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DE VUELOS Y DE SOL (Fernando Delgadillo, 1995)

Artista: Fernando Delgadillo (D)

Fecha de Grabación: 1995

Fecha de Lanzamiento: Octubre de 1995, MEX

Discográfica: Fonarte Latino

Productor: Fernando Delgadillo

Calificación: 8.5

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Era: Trova y Cantautores (1960-???)

Subgénero: Trova y Cantautores

Mejor Canción: Navegante

Canciones: 1) Vuelos; 2) La Bañera; 3) Despierta al Intersticio; 4) Aclaraciones; 5) Navegante; 6) Olvidar; 7) Al Sol del Medio Día; 8) De Tarde En Tarde; 9) Llovizna; 10) Tienes Que Mirar; 11) A Mi Cerrada; 12) Evoluciones.

 

Éste es el cuarto disco de Fernando Delgadillo, que sigue más o menos la misma pauta del Desviaciones de la Canción Informal del año anterior, sólo que con un sonido un poco más acústico. No deja de agregar instrumentos para vestir las canciones, pero la guitarra toma un papel más protagónico y el resto de la instrumentación es un poco más sutil.

El nivel es mas o menos el mismo, es decir muy bueno. Quizá mejor. Tenemos nuevamente esa variedad de baladas derritechicas como “La Bañera” u “Olvidar”, rolas con tremenda carga política como “Evoluciones” y no faltan las canciones chuscas con ese peculiar humor delgadillesco como “Al Sol del Medio Día”. Delgadillo sigue fresco, lanzando buenas melodías, buenas letras, intrincados arreglos de guitarra (todas en Sol, pero no se puede decir que repita una sola, ni que sean figuras fáciles, al menos en esta instancia).

Este fue el primer disco de Fernando que escuché. De hecho,  un casette que me dejó impresionado, y que me significó un reto porque quería tocar la guitarra así. Aún no conocía a Silvio Rodríguez, por lo que, aunque Delgadillo es autollamado “exponente de la Canción Informal” y no de Trova, fue realmente mi puerta a todo ese género de autor con mensaje. Conocí a Silvio a través del De Vuelos y de Sol, por lo que le tengo un aprecio especial. Así que cogí mi guitarra, fui con Mauricio Zermeño, que fue el compañero de la prepa que me prestó el susodicho casette, y le pedí que me enseñara. A la larga, terminaríamos formando el rincón Trovadicto, que inició siendo no un grupo, sino un lugar de la escuela donde nos reuníamos para tocar nuestras guitarras acústicas, presumir las figuras que habíamos sacado, y enseñar. Después el nombre de Trovadictos pasaría al dúo-trío que formaría ya en los dosmiles. 

También debo hacer una corrección a la reseña del Desviaciones, ya que debió ser por el ’95 o ’96 que vi en vivo por primera vez a este tipo altísimo, ya un poco pelón y con el poco pelo que tenía muy largo, en la Peña Cuicacalli. Ahora lo recuerdo porque tocó una versión de “El Sol al Medio Día” con guitarra y acompañado por el dueño del local quien tocaba el tololoche.

Bueno, ya me desvié, para variar. El disco es muy bueno, y me transporta cada vez que lo escucho. Fernando es conocido por muchas canciones, pero mayormente por “Hoy Ten Miedo De Mi” que por un momento en México fue una especie de “More Than Words”. Y en menor medida otros temas románticos como “Julieta”, “Carta a Francia”  o “Ensayo de Una Boca” que le han traído el grueso de las fans gritonas que le llenan los teatros hoy en día. Mi canción favorita de Delgadillo es una de mucho más bajo perfil, “Navegante”, y me dejó anonadado desde la primera vez que la oí. Ya ahondaré en ella.

Pero no todo es perfecto, evidentemente. Desde entonces había dos temas que me chocaban, “Despierta al Intersticio” y “De Tarde En Tarde”, precisamente en los que Geraldine Célérier. No me gusta su voz. Es decir, si pero no. Tiene una voz educada, profunda, incisiva, pero demasiado dominante, que eclipsa todo lo demás. Quizá sea una voz adecuada para teatro u opereta, pero en las canciones de Delgadillo simplemente maquilla un par de temas con melodías flojas, muy flojas. En el dueto, la voz de ella domina por completo, pero creo que ni cantadas solo por Fernando hubieran salido muy bien libradas. Es decir, las canciones son malonas, y la voz chirriante de Geraldine solo las empeora.

Salvo estas dos, el disco es muy consistente, melódico y con buenas letras, de forma que se saca otro buen puñado de temas ya clásicos de Fernando y básicas en cualquiera de sus conciertos. Fue grabado en los estudios Ámbar de Guadalajara, con la ayuda de Gonzalo Ceja en la guitarra y percusiones indígenas, Pepe Quezada en el bajo, Alex Segovia en los sintetizadores, Werner Kleiner en el contrabajo, además de las dos canciones grabadas a dúo con Geraldine Célérier.

 

El álbum arranca con “Vuelos”, una canción muy orgánica, básicamente acústica, llevada de manera muy ágil. Fernando le agrega un fraseo muy difícil, haciendo cambios y ligeras variaciones casi en cada verso, de forma que no se sabe realmente donde está el estribillo. Para la segunda mitad ya entra más instrumentación eléctrica, bajo, teclados y batería, y la misma voz tiene una modulación distinta. La letra siempre me ha parecido algo cursi, algo entre político y de superación personal, pero sin llegar a los niveles de Arjona. Básicamente dice que el cambio está en cada uno, cada quien tiene su parte, destacando en la parte media: “Cuantos piensan en humillarte, Como a ellos les hicieron ya, Y este sitio está mal, lo saben, Lo sabemos todos, Y ellos no lo van a cambiar…” para hacia el final dar un giro romántico que no sé si encaja bien en la rola. No es mala, pero creo que se queda a medio camino de su intención.

Luego viene la suavidad de “La Bañera” que de inicio a fin tiene una atmósfera de vapor cálido, con una delicadeza exquisita. La guitarra queda algo oculta, pero lleva la guía con un círculo elástico de bajo en la misma guitarra, mientras a la vez hace un arpegio muy fino. Sobre la guitarra están los arreglos de teclado, que dan esos toques de fragilidad. Fernando canta de manera emotiva, muy suave, dando un toque masculino a la instrumentación íntima y femenina. La letra simplemente es describir a la amada que se está bañando sin darse cuenta de que él está ahí, babeando, logrando imágenes que no puedo decir que sean eróticas, más bien sublimes. Según Delgadillo, fue un hecho que realmente le ocurrió, y una vez que vio la escena, salió de la habitación y escribió la rola de una sentada. Es una joya, de los temas más conocidos y ovacionados de Delgadillo, y a mi gusto, de los más redondos.

“Despierta al Intersticio” es un tema enteramente acústico, con arreglos que van cambiando, pero suenan algo desorganizados. El problema no es la guitarra, sino la melodía floja y la letra cursi. La voz de Geraldine le da  cierta fuerza, pero por su peculiaridad. El dueto no me parece que funcione porque ella es demasiado dominante. No sé si hubiera quedado mejor de haber sido cantada enteramente por ella, pero al alternar voces y hacer armonías suena mal, no funciona. Insisto en que la voz de Geraldine no es mala, pero no funciona aquí.

“Aclaraciones” mejora bastante. Es un tema corto, de esos chuscos y anecdóticos. Fernando usa una melodía buena, divertida, en la que resalta el tono lúdico con el tono e inflexiones de voz. Un muy buen manejo de guitarra simplemente acompañado por pandero. Y la letra, en la que le relata a la susodicha su estrategia de flirteo, que es lo que termina siendo lo gracioso: “que me dirías si aquí te pongo un beso y aburrido de eso te pongo otros mil”, que debo decir, no es una estrategia del todo mala, ya que a mi me funcionó y me terminé casando con la susodicha. En fin, un tema corto, divertido, inofensivo, de apenas 1:22 de duración.

Sigue la joya. “Navegante” es un tema que casi todo mundo pasa por alto. A mi fue la canción que me hipnotizó y me enganchó en el sonido delgadillesco. Es la oda a la nostalgia, desde esa intro lenta, con latigazos acústicos blueseros con sonidos lacustres de fondo, que en conjunto dan una sensación desoladora. La intro se extiende casi un minuto y luego entra un raudo arpegio, triste, rápido, melancólico. Fernando canta con el dolor que sólo puede significar que es otra anécdota. Pero esta vez no es graciosa. La letra va haciendo un retrato de un lugar que ya no es lo que era y que sólo trae devastadores recuerdos de una relación fallida que no pudo, y que por obvias razones, no podrá ser. Al 2:22 entra un puente de teclado y la canción cambia de ritmo, a una especia de bossa nova rápida, pero la letra no es más alegre “Miro a los cisnes que jamás alzaron vuelo, y no ha sido el Sol quien conquistó este cielo, en dónde estás, Amanda en dónde estás?”. Va alternando versos descriptivos de su alrededor, ese remoto lago de Chapultepec que yo también rememoro de mis visitas al DF en mi niñez, mientras va explicando su relación cuasi-obsesiva con Amanda, logrando versos conmovedores: “Tuvo a su niña continuo casada, de ese asunto ya ni quise averiguar” dice en una de las primeras estrofas. Ya hacia el final viene una de mis líneas favoritas “Las aguas de este Lago esconden cada cosa que a veces se me olvida que es lo que vine a buscar…”, para después arrancar con una coda con clavicordio y oboe, que se difuminan para dejar el tristísimo arpegio inicial y una sensación devastadora en el alma. No sé, yo nunca tuve una experiencia parecida ni tantito, pero la canción no sólo me parece perfecta en su complejidad instrumental, sino en la enorme lírica. Me dice mucho en muy poco, y de alguna forma me identifico en esa nostalgia. Pasé meses sacando la canción, nota por nota, y llegó a ser la rola más compleja que jamás toqué en guitarra y canté en solitario, ya que los demás trovadictos, o no tuvieron interés, o no lograron pescar la tremenda complejidad en cambios y arreglos que lleva. Nadie le ponía mucho interés cuando la tocaba en los cafés, pero siempre la consideré de mis interpretaciones estelares.

Continuamos con “Olvidar”, que es otra de las conocidas de Fernando. También lleva esa sensación de añoranza y melancolía, pero no sé. No cae en clichés pero se siente una canción dolida, menos espontánea y real que la anterior. No se puede decir genérica, pero es una letra dolorida que cualquiera puede dedicar al amor que lo despecha, mientras que “Navegante” es muchísimo más personal. Dejando de lado ese detalle, “Olvidar” es un gran tema, con un tremendo trabajo de guitarra que de nuevo hace brillantes arpegios, y una melodía mucho más memorable. La letra es buena, algunas imágenes algo rebuscadas, cayendo en algunos clichés, pero en sí es fácil identificarse también con esta letra y habérsela querido dedicar a alguien en algún momento. La guitarra sobresale, y en los versos climáticos aparece una segunda guitarra haciendo un rasgueo que da mayor énfasis. Otro tema que se podría considerar clásico.

“Al Sol del Medio Día” es una joya, de mis favoritas entre las rolas “ligeras” o cómicas. Delgadillo logra con un arpegio sencillo, percusiones, un triángulo y un oboe, una atmósfera netamente árabe. La letra es una divertidísima alusión a uno de los típicos embotellamientos de tráfico en el Periférico del D.F. en el que hace referencias a lo que se vería normalmente en las calles con escenas o metáforas orientales que parecen sacadas de las Mil y Una Noches. No es un tema profundo, pero hay que reconocer el tremendo ingenio tanto lírico como instrumental, con una melodía monumental, y una forma de cantar con un falso acento simplemente encantador. Cuando termino en un congestionamiento vial en pleno verano invariablemente termino cantando esta canción.

Luego está “De Tarde en Tarde”, soporífera, donde nuevamente Geraldine intenta rescatar una melodía flaca y empalagosa. De los temas más débiles de Delgadillo en sus primeros 6 discos. Debió tener alguna razón personal para lanzarla, pero la desconozco.

“Llovizna” es otro tema triste, contemplativo. Tiene una gran intro de guitarra acústica con una preciosa figura, totalmente memorable. Fernando inicia recitando durante unos 45 segundos, hasta que entra con una melodía suave. Logra buenas imágenes, de alguna forma parece una continuación de “Olvidar”, elevando la intensidad poco a poco simplemente con el guitarreo más complejo, y con la desesperación de la voz. Algunas memorables y adoloridas como “Así es amar querida mía sin esperanza, Por eso el alma solo se entrega una vez, Después la vida nos traiciona la confianza, Y uno no vuelve a ser aquello que un día fue”. Retoma aquí algunas referencias al mar, al río, a navegar, a fluír. De alguna forma el agua se va volviendo muy presente en la lírica delgadillesca,  culminando en el “Entre Pairos y Derivas”. Aunque melancólica, la letra es un poco más optimista. No faltan los reproches, pero esta vez parece preocuparse más por la recuperación de la susodicha que de sí mismo: “a donde iras para escaparte de ti misma, que blanca arena sanara tu corazón, yo solo sé de oscuridades de lloviznas, luego después de todo siempre brilla el sol”. No sé que pasaba en la vida personal del cantautor por esas fechas. Sé que se casó y tuvo 4 hijos en los 90’s, por lo que no creo que haya sido un matrimonio breve. No sé siquiera si terminó. Pero las letras parecen sentidas, honestas, al menos en esta primera etapa. Hacia el final vienen arreglos de violín que terminan de dar la sensación de “la canción más triste del mundo”. Un buen tema. No obligado pero se agradece cuando lo toca en concierto y generalmente es muy coreado.

Sigue “Tienes que Mirar”, un tema sencillo, ligero, con aires campiranos que recuerda el primer disco. La letra es sobre esos detalles que se nos van porque simplemente no nos detenemos a mirar. En cierta forma la atmósfera o el mensaje es semejante a “Vuelos”, con otro enfoque: “Tienes que ver todo en su momento, porque al cabo y con el tiempo nada vuelve a ser igual”. Una canción linda, mas no protagónica. 

“A Mi Cerrada” me parece la más flojona de las cantadas por Delgadillo en solitario en este disco. Las cuerdas metálicas de la guitarra me parecen muy estridentes. La melodía no es de las más fuertes y el tema, el recuerdo de la calle en que vivió de niño, no es tampoco muy relevante, y esta vez es difícil que uno se identifique. No estaría del todo mal si quedara en los dos minutos, pero hay un falso final y luego la rola cambia a un rag time oscuro que ya le habíamos oído en el Desviaciones. No es malo, pero si “Vuelos” y “Aclaraciones” podría teñirse de rojo, esta podría tener matices azulosos 

Cerramos con “Evoluciones”, que es otro tema enorme, y que normalmente es el considerado punto fuerte del disco. Un tema político, afilado, venenoso, cargado de dardos llenos de verdad. Y por lo mismo, duelen. La crítica no es solamente al gobierno, sino también a la sociedad apática que deja que los pseudogobernantes nos desangren. La música es un guitarreo muy rítmico con un círculo en Sol con ligeras variaciones aquí y allá. Fernando generalmente no se sale de la base Sol, (a menos que use capo, con lo que sigue usando Sol pero lo transfiere de tono), pero se las ingenia para que no suenen igual. Bueno tiene temas menores donde sí suena genérico, pero este es un ejemplo de muy buen trato a la guitarra, de manera sencilla, insertando ganchos como esa especie de riff con la que cambia de una estrofa a otra. Pero lo importante aquí son las letras, que no han perdido significado, pero al momento de escribir la reseña, se ha vuelto más vigente que nunca en México, que atraviesa una crisis política enorme por las reformas con las que el gobierno quiere exprimir a la clase media con más impuestos, privatizando los hidrocarburos y asfixiando la de por si maltrecha labor magisterial del país. México parece estar sobre un polvorín, pero no pasa nada. Y la rola habla precisamente de ello, iniciando con lo rápido que cambia el mundo y lanzando una pequeña pedrada al gobierno: “las vías de desarrollo, no cruzan por aquí, la única lucha es por sobrevivir”. Pero después da un giro a los verdaderos culpables. Nosotros, precisamente la clase media, apática, dormida, que simplemente miramos cómo nos exprimen: “Te educan a que vivas resistiendo, y a cada día te quitan algo más, en dudas y guerrillas y el siglo que se va, a México le da por esperar”. No, los líderes no vienen de la clase media, sino de las clases bajas, los pobres, esos que ya no tienen nada que perder y que por lo mismo les da igual morir o no “Como ha hecho falta en estos días, un capitán, un héroe, una señal, y no veo más que extrañas pistas de sueños que se pierden en el mar…”.

Si hay descontento, nos quejamos en la red, en FB, pero cuando se organiza una manifestación nadie va. Estamos esperando a que el EZLN se movilice (que parece que ya lo está haciendo de nuevo). Nos indignamos porque nos están explotando, pero si los maestros se manifiestan por sus derechos y desquician el tráfico de la capital, nos parece más terrible porque nos tardamos 40 minutos más en llegar al trabajo. El problema está en la clase media, y en que creemos que no tenemos responsabilidad ni en el problema ni en la solución: “Se tiene poca idea de los alcances, que abarca la palabra corrupción, desde el soborno al funcionario y policía, protección de matones y el favor, casi cualquier delito tiene arreglo o encuentra con dinero solución”. Aquí cabe mencionar los ganchos vocales que logra insertar, y une ejemplo es la inflexión que hace en esta línea (al funcionario y policía) más lento, alargando las sílabas para no hacer la melodía repetitiva. Y seguimos dormidos. Me sorprende la madurez de la letra porque pocos se han atrevido a reconocer este problema, la apatía social que ha imperado desde hace décadas. Solemos culpar a otros, al gobierno, a la clase rica (Que nunca es afectada realmente y no va a generar nunca un cambio), por lo que la responsabilidad es enteramente de la clase media, es sólo que nos negamos a verlo. Nos aterroriza: “Ya vendrán luego nuestros hijos, es la disculpa entre otras que te das, a crecer y a formar un sitio, mejor que el que ahora nos toca habitar”. Y termina con un toque de esperanza, una ligera luz en el camino, pero en el fondo Fernando Delgadillo está llamando a despertar del letargo, a mover la maquinaria dela clase media que es la que debería tener mayor poder de decisión. Y esto no es sólo para México, esto es una crítica social aplicable perfectamente a Latinoamérica, España, a todo el mundo. Ya hacia el final, entran percusiones y un caracol azteca, que adorna con su sonido aflautado y profundo,  pero tiene también el doble simbolismo del llamado a la guerra de los aztecas. Es un detalle que siempre me conmueve. Ésta debe ser la mejor canción política de Delgadillo, en  la que muestra todas sus virtudes y se sacude los defectillos que eventualmente salen en algunas rolas, una canción que de repente ha empezado a circular nuevamente en las redes en estos tiempos de tensión y que yo bogaría porque convertirlo en un himno.

En fin, es muy buen disco, pero con dos grandes tropezones. Tiene 3 de mis rolas favoritas de los 3 estilos que mejor domina Delgadillo “Navegante” de los temas emotivos (y vaya que es altamente emocional, pero no en el sentido tradicional), “Al Sol del Medio Día” de las cómicas, y “Evoluciones” de las de contenido crítico-político. Generalmente sigue luciendo fresco, con muy buena técnica en la guitarra, y líricamente está en su tope, que se extenderá aún al siguiente disco. Ya deja ver algunos asomos de pretencionismo, pero son precisamente las canciones que no logran funcionar en este disco. Aún así, de 12 canciones, 8 son de buenas a indispensables, y varias de ellas se volvieron clásicos del cantautor exigidas a gritos en cada concierto. El disco supongo que es difícil de conseguir fuera del país, pero si pueden hacerlo, les aseguro que vale la pena.

Por Corvan

13/Sep/2013

 

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