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A NIGHT AT THE OPERA (Queen, 1975)

Artista: Queen (C+)
Fecha de Grabación: Ago - Nov ’75
Fecha de Lanzamiento: 21 de Noviembre de 1975, UK
Discográfica: EMI / Parlophone
Productor: Queen, Roy Thomas Baker
Calificación: 
9.5 (MUST HAVE, DISCO ICÓNICO) 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Era: La Gran Transición (1970-1980+)

Género: Art Rock

Mejor Canción: Bromean? 

Canciones: 1) Death On Two Legs; 2) Lazing On A Sunday Afternoon; 3) I'm In Love With My Car; 4) You're My Best Friend; 5) '39; 6) Sweet Lady; 7) Seaside Rendevouz; 8) The Prophet's Song; 9) Love Of My Life; 10) Good Company; 11) Bohemian Rhapsody; 12) God Save The Queen.
 

Me gusta pensar en este disco como un equivalente al White Album, por la enorme variedad de géneros, ese aire retro de los 40’s, y por el sentido del humor que le imprimen. El A Night At The Opera trae a saber una apertura con tintes clásicos que de repente explota en un cuasi metal ardidísimo y feroz con “Death On Two Legs”; Music Hall británico en “Sunday Afternoon”, una especie de hardrock stephenkingiano en “I’m In Love With My Car”; una balada pop a medio tiempo con base de teclado eléctrico en “You’re My Best Friend”; una balada acústica en “39”; un rocker muy movido con “Sweet Lady”;  un divertidísimo ragtime con “Seaside Rendevouz”, un oscuro e impresionante primer ensayo operístico-progresivo con “The Prophet's Song”, Una resquebrajadora balada en base piano con “Love Of My Life”, Trad-Jazz con los tritonos de May en “Good Company”, el sublime y majestuoso collage operístico épico-broadwayesco que constituye “Bohemian Rhapsody” y finalmente el cierre  May-quiere-ser-jimmy-hendrix con “God Save the Queen”. Nomás nos falta un reggae o ska. Por lo demás hay de todo en apenas 12 temas, desde pateatraseros, baladas candidatas a la-canción-más-bonita-del-mundo, hasta complejísimas, sobreproducidas  e imposibles de tocar en vivo odas al Rock Ópera.

Después de 2 discos que fueron una mezcla de Metal y Progresivo y que fracasaron comercialmente, la banda por fin comenzó a acercarse a su sonido definitivo con el Sheer Heart Attack. Con 3 discos, apenas tenían una canción de éxito, “Killer Queen”, que había sido un trancazo en todo el mundo, y la banda ya era considerada entre las estrellas o grupos de élite, pero lo cierto es que estaban cerca de la ruina. Las ventas del sencillo no les daban para cubrir sus gastos, y por si fuera poco, su manager Norman Sheffield los había dejado casi en la calle. Exhaustos y con la moral baja después de la gira del Sheer Heart Attack, se dieron unas vacaciones en 1975 y cada quien agarró su rumbo. Regresaron en mayo a Londres, donde comenzaron a planear su siguiente disco, buscar nuevo representante, quien finalmente resultó John Reid y se metieron a grabar en Agosto. John Reid fue el polo opuesto de Sheffield. Desde un inicio se preocupó por la banda, la motivó, y se encargó de negociar  un presupuesto inconmensurable de EMI para la producción del disco, que resultó ser el más caro hasta esa fecha, superando incluso al Sgt. Peppers o al Dark Side Of the Moon. Con un presupuesto prácticamente ilimitado, el buen resultado no es raro, sino el hecho de que se lo hayan dado a un grupo que hasta el momento no había pasado de ser una brillante promesa, pero aún sin éxito comercial. La apuesta, pues, le resultó a todo mundo.

Una de las razones por las cuales se inflaron los costos, fue por la cantidad de estudios que utilizaron. A saber, el A Night In The Opera fue grabado en el Elstree de Hertfordshire, en los Rockfield de Gales, los Olympic, Sarm, Scorpio y Lansdowne de Londres y la sala de conciertos Roundhouse. Se supone que con eso podían estar grabando cada quien su rollo sin molestarse en absoluto, y sin tener que esperar a los demás. Además se supone que cada estudio tenía características que realzaban alguna parte de la grabación, uno para las voces, otro para la batería, y así. La apuesta del grupo fue tal, que después reconocerían haber comentado que si el disco no pegaba, Queen se hubiera desbaratado.

El resultado es notable. La banda logró por fin conjugar todos los puntos fuertes de sus discos previos: Rock pop pegajoso, un sentido del humor muy inteligente y muy británico, y las impresionantísimas armonías vocales. No es un disco conceptual, pero las 12 canciones mantienen una atmósfera muy cohesiva, muy retro, de los 30’s o 40’s. Las melodías son en su mayoría deliciosas, y la influencia pop se nota ya incluso en los temas más violentos. Ahora, se dice que es un disco sobreproducido, extremadamente complejo y demás. Ciertamente tuvo un presupuesto inmenso, pero no todas las canciones tienen esa complejidad cuasiprogresiva. Claro que tenemos “The Prophet Song” y “Bohemian Rhapsody” que tuvieron tantos trucos de estudio y sobreposición de pistas vocales que eran imposibles de reproducir en vivo, pero tenemos también canciones minimalistas como “Love of My Life”, “’39”, o “God Save the Queen”, cada una interpretada básicamente con un instrumento. Hay canciones complejas, pero no todas lo son. La banda simplemente se puso las pilas, apostaron todo lo que les quedaba y se metieron al estudio en su mejor momento creativo. Y musical! Freddie ya domina plenamente su voz, se vuelve con ella comandante en jefe, liderando con sus entonaciones, su enorme rango y con su carisma. Brian ya es dueño también de un estilo muy característico, con ese tritono que logra salir en la mayoría de las canciones. No sé si sea un virtuoso, al menos no lo es al nivel de Page o Clapton, pero es un gran guitarrista y aquí está también ya cerca de su máximo nivel. John Deacon está muy infravalorado como bajista, aquí hace algunas líneas muy buenas, como en “Death On Two Legs”, y Taylor también tiene buenos momentos, además de alcanzar con su voz la nota más alta en el clímax de “Bohemian Rhapsody”. Cada quien aporta al menos un tema, aunque es Freddie quien acapara la autoría de la mayoría de las rolas. Pero da nota del buen momento colectivo y creativo, ya que las aportaciones de Roger y John no son malas en absoluto.

Las letras son bobas, como la mayoría de las de Queen, pero eso no quita la grandeza musical del álbum. El título lo tomaron de una de las películas más famosas de los hermanos Marx, al igual que el álbum que seguiría, el A Day At The Races. La portada es blanca, con el logo de Queen con el cisne y los 2 leones al centro… Aunque todo mundo lo sigue confundiendo con el de Queen II, el cual tiene los rostros de los 4 integrantes difuminándose en la oscuridad. Quizá porque el video de “Bohemian Rhapsody” inicia con este mismo concepto, pero es una señal de que casi todos los que hablan maravillas de este disco rara vez lo han escuchado completo, y se van más con la finta del Opus Magnum que constituye “Bohemian”.

 

El disco abre con “Death On Two Legs (Dedicated To…)”, la cual abre con un raro y rapidísimo arpegio de piano, que se desvanece para dar entrada a una oscura y amenazadora intro discordante al :20, con 2 capas de guitarras distorsionadas que parece que van a estallar, pero de pronto callan todo para dar entrada a la figura de piano con el que ahora si abre en forma la canción. Este es un tema violentísimo, muy poderoso, rozando los límites del metal e incorporando el sonido operístico en las voces para un resultado magnífico y único. La manera en que se van respondiendo en la sección media simplemente deja sin aliento. La melodía también es exquisita, con un gran detallado por parte de Freddie, y cuidando esas escalas, como cuando sale un Freddie para que entre otro de inmediato, y luego todos a coro, y es una verdadera pirotecnia vocal combinada con una guitarra potentísima, con resultados apocalípticos y negros en serio. No necesitan morder murciélagos para sonar amenazantes. Y es que la banda estaba verdaderamente encabronada al hacer esta canción. Quizá sea una de las rolas más ardidas de la historia, junto con “How Do You Sleep” de Lennon y “One” de U2 (que los idiotas siguen dedicando a sus novias e incluso bailando en sus bodas!!!!), ya que estaba dedicada a su exmanager Norman Sheffield, quien los estafó y dejó en ruinas. Así que el encabronamiento de Mercury al cantar es real. Y las letras ponzoñosas también son totalmente sinceras. No incluyeron el nombre de su ex manager en el título para evitar líos legales, pero el mismo se descubrió al tratar de demandarlos cuando salió el disco. Obviamente su demanda no procedió, y Queen completó su venganza cuando el mismo tipo se autodescubrió en la dedicatoria. Jajajaja! Al 2:20 tenemos un buen solo de May, quizá no muy técnico, pero igualmente sucio y poderoso, como el resto de la rola. Una canción impresionante, que abre el álbum con una energía aplastante; si no estuviera “Bohemian”, sería la mejor del disco.

Luego Freddie cambia de canal y de mood para un numerito muy mono de Music Hall,"Lazing In A Sunday Afternoon". Es de los temitas menores, dura apenas poco más de un minuto, pero es endiabladamente pegajoso y tierno, y es una muestra que incluso en los supuestos rellenos, ponían una meticulosidad endiablada. Freddie hace casi todo, desde el pianito hasta todas las voces que se oyen, exepto claro el requinto del final, que aunque es breve, tiene ese sello distintivo de May. El efecto raro de la voz principal es porque grabaron la pista vocal, y luego la reprodujeron en unos audífonos dentro de un cesto de basura, regrabándolo con el efecto de eco encerrado que tiene la toma final. Un temita inofensivo, pero encantador e irresistible.

Luego tenemos el polémico tema de cada disco de Taylor. En realidad “I’m In Love With My Car” es quizá su mejor canción. Al menos con Queen, la verdad no he tenido valor suficiente para oír sus discos solistas, jajaja. La cuestión es que cuando Taylor comenzó a hacer la maqueta de la canción por su cuenta, Brian pensó primero que era una broma. Cuando vio que iba en serio, pensó que se había vuelto loco. Después hablaron con Roger para ver si posiblemente necesitaría ir a terapia, o si las drogas lo estaban enajenando, y Taylor les aclaró que no era una oda a “Christine” de Stephen King, sino que estaba basada en Jonathan Harris, un corredor de autos cuyo amor de su vida era un Triumph TR4. Algunos de los sonidos de la canción son del Alfa Romeo de Taylor, por lo que algunos sospecharon que esta explicación no era del todo cierta. Como sea, es lo mejor que jamás escribió Roger. E incluso su horrenda voz no desencaja esta vez y suena bien en el tema, agresiva y sucia. Los 3 minutos que dura no son demasiado largos. No me puedo imaginar a Freddie cantando la canción, y eso quizá sea un punto para Roger por primera vez en los 4 discos. La guitarra es lo que salva todo, y logra una atmósfera tosca y saturada que hace que la voz suene bien. Muchas capas de guitarra, con mucha distorsión y delay, buenos arreglos y veloces solos a lo largo de la canción. El mismo Roger hace algunos buenos redobles recorriendo todos sus tambores.

Después viene “You’re My Best Friend”, una linda composición de John Deacon, quien aprovecha para lucirse durante la canción con una muy buena línea y escalas rápidas. Pero lo que más luce es ese piano eléctrico, que le da forma a la canción con sus sonidos acuosos y sostenidos.  De hecho, Deacon mismo es quien toca el piano, relegando a Freddie de “su” instrumento, y sobreponiendo después el bajo en estudio. En las versiones en vivo, es la única canción en la que John no toca las 4 cuerdas. La melodía es hermosa, y las letras son sentidas y sinceras, dedicadas por John a su esposa, Veronica Tetzlaff. Brian se incorpora con su peculiar tritono en los versos medios y hace un requinto simple pero memorable al minuto 2. Y finalmente todos en conjunto aportan con esos coros tan “Singalong” que convirtieron a esta canción en un clásico. Roger suena bien, haciendo que la canción arranque con un redoble cada que parece que se va a detener. Imposible no tararearla, imposible no sonreír al oírla.

Enseguida está “’39”, una balada acústica de Brian que el mismo May canta. Lo que pasa es que tiene un timbre muy agudo que se parece mucho al de Freddie, pero poniendo algo de atención se percibe la diferencia en rango y modulación. La canción es hermosa, con una buena melodía, casi tierna, con toques folk y country, sin ser oscura y sin ser una canción feliz. Al 3:17, hay un falso final, pero la guitarra regresa para unos rasgueos más antes del verdadero fin. La letra es muy rara, sobre un grupo de viajeros especiales que se van un año y regresan, pero por el efecto de la relatividad, lo que para ellos fue un año, en la tierra fueron 100 años y todos sus seres queridos han muerto. El título se supone que es porque el viaje inicia en 1939, pero como curiosidad, si empiezan a contar las canciones de Queen en sus 4 discos en orden, a partir de “Keep Yourself Alive”, esta sería la # 39.

Continuamos con “Sweet Lady”, un rocker potente, con mucha distorsión, un tremendo riff, y nuevamente, una cantidad de ganchos vocales formidables. Esta es otra canción de Brian, aunque ahora sí la canta Freddie. La canción funciona muy bien, iniciando en un tiempo de ¾ con buenas guitarras en combinación con el bajo. Pero al 2:35 entra un puente con un cambio de tiempo y la banda suena demasiado desordenada, cada quien por su lado, con el requinto  sin encajar. Nunca he entendido qué intentaron en esta parte. Roger dice que es el fragmento más difícil que jamás grabó de batería. No es mala, pero el final es un tanto… ehrrr… desconcertante.

Luego tenemos la divertidísima "Seaside Rendezvous", un ragtime de Freddie que es imposible no seguir con el pie, si no es que uno se para a bailar tap como idiota. La melodía es contagiosa, y no importa qué tan mal humor tengas, te va a  arrancar una sonrisa en este pequeño viaje en el tiempo. A final de cuentas, esa es la única intención de la canción, divertirnos y mostrar la variedad de la banda. Como dato, la sección de “tap” que de hecho se escucha en la parte media, la hicieron Freddie y Roger con dedales en sus manos. Ellos dos se debieron divertir a mares en las secciones instrumentales, ya que no hay vientos aquí, son las voces de Mercury y Taylor haciendo un montón de sonidos y editándolos para que parezcan clarinetes, tubas, trompetas y kazoo.

La octava canción es “Prophet’s Song”, una multiparte majestuosa, oscura, con un complejísimo arreglo vocal. Sólo dios sabe cuántas pistas sobrepusieron para ese efecto coral, quizá más impresionante que la misma “Bohemian Rhapsody”. La melodía es tremenda, bombástica y en general esta es la pieza que más se acerca a los sonidos de los primeros 2 discos, con influencias progresivas, pero ensayando de manera descomunal la parte operística de las voces. Al 3:20 hay un cambio, del tema más rocker, se queda sólo Freddie y empiezan a entrar más voces en cannon, para el “Now I know” en el que también cantan Roger y Brian. Para esta sección se usaron cortes y delays en las cintas, de manera que era imposible interpretarla en vivo. La instrumentación regresa casi hasta el minuto 6, con otro riff pesado y denso. La canción es buena, pero quizá demasiado larga, con casi 8 minutos de duración. Esta es una obra de May, y se supone que está basada en una pesadilla poco después de las sesiones del Sheer Heart Attack. Complejísima canción, que según el estado de ánimo, puede ser demasiado densa y larga o una perfecta joya progresiva que nos muestra los límites experimentales de Queen.

La última nota de guitarra de “Prophet’s Song” se liga a “Love Of My Life”, una delicadísima balada de Mercury, que suena casi vulnerable en los tonos altos, donde sólo con su piano y su voz nos logra conmover casi hasta las lágrimas. La música es minimalista, pero viste perfectamente la emotividad vocal. Poco después el mismo Mercury agrega más voces de fondo para una polifonía celestial. Al 1:50 Brian agrega un arreglo de guitarra que hace las veces de arreglo de cuerdas. Al 2:20 hay otro solo de guitarra con notas sostenidas, un solo metalero que encaja de manera casi milagrosa en la balada, mientras se intercala un solo clásico de piano. La canción prende brevemente al 2:50 para cerrar con un último verso y un harpa que Brian pulso cuerda por cuerda y después unió para dar esa sensación espídica en el cierre. Una de las mejores y más conmovedoras baladas de Queen!

Enseguida está “Good Company” donde Brian de nuevo lleva el liderazgo vocal. Lo que toca es un Ukelele hawaiiano, y es lo que le da ese aire extraño a la canción. Pero la melodía es pegajosa y se combina con la letra para crea un ambiente festivo y bizarro. El mismo May va agregando sus clásicos adornos con la Red Special. Hacia el final entran arreglos de clarinete y metales para un cierre al más puro estilo Dixieland. Esta es otra de las pruebas de que el A Night At The Opera no debe ser tomado demasiado en serio para poder apreciarlo como la joya que es. Aunque no hay duda de que hay 3 o4 canciones muy densas, serias y cuasi progresivas, el grueso son temas sencillos y sin más intención que divertir, como este. Ese balance es el que hace que el álbum funcione de maravilla. Y la letra es genial, con una divertida moraleja y el exquisito juego de palabras con el sentido que se le puede dar en inglés a “Company”.

Después tenemos la madre de todas las canciones bombásticas, majestuosas complejas y operísticas de la historia. "Bohemian Rhapsody". Dios, qué canción tan perfecta, tan brillante. La melodía vocal es perfecta en todos sus fragmentos. Freddie la escribió en partes y puso a los demás a grabar su sección independientemente, sin saber qué rayos estaban haciendo. Como una especie de Collage. En esta etapa era conocida como “Freddie’s Thing”. La rola no tiene una estructura convencional de versos-puente-coro. Más bien se divide en secciones. La primera parte es una intro que inicia con una complicada sección polifónica con un montón de voces sobrepuestas, para el “Is this the real life, is this just fantasy?…”. No sólo es una inserción de voces a capella, sino que van variando en los canales para dar la sensación de que dan vuelta en la cabeza, sobre todo si se escucha con audífonos. Esta parte termina al :50 para iniciar con la balada. Ésta sección se caracteriza por el hermoso arpegio de piano y la sentida voz de Freddie. Un esporádico bajeo de Deacon va haciendo resaltar las notas, mientras el narrador cuenta que mató a un tipo. Al 1:20 Roger hace un fade in con sus platillos para entrar en ritmo junto con el bajo, mientras Freddie va dando mayor intensidad y drama a la canción a partir de su voz. Al 1:43 la canción baja con el último “Nothing really matters…” para regresar a la figura de piano. Freddie se despide y dice que debe enfrentar las consecuencias, nuevamente sube la intensidad para crear un pequeño clímax y entramos al 2:35 entramos al primer solo, lento y majestuoso, igual de emotivo que la voz de Freddie, y que sirve de puente para cambiar de tono y entrar a la siguiente sección. Al 3:00 entramos al fragmento operístico, también conocido como “Galileo” por la secuencias que hacen. Se supone que este fragmento iba a ser un pequeño puente entre la balada y el hardrock, pero fue creciendo y creciendo hasta abarcar más de un minuto. Esta parte es espectacular, Inicia con un piano marcando el tiempo y Freddie sólo cantando “I see a little silhouetto of a man” y abruptamente se le une el resto del grupo multilicado por 30 mil, y luego le contesta otro coro como de 100 mil. Hay cascadas decencdientes, falsettos, polifonías, momentos en que se quedan casi en silencio, otros en que queda Mercury con voz afectada, y luego empiezan de nuevo a crear tensión en los “Mamma mía, mamma mía”  hasta ese otro orgasmo musical en “Beelzebub!..  has a devil put aside for me, for me, for me for MEEEEEEEEEEEEEEE!!!" En una nota imposible que corre a cargo de Taylor. Con esto la canción estalla al 4:08 con un riff y un ritmazo endemoniado, mientras Freddie amenza: “So you think you can stop me and spit in my eye, So you think you can love me and leave me to die”. La canción alcanza aquí una violencia inusitada, y viene un Segundo requinto de Brian, más rápido, distorsionado y oscuro. Cuando se apaga al 4:50, continuamos con la guitarra de Brian, pero ya con otro ritmo, la guitarra suena cálida con los tritonos y la canción parece liberarse para la Outro, con un piano celestial y Freddie cantando “Nothing really matters to me…”. Cuando supe que originalmente era un collage me decepcionó un poco, sólo un poco; pero siendo honestos, no había otra manera de hacer esta obra maestra. Una canción perfecta en cuanto a tensión, instrumentación, manejo vocal y todo. Una vez que la ensamblaron la canción siguió creciendo hasta alcanzar sus casi 6 minutos, y se negaron a cortar un solo segundo y a lanzarla como sencillo. Este sería con mucho el más grande éxito de Queen, la canción que propulsaría el álbum y la que aún hoy en día los tiene como una banda de culto. Mucho tiempo pensé que las letras no tienen sentido. En realidad no lo tienen. May diría que la letra refleja las culpas que Freddie cargaba. Si se ponen en el contexto del Sida y la manera en que terminó la vida de Freddie, uno no puede evitar sentir un escalofrío en la espalda, pero por supuesto que en ese momento Mercury no lo podía saber. “Bohemian Rhapsody” es una maldita joya por donde se le vea. Si a punta de pistola tuviera que escoger una como la mejor de la historia, creo que sería esta. Así de plano.

Finalmente el disco cierra con “God Save the Queen”, que es un minuto de Brian haciendo un homenaje a su majestad al más puro estilo de Jimi Hendrix, sólo que con varias capas de guitarra. La primer toma fue grabada desde las sesiones del Sheer Heart Attack.

 

En fin, un gran disco, pero como les decía, no sé si TAN grande como muchos dicen. Tiene muchas canciones muy buenas, pero realmente monstruosas sólo son “Death On Two Legs”, “Bohemian Rhapsody” y dependiendo del clima, “Prophet’s Song”. Las demás son piezas pop muy bien logradas, pero bastante más ligeras y sin otro propósito que divertir. Y lo logran, afortunadamente, ya que si el disco entero fuera en el tenor serio, yo creo que nos dábamos un tiro. Pero siempre queda la sensación de que le falta algo para ser un disco verdaderamente épico, a la altura del Dark Side of The Moon o el Led Zeppelin IV, quizá discos también sobrevalorados pero con más razón que éste.

Eso no quita que sea disfrutable. El balance entre piezas ligeras y divertidas y monstruos épicos y densísimos hace de este un disco muy interesante, que además no es difícil de escuchar. Por supuesto, terminaría siendo un trancazo gigantesco, ganando multiplatinos, llevando a Queen a la gloria y convirtiéndolos en una de las bandas más poderosas de la segunda mitad de los 70’s, con varios discos en el mismo nivel y con Zeppelin ya en declive. El A Night In The Opera se convertiría en un disco influyentísimo, una cumbre a alcanzar, y con una canción que, no importa cuántas veces se escuche al día en el radio aún hoy en día, me sigue impresionando.

 

Por Corvan 

25/Oct/2013

Letras de El Traductor de Rock

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