top of page

THE SUBURBS (Arcade Fire, 2010)

Artista: Arcade Fire (C)

Fecha de Grabación: ’08 – ‘10

Fecha de Lanzamiento: 2 de Agosto del 2010, CAN

Discográfica: Merge / Merury

Productor: Marcus Dravs & Arcade Fire

Calificación: 10 (MUST HAVE)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Era: Indie (2001-???)

Subgénero: Indie Folk/ Indie Art (2001-???) 

Mejor Canción: Uff! We Used To Wait, o The Suburbs, o Sprawl II, o Half Light I, o Deep Blue, o, o, o, o… Ufff!

Canciones: 1) The Suburbs; 2) Ready To Start; 3) Modern Man; 4) Rococo; 5) Empty Room; 6) City With No Children; 7) Half Light I; 8) Half Light II (No Celebration); 9) Suburban War; 10) Month of May; 11) Wasted Hours; 12) Deep Blue; 13) We Used To Wait;  14) Sprawl I (Flatland); 15) Sprawl II (Mountains Beyond Mountains); 16) The Suburbs (continued).

Arcade Fire no sólo fue de las bandas que rompió con el Síndrome del Tercer Disco… Casi supera su debut con esta excelsa entrega. De hecho, para muchos ésta es su obra cumbre, y más de una vez le leí comparativas con el OK Computer.  La verdad es que es un discazo, que arrasó en 2010 y se colocó como el fenómeno del año, confirmando a los canadienses como LA banda a seguir, la que marcaba tendencias, pero al mismo tiempo resultaba inigualable, inalcanzable...

La cuestión es que con este disco, Arcade Fire se confirman como tremendos manufactureros de discos. No hacen álbumes nomás por nomás, sino que son verdaderos artesanos que van creando cada canción, cada nota, con una exactitud y delicadeza que apantalla, y que solo puede ser logrado por aquéllos que tienen un verdadero amor, respeto y conocimiento de la música. La mayoría de los grupos hacen colecciones de canciones sin mucho que ver,  que juntan en un álbum, generalmente con uno o dos sencillos que destacan y un montón de relleno. Así funciona la mayoría de las bandas y artistas promedio desde que la industria discográfica reventó en los 30’s. Y tristemente aún a la fecha. Arcade Fire hace álbumes en toda la extensión de la palabra, girando en un concepto o un tema, con una unidad musical, con una tremenda fluidez, y armados de tal forma, que parece que si cambias una canción (o una sola nota) en el orden final, das al traste con todo el disco. Son malditas obras perfectas, en los que uno se tiene que quebrar la cabeza para seleccionar las rolas destacadas para no ir a marcar todas en rojo… aunque bien podrían.  Las canciones siguen funcionando por sí mismas, pero en el disco, la suma supera sus partes. Y lo mejor de todo es que ninguna es igual a otra. Todas son distintas, aunque mantienen un mismo mood, que es lo que crea esa unidad y fluidez. Realmente esta banda es un caso único en la historia, y por mucho, lo mejor de la segunda mitad de la primer década del milenio.

Arcade Fire era un candidato perfecto para el Síndrome del Tercer disco. Su majestuoso debut, Funeral, pasó relativamente desapercibido, y no fue sino hasta que el Neon Bible comenzó a prender, que la banda emergió poco a poco, más por la invitaciones a festivales en los que terminaría siendo cabeza de cartel y por la recomendación de boca en boca, que por campañas masivas. Así, la banda era el foco de atención hacia finales de la década y tenía una presión enorme para el tercer disco, o ese se hubiera esperado de cualquier otro grupo. Qué hacer? Repetir el sentido nostálgico y emotivo del Funeral o sonidos más accesibles y bombásticos del Neon? Finalmente optaron por recobrar la simpleza y la emotividad del Funeral, sin ser tan solemnes, y agregando unos matices energéticos del Neon Bible, atinándole a un perfecto punto medio. Win Butler decidió regresar al lado más introspectivo y crítico, tocando fibras no de una manera tan directa como el Neon. Él y su hermano Will habían crecido en Woodlands, Texas, un suburbio de Houston, por lo que ello fue el tema central del disco. En cierta forma es una continuidad de esa comunidad o “Vecindario” que ya se había sugerido en el Funeral. Sólo que ésta vez los niños de los suburbios han crecido, han madurado, se han llenado de preguntas y desencanto. Se preguntan dónde está ese mundo que les prometieron, donde quedó la magia de la infancia, porqué duele tanto el mundo, quién se los dejó así.

Como la portada sugiere, musicalmente es una especie de regreso a la vibra de finales de los 70’s e inicios de los 80’s.

Win diría que se inspiró en los sonidos de Depeche Mode y de Neil Young, tratando de dar un toque retro, a cómo sonaba el mundo mientras crecían. Y ciertamente, el sonido tiene reminiscencias setenteras y ochenteras. Pero a la vez se siente moderno, futurista, mucho más íntimo y humano que el sonido masivo del Neon Bible, y no tan dramático como el Funeral. Recuerdo que cuando lo reseñé, hace unos 2 años, acababa de morir un gran amigo, asesinado por la absurda violencia que asola México. Nunca había llorado al reseñar un álbum.

Este tercer disco combina esa brutal introspección de Funeral con la explosividad extrovertida del Neon Bible. Líricamente Win se muestra en un nivel impresionante, logrando imágenes que se pueden tomar directamente o pueden significar mil metáforas. Butler nos lleva de regreso a los hermosos vecindarios en los que creció para echar un vistazo a cómo son ahora los niños con los que peleaba de chico. Esos niños han crecido desilusionados, con la terrible carga que en estos tiempos significa ir a la escuela (en USA debe ser algo realmente terrorífico, lo han pensado, eso de ser popular?), lidiar con la presión social de tener novi@ a temprana edad o de lo contrario eres un fracasado, los amigos… Todo es repetitivo, cansado, desilusionante. Los chicos se sienten aislados, terminan siendo huraños, peones de los corporativos. Y anhelan escaparse de los Suburbios, a los que fueron sus padres con la ilusión de que sus hijos crecieran más felices. La tremenda carga de ironía y poesía lírica es aplastante.

Con el Suburbs quizá sea más fácil identificarse, porque creo que son temas y preguntas y sentimientos con las que los adultos jóvenes que crecimos en los 80’s y 90’s nos seguimos identificando. Esa sensación de extrañeza con este mundo que cambia demasiado rápido. Esa sensación espídica de que apenas ayer estabas jugando con tus coches de juguete y hoy estás enseñando a jugar a tus hijos, o sobrinos. Esa especie de añoranza por la simplicidad en la que crecieron las generaciones anteriores, que no eran tratadas como una potencial bolsa de dinero a la cual exprimir.

Y nuevamente debo confesar que me conmueve más de lo que quisiera. Me conmueve por esa añoranza a la simplicidad de la niñez, en que uno aún podía jugar en la calle, y sabía hacer bailar el trompo o hacer suertes con un yoyo. Hoy los chiquillos están estupidizados con los videojuegos, que no es más que un síntoma de la evasión de sus padres. Y coincide de nuevo con una etapa de mi vida, en la que por fin he podido comprar una casa con un jardín grande para que mi hijo y mi hija puedan crecer a sus anchas. No está en las afueras de la ciudad, pero casi. Y el disco que me deja con muchas preguntas de cómo diablos fue que llegamos aquí, pero también hacia dónde vamos a parar. Cuál va a ser el mundo que les va a tocar a mis hijos? Tendrán ese mismo desencanto y sensación agridulce cuando crezcan? Hay algo que uno pueda hacer como padre para impedirlo? Podrán ser felices, conmigo, o a pesar de mi?

 

En fin, disculpen el lapsus introspectivo… regresando al disco, cada canción nos va sumergiendo en estos pasajes al óleo, y nos va insertando más preguntas. Pero no todo es brillo lírico. Musicalmente, cada canción de The Suburbs queda como guante de seda a cada poema de Win, y por ello es están acreditadas a toda la banda. Cada canción es redonda, y sirve para acrecentar el impacto de la letra. Es simple, no hay solos a la Hendrix, esta vez no hay órganos de iglesia colosales, pero cada miembro de la banda hace su aporte de manera práctica, logrando una gran belleza en las canciones. Una belleza casi artesanal, con atención a cada detalle.

Por otro lado, la mezcla es muy buena. El bajo y la guitarra acústica tienen una claridad cristalina, la eléctrica tiene la cantidad de fuzz precisa para sonar energética pero no estridente, sin opacar a los demás, permitiendo esa mezcla entre crujiente y folk. La voz de Win suena madura, emotiva. La batería es directa, jugando con los ritmos y llevando las canciones a crescendos y explosiones, o simplemente manteniendo esa tensión que impera en todo el disco.

Cada tema requiere muchas escuchas para encontrar esos detalles ocultos a primer oída: una trompeta por aquí, un crescendo de violines, un tintineo de piano, una buena línea de bajo… Hay que ir capa tras capa en cada tema, y eso no se logra en una sola escucha, por lo que este es uno de esos discos que van creciendo. Por otro lado es maravilloso como la banda puede cambiar de ritmos de una manera tan fluida, con segmentos, reprises, temas principales que se van repitiendo, dando esa sensación de que es algo majestuoso, un disco de Art Rock a la antigüita, pero no demasiado complejo, lejano a los despliegues técnicos del Prog. Como sea, desde la primer oída se puede apreciar que uno está escuchando un disco grande, épico, sincero, de ésos de los que seguirán dando de qué hablar en un par de generaciones.

El disco inicia con “The Suburbs”, que es una especie de presentación al tema sobre el que giran las demás canciones. Un tema relativamente alegre, con un buen ritmo y un lindo pianito que hace una figura principal no sin ciertos toques agridulces. Es simple. Demasiado simple. Pero lo genial es cómo se va conjugando con la magistral línea vocal, con la intensidad de la voz y con el poder lírico que Win nos ensarta desde el primer verso: “In the suburbs I learned to drive, And you told me we'd never survive”, para llegar a la primer bofetada de desencanto e indiferencia de esta generación: “But by the time the first bombs fell, We were already bored”. Uts, la intensidad de esas líneas es para sentarse a llorar en un rincón…. La canción va creciendo, Win nos hipnotiza con la melodía, los falsettos, el intrincadísimo fraseo que hace que algunas estrofas sean en versos pares y otros en nones, hasta que revienta casi sin querer el estribillo: “Sometimes I can't believe it, I'm movin' past the feeling”, al que se agrega de fondo un teclado (o no sé si es un sostenido de Régine), que hace que el mismo beat suene cada vez más dramático. Se va agregando de a poco más instrumentación, violines, trompetas beatlescas, detalles perfectos. Y Butler nos vuelve a enjaretar otra línea devastadora: “And all of the walls that they built in the seventies finally fall, And all of the houses they built in the seventies finally fall, Meant nothin' at all” La canción es bellísima, tiene esa chispa juguetona, picaresca, casi infantil. Entonces porque casi siempre se me anegan los ojos con “So can you understand? Why I want a daughter while I'm still young, I wanna hold her hand, And show her some beauty, Before all this damage is done” y querer salir corriendo a abrazar a mis hijos? La canción se va volviendo más oscura y dantesca hacia el final, simplemente con la adhesión de los violines y ese sostenido lejano de Régine hasta que la canción se difumina. Y uno se queda sin aire, y sin tener de dónde agarrarse… y apenas vamos empezando.

Sigue “Ready To Start” que se liga al track inicial con los violines sostenidos, que crea una transición suave a pesar de que esta rola es bastante más energética. Un beat dance, la guitarra creando un riff sencillo, con escalas efectivas y el bajo espejeado. La intensidad aumenta en los coros, manteniendo esta base y la secuencia de tonos, pero agregando tensión con un teclado muy ochentero (es mi imaginación o suena muy Blondie?), piano, unos especies de gongs que crean oleadas sónicas, y la guitarra ligeramente más crujiente. A partir de aquí los instrumentos van creando diferentes arreglitos, alternándose, haciendo crecer la rola. La letra es enorme. Es un quitarse todos los mitos y prejuicios con que nos cargan desde niños: “If the businessmen drink my blood, Like the kids in art school said they would, Then I guess I'll just begin again”. Win hace un doble ataque. Es cierto, nos joden por todos lados, pero somos víctimas sólo si lo permitimos. Deberíamos ser libres, incluso para permitir sentirnos mal, para estar solos un rato: “Now you're knocking at my door, Saying please come out with us tonight, But I would rather be alone, Than pretend I feel alright”. Al 3:10 Butler grita ese mantra que deberíamos tener todos: “Now I’m Ready to STAAAAART!”. La instrumentación baja, un tamboreo sincronizado con el bajo. Los violines creciendo, el piano tintinea hacia arriba, una ráfaga de sintetizador, cada vez más rápido, más rápido, Win mete más tensión con el fraseo, la batería de Jeremy Gara cada vez más potente, y cuando parece que va a hacer erupción, la frase queda a la mitad y la canción termina.

Continuamos con “Modern Man”, con una aire retro, ochentero, que me recuerda vagamente a The Cars. Tiene un aire tibio, desenfadado, que va muy de la mano con la apatía de los chicos que al crecer les importa todo un bledo: “So I wait in line, I’m a modern man, And the people behind me, they can’t understand, Makes me feel like something don’t feel right”. La guitarra/bajo punteados dan ese aire retro, con eventuales licks entre versos. Los teclados hacen destellos eventualmente. Butler va jugando con los tiempos y con el fraseo, que es lo que mantiene viva la rola. Si se fijan, va alternando estrofas de nueve versos con otras de ocho, lo cual ha de haber desquiciado a más de un musicólogo. La rola casi no tiene variaciones, pero es Win el que crea esa extrañeza y nos mantiene atados de principio a fin, encajando de paso joyas como: “In my dream I was almost there, Then they pulled me aside and said you're going nowhere”. A quién no le ha pasado eso? Estar soñando, estar a punto de descifrarlo todo, y de repente te arranca el despertador y las obligaciones… No es que nos quedemos dormidos todo el día sin hacer nada (que eventualmente no estaría mal), sino de nuestros sueños! Carajo, en qué momento renunciamos a ellos? En qué momento comenzamos a pensar que eran tonterías que queríamos de niños? En cierta parte, simplemente invita a romper con ese paradigma de hombre moderno con el que justificamos tanta desgana: “I erase the number of the modern man, Want to break the mirror of the modern man”. Líricamente es brutal. Musicalmente es muy simple. Tanto que funciona a la perfección para el propósito de la letra, pero me tengo que agarrar de estos detalles para no marcar tooooooooodo en rojo.

Luego tenemos “Rococo”, que es una muestra de la valentía de esta banda. La canción arranca con un aire de ensueño, teclados que siempre me han parecido bandadas de aves emprendiendo el vuelo, una guitarra acústica con un gentil rasgueo, el bajo y órgano espejeando esa escala de tres notas que sube y baja una y otra vez, haciendo prácticamente toda la canción. Porqué valientes? Porque en esta rola, tienen la bravura de embarrarle en la cara a sus fans que pusieran en un pedestal el Funeral, acusándonos de que los llenamos de elogios, pero no lo entendíamos: “They will eat right out of your hand, Using great big words that they don't understand”, haciendo referencia al periodo artístico del título, y enseguida reprochan con sarcasmo que tampoco entendiéramos el Neon Bible y nos disgustara el sonido más comercial: “They build it up just to burn it back down, The wind is blowing the ashes all around, Oh my dear God what is that horrible song?”. La canción es repetitiva, pero poderosa, y nuevamente la conjugación instrumental y el gran crescendo del final valen la pena. Pero además de que musicalmente (3 tonos de ida y vuelta) y líricamente (tanto rococó marea un poco) sea repetitiva, la letra siempre me ha parecido un reproche innecesario y un tanto fuera de lugar. No podemos crearnos opiniones sobre las rolas? No nos puede gustar un disco? No nos puede gustar menos otro? O malentiendo por completo esta canción y es en general sobre las tendencias en masa? En el contexto del disco, es el viejo cascarrabias gritándole a los niños que lo dejen en paz. De cualquier forma, aunque quizá sea la canción que más me choca del grupo, ni aún así la puedo marcar en azul.

Enseguida está “Empty Room”. No sé porqué me parecen tan fascinantes las canciones en las que Régine Chassagne lleva el liderazgo vocal, con esa voz airosa, etérea y poderosa a la vez. La canción arranca con una obertura de violines, que de inmediato se expande con un beat acelerado, y la guitarra chirriando majestuosamente al fondo. Win canta a dueto, con un volumen bajo, apenas para resaltar la voz de su esposa, logrando un gran efecto. Líricamente es más minimalista, pero quizá más profunda. Hay que cavar en las líneas. No es un poema de amor, es un canto del dolor del adolescente creciendo: “Said your name, in an empty room, Something I would never do, I'm alone again”. El chico o chica en este caso que extraña a su amigo o amiga, que también se va transformando en otra persona, que de repente tiene otros intereses, quizá un novio. Algo que nunca haría antes porque antes eran inseparables… luego la explosión del coro con un tiempo más rápido y atropellado: “When I’m by myself, I can be myself, And my life is coming, But I don't know when”. Ese espacio en el que ya no eres niño, tampoco adulto, y no encajas en ningún lado, y sientes que el futuro está apenas un paso delante de ti, pero aún no lo alcanzas. Y luego el “You were burning out, you're black and gray”, que simboliza la pérdida de la inocencia, de los colores que inundan la infancia para zambullirse en el complicado mundo adulto en escala de grises. Musicalmente es minimalista, dos o tres tonos base, que son magnificados por la excelsa instrumentación, pero lo importante de nuevo es el tremendo poder lírico, en el que cada vez con menos dicen más y más. De ésas canciones simples, pero mágicas, y conmovedoras.

“Empty Room” se difumina con un teclado que queda sostenido y se un e al principio de “City With No Children”. La canción tiene un riff juguetón con la guitarra profunda, yendo y viniendo como marea, y un beat como de palmas llevando el ritmo. Win canta la primera voz, iniciando en un tono medio, rememorando. La canción es más anecdótica, relatando las rupturas de la infancia (un amigo, un primer amor?) “I have no feeling for you now, Now that I know you better”. Los estribillos son ligeramente más rápidos, con coros del resto de la banda, rematando con una línea de antología: “A garden left for ruin by a millionaire inside of a private prison”, y en la segunda estrofa, remata con otra igual de contundente: “I used to think I was not like them but I'm beginning to have my doubts”. Siempre llega esa etapa de rebeldía en que uno está contra el sistema, y se jura que no va a entrar, que no va a ser como sus padres, que no va a caer en el círculo de conformismo, y… bueno pasa el tiempo y el mundo te traga y ya sabemos lo que pasa. El riff es algo repetitivo, pero encantador. Cuando menos lo esperas, se han ido los 3 minutos y la canción acaba como de golpe.

Luego vienen los Half Lights. En particular, “Half Light I” me parece un tema bellísimo, abrumador en su nostalgia. Como un día que escampa después de una semana de lluvia. La canción entra así, en un lento fade in, con el precioso arreglo de sintetizador y violines y el alegre tamboreo a destiempos. La bella voz de Régine, nostálgica y llena de rocío matutino. La letra es una tremenda metáfora, un poema nostálgico en el que Régine recuerda (como recordamos todos), cómo nos pedían regresar a nuestras casas cuando el sol comenzaba a ocultarse. La cuestión es que hoy, por la seguridad actual, ya no pueden salir los niños a jugar solos. “Lock us up safe, And hide the key, But the night tears us loose, And in the half light, We're free”. La media luz es la seguridad de nuestras casas, que nunca estará igual de iluminado que como el sol, pero aún de niños, y con los posibles temores, esa media luz era fascinante, y daba cuerda suelta a la imaginación. Luego la media luz cambia: “Strange how the half light, Can make a place new, You can't recognize me, And I can't recognize you” en un a bellísima metáfora del tiempo. El ambiente de ensueño va creciendo, y la voz de Win se va hacienda más dominante hacia el final, con un enorme puente: “Our heads are just houses, Without enough Windows, You say you hear human voices, But they're only echoes”. Nos vamos volviendo casas cerradas, buscando una especie de autopreservación, no entra suficiente luz porque no hay suficientes ventanas, y estamos siempre a media luz, encerrados, sin poder salir como niños a correr bajo el sol… Para la coda hay un extraño coro de fondo, que casi no se distingue, pero que dice “We are not asleep, We are in the streets”. Un tema simplísimo, pero que tiene un aura majestuosa, nostálgica, casi mágica de principio a fin.

Un violín se queda vibrando en suspenso, luego el bombo entra como un latido de corazón, y la guitarra entra cargada de fuzz para iniciar “Half Light II (No Celebration)”. Esta canción es más enérgica, sigue cierta sensación de ensueño, pero con un efecto más siniestro, no sé si la media voz de Butler o el sutil sintetizador del fondo. La rola mantiene cierta tensión creciente que no llega a estallar, pero hay algo latente e indefinido al fondo. Líricamente es quizá de las rolas más directas y personales, pero que a la vez dejan mucho a la especulación. Win habla de cuando dejó su hogar en San Francisco, (en realidad Texas), encontró al amor de su vida y buscaron un hogar al Este (y al norte, supongo): “Even in the half light, We can see that something's gotta give”. Luego los mercados colapsaron, refiriéndose a la crisis del 2008, y sus padres lo llamaron al oeste que lo vio nacer. “Some people say, we've already lost, But they're afraid to pay the cost for what we've lost”. Quizá refiriéndose a heredar la casa de su infancia y sus deudas. Aunque estemos a salvo en nuestro pedazo de “Half Light”, el pasado y la herencia nos alcanza. Da a entender que los padres ya no están: “All the diamonds you have here, In this home which has no life” y en “Though we knew this day would come, Still it took us by surprise”. Una rola entrañable, pero igualmente universal. Algún día nos tocará regresar a la casa donde crecimos, donde ya no están los viejos, sólo el silencio, la media luz, y los recuerdos buenos y malos. Por más que nos preparemos, jamás estaremos listos para ese día…

Enseguida tenemos “Suburban War”, más pausada, con  un aire Fulk gracias a los bellos arpegios de Bill Butler. Además tiene un gran tamboreo de Jeremy Gara y un slide haciendo efectos de gaviota al fondo. La combinación crea una atmósfera  serena, limpia, que contrasta con la crudeza de las letras, que Win nos receta en esa magnífica melodía en vaivenes. Y líricamente es otra de las mejores del disco. Los versos comienzan siendo descriptivos de ese regreso al viejo suburbio de la infancia, pero de pronto nos sale con joyas como “This time's so strange, They built it to change”. Y luego habla de esa guerra contra los suburbios… no sé culturalmente como sea en USA y Canadá. En Latinoamérica, o al menos en México, los suburbios solían ser más bien de gente pobre que no podía costearse una casa más al centro. Últimamente han ido apareciendo cotos semirresidenciales para clases medias en las afueras. Supongo que es a lo que se refiere WIn. Una “Guerra” de los citadinas contra los suburbios, con tal de incorporarlos, de tragárselos, de hacerles olvidar esa vida tranquila y sin prisas: “And my old friends, we were so different then, Before your war against the suburbs began”. Y los suburbios que antes parecían lejanos, quedan convertidos en colonias dentro de la ciudad, incorporado  al tráfico, las prisas, los centros comerciales. “And now the music divides, Us into tribes” Nunca cómo ahora es tan cierto eso de “Dime qué escuchas y te diré quién eres”. El mismo Indie tiene tantas subdivisiones ya!. Continuamos con ese viaje: “And my old friends, I can remember when, You cut your hair,  I never saw you again”. Win usa el símbolo del cabello como una metáfora a crecer, dejar la rebeldía de la juventud, unirse al sistema. Al minuto 2 la canción parece cambiar por completo, con un tono más vivaracho, y WIn cantando el estribillo: “I've been living in the shadows of your song”. Después regresamos a la secuencia inicial semifolk: “They keep erasing all the streets we grew up in”. Al 3:15 la canción queda como en suspenso, Jara le da toda la vuelta a su batería, y hace un cambio dramático de ritmo. Los arpegios se aceleran, toda la banda se incorpora para una sensación apocalíptica y un coro celestial en la coda desgarradora: “All my old friends, they don't know me now”, que de nueva cuenta queda a medias en su última repetición.

Luego está “Month of May”, que sorprende al ser prácticamente un tema Punk, con un punteo rapidísimo y un fraseo bravo. Es la banda más cruda, sin los arreglos orquestales psicodélicos. Un gran despliegue de energía, aunque sin descuidar los detalles atmosféricos, como el teclado del final, que da un twist extraño. Me gusta en particular la parte en que se queda la batería sosteniendo la rola al 1:40 o el falso final al 2:30, para regresar con el imparable beat. La letra es quizá la más impenetrable. Hay dos explicaciones que me parecen las más convincentes. Una es la psiquiátrica que dice que el mes de Mayo es el de mayor tasa de suicidios en  USA y se supone que a esto se referiría la canción: “Month of May, everybody's in love, Then the city was hit from above”. La otra versión es sobre Montreal y los tremendos vientos de Mayo, cuando comienza a entrar la primavera y se desquicia la ciudad. Yo me voy más por una tercera, y es que se trata de alguna cuestión personal de Win o Régine que sólo ellos saben y se deben de estar burlando de los que tratamos de decifrarla.

Sigue “Wasted Hours”, que se liga a la anterior nuevamente con el teclado. Ésta vez hacen un giro radical hacia un ritmo acústico y relajado, haciendo un suave guitarreo, regresando a la influencia Folk minimalista. La melodía es encantadora, llena de ganchos, con Lalala´s de Régine. De pronto paran casi por completo en el estribillo, quedando sólo la voz y un tecladito al fondo, para luego regresar el ritmo lúdico y campirano. La letra retoma la niñez, la forma en que se iban las horas rápido jugando, “No haciendo nada”. Es curioso cómo de niños no anhelamos otra cosa que crecer, y cuando crecemos nos damos cuenta de que nunca tendremos de Nuevo esas toneladas de tiempo para “desperdiciar”. Luego, otro de esos versos épicos: “First they built the road, then they built the town, That's why we're still driving around and around”. Butler canta de manera emocional, sobre todo en los estribillos casi a capella, llegando a un agudo que parece que se va a romper. Después, el regreso a los suburbios que se han consumido: “Wishing you were anywhere but here, You watch the life you're living disappear, And now I see we're still kids in buses, Longing to be free”. Muchos la consideran una pieza desechable y que repite líricamente otras canciones. A mi me encanta ese tono relajado y nostálgico, y ese teclado brillante al fondo que discretamente da unidad a toda la canción. Además de que la letra es de las sobresalientes.

Con “Deep Blue” retoman el aire más rockero, aguerrido y agridulce. Un beat machacón con guitarra-bajo-batería, al que después se une un piano en contrapunto. Win canta casi en falsetto, y lanza otra bofetada justo antes de que entre el teclado: “Standing under night sky, Tomorrow means nothing”. En esta canción lo genial es que el estribillo es un “La la la, la la, la lá”, que canta recordando una melodía difuminada de la niñez, de ésas que se recuerdan como un vestigio de sombra. Win la recuerda como: “I heard a song from the speaker of a passing car, And prayed to a dying star” por las fechas en que era un niño, sera Video Killed The Radio Star? Luego critica cómo nos hemos computarizado: “We watched the end of the century, Compressed on a tiny screen” o “Put the laptop down for a while, In the night there is something wild”. Las computadoras “ven a través de nosotros”, e incluso le ganan a nuestros campeones de ajedrez, haciendo referencia a Deep Blue, la computadora que le ganó a Kasparov en 1996. Nunca lo vimos venir. Hoy pasamos más tiempo en la computadora que al aire libre. Socializamos por computadora, chateamos por celulares, dependemos de la tecnología para sentirnos de algún modo conectados al mundo. Un mundo virtual. Y de mientras, el sol se desperdicia allá afuera… Un tema dramático, musical y líricamente, con un sencillo pero efectivo requinto al 2:40 que inicia el crescendo para la coda.

El disco sigue creciendo con “We Used To Wait”, una obra maestra que sumariza la esencia del disco. Arranca con un piano urgente en estacato y la batería a contratiempo. Luego la compleja melodía vocal de Win, intoxicante, con esos juegos métricos que vuelven tan adictivas las canciones, cantando con una especie de desolación que conmueve. La instrumentación se va agregando de poco y entramos a ese gran puente, lleno de suspenso, con algo oscuro detrás. Platillazos eventuales, una tremenda línea de bajo. Cada instrumento parece ir por su cuenta, pero confluyen de manera mágica. Al 1:50 la banda se queda en un solo tono llevado por el piano, va creciendo, aumentando la tensión cada segundo, hasta que revienta en ese coro perfecto, con el “Uhhhh” en falsetto y luego el estribillo repetido por Régine y los teclados aflautados de fondo. Una preciosidad. Al 3:50 es el bajo de Tim Kingsbury el que se queda sosteniendo la rola mientras la batería queda sólo con el bombo. Aquí se puede notar como Win se encarga por sí mismo de agregar tensión, hasta que entra el teclado psicodélico y los platillos d el batería para un crescendo que se difumina hasta quedar sólo el stacatto tintineando un breve instante.  Por si no fuera suficientemente genial, la letra es una joya. “I used to write letters, I used to sign my name, I used to sleep at night, Before the flashing light settled deep in my brain”. Algo tan simple y que pasa desapercibido. Solía escribir, YO solía escribir cuadernos enteros, cuentos, poemas cartas. Quizá no lo sepan, en 1999 me fui a la Sierra Tarahumara y fui maestro de tercero de Primaria en un albergue indígena. La única forma de comunicarme con mi familia y mi entonces novia, era por carta. Uno tenía que dejar el lama, pero a la vez ser breve. Pasaban semanas. Uno tenía que esperar. Esperaba las de mi novia con más ansia que otras. Esperaba y esperaba. Hasta que dejaron de llegar… A nuestra generación fue a la última que le toco esperar por algo. Para el tiempo en que conocí a mi esposa, en 2004, la tecnología ya lo había consumido todo. Hotmail, Messenger, todo era instantáneo. Con ella tuvimos que obligarnos a escribirnos y dejarnos notas, pero era porque queríamos, no porque fuera necesario. Es increíble como Butler logra resumirlo tan bien. Como un detalle tan nimio como la cuasi extinción de la correspondencia es un símbolo de que hay algo mal. Nos estamos deshumanizando. Más rápido, más efectivo, más calidad. Al cliente lo que pida… es realmente eso lo que el cliente pide? Donde quedó lo artesanal? Qué sigue? Extinguir los libros? La gente está hoy en día más preocupada por publicar su status en FB diciendo donde está, y se olvidan de disfrutar el momento! En el Puente, casi a capella, Win dice “Now our lives are changing fast, Hope that something pure can last”. Ese “Sometime it never came” tampoco es de gratis. A mi me ocurrió. Las cartas dejaron de llegar. Ya no estamos acostumbrados a lidiar con la frustración. Somos una generación que obtiene lo que quiere. La canción explota hacia el final y Butler grita: “Now we're screaming, sing the chorus again!”. Es impactante realmente como algo tan simple describe la situación en la que estamos. Y por supuesto que me identifico, no sólo porque escribía en papel, sino porque ahora casi todo lo hago en un teclado. Y eso es más bien triste… Sobra decir que es mi canción favorita del disco, y una sería contendiente a mi favorita de la banda. Una verdadera joya devastadora de nuestro tiempo.

“Sprawl I (Flatland)” es un temita dramático a cual más, con una guitarra tristeando arpegios, y los sintetizadores realzando ese ambiente desolador, casi fúnebre. Win recita, actúa, más que cantar la letra. Me recuerda algo de Roger Waters, no sé si del The Wall o del Final Cut. Drama hecho música. La letra sobre los chicos, ya un poco mayores, tratando de encontrar la casa en que crecieron. Todo está muy cambiado, y no encuentran la casa, no ven los números. Tampoco ubican los lugares en los que jugaban. Se les hace de noche y una patrulla los detiene para preguntarles si saben la hora, y en donde viven. La respuesta en las dos últimas líneas valen la canción entera. No es de mis favoritas, pero esa respuesta es increíble, y en cierta forma sirve de intro para la segunda parte.

Después llega “Sprawl II (Mountains Beyond Mountains)”, que es como el otro lado de la moneda, o de la luna. Brillante, con un beat disco derrochando optimismo, con ese sintetizador que guía (de manera sorpresiva) toda la canción. Eso y la voz cristalina de Régine me recuerda inevitablemente “Heart of Glass” de Blondie. Es una canción bellísima, con matices pop, pero algo en los platillazos, en el ambiente nocturno y de neón de los teclados, le da un aire artsy, sublime. Chassagne, igual que Butler, sabe manejar los tiempos de la canción y eleva y baja la intensidad a placer, en puntos susurrando, en otros casi gritando. La letra es conmovedora, una adolescente que se niega a dejar los últimos vestigios de inocencia: “They heard me singing and they told me to stop, Quit these pretentious things and just punch the clock”. Y las presiones de seguir la corriente, los estándares sociales, tener novio: “'Cause on the surface the city lights shine, They're calling at me, come and find your kind”, terminando ese verso con “I need the darkness, someone please cut the lights”, hacienda referencia a los Half Lights. Luego otro de esas estrofas nostálgicas y entrañables: “We rode our bikes to the nearest park, Sat under the swings and kissed in the dark, We shield our eyes from the police lights, We run away, but we don't know why”. En el estribillo, aún más melodic y pegajoso, canta “Dead shopping malls rise like mountains beyond mountains, And there's no end in sight”. Esta es otra sutileza. El hecho de que haya tantos centros comerciales en las ciudades no es más que otro síntoma del consumismo en que hemos caído, y quien la paga es la naturaleza. Las montañas son remplazadas por edificios. Los árboles por calles y concreto. Al minuto 3 la canción queda en vilo y aumentan un tono, haciendo que Régine suene más furiosa “Sometimes I wonder if the world's so small, Can we ever get away from the sprawl?” Hay algún escape? La canción vuelve a quedar en suspenso con esos sonidos como láser, ráfagas de guitarra con platillazos, y esa aura magnifiscente que deja claro que Arcade Fire son unos maestros incluso en el pop, para un cierre majestuoso.

El decimosexto track es un reprise del tema titular. “The Suburbs (continued)” es una canción minimalista, apenas unos violines repitiendo la figura. Win susurra casi resignado los primeros versos y el coro, al borde del llanto. “If I could have it back, All the time that we wasted, I'd only waste it again…”, cerrando el efecto circular del disco.

Una verdadera joya de nuestro tiempo. Arcade Fire se las ingenia para hacer un álbum que combina una gran simpleza estructural con un complejísimo arreglo instrumental. Hay cierto mood agridulce que une todas las canciones, pero generalmente van alternando canciones más rockeras (y hasta punks) con baladas orquestadas o con matices Folk. Las melodías vocales de Butler son exquisitas, y esas excentricidades con la métrica hacen que las canciones se sientan como entes vivos, impredecibles. Logran un balance estupendo, haciendo que el disco fluya naturalmente, sin cansar, y de hecho crea adicción en la búsqueda de más y más matices. No es un disco que se pueda capturar en las primeras escuchas, es decir, no es complejo, es de muy fácil escucha y lo puedes oír mil veces sin cansarte, pero necesita irse filtrando de a poco para alcanzar su verdadera profundidad, esa perfecta conjunción entre letra y música. Yo me sigo sorprendiendo con cada escucha. Le podríamos buscar defectos. Podríamos decir que los 64 minutos son un poco demasiado, que algunos temas se pudieron recortar o dejar como lados B. Eso y que no cambian radicalmente su sonido, no es tampoco muy distinto a los previos. Pero no tengo ganas de quejarme. Para mi es una obra redonda, en el que lo importante no es que haya canciones despampanantes, con solos o un despliegue instrumental que te tumbe del asiento… sino la perfecta compenetración de la banda para hacer un reflejo desolador de nuestra época, de la forma más contundente posible: a través de los ojos de unos chicos a los que les es imposible encontrar su lugar en el mundo. No es pues cada fragmento, sino la unidad, el disco entero lo que importa, y en ese sentido me recuerda el “Selling England By The Pound”. El Funeral me parece superior por la emotividad, fuerza y temas que toca, pero este es un mejor reflejo de nuestra época, y el que definiría esa transición de los dosmiles a los dosmildieces (o cómo se diga), y que además, sin ser sermoneador, invita a reflexionar, y por lo tanto a actuar. Como decía, uno de esos discos que seguirán dando de qué hablar en un par de generaciones. Un Must Have.

 

P.D. El reto viene ahora para el cuarto disco… Sorprenderán con algo nuevo? Se mantendrán? Irán a la baja o se volverán leyendas? 

Por Corvan  

4/Ene/2013 

 

 

Letras de El Traductor de Rock 

 

 

Si el C-Box no te permite agregar comentarios, haz click AQUÍ

bottom of page