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MEDDLE (Pink Floyd, 1971)

Artista: Pink Floyd (B+)

Fecha de Grabación: Ene - Ago ‘71

Fecha de Lanzamiento: 30 de Octubre de 1971, UK

Discográfica: Harvest/EMI

Productor: Pink Floyd

Calificación:  9.5 (MUST HAVE)

Era: Progresivo (1968-???)

Subgénero: Progresivo 

Mejor Canción: Echoes

Canciones: 1) One Of These Days; 2) A Pillow Of Winds; 3) Fearless; 4) San Tropez; 5) Seamus; 6) Echoes.

 

El Meddle marca por fin la llegada de Pink Floyd a su madurez. El momento en que se cortan el cordón umbilical de Syd Barret y su influencia, que aún se siente en todos sus discos previos de alguna u otra forma. Aquí Barret se desvanece por completo y surge un Pink Floyd maduro, seguro, que desde el trancazo que tuvieron con el Piper, aún bajo el liderazgo de Syd, no habían podido colocar otro disco sólido, ni musical ni comercialmente. Aquí lograron aclamación de la crítica, que coincidió (y coincido yo con ellos) en que es su mejor disco hasta ese momento. Pero también tuvieron su mayor éxito comercial desde la salida de Syd: Aunque en USA llegó sólo al puesto #70, en Reino Unido alcanzó el #3.

La cuestión es que, esos subeybajas que conformaron los discos previos, esa búsqueda de una identidad propia, por fin dan resultados aquí. Ya no es una experimentación a ciegas, se nota, y se nota en serio, que tienen una dirección, que es un disco sólido y cohesivo, aunque no es un disco conceptual. Aquí mejoran todo lo hecho con anterioridad, e incluso me atrevo a decir que mucho tiempo lo consideré superior al Dark Side of the Moon. Ahora me parece que al menos 41 de los 46 minutos que dura el disco son de primerísimo nivel (sólo excluyo “San Tropez” y “Seamus”, que aunque me gustan y tienen su encanto, no aportan realmente al catálogo de Floyd), pero se queda a un pelo de alcanzar la majestuosidad y perfección de las obras maestras como el propio Dark Side, el Wish You Were Here o el Animals. Como sea, aun creo que es un disco mayúsculo, y por otro lado, mucho más ligero y menos abrumador que el Dark Side, sin esa pomposidad ni sobreproducción. Si el DSOTM no hubiera tenido ese nivel de detalle en la producción, si hubiera sido un disco más crudo como éste, me parece que el Meddle sería superior. Pero tienen razón, el hubiera no existe.

Lo que es una realidad es que aquí el grupo alcanza, si no su mejor nivel (están ya MUY cerca de ello), sí el sonido clásico que le conocemos a Pink Floyd y con el cual se convertiría en una de las bandas más poderosas de los 70’s y de la historia del Rock. Waters aún no llega a su mejor nivel lírico, pero empieza a acercarse, y empieza también a tomar la batuta y el liderazgo. Aún es un disco democrático, todos colaboran, pero si se fijan, Waters es el único que está acreditado en todos los temas. Su dictadura empezaría formalmente con el Dark Side Of The Moon, pero aquí ya hay atisbos de golpe de estado, jeje. Y como bajista, bueno, lo que hace en “One Of These Days” habla por sí solo. Es uno de los más increíbles preformances de bajo que haya escuchado en mi vida. Nick Mason luce impresionante. No es que en algún momento haya sido mal bataco, pero realmente no lucía antes como lo hace aquí. El nivel que muestra en la segunda mitad de “One of These Days” o en algunas secciones de “Echoes”, sobre todo al final, multiplicándose como pulpo, es ya de maestros. Sin ser nunca un fan de los solos de batería, Mason muestra aquí ya una técnica impresionante, y una capacidad para insertar esos solos que muchos bateristas usan para lucimiento propio, en medio de la canción, con ritmo y todo. Es decir, Nick usa ese talento para lucimiento de la rola y del grupo, no suyo. Rick aquí también alcanza un nivel de madurez. No sabría decir exactamente qué cambió, ya había dado algunos buenos atisbos, pero me parece que antes de este álbum era un tecladista un poco viajado y psicodélico, y a partir del Meddle luce más sobrio y maduro,  haciendo arreglos que aportan realmente a las rolas, crean atmósferas de manera elaborada y sutil, pero con mayor magia y elegancia. Esa enorme intro de “Echoes” es una prueba de ello, y ya es un preludio a lo que haría en “Shine On You Crazy Diamond”. Y Gilmour se convierte en Gilmour en este disco. Aquí aparece por fin un dominio de esa técnica fría y matemática, y podemos escuchar esos solos que nos llevan al paraíso, con su marca personal, y que lo convertirán en uno de los mejores guitarristas del planeta.

Quizá el Meddle sea su disco más revolucionario. No me malentiendan, no quiero decir que sea el mejor. Lo digo de igual forma en que dije lo mismo del Help! de los Beatles. Ambos son un punto de inflexión y el primer paso hacia su mejor nivel creativo. Este disco rescata el aprendizaje logrado desde el Soucerful, More, Ummaguma y Atom. Sin este álbum, pues, es imposible pensar en obras maestras como el Dark Side, el Wish You Were Here y el Animals, ya que son parte de la evolución que inició en este punto.   

Otra cuestión es que este disco se dio de manera mucho más natural que obras como el Dark Side, por ejemplo. Mientras el DSOTM requirió 6 meses de encierro y dedicación total de la banda, el Meddle fue grabado de manera bastante despreocupada entre gira y gira. Empezaron a inicios del ’71, terminando el tour de Atom Heart Mother, cuando el estudio Abbey Road estaba disponible. Ya habían grabado ahí el Piper y el Soucerful. Sin embargo los Abbey Road sólo tenían un multitrack de 8 pistas, que ya les empezaba a quedar corto, de forma que se mudaron a unos estudios más pequeños, el AIR y el Morgan, que ya contaban con 16 tracks de grabación. La idea era palomear un poco, ya que no tenían un tema central para el disco, ni temas previos trabajados. Empezaron improvisando, con la tarea de que cada integrante lideraría una línea principal que después unirían para una suite. La cuestión no era demasiado seria. Más bien se estaban divirtiendo y experimentando. A Rick Wright se le ocurrió conectar su teclado a un amplificador Leslie, y así obtuvo unas notas acuáticas, como de submarino haciendo “ping”. Gilmour, para no quedarse atrás con la experimentación, conectó el pedal wha al revés, para dar un efecto estroboscópico, con cierto aire de violín. La canción comenzó llamándose “Nothings”. Conforme fue evolucionando cambió a “Son of Nothings”, luego “Return of the Son of Nothings”, hasta que ya más elaborada, quedó como “Echoes” gracias a las notas del principio a cargo de Rick, emulando el eco de un radar submarino. El resto fue saliendo también de manera natural durante las sesiones en los espacios que tenían entre presentaciones en vivo.

El álbum terminó siendo de apenas 6 canciones, pero está bastante variadito y es muy completo. “One Of These Days” es un poderos rocker guiado por un virtuoso bajo lleno de efectos. Prácticamente un instrumental, pero de los de mejor nivel de la banda. “A Pillow of Winds” es una hermosísima balada tipo Folk Psicodélico, posiblemente la mejor canción de amor de Pink Floyd. Esperen! Posiblemente la única canción de amor de Pink Floyd!!!! “Fearless “es otra canción que combina ese fondo acústico con un riff eléctrico ascendente, y con algo de arena rock por esos cánticos de fondo. “San Tropez” es otra baladita muy de la vieja guardia, con influencia jazzy, que me recuerda temas retro de McCartney como “Martha My Dear”, y donde se percibe (por última vez) el sentido del humor de Roger. “Seamus” es una broma en tono de blues canino, pero esta vez es bastante mejor llevada que cosas como “Alan Psichedelic Breakfast”. Este par de temas, sin ser los mejores, al menos aligeran el disco y le dan una pizca cómica y muy relax. Y “Echoes” una suite de 23 minutos, la tercera rola más larga que hayan grabado, y donde ya muestran un nivel colosal. Tiene uno de mis riffs favoritos y más complejos, y es en general, un ensayo bien logrado para lo que después será “Shine On You Crazy Diamond”, no muy alejado de esta obra maestra.

La portada es una fotografía de Bob Dowling, que se supone, es un oído humano (mucho tiempo se rumoró que era de puerco) debajo del agua, con ondas que se perciben sobre la superficie, representando los sonidos que llegan al oído. Muy sosa a mi gusto para el nivel musical del disco, pero al menos no fue una foto del culo de un babuino, como originalmente estaba planeado!

 

El disco arranca con “One Of These Days” un tema instrumental donde ya muestran un nivel descomunal, tanto individual como colectivo. Inicia con unos sonidos de viento y unas notas de bajo cargadas de eco, que de inmediato comienzan a tomar un ritmo poderoso. Aquí viene el twist de la canción: Pónganse los audífonos. Suban el volumen. Noten como entra un bajo al :38, ya con un gran ritmo. En medio de la ventisca, noten como exactamente 10 segundos después entra…. Otro bajo! El secreto de esta canción es que tanto Gilmour como Waters hacen pistas de bajo gracias al multitrack. Waters se escucha fuertemente a la izquierda, mientras Gilmour suena más sutilmente a la derecha y va bajando un poco de volumen. Se supone que el bajo de Gilmour suena más sutil y quedo porque tenía las cuerdas viejas con este propósito. En combinación, ambos bajeos hacen un efecto brutal y devastador, que mucho tiempo se pensó que era algún slapeo (pero está visto que no se puede mantener tanto tiempo). En fin. Rick va haciendo como ráfagas sónicas durante la airosa intro. Lentamente la canción va subiendo de intensidad, y al 1:50 ya podemos escuchar a Mason, con los platillos grabados al revés, como en ráfagas, para poco después escuchar los poderosos tums y la guitarra de Gilmour sonando potentísima, como un motor rugiendo. Al 2:50 se queda el bajo de Waters en un efecto cargado de delay, como tartamudeando y con cierta distorsión (usando un Binson Echorec), jugando con las notas, mientras Wright hace efectos que suenan oscuros. La tensión es tremenda. Y ni siquiera ha entrado la batería de lleno!! Algo va a pasar, se siente. Un redoble, otro y de pronto suena Nick Mason con una voz distorsionadísima gritando: “One of these days I’m gonna cut you into little pieces”. Para entrar ahora si en ritmo al 3:45 con un impresionantísimo solo de Gilmour. La distorsión de voz se logró usando un modulador. Mason grabó la voz usando un falsetto al doble de velocidad y luego se le bajó el tiempo para obtener el efecto grave y rasposo que escuchamos. Nick bromearía diciendo que era una responsabilidad muy grande llevar el “vocal lead” en una canción. Ahora, sobre el requinto de Dave, esto ya está a otro nivel. Algo le ha pasado a Gilmour del Atom a estas alturas que dio un brinco gigantesco. Con el multitrack añade un par de guitarras que se entreteje, esa que suena poderosísima haciendo power chords distorsionados, y otra con un slide muy bluesero, grabado con cuello de botella. El final es apocalíptico. Mason suena impresionante, impulsando la canción con una energía inaudita. Una canción poderosísima, con la guitarra rugiendo como nunca antes y el bajeo ejecutado de una manera virtuosa. Increíble canción, oscura, amenazante, pateatraseros, freaky, que da cuenta de entrada que este es otro Pink Floyd que el que nos dejó con cara de what en el último track del Atom Heart Mother. Y bueno, inevitablemente la broma de que la canta Eugene, de “Careful With  That Axe, Eugene”.

Sigue “A Pillow of Winds”, que contrasta con la violencia y oscuridad del tema anterior. Se supone que la banda decidió a propósito hacer este marcado contraste, ya que el necesitaban dar un bajón al poder con que iniciaron el disco, y esta transición es brillante, dicho sea de paso. “Winds” es una hermosísima balada acústica de Roger, muy Folk y hippiosa, con un delicado arpegio y un maravilloso slide, que le da un aire etéreo, espiritual, aéreo.  Es como sentarte en al campo a ver las nubes pasar lentamente en el cielo. Letras evocativas, de las pocas (si no la única) de amor que recuerdo de Pink Floyd: “Sleepy time when I lie, With my love by my side, And she's breathing low, And the candle dies.” Rick hace un papel sutil, con los teclados de fondo, por fin empieza a sonar discreto pero efectivo en función de la canción. Y Nick hace también percusiones sencillas. Los solos y arreglos que hace David durante toda la canción son maravillosos, y realmente evoca un algo alado y sublime, además de una melodía vocal satinada. Todo lo que funcionó en la agresiva complejidad de “One Of These Days”, sigue surtiendo un efecto mágico y funciona de la misma manera en este tema minimalista, sencillo, y que deja sin aliento por su exquisita belleza.

Luego tenemos “Fearless”, una deliciosa canción, también acústica, dando continuidad al mood en que nos habíamos quedado. Si en el primer track Gilmour tomó el bajo, aquí Waters toma la guitarra, para lograr ese efecto doble, en el que una lleva el ritmo y otra hace ese riff eléctrico ascendente que da forma a toda la canción.  Nuevamente Gilmour hace una voz aterciopelada, con una melodía muy suave y pegajosa.  Al 2:20 viene un puente instrumental, con las guitarras entretejiéndose con una gracia exquisita, muy relax. Y los versos, con esa melodía hipnótica. La letra es muy buena, algo filosófica: "You say the hill's too steep to climb, You say you'd like to see me try."  O "Fearlessly the idiot faced the crowd smiling". La canción va y viene con los versos, quiebres, puentes, adornitos y alternando con ese riff  ascendente repitiéndose una y otra vez. Mason y Wright lucen discretos, pero efectivos, con un buen manejo de los platillos que en todo momento suenan suaves, y el piano,  haciendo arreglitos muy monos de vez en vez. Hacia el minuto 5 la música se empieza a desvanecer y deja un coro monumental cantando “You’ll Never Walk Alone”, que al parecer es un tema que la fanaticada del Liverpool le cantaba usualmente a su equipo por esas fechas (no sé si aún lo hace). Ignoro porqué se les ocurrió agregar este coro, pero me parece que afea un poco el excelente mood de la canción. El resto, sin embargo, es magnífico.

Continuamos con “San Tropez”, una rica canción de Waters, con un tono muy jazzy, y donde Rogers muestra por última vez ese sentido del humor lírico antes de sumirse en un abismo depresivo poético hasta… hasta ahora! Líneas como “Makin' for a date for later by pone,And if you're alone I'll come home” son muy divertidas, y hacen gala de ese sentido del humor británico tan famoso. La canción tiene un tono muy retro y refinado, (jazz-cocktail???) que recuerda algo de ese British mood de los Kinks o de algunas canciones de McCartney. Gilmour hace un lindo slide y Rick un buen solo de teclado, muy elegante y todo, al 2:25, que se extiende hasta el fade out de la canción. No me parece que encaje con el resto del disco, pero no se le pude considerar relleno. Está muy bien hecha y es muy cute, sólo que no destaca mucho entre tanto peso pesado.

Enseguida tenemos “Seamus”, que sigue la línea de canciones ligeras y de una experimentación más tendiente a la broma. Comentaba que era tipo “Alan’s Psichedelic Breakfast” pero esta vez bien hecha, y dura menos, lo suficiente para quedar como eso, una broma. Es Dave haciendo improvisaciones de Blues con su steel guitar, y mientras canta, un perro ladra y aulla al fondo durante toda la rola, poco más de 2 minutos.  Rick agrega un pianito, también muy de cocktail y Roger hace otra guitarra al fondo. Mason simplemente debió haber hecho un esfuerzo enorme por no carcajearse. Y eso es todo. La canción surgió porque de hecho Seamus, el sabueso irlandés de Dave (que efectivamente, es el que “Canta” en esta canción”, se puso a aullar una noche en que Gilmour estaba tirado en su jardín tocando armónica. A Dave le pareció como si su perro estuviera cantando con él, así que surgió la idea. La letra es eso tal cual. Es un relleno, pero es divertido, y es corto. Con este tema cierra el lado A del disco.

La cara B es abarcada en su totalidad por la magistral suite “Echoes”, de 23 minutos y medio. Es una maldita joya, ya al nivel de cualquiera de las consideradas obras maestras de Floyd, y posiblemente entre las 10 o 12 mejores rolas de toooodo su catálogo. Y a pesar de ser tan larga, se va como agua. Recuerda la cacofonía de la suite Atom Heart Mother, pero con mucha mejor melodía, ganchos, misticismo, riffs. Todo está armado a un nivel impresionante que te mantiene al borde de tu asiento desde el principio, armando ese mágico crescendo. Una canción sumamente ambiciosa, que no pretenciosa. Inicia con esos sonidos como de radar de un submarino. En las primeras tomas de la canción, que apenas eran un palomazo, Rick conectó su teclado a un amplificador Leslie, y obtuvo este sonido, que fascinó a todos. Porteriormente, Dave conectó por error al revés su pedal wah. Es decir, el output lo puso de entrada y el input de salida, y cuando tocó su guitarra, el sonido fue chillante, como el de un albatros, como podemos oír en la sección que inicia al 11:25. Con estos sonidos, se decidieron a armar una canción con referencias marinas. Bueno, la canción en sí arranca con estos sonidos de teclado. “Ping. Ping-Ping”, con un órgano creando un sutil fondo. La guitarra entra al 1:10, también de manera tímida, y la larga intro va generando una excelsa tensión, en un lento crescendo combinado entre teclados y guitarra, que después retomarán para “Shine On You Crazy Diamond”.  Al 1:50 entra Mason con sus tums creando un pequeño clímax. Luego es la guitarra la que domina un poco más con figuras blueseras. Otro redoble al 2:40 y por fin entramos con la letra exactamente al minuto 3 (hay que estar atentos al timing que usan). La letra, como mencionaba, es de tintes marítimos: “Overhead the albatross, hangs motionless upon the air, And deep beneath the rolling waves, In labyrinths of coral caves”. Después hay una especie de Puente-coro que se irá repitiendo, que inicia con el verso “And no one called us to the land…” Tras este puente, viene uno de los riffs más exquisitos y complejos de la historia del rock, haciendo su aparición al 3:45. Esa escala de ida y vuelta que hace Gilmour es simplemente maravillosa, y se convierte en la figura principal de la Suite. Por cierto, Waters estuvo a punto de demandar a Andrew Lloyd Weber por piratearse esta figura para “The Phantom Of The Opera”. La canción sigue creciendo de a poco, con una semilentitud incendiaria. Rick brilla al fondo. Al 5:30 inicia el requinto de Gilmour, frio, matemático, lleno de blues, haciendo llorar su guitarra a un nivel brutal. La canción sigue en ascenso, llevándonos a un delicioso límite en el que parece que va a explotar en cualquier momento. El requinto es incendiario y se sigue alargando, hasta el clímax cerca del minuto 7. Entonces entramos a otra sección, exactamente a los 7 minutos, con un ritmo más funky y una guitarra con un sonido más cargado y agresivo.  Rick de nuevo se luce con arreglos, el bajeo es movido, aunque no varía, y la banda palomea con total libertad hasta que la sección se difumina al minuto 11 (exactamente). Aquí inicia otra sección, más oscura y experimental, con ese canto del albatros de la guitarra de Gilmour. Waters también pone su granito de arena con la experimentación, creando el efecto de viento con su bajo, recorriendo las cuerdas con la uñas y procesando el sonido a través de un amplificador Binson Echorec. El efecto es abrumador e hipnótico. A mí siempre me ha parecido como un tenebroso viaje submarino a los restos de un buque hundido. Se crea una atmósfera ciertamente marítima, húmeda, pero escalofriante y oscura. Muchos la consideran aburrida. A mi me parece algo similar a la experimentación de Page con el arco del violín en “Dazed & Confused”. Al 14:40 este “cementerio submarino” comienza a desaparecer y queda una base de teclado satinado, regresando con las notas de radar del principio. Pueden sentir la tensión? Gilmour comienza un fade in con la guitarra, haciendo un punteo pero sofocando el sonido con la palma, pero es Rick el que se lleva los reflectores en esta sección. Mason comienza también a llevar el ritmo con los platillos y pronto agrega poderosos redobles. La canción va en un lento crescendo y se presiente un clímax próximo. La guitarra hace un arcoíris de notas al 18:15, y posteriormente la pone a rugir de una manera similar a “One Of These Days” con power chords distorsionados. La tensión se libera finalmente al 19:10. No hay una explosión, sino que regresan a la estructura de los verso: “Almost everyday you fall , Upon my waking eyes, Inviting and inciting me to rise…” La estrofa con que cierran es genial y conmovedora: “And no one sings me lullabyes, And no one makes me close my eyes, So I throw the windows wide, And call to you across the sky....” A partir de aquí, rayando el minuto 20, inicia la extensa coda, con el riff principal y toda la instrumentación subiendo la intensidad, construyendo la tensión, llevándonos al límite. A pesar del nivel brutal de los 4, Mason es quien se lleva este cierre, multiplicando sus brazos como pulpo para hacer un complejísimo trabajo con la batería sin perder el ritmo un solo instante. Al 2:20 bajan la potencia, regresamos al tono melancólico con teclados y guitarra entrelazando su llanto para un cierre magistral. Nos vamos con un sonido como de turbinas o viento que opaca la instrumentación, mientras el “ping-ping” sigue sonando al fondo. Una canción épica, monstruosa, que sé que muchos tienen en alta estima, pero que me sigue pareciendo un tanto menospreciada.

 

En fin, un disco redondo, que muestra a Pink Floyd como una banda grande y virtuosa, y finalmente con una dirección y un sonido propio. Este debe ser mi álbum favorito de Floyd después del Animals, el Wish You Were Here y el Dark Side of The Moon (a veces). Les falta apenas un pelo para alcanzar el nivel de estos 3 discos: Son dos puntos, el lírico y el par de temitas menores, que definitivamente carecen las mencionas obras, lo que me impide ponerle la misma calificación perfecta.

Pero con todo y todo es un disco infaltable para cualquier rockero. La variedad de atmósferas y sensaciones que estos tipos son capaces de lograr es abrumadora. Aquí es donde comienza ese Pink Floyd mítico, que se comió los 70’s y se convirtió en uno de los pilares del Rock, llevando el Art Rock y el Progresivo a la estratósfera. Un Must Have!

Por Corvan 

16/Mar/2012

Letras de El Traductor de Rock

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