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DOBLE VIDA (Soda Stereo, 1988)

Artista: Soda Stereo (C+)
Fecha de Grabación: Jun del ‘88
Fecha de Lanzamiento: 15 de Septiembre de 1988, ARG
Discográfica: Sony Music
Productor: Carlos Alomar
Calificación: 
8

Era: 80's Rock en Ñ Clásico

Subgénero: 80's Rock en Ñ Clásico

Mejor Canción: En La Ciudad de la Furia

Canciones: 1) Picnic en el 4°B; 2) En La Ciudad De La Furia; 3) Lo Que Sangra (La Cúpula); 4) En El Borde; 5) Los Languis; 6) Día Común – Doble Vida; 7) Corazón Delator; 8) El Ritmo De Tus Ojos; 9) Terapia de Amor Intensiva.

Si, hay que ser honestos. El Doble Vida es un retroceso respecto al magnífico Signos. A veces se puede perder un poco la perspectiva por los 3 grandísimos clásicos que contiene, y particularmente por “En la Ciudad de la Furia”, una canción perfecta y que debe estar entre las mejores del Rock en Español. La calidad de estas rolas nadie la discute… el problema es el resto. Soda Stereo sin duda se dio cuenta de que sería difícil alcanzar las alturas de su disco previo, y lo que es mas, que era absolutamente idiota e inútil intentar repetirlo. Así pues, no se estancaron en un sonido, lo cual de cierta forma hay que agradecer, ni intentaron un Signos 2, sino que buscaron un sonido más ligero, experimentar con ritmos, tratando de divertirse, de parodiar… A esas alturas, con la fama alcanzada con el Signos, y convertidos ya sin lugar a duda en la banda más importante, influyente y vendedora del Rock en Ñ, podían hacer lo que quisieran.

Así pues, el Doble Vida no es un disco perfecto, es relativamente corto, con apenas nueve canciones con calidad bastante desigual: los temas fuertes son superlativos y de lo mejor de la discografía del trío; los temas promedio no son demasiado buenos, pero salvables, algunos divertidos, un par más mediocres; los temas malos son feos con ganas, en los que se nota que no se toman demasiado en serio, se están divirtiendo y todo, pero no están a la altura del nivel que ya tenían como conjunto y ya no va con la supuesta madurez que habían mostrado. Ya no son una banda New Wave que imita un poco la movida española, ya estaban a un nivel mucho más por encima de eso!

Después de la monstruosa gira por toda Latinoamérica con el disco Signos, Soda se metió al estudio en 1988, ésta vez en Nueva York, con Carlos Alomar en la producción. Alomar fue un factor determinante. El puertorriqueño había trabajado como guitarrista de varias reconocidas figuras del rock, desde David Bowie, Iggy Pop, Mick Jagger, Simple Minds y Paul McCartney. En la producción dio un giro al sonido de Soda, dando al disco un aire tímido, lejano, un tanto similar al de Duran Duran, particularmente semejante al sonido de Notorious y Big Thing. Otra peculiaridad en la producción es la aparición de metales en algunas canciones, dándole un sabor muy tropical, ligero y desenfadado para Soda Stereo, con demasiados acercamientos al funk y a sonidos latinos. Ningún otro disco del trío suena así.

Evidentemente Soda muestra que no busca repetir ninguna fórmula. Intentan sonar versátiles, experimentales (hacia el extremo ligero, un opuesto a la densidad y profundidad experimental del Dynamo). Y si bien estamos todos de acuerdo en que no es el mejor disco de la banda, este lapsus se puede tomar como un respiro para ellos, la oportunidad de hacer lo que se les viniera en gana, con temas que pueden ser ligeros, pero no llegan a la banalidad de muchas bandas de la época. Es decir, aún sin esforzarse demasiado, seguían estando un paso delante de la inmensa mayoría de los grupos de 1988, y de paso, temas como “Ciudad de la Furia” fue lo suficientemente poderosa, seria, y épica como para acaparar la atención como punta del disco y recolectar premios y aplausos a diestra y siniestra. Por otro lado, es el último disco en el que la banda tiene aún un sonido fresco, juvenil, desenfadado. Dos años más tarde colocarían su obra maestra, con un sonido espectacular, universal, épico… Hacer un Canción Animal en pleno 1988 era imposible, así que el Doble Vida era un paso necesario para el grupo, para refrescarse, aligerarse, tomar vuelo, y dar el brinco hacia las grandes ligas del Rock en los 90’s.

 

El disco abre con “Picnic en el 4°B”, que me parece absolutamente irritante por la letra tan idiota que se carga. La canción es ligera, con un guitarreo acústico, que de entrada suena rítmico y divertido, pero después de 3 minutos y medio termina siendo demasiado repetitivo y cansado. En realidad la estructura es débil, con melodías flojas y olvidadizas (a ver intenta cantar los versos después de oírla!). Los coros son pegajosos, pero la letra es abominable, no sé si una parodia o algo así: “Picnic en el 4ºB, es una cuestión de voltaje, Picnic en el 4ºb, ya me acostumbraste…” O sea, what? Cerati nos tiene acostumbrados a buenas letras, surreales, oníricas, cifradas y profundas, pero esto esta casi al nivel de “Mi Novia Tiene Bíceps” de su disco debut. O quizá no la entiendo, para ser honesto. Durante la rola intentan salvar con punteos, algún intento de solo, teclados etéreos, pero al final ese riff acústico repetitivo termina siendo un taladro muy molesto que no se salva con ningún arreglo. Entiendo que la gente la coreé en los conciertos (me tocó vivirlo en 2007), pero es más por el pegajoso coro que porque sea una buena canción.

Afortunadamente después nos vamos con uno de las más grandes clásicos del Rock en Ñ de los 80’s. “En La Ciudad de la Furia” es una canción superlativa, que si acaso tuvo la mala suerte de que en los 90’s la versión Unplugged con Andrea Echeverri acompañando a Gustavo en la voz fue sobreradiada y es más conocida que esta versión de estudio, opacándola. No tengo nada contra la versión Unplugged, pero prefiero con mucho esta original, más salvaje, destilando rabia en cada nota, en la voz de Cerati, en ese beat que parece querer acabar con todo. En el Doble Vida esta canción es una canción universal, una crítica política ácida, que aplica no sólo a Buenos Aires, sino a cualquier ciudad latinoamericana, y mantiene aún su vigencia y coraje. En el Unplugged, quizá suene más bonita, tiene unas guitarras muy Floydianas y Andrea canta excelente y todo, pero pierde esa aura amenazadora para volverse una pieza atmosférica. Desde la Intro nos damos cuenta de que estamos ante un tema épico, con la guitarra de Gustavo haciendo arpegios vibrantes, mientras la guitarra de Carlos Alomar chilla al fondo, dando unidad a la intro. Al :25 el arpegio se convierte en un acorde más claro y cristalino, para preparar los versos. Zeta se queda manteniendo la canción con un bajeo profundo, simple pero poderoso, durante los primeros versos, ya míticos: “Me verás volar…”. Las letras son de primer nivel, fragmentadas y difusas, quizá las mejores de Gustavo, haciendo un poco alusión al mito de Ícaro e imágenes sensuales, pero dejando caer sutiles metáforas políticas, la desaparición, la niebla, las ciudades furiosas ante algo que persiste… Simplemente exquisita. Los arreglos instrumentales son básicos. Mientras que en Picnic se vuelve repetitiva por la falta de recursos musicales, aquí sobran: la sección rítmica es simple, pero crea una armazón perfecto para guitarras arpegiando de manera oscura, crepuscular; luego guitarreos tipo ska con sonidos de autos arrancando en los puentes instrumentales (Alomar recorriendo todo el brazo con fuzz), un puente vocal fino (“Me dejaras dormir al amanecer, Entre tus piernas…”), un requinto soberbio al 4:35, simple, pero con la guitarra descargando una rabia sobrecogedora en las largas notas con que empieza, entretejiéndose con la otra mientras va tomando más ritmo hasta que se va difuminando con el resto de la canción. Cerati yendo del tono confidencial al grito más poderoso y conmovedor… Impresionante. Una canción perfecta y que me sigue poniendo la piel chinita cada que la escucho (en versión original, más rara en radio que la archifamosa unplugged).

Continuamos con otro de los temas grandes. “Lo Que Sangra (La Cúpula)” empieza con un riff guitarreado que recuerda sobremanera el de “Hasta Que Pase el Temblor”. De alguna manera, los versos mantienen el aire desolado y oscuro de aquélla, con un teclado gótico. Luego vienen los puentes que preceden los coros, con unos juegos de metales que logran encajar muy bien, mientras Cerati va construyendo la tensión que explota finalmente con esos “Es Amor lo que sangra, Desde el cielo en la cúpula…”. Letras nuevamente cifradas, pero creando excelentes imágenes. Al 2:40 tenemos otro buen requinto, cargado de fuzz y delay, y a partir de ahí Cerati no deja de hacer arreglitos mientras canta. Zeta suena enorme, haciendo un bajeo muy elástico y creativo. Si, yo sé que no es el bajista más técnico del mundo, ni el más veloz, pero me parece uno de los más creativos… Muchas veces uno dice “ese riff o ese arreglo lo pude hacer yo”. El problema es que sólo los hacía Zeta, por eso lo tengo en tan alta estima. En fin, gran canción Cúpula, que hacia el final se vuelve un festín pop con metales, cerrando de manera diametralmente opuesta a como empezó.

“En El Borde” es una de las canciones más polémicas. Por momentos me parece sutil, con teclados que parodian un poco a Prince, pero de una gran manera, con un toque etéreo y angelical, a cargo de Daniel Sais. Bosio se luce de nuevo haciendo un slapeo tan destacado que termina llevándose la rola. Una canción que inicia de manera escalofriante, delirante, sedosa, nostálgica, con buenos arreglos e incluso una gran guitarra en el puentecito del 1:35… el problema es ese puente vocal al 1:55, muy fechado y que parece no encajar. Pero es un detalle. Luego viene un solo incendiario y espectacular, por momentos metrallando notas a la Glam Rocker, pero sonando bien. Bosio sigue haciendo su despliegue. Todo parece ir bien hasta que… le enjaretan un maldito rap!!! Que diablos??? Al 2:50 es el mismo Carlos Alomar quien se avienta ese rap que hecha a perder por completo el buen groove que llevaba la canción. Al final, por más que intentan los trucos del inicio, e incluso aceleran la canción y la guitarra vuelve a sonar cuasi metalera, esa metida de pata se vuelve irremediable. Sí, experimentación… Sí, una parodia a Prince y a ese soul Light ochentero… Lo que pudo ser otra de las grandes canciones de Soda se fue al caño con el rap.

“Los Languis” es otra de esas canciones malonas. Un tema ligero con aire funk que poco o nada aporta. En este caso es de los que tienden al relleno feo, con una guitarra muy lejana y con efecto de sierra eléctrica. El teclado domina excesivamente, y luego aparecen unos metales intentando prender la fiesta y poner a “bailar a los languis” durante el intento de coro. La melodía es nefasta, muy blanda y olvidable. Lo más destacado acaso son esos fantasmagóricos “Uhhhhhhhh’s” al 2:30. Pero nada mas. Tache!

Luego está “Día Común – Doble Vida” con una batería apantallante de entrada. La rola entra en un ritmo semilento, turbio, con una atmósfera oscura a pesar del saxofón más juguetón. Puentes más luminosos, y lentamente la canción se va haciendo más festiva, con guitarras ska, teclados que hacen un pequeño twist psicodélico… La canción es bizarra, con contrastes claroscuros, pero predominando los tintes funks. No muy destacada, aunque con buen trabajo de sax en los arreglos y el solo.

Con “Corazón Delator” regresamos alas composiciones majestuosas y maduras del disco. Inspirada en el relato de Edgar Allan Poe, mantiene el ambiente sombrío, dramático, siniestro. El ritmo es lento, con Charly emulando el latido del corazón sutilmente. La atmósfera resulta magnificente, con las guitarras cargadas de eco y los teclados haciendo juegos cristalinos, como gotas que caen y dejan ondas en el agua. No es una canción explosiva, sino muy cuidada en cada arreglo, en los slides y arañitas de la guitarra, de manera que todo se entreteje para crear una obra dramática. Hay una ligera explosión en el estribillo al 2:15 “Un suave látigo…” donde las guitarras cobran más distorsión, con el nivel apenas suficiente para elevar la tensión y luego dejarlo caer nuevamente.

“El Ritmo de tus Ojos” es una canción bailable que no tiene mucho. Metales que pretenden hacer un ambiente festivo, teclados sofisticados, y un Gustavo cantando más fantoche que nunca en su vida. “Muéstrame tu Cruz, el ritmo de tus ojos…”. Insufrible la letra. Realmente a estas alturas Gustavo ya no necesitaba hacer este tipo de canciones para ligar. Diría que lo único salvable es de nuevo el bajeo de Zeta (de hecho, es un gran disco de Bosio), pero esta vez no alcanza a salvar la rola, y me hace preguntarme si no soy demasiado blando con la calificación general. Ni siquiera la métrica de la letra le queda, obligando a Cerati a hacer cambos en la métrica. Uff. Fatal!

Finalemente tenemos “Terapia de Amor Intensiva” con un tecladito muy curioso, que recuerda vagamente “Imagine” de Lennon en un inicio. Luego se agrega un guitarreo acústico y un teclado aflautado que crea el riff principal. La melodía vocal mejora, vuelven a los ritmos medios, con una gran batería de Charly. La canción tiene cambios de ritmo, puentes instrumentales y detalles que la van armando muy bien, aunque me parece que el coro podría ser más fuerte para redondear la canción. La canción es un cierre muy agradable, y es una buena canción, de los temas más promedios que alcanzan a destacar algo, pero sin ser enormes como los marcados en rojo.

Y pues eso. Con todo y aún es un buen disco de Soda, donde tenemos un balance parejo entre rolas buenas y malas. Aún así me parece que es un álbum que vale la pena, y es ligeramente más maduro que sus 2 primeras entregas, aunque sin duda es un retroceso respecto al Signos. A pesar de ser un disco experimental y juguetón, no faltan los temas serios “Ciudad”, “Cúpula” y “Corazón”, que son gigantescos y hacen por sí mismos que el disco valga la pena. De hecho, fue un trancazo, confirmando a Soda como LA banda por excelencia en Latinoamerica, y abriendo frontera esta vez hasta México, donde el movimiento del Rock comenzó a tomar fuerza. Soda se enfrascaría en una tremenda gira, que sería el preludio a uno de los mejores discos de la historia del Rock en Español, el Canción Animal… pero esa es ya otra historia.

 

Por Corvan

11/Jun/2011

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