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THE BIG COME UP (The Black Keys, 2002)

Artista: The Black Keys (C)

Fecha de Grabación: Ene – Mar ‘02

Fecha de Lanzamiento: 14 de Mayo del 2002

Discográfica: Alive

Productor: The Black Keys

Calificación: 7.5

Era: Alt/HardRock (2000-???)

Subgénero: Blues Rock

Mejor Canción: I’ll Be Your Man o Heavy Soul

Canciones: 1) Busted; 2) Do The Rump; 3) I’ll Be Your Man; 4) Countdown; 5) The Breaks; 6) Run Me Down; 7) Leavin’ Truck; 8) Heavy Soul; 9) She Said, She Said; 10) Them Eyes; 11) Yearnin’; 12) Brooklyn Bound; 13) 240 Years Before Your Time.

 

Salvo los supergrupos, casi toooooooooodas las bandas empiezan en un garage, en un cuartito aislado con sábanas, cartón de huevo, almohadas, en cualquier lugar donde los vecinos no les avienten gatos o balas. Todas en algún punto sueñan con grabar su demo y hacerse famosos, aunque después se resignen a hacerlo por placer o sobrevivencia. Estoy seguro que con los Black Keys no fueron la excepción. De hecho, grabaron 3 de sus discos en el sótano de Patrick, con una Tascam 388 8-track de los 80’s. Este debut es un caso rarísimo porque se haría famoso y se convertiría en uno de los discos del año (un 2002 paupérrimo musicalmente, hay que decirlo), pero dicho reconocimiento le llegaría a este poderoso debut hasta 5 o 6 años después!

Repasando la historia de la banda, Dan Auerbach y Patrick Carney se conocieron a los 8 años al ser vecinos en el pequeño pueblo de Akron, Ohio. Patrick Carney era un chico retraído y tímido, inseguro. Sus padres se divorciaron cuando tenía 8 años y vivía alternando un tiempo con una y otro. Su padre consiguió una casa en la parte este de Akron, donde vivían los Auerbach. Conoció a Dan jugando futbol en la calle con los demás chicos del vecindario.

En la preparatoria, Dan formó su primer banda, The Barnburners, con fuertes influencias del Delta Blues: Robert Johnson, Junior Kimbrough , R.L. Burnside, Clarence White, Robert Nighthawk, T-Model Ford, Hound Dog Taylor, Fred McDowell, Kokomo Arnold y Son House. Pero sin duda Junior Kimbrough sería su más grande influencia musical. En 1996 se separaron los Barnburners, y un amigo mutuo les sugirió que se juntaran para tocar. La química fue inmediata. El nombre surgió por un amigo esquizofrénico que usaba el término Black Keys para referirse a las personas malvibrosas que no le simpatizaban de simple vista,  pero también hace referencia a las teclas negras del piano que hacen la escala pentatónica que caracteriza al Blues. Ambos entraron a la Universidad de Akron, pero la abandonaron para buscar el éxito musical.

Como todas las bandas modestas que van iniciando, empezaron tocando en bares locales, pero se dieron cuenta de que no podrían independizarse y vivir de ello. Necesitaban lugares más grandes, y ello significaba salir de Akron. Y para salir de Akron, necesitaban un demo. Básicamente lo que nos pasa por la mente a todos... Dan llamó a sus viejos camaradas para armar una banda de 4 piezas, pero los demás no llegaron, prefirieron quedarse jugando videojuegos. Así que Dan y Pat grabaron ellos solos. Decidieron que no necesitaban más gente, y con el tiempo el demo pasó a 6 temas con rolas propias, básicamente patrones de blues con letras improvisadas. Mandaron el demito a una docena de disqueras, pero la única que respondió fue la angelina Alive, posiblemente la única del planeta que los podría firmar sin siquiera verlos.

El par se metió a grabar su disco debut en el mismo sótano de los Carney, autoproducido, durante Enero a Marzo del 2002. De los 13 temas, 4 son covers, y el resto son composiciones propias. Es decir, no dista mucho de lo que la inmensa mayoría de grupos que duran más de uno o dos años hacen: grabarse prácticamente con recursos propios, como Dios les da a entender, mezclando las pocas rolas propias que piensan que son más destacadas con sus mejores covers, tratando de sonar lo más profesional posible. Pero no deja de ser grabado en un garaje, o en su defecto, un sótano. No deja de ser un demo! Aquí se mantiene el sonido sucio garage, las limitaciones, se nota esa autoproducción amateur, algunos ruidos de fondo y pecadillos amateur… y que sin embargo terminan colaborando para esa aura fantástica del disco.

El The Big Come Up es eso, “La Gran Llegada”, “El Gran Arribo”. Porqué? Qué lo diferencia de los demos que toda bandita amateur hace con tanta ilusión? Honestamente no sé. Los Black Keys me van a ser una pesadilla para reseñar, porque sus canciones son una fortísima base Blues, y no cualquier Blues, sino Delta Blues! Todas se parecen, pero a la vez son distintas. Qué hace mejor “I’ll Be Your Man” que “Brooklyn Bound”? No sé, los gustos, cuál oíste primero, cual gancho o riff te llegó más, cuál oíste por un comercial, o cuál te llegó por un momento de tu vida con el cuál te identificaste. Qué hace mejor un disco que otro? Supongo que lo mismo? Las mejoras en producción? Qué hubiera sido del TBCU con la experiencia, producción y presupuesto de El Camino? Yéndonos más lejos, qué hace mejor a Son House de Junior Kimbrough o de B.B. King o del mismo Robert Johnson? Entienden por qué es casi imposible reseñar Delta Blues? Pues esto, señoras y señores, es Delta Blues, ese de los 30’s – 40’s, trasladado al nuevo milenio. El Blues y el Jazz son aún más subjetivos que cualquier otro género contemporáneo. Los Black Keys se perfilan desde ya a ser una pesadilla para mí en cuanto a las reseñas, aunque es uno de mis más grandes deleites musicales de los últimos 15 años, y solo por ello asumo el riesgo de quedar mal con todos.

El disco lo grabaron en apenas 3 meses, Pat en la batería, Dan en la guitarra, y un amigo, Gabe Fulvimar, tocando el Moog Taurus unas cuantas rolas: “She Said, She Said”, Heavy Soul”, “The Breaks” y “Countdown”. Las demás rolas en las que aparece un vestigio de bajo, seria el mismo Dan con overdubs. Michael, hermano de Pat, sería el que haría la portada, modesta, pero digamos, mejor que la del Brothers.

El resultado es muy bueno. Es decir, es un disco de garaje, autograbado. Tiene evidentísimas fallas de producción, pero el sonido de los Black Keys suena mejor en lo-fi, y los errorcitos le aportan a ese encanto. Es por lo mismo, el disco más crudo, más bluesero de la banda. Si me hubieran dicho que era de un grupo de blues perdido de los 60’s, me la hubiera creído. Y de alguna forma tienen ya todo el arsenal de lo que mostrarán en su discografía. Sin duda irán evolucionando, pero dicha evolución será sólo en medida de las mezclas de género que se irán ampliando, la limpieza de sonido, y la complejidad de instrumentos y producción que se irán haciendo cada vez más evidentes.

Las bases, sin embargo, están aquí. Esa voz carrasposa, que por momentos suena elegante como Tony Vierling (“Them Eyes”), y en otras como un aullido de “Wolf” atropellando las letras de forma bizarra, pero extrañamente hermosa. Auerbach quizá nunca llegue a estar en las listas de los mejores vocalistas, tiene un rango limitado y todo, pero hay que reconocer que actualmente es de las pocas voces blancas que puede imitar, casi sin esfuerzo diría yo, una voz negra. Y eso es por el enorme feeling con que lo hace, una intensidad única que se adquiere simplemente por el profundo conocimiento y consiguiente amor al Blues. Leí que Dan es capaz de “exprimir cada nota”, y yo no lo podría definir mejor.  Líricamente tampoco será un Dylan, no se aleja tampoco de los patrones y temas del Delta Blues: El camino, el pueblo, los amigos, las mujeres, los desamores, el whiskey... Tiene esa simpleza del Blues, que también irá mejorando en la creación de imágenes, pero difícilmente creo que Dan llegue a ser un nuevo Win Butler. Y tampoco es que sea necesario. Creo que Auerbach es suficientemente listo como para saber de qué trata el Blues y que no necesita ir más allá de lo que ya hace. Es buen letrista, pero limitado por su género.

La guitarra es sin duda lo que más destaca. Ya lo dije, no voy a decir yo si Jack White o Dan Auerbach es mejor. Son estilos distintos. Simplemente creo que en el minimalismo en que ambos grupos tocan, Dan logra llenar más los espacios, usa una distorsión muy específica, cremosa, esponjosa, afilada a la vez, que sienta perfecta a las canciones y rellena a la perfección los sonidos. Las rolas son relativamente simples. Es decir, un riff principal que se va repitiendo sobre la escala de 3 tonos en base Blues que llevan las rolas, que no suelen pasar de los 3 minutos. Lo “relativo” viene porque los riffs son geniales, y lo que hace entre ellos lo es todavía más. No es un Hendrix, pero llena de arañas, ganchos, nuevos riffs, escalas, requintos y una cantidad sorprendente de detalles, de manera que parece que está en constante diálogo con su guitarra. Y lo hace con tanta intensidad y naturalidad como canta, a veces elegante, a veces demasiado sucio, pero siempre identificando cuál es el sonido exacto.

Patrick es muy buen baterista. Tampoco entrará en la lista de los mejores de la historia, pero es bastante subestimado. Más que compararlo con Meg, prefiero compararlo con John Densmore (¡?). Guardando sus distancias, Carney tuvo influencia de su tío, que tocó con Tom Waits. Supongo que de ahí le viene una influencia mucho más Jazzy que Blues. Juega con complicados destiempos, sorprende con los fills, desafía en ocasiones los ritmos, y es un perfecto armador de intensidades, hablando el mismo idioma que Dan para impulsar con las baquetas a los clímax, o callando de golpe cuando es necesario. Un baterista muy dinámico, inteligente, intuitivo y rápido, mucho más espectacular en vivo.

El disco arranca con “Busted”, un cover de una rola originalmente de RL Burnside, llamada “Skinny Woman” tocada con una Steel guitar en magistral slide. En esta versión, Dan inicia con un punteo tipo mandolina, casi tímido, que se va haciendo más lento y grave, hasta hacer un silencio y arrancar con el patrón/riff de Burnside, sólo que en lugar del cristalino slide, Auerbach usa un sonido sucio, distorsionado, que no aplasta la rola, sino que la vuelve una aplanadora por la potencia que toma. Carney aporta a ello con un beat semilento, pero en el que ya se notan esos detiempos, el uso de los crashs para los remates de guitarra, y ese soberbio diálogo que entabla con la guitarra. Dan suena aquí más que nunca a “Howlin’ Wolf”, con una voz añeja, lejana, poderosa. Noten como la canción casi se apaga al 1:40, queda la guitarra goteando notas, y luego viene un tremendísimo crescendo impulsado por Pat, que deriva en el climático solo, que no es más que el riff con pequeñas variaciones, hasta terminar con un par de Power Chords. Apenas poco más de 2:30, pero es una verdadera cátedra de Blues intensísimo, que igual suena muy viejo, pero a la vez fresco y moderno. Un perfecto abridor, no sólo de disco, sino de discografía!

Luego tenemos “Do The Rump”, original del idolazo de Dan, Junior Kimbrough. Aunque no lo crean, la versión de los Black Keys es más minimalista, o al menos la original tiene mucho más instrumentación. Pero igual que en  la rola anterior, los Black Keys se las ingenian para meterle mucho mayor punch, sin hacerle realmente mayores cambios. Es el mismo riff, pero con la guitarra chisporroteando de distorsión. Pat por su parte, acelera un poco el ritmo, no demasiado, sino metiendo un patrón complejo, casi tribal, que no estoy seguro que sea 4/4, pero que embona de forma casi milagrosa. La versión de Kimbrough dura casi 4:30. Los Black Keys la recortan casi 2 minutos, cerrando con Dan jugando con un Power Chord que se va ensuciando hasta terminar con un Feedback recorriendo todo el brazo para un inesperado efecto de ráfaga con que acaba. Éstos, ÉSTOS son los detalles que diferencian a los Black Keys del resto de bandas Garage que surgieron por la época. En un buen día, también podría ir en rojo.

Sigue “I’ll Be Your Man” una rola agradable en medio tiempo, con un mood cálido, melódico, sencillo. El riff y en realidad casi toda la rola es una secuencia de 2 tonos yendo y viniendo, el beat, las maracas dando esa cohesión, y un discreto bajeo (supongo que a cargo de Dan), que se nota apenas cuando hace el esbozo de requinto al 1:20, (más bien repetición de la afilada Intro) y que parece hecho con la misma guitarra. Aquí se nota ese Lo-Fi, con la voz lejana y cavernosa, y las maracas haciendo una especie de Feedback en su canal desde el inicio. Pero extrañamente suena muy bien. Es una canción muy simple. Incluso las letras, con esas referencias a los ríos y montañas de los viejos Blues. Necesita más una canción para ser buena? Nop. En este caso menos es más, y la rola es pegajosa, con una gran melodía, sin que le falte un solo segundo, en incluso su abruptísimo final aporta al tremendo encanto de esta joyita.

Enseguida llega “Countdown”, un tema original que pareciera más remoto que las dos primeras. Un riff juguetón, con la guitarra más limpia haciendo agudos, y un ritmo también más lúdico, casi disco de Carney. Aquí Gabe Fulvimar agregó un Moog muy sencillo, un sintetizador de pedales muy básico, apenas para agregar esa lejana textura del fondo. Dan sobrepone dos guitarras, la que lleva esa alegre y aguda figura y otra que hace un bajeo muy básico, pero con identidad propia, (pongan atención durante los versos, cuando corchea notas) y que aporta desde el fondo enormidades para el dinamismo y fluidez de la rola. Una canción de desamor, en la que apenas se entiende que es lo que canta Dan, pero lo hace con una enorme pasión, con esa jerga negra del Mississippi y el fraseo. Cualquiera puede tocarla. Es muy simple. Pero les aseguro que nadie más la puede tocar igual, con la misma intensidad y de esa forma que (salvo el moog), parece grabada en los 40’s.

Luego tenemos “The Breaks”, en la que el beat cuasi hiphopero de Carney nos recuerda en qué siglo fue grabado el disco. La rola arranca con una grabación que pareciera de un poema recitado por radio. Al :15 viene in inesperado guitarrazo, agudo y algo estridente, con el que arranca el riff principal, tres notas descendentes y un remate, que dan una sensación pesada mastodóntica. Gabe hace el sencillo bajeo con el Moog Bass para dar ese efecto profundo de contrabajo. Dan canta de forma más pausada, también con cierto matiz hip-hop, pero sin perder los toques blueseros en los remates de guitarra, y sobre todo en los puentes o estribillos “They say love lost will never grow, But hey, hey, hey I still love you so”. Es de las rolas en que tanto la guitarra como la voz suenan un poco demasiado estridentes por la mezcla, y el ritmo perezoso tampoco ayuda mucho. Un mal día la tintaría de azul, pero el puente me sigue pareciendo muy bueno.

Con “Run Me Down” volvemos a viajar en el tiempo. Es quizá la rola más minimalista, con apenas un discreto beat llevado con las baquetas y Auerbach haciendo magia, con un excelso diálogo con su guitarra. La forma en que canta y toca no hace sino dar muestra del profundo conocimiento y amor por el Blues. Eso no es algo que se aprende en escuelas, sino escuchando, escuchando muuuuucho. Hay una parte al :55 en que su voz casi se rompe, y me encanta que no se hayan molestado en corregirlo, porque así se grababa el Delta Blues, no tenían dinero para segundas tomas, por lo que quedaban los errores que hacían las rolas más humanas. Al 1:20 alguien grita “One” y Dan se discute con un muy buen requinto que se extiende hasta el final de la rola. Pat prácticamente se calla y deja la guitarra hacer esa magia hasta que regresa al sutil ritmo acompañando las notas que destilan a House, Leadbelly, a Wolf, a Big Joe Williams… Minimalismo absoluto.

Continuamos con “Leavin’ Truck”, un blues tradicional con el peculiar trato de los Black Keys, que la transforman en una versión demoledora. Arranca con ese jugueteo de notas, columpiándose perezosamente, hasta que Dan arranca con el riff principal, muy simple pero efectivo, que irá simplemente cambiando para ajustarse a las notas. Noten a Patrick, que inicia apenas marcando el tiempo con las baquetas, luego con un beat marcado que se acelera, y ya en los versos va con un anti-beat, usando los tums como si fueran tarola. La canción es un blues genérico de infidelidad, pero la intensidad de la voz, cantando casi sin métrica, la potente guitarra, la batería… todo hace que una canción simplísima se redimensione. Al 1:45 Dan hace eso, que no se puede llamar propiamente un requinto, sino un interludio instrumental, mientras Carney sigue haciendo esos cada vez más intrincados arreglos jazzies y la canción de pronto va a toda máquina hasta que regresan a los arreglos de la intro para cerrar. En esa especie de coda se agrega un bajeo sencillo, pero que ayuda a que la rola tome tal potencia. Es muy simple, cualquier idiota podría hacerlo, pero ahí está el detalle, nunca nadie lo hizo así, y ahí está el mérito de los Black Keys. Dentro de ese minimalismo, son tremendamente inteligentes.

Sigue “Heavy Soul”, otro de los originales más fuertes del disco. Un riff inicial juguetón, crepitando, con una doble guitarra en overdub creando un efecto fantástico. Tanto las guitarras como la voz tienen ese sonido áspero y sucio lo-fi. Dan dialoga con su guitarra, Pat marca los tiempos y preparan la entrada en ritmo para los coros “Heavy Soul Darling, Heavy Soul!”. Al 1:40 una de las guitarras se despega con Feedback en los amplificadores y termina haciendo un requinto muy raro, desparpajado y que pareciera grabado al revés, muy Harrisoniano por la etapa del Revolver, terminando también de forma tajante. La rola es muy buena en esta versión, pero además nos sirve para ver la evolución de los Black Keys. La grabarían de nuevo para el EP The Moan dos años después, en una versión mucho más limpia. Es prácticamente la misma, pero con mejor producción, tanto la voz como las guitarras son más claras. Me parece mejor el requinto del debut, pero en general, el sonido mejora enormidades en la segunda versión, lo cual da nota de que con una bañadita y peinadita, este disco pudo mejorar enormidades. No es que sea malo, pero un poco más de presupuesto y producción pudo ayudar.

Y hablando del Revolver, continuamos con “She Said, She Said”. Con ella, demuestran que a pesar de tener todas las raíces blueseras, los Beatles también están ahí en el fondo de todo, son omnipresentes ya se trate de los Black Keys o de Nirvana, de todo. Por lo mismo, es quizá la canción más rara de los Black Keys, porque a pesar de ser un excelente cover, y de que sin duda la tomaron y rehicieron a su estilo, casi blues, no deja de tener esa meliodicidad pop Beatle. Por ello me encanta que la hayan escogido sin miedo. Debo decir además que este tema de Lennon siempre me pareció muy menospreciado. Es un riff encantador que siempre me pareció que debía tener más potencia y que en su momento traté de meter al repertorio de mi primer grupo, sin éxito. La versión es buena, algo impetuosa, Dan canta con tanta pasión como si fuera Blues, incluso cambiando un poco la melodía de los puentes. Hay un ligero error en la guitarra requinto exactamente al 2, que no se molestaron en corregir, y al final, un ligero problema de sincronización entre los overdubs de las guitarras. Eso hace que suene más real, más cercana, a lo que cualquier mortal como tu o yo podemos hacer en nuestro garaje, pero también muestra esos ligeros detalles de profesionalismo. No es mala ni mucho menos, pero sigue luciendo un tanto fuera de lugar en el disco. Con todo, insisto, es de aplaudir que se hayan animado.

Luego está “Them Eyes”, que inicia con una linda secuencia tremolada, suave y tranquila, con Dan manejando sutilmente os platillos, lo cual da la falsa impresión de que se trata de una balada. Pero al :15, Carney marca el tiempo y entran con un riff de una incendiaria secuencia de notas, me sorprende que no le haya subido la distorsión a todo. En los versos cambian a un ritmo como funky, mientras Pat sigue llevando el ritmo de forma elegante y jazzy. Luego un nuevo cambio con la voz más lejana y mayor ritmo. Regresamos a esa secuencia de notas inicial. “Hey, Can you see me running” canta Dan, con una voz inusitadamente limpia y elegante, que me recuerda enormidades a Tony Vierling de los Spiders. Luego juguetean con esta minimultiparte de 2:20 hasta terminar con ese estilo con que suelen acabar: de golpe. Necesitan trabajar un poco más los finales, parecen la versión musical de Stephen King!

Llegamos a “Yearnin’”, que no importa cuántas vece haya escuchado, siempre me voy con la finta de que se trata de “Beast of Burden”. No descartaría que sea un guiño rollingstoniano, pero salvo esa intro, de inmediato entran en un rocker muy movido y distinto. El tema es dinámico, divertido, contagia buen humor, pero es un bluesrocker algo genérico, sin nada malo, pero tampoco algo notable además de ese guiño inicial. Suenan mejor mientras se acercan más al blues, al menos en esta etapa inicial.

Enseguida está “Brooklyn Bound”, con un bajeo que a mi gusto, aunque es sencillo, roba cámara. Dan hace excelentes arreglos, y este es uno de los ejemplos en los que hay que seguirlo en los que hace entre riff y riff, con tremendos arreglos en su punto más hendrixiano del disco, sin que busque sonar como el zurdo. Patrick contrasta haciendo un sobrio arreglo jazzy con el platillo punteado elegantemente, sin demasiados fills. Pero insisto, lo que importa es la tremenda labor de guitarra. La canción tiene realmente poca letra, casi es un instrumental, pero a la vez Auerbach jamás pierde piso ni se vuelve loco tratando de volverse muy técnico ni alargarse demasiado. Es la rola en forma más larga del disco, pero apenas dura poco más de 3 minutos, que resultan perfectos para ésta cátedra de guitarra.

Sigue… bueno, el track llamado “240 Years Before Your Time”. Es la misma voz que aparece en “The Breaks”? Supongo. Al :25 entra una guitarra llena de reverb y con slide haciendo efectos extraños y una voz mecánica. Pareciera que están tratando de experimentar con los raros efectos espaciales de Hendrix en el Axis. Mucho reverb, tremo en un tímido intento de solo que termina de súpito al 1:40. Bueno no. El track sigue corriendo en silencio. Silencio absoluto y total durante 20 minuts, hasta que regresa una grabación como de radio mal frecuenciado, y luego otra vez la experimentación espaciales en una rara mezcla entre Hendrix y Barret en sus momentos más pachecos… Es tanto el reberv en la guitarra de Dan que echa a perder lo que potencialmente suena un buen solo, pero que resulta excesivamente entrecortado. Los 20 segundos de silencio no logro explicármelos, salvo un recurso para llenar el disco. Era realmente innecesario, y es una muestra de la novatez y de las fallas de autoproducción. Una de las pocas manchas feas en la casi impecable discografía de los Black Keys, y que desgraciadamente si alcanza a impactar en la calificación del debut.

En fin, con todo y el disco funciona bien. Es relativamente bueno para ser un demo (técnicamente), pero ya compitiendo en las grandes ligas, se notan sus fallas, incluso comparando contra grabaciones de las mismas rolas ya con más presupuesto. Además, a pesar de que tiene canciones de muy buen nivel, también hay algunas un tanto genéricas, bien interpretadas, eso sí, pero que no destacan. Sin duda, lucen más mientras Dan se acerca más al Blues.

Por qué, a pesar de todo, funciona este disco? No sé. Quizá porque es el demo que todos quisimos grabar. Tal vez porque se adueñan de los temas ajenos como si fueran propios. O porque no temen incursionar en un género que muchos consideraban muerto y decidieron refrescarlo y traerlo al nuevo mileno. O quizá porque es una cátedra de amor al blues, sin más interés, sin más pretensiones.

En retrospectiva y a pesar de sus fallas, el The Big Come Up debe estar entre los mejores discos del flojísimo 2002, compitiéndole a Interpol, Audioslave y a la aún entonces “promesa culposa” llamada Coldplay. Es una lástima que en su momento no haya logrado el reconocimiento que debía, pero es una fortuna que a la larga haya sido salvado del anonimato, pocas bandas tienen esa suerte. Y por otro lado, es sorprendente que de las bandas mencionadas, sus trayectorias fuera a la baja, mientras que los Black Keys apenas nos mostraban de lo que serían capaces. La única incógnita con este debut es, pues, porqué diablos este par no despegó antes???

 

 Por Corvan 

22/Ene/2014 

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