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CUATRO CAMINOS (Café Tacuba, 2003)

Artista: Café Tacuba (C)

Fecha de Grabación: 2002-2003

Fecha de Lanzamiento: 1 de Julio de 2003, MEX

Discográfica: Universal Music

Productor: Gustavo Santaolalla

Calificación: 8

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Era: 2000 Rock En Ñ: La Dispersión

Subgénero: 2000 Rock En Ñ: La Dispersión

Mejor Canción: Eres

Canciones: 1) Cero y Uno; 2) Eo; 3) Mediodía; 4) Qué Pasará?; 5) Camino y Vereda; 6) Eres; 7) Soy o Estoy; 8) Encantamiento Inútil; 9) Recuerdo Prestado; 10) Puntos Cardinales; 11) Desperté; 12) Tomar el Fresco; 13) Hoy Es; 14) Hola Adiós.

 

En algún punto de los noventas, en una entrevista a Café Tacuba en un programa de tele, la conductora hacía mucho énfasis en la capacidad de reinvención del grupo, y lanzó una de esas “brillantísimas” preguntas (sin pensar), que decía algo así como: “Ustedes siempre hacen en sus discos lo que menos esperamos ¿Qué será lo que sigue?”. Ya sabemos que los Cafetos tienen un gran sentido del humor, por lo que Quique contestó: “Seguramente ahora los sorprenderemos haciendo lo que todos esperan”. Pues sí! Qué esperaba la tipa?

La cuestión es que, después de discos revolucionarios, en el que daban constantes volantazos deleitándonos de alguna u otra forma, y siempre sorprendiendo, para el Cuatro Caminos hicieron lo que nadie imaginaba: Hacer un disco más o menos normal. Ojo, no digo malo, sino que se acerca mucho más a los estándares del sonido de una banda de rock, más guitarrero, algo a lo que los Cafetos parecían rehuir con pavor. Con decir que es el primer álbum donde hay una batería real y no una secuenciada. Además era su primer LP con Universal, después de romper con Warner tras el riesgo y fracaso comercial del experimental Revés/Yo Soy.

En 2003, después de darse un tiempo con el EP Vale Callampa, los tacubos entraron de nuevo al estudio para grabar disco. Esta vez, además de trabajar con su productor de cabecera, Gustavo Santaolalla metieron a la jugada a dos nuevos productores, sumando a la alineación a Dave Fridmann (Flaming Lips, Mercury Rev) y Andrew Weiss (Ween, Rollins Band, Babasónicos), ambos muy admirados por los tacubos. Esto con la intención de refrescar su sonido y ver qué podían hacer junto con productores que en los que no estuvieran en zona de confort.

Las grabaciones empezaron en Ciudad Satélite, donde trabajaron con Andrew Weiss comenzando a dar forma a algunos temas. Después se mudaron a los estudios Capitol en Los Angeles, donde continuaron el trabajo con Gustavo Santaolalla, y finalmente viajaron a Buffalo, donde estuvieron durante algunas semanas en la nieve, trabajando con Dave Friedman.

Cuatro Caminos es conocido en México como el nombre de una estación del metro de la capital, que además se supone que está cerca de donde ensaya la banda. Pero el título del álbum es también una metáfora a las ideas y personalidades de cada uno de los cuatro integrantes, poniendo su toque individual para conformar el sonido propio del álbum. Se supone que en este disco, por primera vez, no llegaron con temas pre-escritos, sino que las rolas fueron saliendo en colaboración en estudio.

Para el anecdotario, Rubén Albarrán se cambió el nombre a Elfego Buendía para este disco y la gira, en alusión al personaje de 100 años de Soledad, del Gabo. Y para las baterías,  invitaron a dos batacos distintos, Victor Indrizzio y Joey Waronker, quienes habían tocado con artistas como R.E.M. y Beck, pero que a mi gusto, en ocasiones intentan ser demasiado protagónicos.

El disco tuvo buena aceptación en México, y muchos temas se escucharon constantemente en radio y sus videos en MTV, que entonces aún más o menos se dedicaba a videos musicales y no a adolescentes embarazadas. Tacuba recobró el status mainstream que se había tambaleado con el Revés/Yo Soy, y temas como “Eres” incluso salieron en estaciones mucho más poperas. El disco sin duda es algo más complaciente que todos sus anteriores trabajos, con canciones muy melódicas, y curiosamente, el lado más experimental, ese que caracterizaba hasta entonces a Café Tacuba, es el que menos funciona en el álbum. Pero básicamente es un buen punto de inflexión en la trayectoria de la banda, dejando de lado los mestizajes y girando hacia una esencia más rockera y eléctrica, muy ad hoc para la explosión Indie, en el que encajó muy bien el sonido del disco.

El disco arranca con “Cero y Uno”, composición de Joselo. De entrada, so nota un sonido mucho más alternativo, con las guitarras distorsionadas dominando, con un sonido electrónico de inicio, pero que revientan al :30 cuando Elfego/Rubén termina el primer verso y entra de lleno toda la banda. La melodía es hipnótica, en un dulce medio tiempo. Las guitarras crean murallas envolventes en varias capas, y un riff descendente tras cada estribillo. Para el puente  hacen un atinado cambio de tono y ritmo, en el que la batería suena monumental con el juego de tums, tras el cual Meme hace un sencillo arreglito con efecto opaco, no sé si con un teclado de viento. La letra me encanta, y es quizá lo que le da ese twist tacubo al tema, hablando de esa interacción etérea entre un músico y el escucha, en el que a final de cuentas, todos son datos que nuestro cerebro reinterpreta, de ahí la referencia binaria del título. Y me encanta en particular la parte en que dice que se necesita fe de ambas partes, porque tanto el artista como el escucha no se conocen, puede ser una invención, pueden no existir... La rola es muy melódica, cálida, pero mantiene cierto aire de extrañeza propia de la banda.

“Eo (El Sonidero)” aumenta más ese mood bizarro, con un fraseo y jerga casi ininteligibles por parte de Rubén, que exagera su tono nasal, y por momentos uno no sabe si se rayó el disco en las sílabas que repite como metralleta hasta último resquicio de aire en los pulmones. La guitarra hace un raro arpegio que pareciera que tiene algunos tonos desfasados… hay algo que suena raro. Alrededor del :30 entra meme con un tecladito con tintes electrónicos, que aumenta esa sensación atonal, como si las notas fueran al azar, o de otra canción. Luego un puente en que vienen más sonidos raros y jadeos de Rubén, y el puente se extiende en un diálogo en el que la banda silba el tema principal y Meme les contesta con su curioso teclado. El ritmo es rápido, sin ser desbocado. No es un Ska… no sé exactamente en dónde entraría un tema como éste. La letra es sobre gente que se reúne a bailar ante un grupo en vivo, y no sé si es una especie de parodia a los bailes de música de banda tan populares en este país… Lo cierto es que es una de esas canciones extrañas, que un día te gusta y al otro te puede resultar bastante chocante.

Enseguida llega “Mediodía”, una preciosa balada de Rubén, en la que muestra la versatilidad de su voz. La melodía es bella, con un suave y cálido vaivén que no se modifica demasiado, aunque la banda va creando crescendos y añadiendo arreglos para que no se vuelva monótona. Rubén canta con gran emotividad, cambiando de tonos agudos a medios y graves sin mayor problema, y pareciera increíble que es el mismo que cantara casi con violencia el tema anterior. La batería me parece demasiado protagónica para una balada, con demasiados fills, pero funciona, gracias a que el resto hace arreglos más bien minimalistas. La letra es hermosa, narrando un sábado común y corriente en el D.F., en el que el narrador cuenta cómo ve las plantas, los pájaros, tanta gente en una ciudad tan gigantesca… y en esa sensación irreal de estar en medio de millones de personas, en la última línea da el giro macabro hacia una soledad brutal, “Parece mentira que entre tanta gente en esta ciudad, no tenga a nadie con quien compartir la vista desde mi casa, este sábado.... al mediodía”. Hacia el final, van incorporando más y más efectos que crean una atmósfera de Dream Pop, con aires nocturnos de ensueño, acentuando la melancolía del tema.

Con “Qué Pasará?”, también de Rubén, parecieran regresar a medias a esas raíces Punk que funcionaron bien en su debut. Y hago énfasis en “a medias”, porque a la vez tratan de agregar una melodía más accesible y pop, más juguetona. La batería nuevamente intenta robar reflectores al hacer cambio en los patrones, de llevar un adecuado beat con los platillos, a un brusco cambio al :45 en el que dominan los tums, para hacer más pesado el tema. Luego un puente con guitarras industriales, que sin previo aviso, aumentan a una distorsión grungera e inmediatamente cambian por un charango para darle ese matiz “tradicional”. La batería sigue sin darse cuenta que está con Café Tacuba y no con Slipknot, y la rola acaba de manera abrupta al 2:19, casi sin dejar que Rubén termine de repetir la pregunta del título. La letra habla sobre la gente que vive como si no hubiera un mañana, en una vida de desenfreno, pero que los deja vacíos. Entiendo el intento de experimentar y fusionar ritmos y géneros, e incluso supongo que el batería siguió instrucciones, pero creo que tantos cambios terminan por asfixiar la canción y no funcionan bien, contrario a lo que venían haciendo en discos previos.

Después tenemos “Camino y Vereda”, que sin ser electrónica, pareciera intentar replicar el mood dance de “El Baile y El Salón”. La batería de nuevo en un primer plano algo innecesario, opacando a los demás instrumentos. La línea de bajo es juguetona, llevando por momentos el lead replicando la melodía vocal. La guitarra tintinea con aires mcguinnescos de los Byrds y por momentos, intentando del sonido de un sitar. Lo cual se comprueba con ese aire hindú de los puentes vocales con toda la banda en armonía. Una linda canción, compuesta por toda la banda, y en donde conjugan los tintes orientales con los ritmos dance.

Viene el punto fuerte del disco. Cierto que “Eres” es una balada que salió hasta en los 40 Principales y que su sobreexposición llegó a empalagar en su momento. Pero eso no quita que sea una de las más grandes y hermosas baladas de los dosmiles en español. Meme canta con una honestidad brutal, transmitiendo emoción, conmoviendo con delicadeza. Por momentos parece increíble que no cante más temas de Cafeta, al menos los suaves que más le sientan a su voz. La melodía es espectacular, pegajosa, nostálgica y esperanzadora a la vez, hablando de un amor (al parecer no correspondido), que es imposible que no cause un nudo en la garganta. Los tonos bajos de los versos denotan una tremenda nostalgia y tristeza, mientras que los agudos de los estribillos son casi gritos desesperados. El guitarreo se conjuga con un arpegio acústico y un tamboreo esta vez acertado para armar una especie de riff armado de antología. Después del primer coro, viene un puente con un teclado casi fantasmal, para después un parón instrumental que deja a Meme cantando casi a capella, salvo por la guitarra. Luego un enorme redoble que empuja la canción de nuevo y la banda regresa como en ráfaga. Rubén aparece para la coda, reemplazando la melodía del teclado con un grito adolorido y etéreo justo antes del cierre. La canción es muy simple, pero a la vez tiene un cierto aire majestuoso, con cada instrumento en su lugar, y una letra que bien puede ser del desamor más desgarrador de un friendzonado, a una épica letra que le pude dedicar y cantar a mi esposa cuando recién nos conocimos…  y que de hecho le dedicaba en mi época trovera cuando iba a escucharme a los cafés, hará unos 10 años. Una de las joyas, no sólo de este disco, sino de la discografía de Café Tacuba.

Desgraciadamente regresan muy rápido a los temas bizarros con “Soy o Estoy”. Una melodía débil y más bien rapeada, que en ocasiones ni siquiera respeta la métrica. La banda trata de agregar algunos ganchos, pero la instrumentación por momentos no deja entender la de por sí ininteligible letra. La misma no tiene demasiado sentido, como una especie de broma mental (como el resultado de la traducción al inglés del título). Creo que es un relleno, que más que ser “inocente”, simplemente alarga sin necesidad el disco y rompe el encanto del tema anterior.

Enseguida está “Encantamiento Inútil”, composición también de los cuatro miembros de la banda, y que es el punto central del disco, literal y metafóricamente hablando. De los temas experimentales, es el que mejor funciona, recordando las sombrías atmósferas del Revés/Yo Soy, y se acerca a los temas radioheadianos del In Rainbows… 4 años antes!  Inicia con un piano lleno de eco, tristeando notas. Una batería casi abstracta con destiempos. Una melodía vocal de fondo que de inmediato nos crean un paisaje desolado. Rubén empieza cantando en tono bajo, casi susurrado. Luego entra la oscura línea de bajo, e inmediatamente después una guitarra distorsionada que le da un toque más humando con apenas 5 notas que va repitiendo. No es encantadoramente oxfordiano? La banda crea pequeños clímaxes para desahogar la tensión, pero sin crear explosiones en sí. La canción va envolviendo con los diferentes recursos, los distintos beats, y la letra hipnótica y cifrada, al más puro estilo de Yorke. Hacia el 3:45, más que un requinto, tenemos un soberbio puente instrumental con escalas, antes de dejar a Rubén y la batería, que toma vuelo para otra gran entrada de toda la banda. La atmósfera que crean es majestuosa, reflexiva, etérea y experimental. Entiendo que no es un tema fácil y radiable, pero creo que es el tema más subestimado de la banda. Un tributo inconsciente a RH? Lo habrán escuchado antes de grabar Nude y los demás temas del In Rainbows? No sé, pero es una completa genialidad.

Con “Recuerdo Prestado” mantienen la tendencia del disco de alternar un tema suave y melancólico de gran manufactura, con otro más rápido y movido, no tan destacado. De hecho, no es tan bizarro, el efecto solo es al principio en el que Rubén canta con su voz nasal y rasposa con solo un teclado acentuando los tonos. Luego entra toda la banda y la rola se vuelve más agradable. Nuevamente un tamboreo muy dependiente de los tums y que aplasta al resto de los instrumentos. Parece que les emocionó mucho tener baterista en vivo en el estudio!. La melodía es pegajosa. Al 2:10 tenemos un solo que solo se puede definir como “noise”, tras lo cual hay un falso final. Por momentos es un tema dramático, pero también se nota cierta influencia de “La Felicidad” de Bunbury en el Bushido… sobre todo en el teclado en la coda. Eh, Corvan, pero el Bushido se lanzó hasta el 2004!! Ups, Cierto!!! En todo caso no es mala, pero le falta algo… algo.

“Puntos Cardinales” es otro temita dance, muy del estilo de Bjork. En el, supongo que hablan de la misma banda, “Amor y dulzura, fuerza y coraje”, haciendo referencia velada al título del álbum, en el que confluyen los cuatro miembros para crear la personalidad propia dela banda. El tema es lindo, lleno de efectos, con un beat disco de los 70’s que esta vez no exagera tanto. Pero en general, tampoco es mejor que “El Baile y el Salón”. Fue uno de los temas del disco que más se radiaron, pero no me parece de los mejores del disco.

Epa! Con “Desperté” tenemos de nuevo el contrabajo de Quique! Hace una gran línea, oscura y dramática, a la que se le agrega el agridulce teclado setentero de Meme. Rubén se lleva las palmas, básicamente llevando a pura voz toda la intensidad vocal del tema, llevándolo a su gusto. Al 1:30 el tema casi se apaga, en un falso final en el que Rubén regresa con gran intensidad. Enseguida tenemos un puente en el que Meme se incorpora en voz con una melodía muy japonesa. Aquí confirmamos que Albarrán es capaz de transformar una melodía débil en algo extraordinario, con una versatilidad que hace que los temas Punks se vuelvan delicados y las baladas cobren una gran intensidad. Por por lado, también corrobora que los mejores temas del Cuatro Caminos no nos precisamente los rápidos.

Lo cual se confirma con “Tomar el Fresco”, de Joselo. La batería lleva un ritmo de parones y arranconces junto con un destrampado bajeo. Una melodía es muy forzada, y la batería, de nuevo, sobreactuada. Lo más interesante es la letra, que de nuevo habla sobre la misma banda, el cansancio que lleva tener tanto tiempo tocando (que lo compara con estar casado), y la brutalmente honesta aceptación de que si no regresan, cualquier otra banda los reemplazaría.

Con “Hoy Es” retoman los aires hindús, con un guitarreo acústico y efectos orientales de violín a cargo de Alejandro Flores, quien ha participado con los violines de Cafeta desde el Ré. Logran crear una atmósfera lejana, etérea, reminiscente al Flower Power, pero con un tremendo poder en las distorsionadísimas guitarras de Joselo, que alcanzan una furia que no se le escuchaba desde “El Borrego”. Los juegos de tonos del puente al 3:30 son simplemente espectaculares, mezclando Hard Rock, Electrónico, Hindú al mismo tiempo. El cierre, no me encanta, y me parece que el gran trabajo que habían hecho se diluye un poco con la coda, entre tanto grito y efecto etéreo. Pero los primeros cuatro minutos son de gran manufactura, mostrando la gran variedad de sonidos que estos tipos pueden lograr en una sola pieza. Si no fuera por este detalle, la marcaría en rojo. Por otro lado, es una especie de probadita del excelso trabajo que realizarían con el Sino en 2007.

El disco cierra con “Hola Adiós”, que no tiene nada que ver con “Hello Goodbye”, pero no deja de llamar la atención… No es una balada, sino un tema lento, entrecortado, con guitarrazos entre los cuales Elfego Albarrán, digo, Rubén Buendía, digo, como se llame, va susurrando, y de nuevo, llevando la intensidad a puro pulmón y técnica vocal. Quique de nuevo usa el contrabajo, y entran un montón de efectos para crear un aura de ensueño, con una letra críptica y surreal. Lo curioso es que, siendo una rola no precisamente comercial, fue un trancazo en el radio. Es un tema lindo, algo desconcertante, pero un buen cierre para el disco.

En fin. El álbum es bueno, pero le falta algo de balance. Van lanzando un buen tema y luego alternando con uno más flojito, o de plano malo. Dura 53 minutos, y considerando esto, pareciera que sobraron 2 o 3 temas, que se extendieron de más. Por otro lado, y a pesar de que el disco parece llevar una idea central de hablar sobre una banda, (no necesariamente Café Tacuba) y su interacción con el público, parece un disco más de canciones que un álbum en sí. Es decir, en los demás discos se nota más unidad y conexión, incluso en la enorme variedad del Re parece haber una secuencia perfecta entre los temas. Aquí no; da la sensación de ser un grupo de canciones más que un disco cohesivo, por primera vez en la carrera de Cafeta, algo que no les pasará en el siguiente álbum.

Sin embargo, resulta interesante escuchar a un Café Tacuba más orgánico, tocando como una banda de Rock sin experimentar con tanto instrumento folclórico. Sin ser un mal disco, y teniendo algunas joyas que dieron la cara por el Rock en Ñ en una época muy difícil, creo que pagaron un poco con este giro y con batería de estudio. En cierta forma se estaban reinventando y es como un disco debut. Pero aprenderían de estos leves errores para sorprendernos con otra joya rockera en el 2007.

Por Corvan 

16/Mar/2015

 

 

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