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THE TIMES THEY ARE A-CHANGIN' (Bob Dylan, 1964)

Artista: Bob Dylan (B+)

Fecha de Grabación: Ago – Oct ‘63

Fecha de Lanzamiento: 13 de Enero de 1964, USA

Discográfica: Columbia

Productor: Tom Wilson

Calificación: 7.5

Era: Folk, Folk-Rock (1940 -???)

Subgénero: Folk

Mejor Canción: The Times They Are A-Changin'

Canciones: 1) The Times They Are A-Changin'; 2) Ballad Of Hollis Brown; 3) With God On Our Side; 4) One Too Many Mornings; 5) North Country Blues; 6) Only A Pawn In Their Game; 7) Boots Of Spanish Leather; 8) When The Ship Comes In; 9) The Lonesome Death Of Hattie Carroll; 10) Restless Farewell.

 

Si el Freehweelin’ les pareció monótono, el The Times They Are A-Changin' debe ser el epítome del sonsonete. La verdad es que no es tan malo, pero es un disco que polariza. Hay gente como Starostin y McFerrin, que alegan que escuchar a Dylan en su estado Folk más puro, el más político y mordaz, pero con melodías flojas, recicladas y terriblemente largas, es cloroformo en vinyl, o al menos eso dejan ver sus calificaciones. Es decir, Quién quiere oír a un tipo de voz nasal encontrando una buena melodía y un arreglo de guitarra que repite hasta el infinito con eventuales quiebres de armónica? Bueno, en mi opinión es lo que Dylan ha hecho siempre, sólo que añadiría una banda de soporte que, si tenía suerte, sabría más o menos en qué tono arrancar, y que maquillaría un poco ésta fórmula por los siglos de los siglos, amén. Así que quejarse de una canción de Dylan porque no tiene melodía o muchas variantes es como quejarse de una rola de Led Zeppelin porque habla de Gollum, o de exprimir limones. Es decir, ya sabemos a qué atenernos. Dylan nos gusta a pesar de su voz, y a pesar de su limitada habilidad en la guitarra y a pesar de que, con mucha fortuna, encontraremos 2 buenas melodías en sus canciones. En la otra esquina tenemos a los fans (esos que presumiblemente lo abuchearon cuando se conectó una guitarra eléctrica) y dicen que este es su mejor disco, el más político, poético y sin esa rabia que traían un par de temas del disco anterior.

A mi me gusta éste Dylan, lo escucho por sus letras, no por sus melodías, por ello tardé tanto en encontrarle cierto gusto y comenzar con sus reseñas. Como pseudotrovador que fui algún tiempo, sé lo endiabladamente difícil que es hacer un buen tema a guitarra limpia, y me gusta el aura pausada de este disco, ese aire a campo, esa falta de prisa por decir las cosas y la total falta de preocupación sobre las formas. Realmente nunca le importó, pero al parecer aquí menos que nunca, como parece decir en la portada. A Mr. Zimmerman le interesaba el fondo, las letras, lo que tenía que decir, lo demás era un medio para ello.

Por ese lado, si se nota un retroceso frente al Freehweelin’. No sé si sea cierto eso de que se dejó llevar por la repentina fama y la presión de sus colegas Folksters que parecían pedirle a gritos que se dejara de payasadas y se enfocara en temas serios como “A Hard Rain”, “Blowing” o “Masters”, que fueron parteaguas en el disco anterior. El caso es que dio una especie de giro, volviéndose más serio y haciendo su disco más político, pero uniforme, dejando de lado casi por completo los temas personales e incluso los cómicos y más ligeros, que sin embargo, dieron gran balance al Freewheelin’ y sirvieron para resaltar los temas políticos.

Este disco pues, pierde frescura, se nota algo más forzado en temas críticos que Bob escribía inspirándose en notas de periódico. Bob usó nuevamente a Tom Wilson en la producción. Aunque las sesiones duraron 3 meses, fueron más bien esporádicas, intercalándose con giras. En realidad, fueron sólo 6 sesiones para el armado final del disco. En la tarde podía grabar 12 temas, pero descartaba casi todas las tomas. Luego llegaba con otras canciones, y así, lo cual generó una tonelada de descartes que después usaría o serían lanzados en bootlegs o compilatorios.

El disco, pues, es mucho menos variado, y exagera la fórmula de encontrar una buena melodía vocal, un buen arreglo de guitarra, y repetirlos hasta el cansancio. Los temas se centran en política, racismo, pobreza, injusticia, y bueno, esa profecía de que los tiempos estaban por cambiar. Dylan presentaría casi todo el álbum el 26 de Octubre de 1963 en el Carniege Hall. Menos de un mes después, Kennedy era asesinado en Dallas, y muchos tomaron los temas de este disco, solemnes, serios, como himnos. Y tres semanas después del lanzamiento del disco, 4 melenudos bajaban de un avión desde Liverpool para iniciar una simbiosis con Dylan. Definitivamente, los tiempos estaban por cambiar…

El disco abre con “The Times They Are A-Changin”, que todos los críticos que se le lanzan a la yugular al álbum, coinciden que los porrazos no aplican aquí, e incluso que es uno de los mejores y más emblemáticos de toda su discografía. Yo les doy la razón, pero no encuentro gran diferencia con, digamos “When The Ship Comes In”, es decir, es la misma fórmula, pero ésta tuvo mayor difusión y aparece en casi todos los recopilatorios y aún hoy día suena por ahí perdida en la radio. Bueno, el caso es que el tema titular tiene un status icónico bien merecido, es delas pocas del disco que tiene un aire majestuoso y atemporal a pesar de su simpleza, alcanzando el nivel de los mejores del Freewheelin’. Dylan la escribió en un par de sentadas y aceptaría que la hizo con todo el propósito de hacer un nuevo himno, con influencias irlandesas y escocesas. Dylan había absorbido lo más posible durante su estancia en Londres, y tomaría del movimiento Folk Británico mucha influencia, consciente o no, durante sus discos acústicos. El tema es básicamente un guitarreo cálido y suave, sobre el que Bob imposta su nasal fraseo. Versos más o menos con la misma estructura que remata con el título, a forma de estribillo, tras lo cual hace algún arreglo de armónica antes de iniciar el siguiente. La cuestión es que no suena tan repetitivo porque cada vuelta dura unos 40 segundos. Las 5 estrofas son prácticamente iguales en esta estructura, con apenas variaciones en la melodía vocal, y la canción se difumina casi de manera abrupta antes de los 3:15. Qué la hace icónica? Bueno, sus letras. Más allá de sus tintes proféticos, que vaticinaban la Revolución Cultural de los 60’s, lo hace con una gran forma poética. Hay quien dice que tiene cierta semejanza en el leguaje cuasibíblico y rebuscado, que Peter Seeger ya había usado en “Turn, Turn, Turn!”. El caso es que Dylan hace una declaración atemporal hacia la gente que se niega a moverse, a aceptar a las nuevas generaciones. El tema se escucha algo viejo, pero la letra sigue aplicando. Toda ella vale la pena, y no voy a copiarla toda, pero una estrofa es clave:

 

“Come mothers and fathers

Throughout the land

And don't criticize

What you can't understand

Your sons and your daughters

Are beyond your command

Your old road is

Rapidly agin'

Please get out of the new one

If you can't lend your hand

For the times they are a-changin'.”

    

Aquí quizá hablaba de esa generación Post WWII que se creían amos del universo y mantenían un férreo control sobre sus hijos, ésa que despreocupada, pronto empezaría a enviar a sus hijos a Vietnam para que se curtieran cómo ellos habían hecho contra los nazis. Dylan acaso vislumbrara la generación hippie que se revelaría apenas un par de años después, pero también aplica al fracaso de la generación Hippie y la no aceptación a sus hijos, los Yuppies, o la posterior generación X, y así. Es decir, no es un retrato de un tiempo, sino de un problema de generaciones que viene desde muy atrás. “As the present now, Will later be past”. No es tanto una canción profética, sino sobre la brecha generacional. Aunque, definitivamente, por la época en que la lanzó, sería todo un trancazo y ciertamente alcanzaría el status de himno que él buscaba, de manera similar a shock que causó “A Hard Rain”. El tema lo coverearían los Byrds, sin tanto éxito como con “Mr Tambourine Man”, y Peter Paul & Mary, Simon & Garfunkel, The Beach Boys, The Hollies, entre muchos otros, también harían sus versiones, acrecentando su status de himno y la figura de Bob Dylan como un portavoz generacional.

Sigue “Ballad of Hollis Brown", que Bob la había planeado para el Freewheelin’, pero finalmente no entró y la regrabó para este disco. Sin ser una maravilla, no entiendo las críticas enconadas. El riff, alternando 3 tonos de dos cuerdas, es incisivo, salvaje, suena antiguo y solemne, acorde a la letra acusatoria, y bueno, es de los más complejo que le escucharemos a Dylan sin una banda, en la que incluso tuvo que cambiar la afinación de su guitarra, y sin siquiera usar armónica. La letra es brutal, en un formato de blues viejo, repitiendo los primeros 2 versosde cada estrofa y rematando con contundencia. Una canción de protesta, en la que no acusa a nadie, pero a la vez a todos, sobre la tragedia de Hollis Brown. Éste era un granjero de Dakota del Sur, que vivía en pobreza extrema con su esposa y 5 hijos. Bob va narrando las escenas que llevan al granjero a la desesperación más extrema: “Your babies are crying louder now, It's pounding on your brain”. Como padre, me es imposible no conmoverme con éstas líneas. Finalmente narra como Hollis Brown, en la desesperación más absoluta, toma una escopeta y mata a sus hijos, a su esposa y se suicida. Mientras que la nota de periódico presumiblemente colocaba al granjero como un loco, Dylan se pone en su lugar y ve más allá de la nota, se va a las causas, a su impotencia, y finalmente parece no acusarlo a él, sino al mundo, por llevarlo a ése callejón sin salida. Los versos finales son un mazazo: “There's seven people dead On a south Dakota farm, Somewhere in the distance, There's seven new people born”. No importa, el círculo de pobreza continua. En otros miles de casas existe la misma desesperación. La principal queja de muchos es que es muy larga, pero cómo cortas cualquiera de los versos? Es decir, no es una canción de R&R para el radio, por lo que para mí la duración está justificada con su estructura y mensaje.

Luego tenemos “With God On Our Side”, con la que empiezan los problemas. Hasta dónde llega la influencia y se convierte en plagio? Estando en Londres, Dylan aprendió la canción “The Patriot Game”, de Dominic Behan, cuya melodía es prácticamente idéntica. Los delicados arpegios los reemplaza aquí por un guitarreo más burdo que de costumbre, y la voz cristalina ya dolorida la cambia con su peculiar voz nasal. No sólo eso, sino que aquí nos tenemos que chutar más de 7 minutos de una melodía, que aunque es bella, es lenta, sedante, abrumadoramente repetitiva. Cuando tenemos estos problemas con Dylan, generalmente lo podemos excusar con el típico “Pero las letras son buenas!” Bueno, en este caso, ni eso. Dylan va narrando la historia estadounidense forjada a base de guerras, con los Indios nativos, con los españoles y mexicanos por Texas, la Guerra Civil, y las Guerras Mundiales, la Guerra Fría y las que estaban por venir, todas justificadas por el “Dios está de nuestro lado”. Sé que es una sátira, que es una acusación, pero de alguna forma se perdió por completo. Caricaturiza de una forma que no matiza, todo es negro o blanco, algo inusual en Bob. En particular la estrofa sobre los alemanes parece indigna de llevar su firma. Y la canta con una pereza que contrasta con el mensaje. Si se fijan, no es demasiado diferente a Masters of War, pero sin la rabia, sin la intensidad de aquélla, “With God On Our Side” se vuelve una losa insufrible de 7 minutos.

“One Too Many Mornings” es una linda balada. Bueno, es un autoplagio de la rola titular del disco, mucho más lenta, cantada con más pausa, y tocada con un lindo arpegio en lugar del burdo guitarreo. Es uno de los 2 temas del disco que no son de protesta, sino un tema introspectivo, retratando imágenes solitarias de una mañana con bellas metáforas. Bob la electrificaría en 1966, después de que The Association hiciera un cover en 1965. Aquí es un tema corto que se agradece por romper tanta solemnidad y crudeza política.

Enseguida llega “North Country Blues”, un tema presuntamente influenciado por Woodie Guthrie, pero no un plagio. La canción es apenas dos tonos, una melodía hipnótica, que Dylan canta entre el cansancio y la tristeza, en primera persona. Musicalmente es muy básica, tampoco tiene armónica, pero la melodía, aunque simple, es bella, y Bob hace pequeñas variantes en la entonación para contar la historia. Esta persona reúne a la gente para contar cómo su pueblo se vació. Menciona que su madre enfermó y asumimos que murió, ya que su hermano se hace cargo, pasan los años, hasta que su hermano no regresa a casa, igual que su padre antes. En la cuarta estrofa, por fin descubrimos que el narrador es mujer, cuando cuenta que deja la escuela para casarse con un minero. El dinero era poco, pero suficiente para alimentar tres hijos, hasta que la jornada fue cortada sin razón a medio día. Vivieron con tensión y miedo con la media paga hasta que anunciaron el cierre de la mina porque era más barato cavar en Sudamérica. Vivieron en la miseria hasta que un día encontró su cama vacía, y con tres bocas qué alimentar. Las tiendas cerraron y el pueblo se vació. La mujer sigue en el pueblo, esperando que algún día crezcan y se vayan, pues ahí no hay futuro alguno. La historia es cruel, hace una crítica social a las realidades de muchos pueblos que dependen de alguna compañía, y cuando ésta se va, dejan a mucha gente sin medios. El tema no es demasiado largo, apenas poco más de 4:30. Aunque es lento, la poesía de Dylan logra calar los huesos y te atrapa. La leyenda dice que se basa en la historia de su pueblo natal Hibbing, Minesota. A pesar de ser muy específica en su narrativa, la canción se convertiría en un símbolo de la canción de protesta.

“Only a Pawn in Their Game” es el otro punto flaco del disco. Es sobre el asesinato del activista Medgar Evans, y sobre el odio racial hacia los negros que aún imperaba en 1963. El título hace alusión a que el asesino era sólo un peón de los intereses de las élites, y uno de los primeros en que se menciona que la segregación no era sólo contra los negros sino también contra los blancos pobres, cuya ignorancia hacía que fueran utilizados como peones. La idea no es mala, pero esta vez la melodía intenta hacer tan complicada que se pierde por completo. Líricamente las buenas intenciones de Bob se difuminan no sólo en el fraseo, sino en las rimas casi forzadas de algunos pasajes, volviéndola aún más repetitiva.

Afortunadamente llega “Boots of Spanish Leather”, una Hermosa balada, también ajena a tintes políticos os sociales, y que viene a refrescar la segunda cara del disco. La canción está armada sobre un cálido y rápido arpegio, levemente inspirado en la versión de “Scarborough Fair” de Martin McCarthy, y la cual sirve de colchón a la aterciopelada melodía. La misma es deliciosa, con la salvedad de que básicamente es un autoplagio de “Girl From The North Country”. Como sea, es de los temas más personales del buen Bob, que suena adolorido mientras la canta. Nuevamente lo importante es el épico poema de amor que logra. La canción está armada en forma de diálogo entre dos amantes que se separan, porque ella se va al otro lado del océano. Van alternando versos hasta el final, en que el que él, que se queda, hace los últimos tres. Básicamente narra el anuncio de despedida y la pregunta: “Is there something I can send you from across the sea, From the place that I'll be landing?” Él no quiere nada, salvo su regreso: “Just carry yourself back to me unspoiled, From across that lonesome ocean”. La idea podría parecer cursi y melosa, pero Dylan logra hacer un tema nostálgico y tristísimo. Al final él recibe una carta que le da a entender que ella no regresa, y entonces el por fin cede y le pide las botas de cuero español que le prestó. La canción termina con un aire de despedida y nostalgia enormes, con un gran nivel poético. La leyenda dice que está dedicada a Suze Rotolo, quien fuera su novia hasta mediados del ’63, cuando se embarazó de Bob y abortó. La relación no podría sobrevivir este episodio, separándose en Agosto, y luego Bob tendría una breve relación con Joan Baez. Bob daría detalles de la ruptura en su siguiente disco, siendo el único tema del que se arrepiente haber escrito, pero esa ya es otra historia.

Sigue ”When The Ship Comes In”, una canción con un ritmo alegre, despreocupado, en el que las palabras parecen fluir en una melodía agradable y pegadiza. Joan Baez diría que Bob la escribió cuando le negaron una habitación de hotel por su aspecto desaliñado <por esas fechas no era demasiado famoso fuera del círculo Folk>, pero a ella si la conocían y abogó porque le dieran un cuarto. Así que hizo una canción llena de imaginería poética y ciertas dosis de ironía, en el que no se juzgará a las personas. También tiene influencias de Bertold Becht, particularmente “Pirate Jenny” que le inspiró la imagen del título. El tema tiene chispa, es movido, si dejar de tener un aura seria. Pero aquí no parece un tema forzado por temas de periódico, sino un tema esperanzador inspirado directamente por un episodio en la vida de Bob, y esa frescura se siente.

“The Lonesome Death of Hattie Carroll” es otra canción de recorte de periódico. Narra la historia de una ayudante de cocina en un hotel, Hattie Carroll de 54 años, asesinada al parecer sin motivo alguno por un tal William Zanzinger, de 24. A pesar de ser atrapado, el tipo era rico y con influencias, y el juez lo reprende y apenas le da 6 meses de prisión. El incidente ocurrió realmente en un hotel de Maryland, en Febrero del ’63. La cuestión es que esta vez la melodía es apenas existente, y Bob parece estar platicando mas que cantando durante largos pasajes. La guitarra no ayuda con la monotonía y los eventuales quiebres de armónica son lo único que dan algo de variedad, pero al alargarse casi 6 minutos, resulta demasiado pesada, y esta vez incluso la lírica da demasiadas vueltas para restregarnos en la cara la impunidad que da el poder y el dinero.

El álbum cierra con “Restless Farewell”, que toma la melodía prestada de la canción Irlandesa tradicional “The Parting Glass”. Si la anterior era algo espesa, ésta es totalmente amorfa. La melodía es prácticamente inexistente. La letra es un reproche a Newsweek, que había lanzado un perfil del cantautor acusándolo de mentir sobre sus orígenes de clase media. Bob hace pues una especie de autorretrato forzado y que cierra de manera más bien muy débil el disco. La letra no es tan mala como las otras dos en azul, sobre todo por el cierre que sí define muy bien a Dylan: “I'll make my stand, And remain as I am, And bid farewell and not give a damn…” pero un mal día la podría tintar también.

En fin, no es el mejor disco de Dylan, ni el mejor lugar para empezar a escucharlo, definitivamente, pero no es tan malo como algunos lo pintan. Se necesita cierto mood para oírlo, y no importarte demasiado las melodías, o carencia de éstas. Éste es un disco político, después de todo, lleno de cinismo y reproches, no sólo al gobierno, sino a la sociedad, además de ser el primero con todos los temas de su autoría. Cof, cof, bueno, acreditados a Bob Dylan… Lo importante siguen (y seguirán) siendo las letras, y aquí sigue en gran nivel lírico, aunque es cierto, para los amantes de la melodía resultará extremadamente monótono. Recomiendo escucharlo leyéndolo, si es posible, para ver si así cambia un poco su impresión sobre el disco si es que era muy baja. O imagínense a The Band haciendo arreglos al fondo… Ja!

 

Por Corvan

3/Mar/2016

 

 

Letras de El Traductor De Rock

 

 

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