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UN DÍA EN EL MUNDO (Vetusta Morla, 2008)

Artista: Vetusta Morla (D+)

Fecha de Grabación: Finales 2007

Fecha de Lanzamiento: Febrero 2008

Discográfica: Pequeño Salto Mortal

Productor: Javibu Carretero / Manuel Colmenero

Calificación: 9.5

                         

 

 

 

 

 

 

 

 

    

 

Era: Rock En Ñ: La Dispersión

Mejor Canción: Copenhague, aunque cualquiera de las de rojo puede ocupar su lugar en un mal día

Canciones: 1) Autocrítica; 2) Salvese Quién Pueda; 3) Un Día En El Mundo; 4) Copenhague; 5) Valiente; 6) La Marea; 7) Pequeño Desastre Animal; 8) La Cuadratura Del Círculo; 9) Año Nuevo; 10) Rey Sol; 11) Sharabbey Road; 12) Al Respirar.

 

Pocos grupos logran el desconcierto inicial que suele provocar Vetusta Morla en la primera escucha. Por puro instinto pero equivocadamente tratamos de arrimarlos a nuestro terreno buscando en su sonido o en sus letras algo que recuerde a cualquier otra banda para ubicarlos. Y en sus canciones siempre encontraremos puntos de referencia: unos hablan de bandas indies españolas como Maga o Standstill, otros de Los Planetas, hay quien nombra a Wilco o a no-sé-qué-etapa de Coldplay, la mayoría señala a cierta banda de Oxford y, por supuesto -no podrían faltar-, también los Beatles se adivinan bajo la coraza de la gran tortuga. Y sin embargo, hemos de darnos cuenta de lo distinto y contradictorio que suenan todas esas referencias que nos creamos mientras que cada canción de Vetusta Morla suena inequívocamente a Vetusta Morla.

En realidad siempre me han parecido un grupo bastante sincero con todo lo que hacen, muy al margen de las modas y de los convencionalismos. Una de las claves para que suenen tan épicos en directo está en el carácter tan democrático de la banda: nada se toca si a uno de los integrantes no le gusta. Pienso que por eso sus directos son tan intensos y creíbles. Podrá haber quién los tache de populistas y quién diga que la peculiarísima voz de Pucho le resulta cansina e incluso irritante. De todo he oído. Yo los veo como un grupo socialmente muy comprometido desde sus modestos inicios, que cuida hasta el más mínimo detalle de su repertorio, y que hace un uso muy inteligente de las redes sociales y de las nuevas tecnologías, en contraposición con la criminalización acostumbrada.

A día de hoy puede resultar sorprendente que una banda como ésta se encontrase con tantos problemas para grabar su primer álbum pero lo cierto es que su música sonaba demasiado alejada del mainstream para las grandes discográficas y demasiado comercial para los sellos independientes. Las puertas se les cerraban en las narices. Así que cansados de esperar, y tras una larga década desde su fundación, los Vetusta Morla decidieron jugárselo todo a una carta: Abandonaron sus cómodos empleos, crearon su propio sello (Pequeño Salto Mortal) y se autoeditaron su debut discográfico: un día en el mundo. Con los datos en la mano y con la historia ante los ojos, me imagino que más de uno se estará tirando de los pelos.

Un día en el mundo está cargado de rabia y de cinismo, es un disco de sentimientos y es cierto que la alegría y la esperanza tienen poco peso en él. Es un collage de escenas cotidianas en el que el mensaje no siempre es agradable. La música crea una atmósfera de triste melancolía, de cierta resignación ante los problemas personales y ante la opresión social pero siempre termina por irrumpir una llamada al inconformismo y a la rebelión ante la derrota establecida. De alguna forma o de otra, de fondo siempre encontramos la épica del individuo breve e insignificante frente a la inmensidad.

 

La discografia de Vetusta Morla abre con Autocrítica, que nos pone sobre la pista de lo que será este disco. Inicia con un ritmo casi tribal que inevitablemente nos recuerda a la intro de There There al que se le van superponiendo una maraña de melodías que van creando una atmósfera cada vez más intensa y opresiva en un paulatino crescendo que se convertirá en marca de la casa, con el bajo sosteniendo toda la compleja estructura con su sencillo riff. Hay un breve respiro al 2:05 en el que la voz de Pucho baja el tono y se queda con una única guitarra como acompañamiento para inmediatamente retomar el hilo melódico. Al 3:20 la canción llega a un primer punto álgido con un solo bastante simple y un poco repetitivo pero que le da a la canción el impulso suficiente para que todo reviente al 4:10 con la coda en la que se entona el grupal y obsesivo ¡Nadie se lo cree y nadie le cree...!. Al principio de este mantra la banda acompaña tocando desbocada pero de pronto la música se para y el coro termina gritando a capella. Personalmente interpreto la letra como el relato de un hombre que habla de su traumática ruptura con una mujer. Habla de la tormentosa relación que mantenían y como la mujer acabó huyendo de él. El narrador se queja amargamente de que la mujer ha interpretado el papel de víctima y que él ha quedado como el gran villano de la historia. Como apostilla el hiriente final de la canción, nadie se cree su versión. Todo esto puede parecer un poco simple y casi como un cliché pero la genialidad está en la nueva dimensión que adquiere la canción al analizar el título, ese título que pone como centro de la historia aquello que precisamente no existe. Es aquí cuando nos damos cuenta de que en realidad no se trata de juzgar al hombre o a la mujer ni de saber quién tiene razón si no que se está hablando de la poca capacidad de autocrítica que tenemos, que buscamos siempre la manera de exculparnos de toda responsabilidad otorgando toda la culpa a los demás. En el momento de analizar nuestros errores solo encontramos un puñado de justificaciones y excusas y una continua huída hacia adelante.

Si quisiésemos ver Un día en el mundo como un álbum conceptual Sálvese Quien Pueda es la continuación perfecta. Es un tema mucho más Pop y más accesible que comienza con Pucho cantando en su versión menos estridente acompañado por los amables rasgueos de la guitarra acústica de Galván. Un par de estrofas después se les une una segunda guitarra acústica que entra arpegiando y la voz del Indio que permite a Pucho recuperar su tono habitual. Esto desemboca en un pequeño puente que nos lleva a retomar la canción desde el inicio pero con mayor intensidad y con la banda al completo. Vuelven a jugar con ese continuo crescendo con paradas que acaba convirtiendo el estribillo en un nuevo himno destinado a ser coreado en masa con ese “Hay tanto idiota ahí fuera” como grito de guerra. Acá en vez de un solo tenemos un trémolo que sin ser excesivamente elaborado no desentona con el resto de la rola. Creo que esta canción habla del individuo cabreado con el mundo. No sabe muy bien como gestionar su rabia, no sabe si resignarse, callar, olvidar, ignorar o perdonar o, por el contrario, tomar medidas mucho más drásticas. Haga lo que haga y por si acaso, advierte: ¡sálvese quien pueda!

Luego viene Un Día en el Mundo, que para muchos de nosotros supuso el primer contacto con Vetusta Morla a través de aquel videoclip alternativo llamado Otro día en el mundo (un pequeño milagro en forma de plano secuencial en el que no hubo ni ensayos, ni cronómetros, ni tomas falsas) que casi acabó convertido en fenómeno viral. Se suele criticar su parecido con algunos pasajes de My Iron Lung... cada loco con su tema. En esta canción se habla de la juventud alienada en las aulas, con figuras autoritarias y modelos a seguir que no son el rey de la selva que aparentan si no seres manipulados y domesticados. Es una juventud pasiva y acomodada que, aún siendo consciente del tipo de sociedad en el que vivimos, prefiere refugiarse en los insustanciales modos de evasión recurrentes: culto al cuerpo, drogas,... superficialidad y efímera y falsa felicidad dentro de una prisión: un sueño de cartón.

Llega Copenhague que posiblemente sea la canción más conocida de Vetusta Morla, la más aclamada, la que más feedback genera en los conciertos. Musicalmente es la canción más sencilla del disco en todos los aspectos y también la más fácil de digerir; amable y de una fluidez exquisita que parte de esa intro de teclado y guitarra espejados y que desemboca en uno de los solos más melódicos de todo el catálogo de la banda. Todo un himno para ser gritado a pleno pulmón en un estadio. Guillermo Galván la escribió durante un viaje a aquella ciudad, y se suele interpretar como una canción que habla de la emigración ilegal y de los refugiados, de su esperanza, de sus miedos, de la incertidumbre y del valor que hace falta para dejar atrás toda una vida. Y supongo que estoy de acuerdo en esta interpretación pero creo que el nombre de Alicia que surge durante la canción le añade un matiz extra porque parece una referencia al personaje del clásico Alicia en las Ciudades de Wim Wenders. Pienso que Copenhague también habla de gente desarraigada, que no encuentra su lugar, que se siente extraña allá donde va; personas a los que todo les parece insustancial, hastiadas del trabajo, desencantadas con la condición humana, que deambulan por este mundo sin ningún objetivo en sus vidas, sin nada por lo que merezca la pena luchar, ajenas a todo, ignoradas por todos, gente tan condicionada que es incapaz de dejarse llevar y disfrutar.

La brillantísima primera mitad del album cierra con Valiente que es lo más rockero del álbum y de casi toda la discografía de Vetusta aunque en directo suelen tocar una versión que retoma el acostumbrado recurso esquemático de la banda de comenzar tranquilos para acabar enloquecidos. Gran trabajo del Indio que comienza machacón y un poco encorsetado pero que termina dejándose llevar y robándole protagonismo a los guitarrazos de Galván y de Torres. Valiente habla de la falsedad de este mundo, de una sociedad de apariencias, de querer ser quien no se es y de actuar siempre siguiendo un guión. Todo el mundo finge, todos se ponen un disfraz a la conveniencia del momento y todos presumen de ser auténticos. Toca aplaudir y desear que se acabe la función.

Y tras la tempestad viene La Marea que es un auténtico outsider sonoro. Es una canción que ya apareció en las primeras maquetas de la banda, cuando todavía experimentaban en búsqueda de su propio sonido. Más que Rock o Pop acá Vetusta experimentan cercanos al Chill Out. Batería a medias entre el Jazz y el R&B, guitarra que lo sostiene todo con su arpegio, un piano Rhodes y Pucho cantando en falsete. Me gusta especialmente ese solo en slide muy al estilo del de Scar Tissue. Yo diría que La Marea habla de la experiencia vital, de las cicatrices y de las lecciones que nos da la vida y que forjan nuestro carácter, nos curten y nos hacen tomarnos las cosas con menos dramatismo, de los recuerdos -a veces borrosos, a veces sesgados e incompletos y no siempre agradables- que guardamos como pequeños tesoros a los que de vez en cuando le ponemos un lazo para mostrárselos a los demás como si tuviesen más valor del que realmente tienen... bueno, o quizás solo sea un tipo tomándose un respiro con en la playa, quién sabe.

A continuación suena el Rock urbano de Pequeño Desastre Animal con su ritmo de vaivén en 3por4 hablándonos de expectativas no cumplidas, de lo tormentoso que resulta mirar atrás y descubrir que aquellos yo-futuros que dibujábamos han resultado ser personajes ficticios que nada tienen que ver con la realidad. También habla de reinventarse, de encontrarse a si mismo, de reconducir nuestra vida. Después de todo, quizás aún estemos a tiempo.

La Cuadratura del Círculo trae de vuelta el rock intenso y distorsionado, el crescendo made in Vetusta Morla y la catarsis final, con Jorge González aporreando un bidón con dos palos en el centro de toda la vorágine. La interpretación que le doy es de que se trata el tema de la monotonía y de la degradación en cualquier tipo de relación, de la pérdida de la pasión y de la espontaneidad hasta el punto de que el nexo común que sirvió para unir ya no existe o ya representa algo totalmente insignificante en medio de tanta fractura. También habla de la obsesión por luchar por algo que, como la cuadratura del círculo, posiblemente no tenga solución. Rendirse sería como asumir el fracaso y eso no es una opción.

Año Nuevo comienza minimalista y delicada con Pucho acompañado únicamente por un piano. Poco a poco se les van uniendo otros instrumentos, ganando en intensidad pero sin alcanzar la catarsis acostumbrada. Para mi es la más críptica de todas las canciones del álbum. Le lei a algún miembro de la banda que esto se escribió tras una fiesta de fin de año, ya amaneciendo, y que representa lo que sentía en ese momento. Vale, pero en las canciones de Morla cada pequeña historia tiene un transfondo más amplio y aquí hay partes que no logro encajar. Interpreto que se trata de esos momentos en los que unos hace balance y se acuerda de los que nos han dejado y también -y aquí voy a tirarme el gran farol de la noche- de aquellos con los que uno ha perdido todo contacto y no tiene manera de saber qué fue de ellos y que,como el gato de Schrodinger, al mismo tiempo están vivos y muertos.

Rey Sol da puntualmente la razón a quienes trazan paralelismos entre Vetusa Morla y Radiohead. Riff arpegiado y distorsionado inicial y un ritmo de batería que hubiese firmado el mismísimo Philip Selway. El que narra es un hombre desesperado, que ha perdido el rumbo. Se ha equivocado en muchas decisiones y reclama por un guía que le ilumine el camino.

Luego suena Saharabbey Road con los Beatles como evidente referencia y con los refugiados saharauis en mente. Musicalmente es el tema más luminoso de Un día en el mundo. Su final es una auténtica fiesta para tararear y dejarse llevar llevar. El tema central de la canción está en en la excesiva importancia que le damos a lo superficial. Obsesionados con el físico, con las modas, con las opiniones que generamos, con la acumulación de riquezas y propiedades... cuando logremos desprendernos de nuestra eterna insatisfacción habremos logrado la tan cacareada libertad. Una pequeña muestra de admiración hacia aquellos que con poco son felices y aquellos otros que aún habiéndolo perdido todo y hundidos en la miseria más absoluta saben encontrar motivos para sonreír.

Cierra el primer álbum de Vetusta Morla Al Respirar que es una canción que pilla a contrapie con su ritmo inicial tan leeeento y ese extraño compás de 7por8. Al principio es la voz de Pucho y la guitarra de Galvan arpegiando. Luego se les une el resto de instrumentos con líneas casi minimalistas para ir paulatinamente creciendo en complejidad y también en intensidad, aunque sin abandonar en ningún momento la consideración de tema tranquilo y delicado. La de Al Respirar es mi letra favorita del disco, la más emotiva. Es la canción del fin de la infancia y del instante en que se rompe la burbuja de comodidad y protección en la que vivimos de niños y por primera vez debemos valernos por nosotros mismos. El concepto de "respirar" y de "ser quien pone el aire" hace referencia a las ideas y valores que cada padre transmite a su hijo de tal modo que el niño no hace más que "inhalar" el particular modo de entender el mundo y de hacer las cosas de su padre. Unas veces la visión de uno choca con la mentalidad del otro y otras las ideas se expresan con tal vehemencia que se produce una fractura entre ambos. Lo cierto es que llega un momento en que el padre se da cuenta de que tiene que echarse a un lado y dejar de respirar: es hora de que el niño, que ya no es tan niño, se enfrente a la inmensidad por si solo, que esta vez sea él el que ponga el aire, que coja su libro en blanco y que escriba su propia historia con los borrones que sean necesarios. Acertadísimo cierre de disco que simboliza un final que en realidad es el comienzo de algo mucho más grande.

Un día en el mundo supuso un éxito totalmente inesperado y casi inexplicable atendiendo a lo que dictaba el mainstrem latino. A la tortuga le llevó 9 años llegar a dar el primer paso y aún así muy pocos la vieron venir. Lo que nadie pudo prever, ni siquiera la propia banda, fue la fuerza y el ímpetu de su avance. El listón quedó muy alto y generó unas expectativas que difícilmente se podrían cumplir. Pero Vetusta Morla no necesitó cumplir con las expectativas para seguir creciendo. Y, bueno, de esta historia de evolución natural e inercias ya hablaremos otro día.

 por marlaior 

12/Nov/2014

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