir con lo básico, y lo vergonzoso es vivir sin nada o con excesos del consumismo, como lo deja claro en los últimos versos: “Pero si fuera, ay, mi paisaje sólo de ruinas intensas, tendría la vergüenza…”

La quinta canción, “Sueño con Serpientes” es una obra de arte. Se le pueden poner muchos adjetivos: onírica, surrealista, fantástica… Yo prefiero pensar que es una impresionante mezcla que nos deja la primer Trova Psicodélica, aunque el periodo hippie haya quedado atrás hace mucho. Con esta canción la primera impresión es que en Cuba se dan más plantas fumables que el tabaco… La canción empieza con un Silvio recitando un poema de Bertold Bretch y un riff enorme y precioso, que aunque no lo parece, es a una sola guitarra en una base de Sol Mayor con variaciones en la segunda y tercer cuerda. La construcción de este arreglo es simplemente celestial. De fondo, otra guitarra cargada de eco y con efecto de cítara le va respondiendo a las últimas voces, haciendo un efecto increíble. Recomiendo sobre todo escuchar esta canción con audífonos ya que la guitarra con eco comienza en un oído y termina en el otro. Ese diálogo de guitarras de por sí ya vale la pena. Pero las letras son así mismo enooooooormes. Con una sensación de sueño o de pesadilla respaldado por las guitarras y por el tecladito estroboscópico que suena al fondo, Silvio nos sumerge en batalla onírica con serpientes, llena de imágenes poéticas que logran reflejar cierta paranoia y desesperación. Las letras en sí son una metafórica y excelente crítica a las dictaduras, los gobiernos y políticos corruptos que nunca dejan de existir y que se reemplazan unos a otros, convirtiéndose en la eterna pesadilla de Latinoamérica: “Largas, transparentes, y en sus barrigas llevan lo que puedan arrebatarle al amor / Oh, la mato y aparece una mayor / Oh, con mucho más infierno en digestión.” Esta era una de las que no podían faltar en el repertorio en mis viejos días del dueto Trovadictos.

Sigue otra canción gigante, “Pequeña Serenata Diurna” que es una balada con estilo bossa nova y con un teclado destacadísimo, que le da al mismo tiempo una gran delicadeza y profundidad a la canción. A estas alturas del disco, quienes pensaban que la Trova es un sonsonete sin imaginación del mismo ritmo, estarán quedando desengañados, pues al menos, Silvio demuestra que la Trova tiene tantos colores, ritmos y texturas como la imaginación pueda alcanzar, a diferencia del Folk de Bob Dylan, que puede llegar a ser muy repetitivo y obtuso. En fin, la canción está construida con una delicadeza pasmosa, parece una figurita de cristal que se pudiera romper al más leve soplo. Desde la intro con armónicos de la guitarra, la otra guitarra de fondo haciendo el bossa nova apenas perceptible, el teclado que se incorpora con una timidez apabullante y la voz de Silvio, casi un susurro, como si se avergonzara de hacer esa declaración de amor. Hey!, de hecho lo hace, y pide una disculpa a los muertos de su felicidad, es decir, a los muertos a los que debiera estar cantando en lugar de a “una mujer clara que amo y me ama sin pedir nada / o casi nada / que no es lo mismo pero es igual”. La letra es una gran canción de amor, majestuosa y con esas ocurrencias, como sólo Silvio Rodríguez puede tenerlas, y no deja de tener el tinte dramático y social con esa disculpa pública. Hacia el final, el saxo alto le da un toque agridulce a la canción que de pronto, sin ningún otro cambio, parece haber cambiado a un réquiem. El piano jazzero que suena durante la coda también es sobresaliente. Sin duda, otra de las canciones inmortales y conmovedoras de Silvio. Me pongo de pie y aplaudo.

El séptimo track es “Esta Canción”, otra obra de delicada construcción con un piano magistral. Aquí Silvio se abre el pecho y canta como desgarrándose, desnudándose y acusándose se ser banal en múltiples ocasiones, llegando a revelaciones como “A nadie le interesa lo de otra gente y sus tristezas”. La canción, con una fuerte carga de amargura, remata con otra revelación que puede sonar burda, pero que en realidad es muy difícil que uno se la diga a sí mismo: “Yo se que hay gente que no me quiere”. Una canción con una fuerte carga emocional y quizá de las más personales de Silvio, pero que en esa universalidad de las letras, puede servir como terapia de psicoanálisis para cada uno de nosotros si nos aplicamos la letra con la misma franqueza y frialdad que Silvio.

Viene luego “Yo Digo Que Las Estrellas”, donde la guitarra recupera el rol principal. Nuevamente nos regala un riff enorme y dramático, que va muy bien al tono general de la canción. Aquí Silvio practica la escritura en soneto perfecto, haciendo una poesía de gran manufactura, iniciando de una manera un tanto inocente y haciendo un viraje acusador y cargado de ironía en la segunda parte. El bajeo de la misma guitarra destaca en esta segunda parte en que Silvio eleva una octava la voz dándole más intensidad a la canción en esta parte para volver después al tema y tono de los primeros versos.

El noveno corte es “En El Claro de la Luna”. De entre las canciones enormes del “Días y Flores” esta es a mi gusto la más grande, una de mis cinco favoritas de la discografía de Silvio Rodríguez, una de las obras de arte que encumbran la humanidad. No exagero. Generalmente menospreciada y olvidada, a mi me faltan palabras para poder describirla. La canción está construida con un ritmo de habanera, que para esos tiempos ya estaba en desuso en Cuba, pero nos muestra la genialidad de su autor. Se dice que Silvio la escribió para rellenar el disco, ya que sentía que le hacía falta una canción que redondeara su álbum debut y que, contrario a su costumbre, inició con la magnífica orquestación y ya que tenía toda la música, grabó al micrófono lo primero que se le vino a la mente. Si es así, mis respetos. La letra es aparentemente una canción de amor o una canción de cuna, pero cuando se logra descubrir que se trata de una oda a los niños que eran reclutados en África por los grupos guerrilleros para servir de carne de cañón, es imposible escucharla sin que se haga un nudo en la garganta. Creo que fui el único idiota en la VFG el 19 de Abril de 2007 que lloró de emoción al escuchar a Silvio iniciar los primeros acordes de esta obra, ya que generalmente es desconocida para el público. Aún hoy día me conmuevo enormidades al escucharla. Sin ser suficiente lo impresionante de las letras, la orquestación es igualmente magnífica, con una gran melodía añadiendo dramatismo con una gran sección de cuerdas y creando tensión musical para pequeños picos que regresan al tema inicial a piano, delicado, triste, majestuoso... “Suéñeme, pues, cataclismo, sueñe golpe largo y sed, sueñe todos los abismos, que de otra vida no sé / Sueñe lo que hago y no digo, sueñe en plena libertad, sueñe que hay días en que vivo, sueñe lo que hay que callar…” Esta es una de mis más amplias recomendaciones, no tengo más palabras.

La penúltima canción es "Santiago de Chile", una de las críticas más ácidas y directas a la dictadura de Pinochet en Chile, y cuya carga emocional de la elaboración poética es también muy fuerte. Es una acusación sin doble cara, pero con efectos líricos delicados que acentúan el coraje y la rabia de las letras de Silvio, que se traslucen en su voz: “Allí amé a una mujer terrible / llorando por el humo siempre eterno / de aquella ciudad acorralada / por símbolos de invierno”. Nuevamente la musicalización juega un papel crucial, dando acentos y matices y luciendo igual de colérica que Silvio en algunas partes.

La edición original cierra con “Días y Flores”, una canción que nos engaña con su inicio casi a capella de balada de amor. Se incorpora una guitarra y un teclado que parece clavicordio. En pleno poema de amor, Silvio cambia el fraseo e inicia con la parte de “la rabia” hacia un sin fin de cosas, generalmente cuestiones políticas y sociales. Al minuto 4 hay una falsa salida y un regreso instrumental con el clavicordio improvisando algunos arreglos muy monos. Después de las dos canciones anteriores, éste puede parecer un tema débil, pero en realidad se trata de una buena canción precedida de dos que le hacen sombra.

 

Debido a la censura de la dictadura franquista, el Días y Flores no fue permitido como tal en España, pero se editó como “Te Doy Una Canción” eliminando los dos últimos temas.

En fin, en cualquiera de sus dos versiones, o mejor aún, las dos, les recomiendo ampliamente conseguirse este debut de Silvio, ya maduro, ya gigante, ya revolucionario con la guitarra, con la pluma y con las ideas. Sé que la mayoría de la gente que viene aquí lo hace por rock de mayor decibel, pero créanme que en este disco no hay desperdicio y es una de las grandes joyas de la música latinoamericana, aunque lo mejor de Silvio aún está por venir.

 

 

Por Corvan 

2/Feb/2009

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