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THE ORIGINAL SOUNDTRACK (10cc, 1975)

Artista: 10cc (D+)

Fecha de Grabación: 1974 Strawberry Studios, Stockport, Cheshire, Inglaterra

Fecha de Lanzamiento: Marzo de 1975

Discográfica: Mercury

Productor: 10cc

Calificación: 9.5 (MUST HAVE)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Era: La Gran Transición (1970-1979)

Subgénero: Art Rock

Mejor canción: Une Nuit A Paris y I’m Not In Love

Canciones: 1) Une Nuit A Paris; 2) I’m Not In Love; 3) Blackmail; 4) The Second Sitting For The Last Supper; 5) Brand New Day; 6) Flying Junk; 7) Life Is A Minestrone; 8) The Film Of My Love.

 

Y llegamos a la que por muchos es considerada la mejor obra publicada por 10cc. Cierto es que su disco debut se lo pone muy difícil, pues es también un disco impresionante y repleto de clásicos, pero en mi opinión ambos están perfectamente empatados en el nivel cualitativo. Son discos muy distintos, aunque The Original Soundtrack se distingue más que nada por ser su disco quintaesencial y el más sofisticado también, o al menos el que más refleja un perfeccionismo insaciable por parte de 10cc.

Representa también un avance notable respecto a su segundo trabajo, Sheet Music, pues aquí ya no hay prácticamente ni un tema de relleno y las melodías y arreglos son mejores por un amplio margen.

Dichas melodías ahora son un poco más convencionales y no tan extrañas como en los discos pasados, lo cual ayuda a engancharse a ellas y recordarlas más fácilmente. Ello no quiere decir que se han “suavizado” o que se han vuelto más predecibles, nada de eso. De hecho, los temas siguen siendo tan bizarros y delirantes como siempre, y nos siguen zambullendo en toda clase de retorcidas historias que parecen sacadas de alguna comedia negra.

Como ya viene siendo costumbre, cada tema es un micro-universo por sí solo y todos reflejan más o menos lo mismo: Godley, Creme, Stewart y Gouldman eran todos unos cineastas frustrados que, de alguna forma, terminaron siendo músicos. Y lo digo no de una manera despectiva, sino más bien porque la narrativa de cada canción es como si contara la historia de alguna película jamás llevada a cabo y cuyo script o premisa estuvo dando vueltas en las cabezas de sus creadores durante años

Esa es la premisa de The Original Soundtrack (¡el nombre no fue nada más porque sí!): contar toda una serie de historias para películas que no existen y que tuvieron que conformarse con venir a este mundo en forma de canciones. Ya desde su primer disco los tipos habían demostrado con creces su talento para escribir letras geniales y disparatadas (Godley y Creme me parecen dos de los letristas más infravalorados del rock), pero en esta tercera placa es donde alcanzan su cima en ese sentido. Los tipos (porque todos cantan y componen en mayor o menor medida) no se limitan a narrar una gran historia, sino que encarnan al personaje en cuestión y se meten en sus zapatos de tal forma que por momentos olvidas que se trata de una banda de rock.

Pero el disco no sólo brilla por su parte lírica, pues la musical es igualmente soberbia. Por momentos resulta incluso revolucionaria por la combinación de instrumentos empleados y el uso del estudio de grabación, bastante adelantado para su época: Pop progresivo en su máxima expresión. Como ya mencionaba, es un trabajo sofisticado, propositivo, pero jamás se antoja pretencioso ni excesivo, como solía pasarle a muchos otros colegas progresivos de la misma época.

Quizá el corte más cercano al término ‘ambicioso’ es la apertura con Une Nuit A Paris, pero por su contenido lírico es evidente que se trata de una broma de proporciones dantescas. Se trata de una desquiciada mini-ópera que relata las andanzas de un turista americano en un burdel de París con todo lujo de detalle y con una narrativa cinematográfica cuidadísima. Conforme los versos corren, se sugiere que el inquilino no es un cliente cualquiera, sino un investigador de policía que ha sido enviado a inspeccionar el lugar. Un error que le costará la vida, pues el dueño del lugar no piensa dejarlo ir sabiendo lo que ahí ocurre y el tipo de… ejem… servicios que se ofrecen. 

La construcción del tema es sublime. La banda avanza entre cada sección de la suite con toda naturalidad mientras los pianos y armonías vocales con frecuencia remiten a la espectacularidad de Supertramp, al Queen más bombástico y al humor de Sparks y los Kinks. La diferencia radica en que los niveles de sátira son inestimablemente mayores. Los tipos no dejan de burlarse del clásico snobismo francés, empezando desde ese falso acento parisino que Stewart y compañía adoptan mientras los personajes son presentados con una teatralidad hilarante y el tema se vuelve una locura entre más avanza. Da la sensación de que se empleó a toda una orquesta para su elaboración, pero lo cierto es que no necesitaron más que piano, bajo, batería y un gran trabajo de producción de estudio para crear esta joya.

Una apertura inmejorable, una de las mejores alguna vez concebidas. Se rumora que su inspiración fue crucial para Freddie Mercury en la composición de Bohemian Rhapsody, lo cual no suena nada descabellado teniendo en cuenta que The Original Soundtrack fue publicado meses antes que A Night At The Opera.

El segundo corte está a la misma altura: I’m Not In Love, la mejor y más grande sátira a una canción de amor jamás grabada. Muy conocida, de aquellas que seguramente has escuchado alguna vez pero tal vez no sabías de quién era (apareció, por ejemplo, hace no mucho en el soundtrack de Guardians Of The Galaxy). Debido a su gran accesibilidad para la FM, fue de hecho el tema que salvó al grupo de la crítica situación económica en la que se hallaba, pues debido al muy moderado éxito comercial de sus otros dos álbumes, las discográficas no se peleaban precisamente por firmar a 10cc. Pero el éxito de I’m Not In Love fue tal que el álbum logró colocarse por un tiempo en los primeros lugares de los charts británicos —lo cual, considerando la época, era todo una hazaña— y le dio un respiro temporal a 10cc.

Si uno se descuida y no le presta mucha atención a las letras, pudiera pensarse que se trata de la típica baladita soft/adult-contemporary, pero es de hecho una burla directa precisamente a ese tipo de canciones. Nos cuenta la historia de un tipo que se halla irremediablemente enamorado de una chica, pero cuyo orgullo es tal que se rehúsa a reconocerlo, quizá como una manera de protegerse a sí mismo. (“Mantengo una foto tuya / Colgada sobre el muro / Para esconder una fea mancha que está por ahí”… Una de mis líneas favoritas y de las pocas que en verdad me han hecho reír a pierna suelta al escuchar una canción).

Pero lo que más sobresale es su perfeccionista y compleja producción, con frecuencia comparada con la ya mencionada Bohemian Rhapsody, debido a sus inusuales y deliberadamente excesivos overdubs con los cuatro integrantes cantando la misma nota al unísono y que conforman la atmósfera etérea que caracteriza al tema. Las voces fueron multiplicadas e insertadas en un loop que dio por resultado un coro constante de 256 voces, una locura para la época. Incluso alguien como Brian Eno tomaría prestada esta idea para desarrollar tres años más tarde su Music For Airports.

Por este tema hay quienes incluso tienen la idea errónea de que 10cc es solo un one-hit wonder del montón, pero lo cierto es que el resto de su obra echa abajo tal cosa, hablando al menos de la parte artística y no la comercial.

Continua la seguidilla de aciertos con Blackmail, un rocker un poco (sólo un poco) más convencional. Entre una mezcla rara de música disco y hard rock, nos plantea la sórdida historia de un lunático cuyo pasatiempo favorito es conseguir fotos comprometedoras de mujeres famosas y después chantajearlas a través de cartas anónimas o, en su defecto, enviarlas a aquellas publicaciones que dominan la industria del chisme. Al acosar a una de sus víctimas se decide por esto último, pero el retorcido giro en la historia es que a la dama en cuestión, al ver sus propias fotos publicadas en los medios, le terminan encantando y ordena una docena de ejemplares para más tarde vendérselas a ‘Hefner’ (en obvia referencia a Hugh Hefner) y convertirse en una playmate.

Es una especie de secuela directa a Headline Hustler del primer disco, y deja bien claro que, si les daba la gana, los tipos podían rockear como los mil demonios también. Ello queda aún más claro en The Second Sitting For The Last Supper (La Segunda Última Cena… ya desde el nombre uno puede irse riendo por dentro antes de que inicie). En una lectura superficial, pudiera parecer sólo una crítica a la religión cristiana per se, pero es más que nada una sátira a la fe ciega y a toda esa gente que busca la “salvación” y el camino fácil a través de los predicadores, los mesías de la TV y las sectas lavacerebros. En los desquiciantes interludios instrumentales Stewart y Gouldman demuestran que sus habilidades guitarrísticas no eran para nada despreciables, siempre con ese tono limpio y filoso tan característico.

Brand New Day ya no mantiene el nivel tan alto, pero sigue siendo un gran ejercicio de producción de estudio. Es una balada muy a la Freddie Mercury, pero el sello 10cc viene de la mano de sus extraños arreglos con sintetizadores moog, tímpanos y marimbas sumados a los coros operísticos tan típicos del grupo. Al parecer, se trata de una crítica social a la explotación infantil laboral y sus repercusiones emocionales.

Viene en seguida Flying Junk con arreglos igual de extravagantes con pianos eléctricos y autoharps que construyen un intro etéreo y ensoñador. La canción muta con rapidez y se vuelve un rocker progresivo (?) que resulta como una extraña combinación de Genesis y Paul McCartney. Describe al dealer de droga típico que termina convirtiéndose en el amo y señor de sus clientes adictos, quienes cuentan los minutos para verlo de nuevo y éste les provea de su chatarra voladora.

Le sigue otra joya del disco, Life Is A Minestrone, cuya letra no tiene sentido alguno, pero resulta muy graciosa como de costumbre (“La vida es un minestrón / servido con queso parmesano / La muerte es una lasaña fría / suspendida en el congelador…”), acompañada de un tono muy surreal que nos sumerge en el mundo de los chefs y los gourmets italianos. Los pomposos coros son estúpidamente pegajosos, y cuando menos te das cuenta ya estás repitiendo el motivo principal de la canción casi de manera involuntaria. 

Y por último, el waltz de The Film Of My Love cierra de una manera más que apropiada, dada la temática del disco. Es una especie de opereta en la que Godley y Creme parecen mofarse de sí mismos y sus sueños frustrados como cineastas. Esta vez el protagonista es un ambicioso director de cine que no puede esperar ni un minuto más para que su cinta dé la vuelta al mundo y se vuelva archi-recontra famosa. La parte lírica, como siempre, es oro puro: “Co-starring you / And co-starring me / Starring us both together / The film of my love / Will travel the world / Forever and ever and ever!”  Las mandolinas agregan un toque genial que de inmediato transporta a los canales de Venecia en los años cincuenta, al lado de los dos enamorados. Un cierre magistral.

Un álbum infaltable para amantes del rock clásico, progresivo, y la música de los setenta en general. Quizá lo único que no permite a un disco como éste estar a la altura de otros discos de 10 es irónicamente su más grande virtud: sus niveles incalculables de sarcasmo y sátira, que no permiten jamás tomarse en serio a 10cc. Sí, te hará reir como pocos discos pueden, pero es precisamente por eso que muy difícilmente podrá despertar en ti sentimientos más profundos y complejos como sí lo hace un Tommy, un OK Computer, o un Ziggy Stardust.  Es su único punto en contra, aunque insignificante también, dependiendo como se le vea. Aún así, imprescindible, junto con los dos discos que le preceden.

“A close-up of yours, a long shot of mine, superimposed together. I'll zoom in on you, with a love that is true, in cinemascope together!”

Por el Hombre Mojón

10/Dic/2014

 

 

Letras de El Traductor de Rock 

 

 

 

 

 

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