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INVENTARIO (Joaquín Sabina 1978)

Artista: Joaquín Sabina (B)
Fecha de Grabación: 1976 - 1978
Fecha de Lanzamiento: 1978
Discográfica: Fonomusic
Productor: Gustavo Ramudo
Calificación: 
4

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Categoría: Trova y Cantautores (1970-???)

Mejor Canción: 1968

Canciones: 1) Inventario; 2) Tratado de Impaciencia; 3) Tango del Quinielista; 4) 1968; 5) 40 Orsett Terrace; 6) Romance de la Gentil Dama y el Rústico Pastor; 7) Donde Dijeron Digo Decid Diego; 8) Canción Para las Manos de un Soldado; 9) Palabras Como Cuerpos; 10) Mi Vecino de Arriba.

 

Ok, teníamos que empezar por algún lado con el Flaco Sabina, no? No hubiera sido justo saltarnos este LP o irnos directo a los discazos que lanzó en los 90’s solo porque éste es bastante... erhhh… diferente? Jaja, bueno, sólo por decirlo de algún modo. Así que “principiemos” por el principio (sic) con la discografía de Sabina si alguna vez queremos tenerla completa.

Debo decir que le he ido tomando gusto con el tiempo, pero de ninguna manera se puede considerar este un gran disco o siquiera uno representativo del Flaco. En todos los sentidos es muy lejano al tono perfecto y arrabalero al que nos tiene acostumbrados. Empezando por la música, no sé si por el productor, ya que el sonido no tiene nada que ver. Parecen arreglos y orquestaciones más propias de un Julio Iglesias, o de Raphael o de Serrat o de alguien que quisiera a entrar a la OTI (jajajajajaja, se acuerda alguien de la OTI????) y no le favorecen mucho a Sabina. Se extraña sobremanera a Pancho Varona y a García de Diego, pero aún falta bastante para que se de esta sociedad magistral que colocó algunos de los mejores discos en español 10 años después de esta entrega. Aquí es Sabina y su alma y su inexperiencia (musical), con algunos de los mejores versos que escribió en Londres. Y realmente el mérito de este disco es lírico, tiene algunas buenas letras, distintas en estilo, pero donde se nota una tremenda influencia barroca. Otro de los puntos negativos es que aquí Sabina exagera en sus listas cargadas de imágenes y que atiborran las canciones. Qué título tan acertado el de “Inventario”, pero además de la canción que da nombre al disco, usa el mismo recurso en “1968”, “Donde Dijeron Digo…” y en “Palabras Como Cuerpos”, donde satura de imágenes y juegos líricos que terminan siendo muy cansados. Esta terminará siendo una marca sabiniana, pero aún falta por pulir, y sus largas enumeraciones solo logran un éxito total en “1968”.

Cabe mencionar que ésta es la obra de Sabina con mayor carga política directa, de la cual se alejará tremendamente en obras posteriores, por lo que es una curiosidad que vale la pena darle al menos una escuchada para oír a Joaquín con su lengua filosa y su cinismo (aún por perfeccionar) hablando de soldados, de políticos, y del mundo estallando en pleno 1968. Por otro lado, también hay letras verdaderamente estúpidas, como “Tango del Quinielista” o “Mi Vecino de Arriba”, donde intenta hacer retratos anecdóticos y divertidos, pero se a años luz de los monumentos al descaro que nos entregará más tarde.

La música pues, muchas veces parece encajada con calzador, y se pierde mucho del contenido lírico al forzar las letras a una música que no le queda. Los versos en su mayoría fueron escritos por Sabina mientras estaba en Londres, y que componía un cuaderno llamado “Memorias del Exilio” por lo que no sorprende su fuerte carga de crítica social, y es una lástima que no haya seguido haciendo algunas letras en este mismo tono. En fin, el mismo Joaquín Sabina pagó de su bolsillo para hacer la primer edición de 1,000 ejemplares. También él mismo acepta en el libro “En Carne Viva” que fue un debut muy forzado ya que por los tiempos, le era urgente tener cualquier cosa editada para comenzar a hacerse un nombre de vuelta en España y que no le gusta mucho hoy día. Qué bueno Joaquín, porque francamente, a nosotros tampoco. Cosas de la vida, hoy los 1,000 discos originales de esa primera edición, pagada con sudor y sangre por su autor, valen oro.

 

El disco abre con “Inventario” que tiene un arreglito muy mono de piano y es de los cortes más o menos decentes. Es una de las interminables listas que hace, saturada de imágenes líricas y juegos de palabras. Me parece sobrecargada, y que el fraseo y la música colaboran con que termine siendo un tanto cansada. Pero aquí hay algo, aquí está esa larva del Sabina que más adelante usará esta misma fórmula con total maestría para hacer “Contigo”, “Todos Menos Tú” o “La Del Pirata Cojo”.

En “Tratado de Impaciencia” encontramos algunos indicios del Sabina impúdico, arrabalero, juguetón, y que nos sorprende (o al menos aquí lo intenta) con giros en los finales de las canciones. Le falta para su mejor nivel, y la música nuevamente parece no encajar salvo en la pequeña intro, pero es un buen intento. Creo que esta canción, con algunos arreglos de Panchito y de García de Diego, y agregándole su voz rasposa actual, podría lucir bastante en alguno que otro concierto.

Después viene “Tango del Quinielista”, que es una de las letras más estúpidas que le he escuchado a Sabina. Empieza con El Flaco recitando las siguientes líneas: “Esta es la historia de un hombre cualquiera / que una tarde marchita de domingo / pegado al transistor, sufre / y espera a que den el resultado del partido”. Lo demás es peor. Joaquín no domina el tango aún. Nunca lo hará pero tendrá mucho mejores intentos que éste; y en cuanto a letras, desespera que el tipo se la pase todo el día arruinándose la vida porque su equipo perdió. Catastrófico realmente. AAAAAAAAAAAAAAHRG!

Después de una de las peores canciones de todo el catálogo de Sabina, viene la rola que vale 4 de los 5 puntos de este disco, una gran canción que pudo ser un clásico si el propio autor no hubiera tenido miedo a interpretarla una vez que brincó a la fama. Se trata de "1968". La música sigue siendo horrible, parece un chango de esos que tocan un organillo en las calles intentando hacer una atmósfera afrancesada, pero resultando más bien carnavalesca y barata. Pero por otro lado, la letra es quizá la más comprometida, cruda y aguerrida de toda la discografía de Sabina, sin dar rodeos y logrando imágenes cargadas de poesía. La primera parte es en excelso retrato del ambiente cultural mundial en 1968. Haciendo mención de Sartre, Dylan, resumiéndolo en estos versos que cierran la primera mitad: “La poesía salió a la calle / reconocimos nuestros rostros / supimos que todo es posible / en 1968”. Después de esto hay un cambio de tono en la música y un giro político en las letras resultando en algunos de los mejores versos de Sabina: “Pero no pudimos reinventar la historia / mascaba la muerte chicle en Vietnam / Pisaban los tanques las flores de Praga / En México lindo tiraban a dar / mientras El Ché cavaba su tumba en Bolivia / Cantaba Massiel en Eurovisión…” me encanta. Simplemente me encanta. Lástima que no siguiera a este tono acusador y afilado.

La quinta canción es “40 Orsett Terrace”, una canción vertiginosa de apenas 1:30 de duración y en donde Sabina hace gala de su endiablado fraseo imposible de seguir. Es otra de las canciones en que hace una lista enorme de acciones que va realizando a lo largo del día, presumiblemente en su cuartito de exilio en Londres, y al final hace un giro cuando le entra la melancolía y revela a su susodicha que ya no puede pensar y la desea, la deseEEaAAAAaaaaa… La deseaaaaaaaAAA. Lo mejor quizá es la duración y la entrada circense.

La siguiente canción es “Romance de la Gentil Dama y el Rústico Pastor”. En su defensa tenemos que la letra es un poema medieval anónimo. En su contra tenemos todo lo demás. Francamente Sabina pudo hacer un mejor homenaje a las letras españolas, escoger algo de Quevedo, o algo más ad hoc que un poema pastoril en el que la pastora se le ofrece a un “villano vil” que busca mil excusas para rechazarla y mandarla a dormir con su “ganadico”. La música suena a una copia barata de canción de Joan Manuel Serrat, intentando sonar trovadoresca (trovadoresca de trova medieval, no de trova cubana), pero resultando tan catastrófica que ni su rabioso fraseo le alcanza para que algunos acentos y algunas métricas no alcancen a encajar con los tiempos de la música. A Sabina no lo exiliaron de España por poner bombas Molotov en un banco, lo exiliaron de antemano por canciones como esta, y quizá debieron fusilarlo. Ya tendría tiempo de reivindicarse durante todos los 90’s, pero esta canción es un adefesio casi imposible de perdonar.

El séptimo corte es “Donde Dijeron Digo Decid Diego”, otra canción de las mas decentitas. La letra sigue estando forzada, pero al menos el arpegio y el efecto de clavicordio de la guitarra da un aura melancólica que funciona en partes. La letra, a pesar de ser otro de los poemas-lista, está en general bien construido. Surgen también aquí algunos destellos del descaro sexual de Sabina, aunque apenas son tímidos asomos. No es un clásico de clásicos, pero creo que es bastante escuchable.

Seguimos con “Canción Para las Manos de un Soldado” es otra canción con música horrible. Debe haber un consenso universal en que la música “serratiana” sólo le queda bien a Serrat y cualquier intento de copia es más bien patético. Sobre todo con ese inicio de guerra de independencia de las trece colonias británicas. Sin embargo la letra es buena. Soneto? No sé, me da hueva contar las sílabas y versos, pero en ésta época Sabina estaba muy influenciado por la poesía del periodo barroco. Poniendo eso a un lado, es una incisiva crítica social a las clases políticas que terminan dejando en la miseria y desempleo a sus pueblos, obligando a la gente a emigrar y criticando igualmente el choque de los soldados que regresan de ser carne de cañón y no pueden readaptarse a la vida civil. Nunca Joaquín nos volverá a regalar letras tan directas como esta.

La décima es “Palabras Como Cuerpos”, otra balada bastante decente tanto en música como letra, pero que a estas alturas resulta un poco excesiva dentro del disco por ser otra innumerable enumeración. Mezclando un tono de reproche, desesperanza, un dejo de acusación social mezclada con un erotismo muy sutil. Sus próximas canciones políticas serán más en este tono, pero aún más disfrazadas y matizadas, apenas perceptibles dentro de su disfraz.

“Mi Vecino de Arriba” cierra este feo debut del Flaco. Es, francamente, una de las peores composiciones jamás escritas por Sabina, y esta vez no tiene la excusa de intentar honrar a un anónimo medieval. Una armonía enfadosa y carente de imaginación. La letra pretende ser una divertida crítica en el que hay algo de ataque a su padre y a gente a quien no soportaba, pero se va convirtiendo en una letanía que se le escapa de las manos y termina siendo insultante, misógina, aburrida y repetitiva. No tengo nada en contra del misoginismo de Sabina, que generalmente es delicioso, pero aquí pierde toda estética y se vuelve vulgar e innecesario. Realmente un cierre patético.

 

Lo mejor de este disco es que pocas veces en la historia se ha visto que un artista se recupere de un debut tan nefasto para convertirse en un referente obligado. Vaya, ni Bob Dylan empezó tan mal. Pero por otro lado, este es el único lugar donde vamos a encontrar tanta carga de politización en un álbum de Sabina, y no lo hace mal; de hecho es lo poco que salva este disco. En fin, si queremos completar la discografía de Joaquín Sabina, aunque nos tardemos 10 años, teníamos que iniciar por aquí, y el hecho de que lo admire tanto no quiere decir que le voy a regalar un 10 ni a dar piropos que no se merece. ya vendrán sus múltiples dieces. Por otro lado es bastante chistoso escucharlo sin su voz “llena de arrugas” como él mismo dice. Aquí canta limpiamente y lleno de juventud. No bonito, Sabina nunca ha cantado bonito, pero ese es parte de su encanto y ya hay algo de ese estilo que perfeccionará para hacer sus obras maestras en el futuro.

Bajen este disco SI Y SÓLO SI son fans rabiosos del Flaco y no pueden evitar tener absolutamente todo lo que ha lanzado al mercado, O si son masoquistas que disfrutan de shocks eléctricos en %&))=$"#.

 

 

Por Corvan 

4/Mar/2009

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