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THE STONE ROSES

 “I don’t need to sell my soul

He’s already in me

I wanna be adored”

“C”

Eras Principales:

Madchester

Miembros Clave:

Ian Brown, Voz

John Squire, Guitarra

Reni, Batería

Mani, Bajo

Canciones Clave:

I Wanna Be Adored, Love Spreads, Fools Gold, I Am The Resurrection, Made Of Stone, Waterfall, Elephant Stone, She Bang The Drums, Where Angels play, Bye Bye Badman,  Sally Cynnamon, One Love,...

 

Hubo un momento en que los Stone Roses pasaron de ser la banda más prometedora del UK, la banda que con un único álbum en el mercado habían puesto patas para arriba toda la escena musical inglesa, los Beatles de Manchester, los tíos que salvarían el Rock... a desintegrarse por completo tras apenas publicar su segundo disco. ¿Qué fue lo que salió mal?

La historia de los Stone Roses comienza con Ian Brown y con John Squire. Eran vecinos del mismo barrio de la periferia de Manchester y coincidieron en la escuela desde muy pequeños, ya con cuatro años. Bueno, en realidad no se hicieron verdaderos amigos hasta la adolescencia, cuando el Punk les proporcionó algo común. En esa época, aunque Brown era fanático de los Pistols y Squire tiraba más por los Clash, formaban parte de una banda motera llamada The Scooter Boys inspirada en Quadrophenia y en la cultura Mod. Pero esto de las motos duró poco. Brown sabía tocar el bajo y Squire la guitarra y terminaron por montar una banda a la que bautizaron como The Patrol y que luego rebautizarían como The English Rose. En el '83, en una fiesta en casa de Brown alguien se presentó con el gran Geno Washington. Aquello lo cambió todo. A Brown no le impactó tanto tener una celebridad del R&B en su casa casa como que el mismísimo Geno Washington, compartiendo con él un porro, le dijese  que tenía planta de estrella de Rock, que intentase triunfar. Así que inmediatamente, Brown corrió a apuntarse a clases de canto y tomó la decisión de formar una nueva banda y llamarla The Stone Roses. Bueno, lo de las clases de canto apenas le duró tres semanas pero lo de los Stone Roses se lo tomó verdaderamente en serio. Sus colegas de The Smiths hicieron su aparición en Top Of The Pops y se les implantó la idea de que triunfar sería pan comido. Al poco tiempo se embarcaron en una gira por Suecia. Las críticas de sus primeros conciertos fueron terribles, tan demoledoras que incluso tuvieron problemas para subsistir. Llegaron a grabar un disco de Rock oscurísimo y recargado de eco que no llegó a piblicarse. Lanzaron un primer single –So Young- y pasó totalmente desapercibido. Poco importaba; en cada entrevista Squire insistía: "digan lo que digan, somos la mejor banda del planeta". Las dificultades por las que pasaban provocaban continuos cambios en la formación. Sólo Squire y Brown resistían toda adversidad. Pero finalmente acabaron por llegar Mani (en realidad llamado Gary Mounfield) que se convertiría en el bajista definitivo y Reni (Alan John Wren) que se apoderaría de las baquetas y al que el mismísimo narigón Townsend había intentado reclutar para su banda de acompañamiento en su faceta en solitario.

En el Manchester de la segunda mitad de los 80s había que tocar en La Hacienda. Si no tocabas en el local de Tony Wilson (dueño de Factory Records) no eras nadie. Los Stone Roses odiaban a Tony Wilson y encontraron a un tipejo llamado Gareth Evans (su verdadero nombre es Ian Bromley) que les recordaba a Al Capone. Con el tenían en común el odio visceral hacia Wilson así que lo convirtieron en su manager. Y de pronto, con Evans convertido en el Brian Epstein de los Stone Roses, la suerte cambió. A finales del ’88, un single llamado Elephant Song comenzó a marcarles el camino del éxito. Por aquella época, los SR se dejaban influír por los el House y el Indie que recién florecían en Inglaterra y que llenaban las calles de sus ciudades con camisetas con smilies. El extasis y MDMA constituían su principal fuente de inspiración. Mezclaban beats dance con contundente distorsión guitarrera. En el '89 grabaron su primer disco. Mejor dicho: grabaron el primer disco que lograrían publicar. Había pasado un largo lustro desde aquel canuto compartido con Geno Washington y tenían prisa por despegar de una vez. Firmaron un contrato con Silvertone sin importarles lo abusivo de sus cláusulas. Para ajustar presupuestos, ensayaban cinco dias a la semana para llevar las canciones bien atadas y luego grababan de noche. John Leckie sería el productor. Durante el rodaje Leckie perdía los nervios a causa de aquel batería incapaz de tocar dos veces igual la misma pieza. El caso es que una vez terminado aquel álbum homónimo se convertiría en un punto de inflexión en la historia del Rock, en uno de los más influyentes de siempre. Realmente no logró el apoyo del gran público de forma inmediata, eso vino algo después, pero de pronto a raiz de aquel album comenzó a germinar algo que no acababa por definirse. A aquel movimiento se le llamó Madchester, antepasado directo de lo que luego conoceríamos como BritPop. Y no solo el BritPop y sus buques insignia (Oasis, Blur,...) bebieron de StoneRoses. Entre los influenciados habríamos de citar a The Verve o incluso a los mismísimos Radiohead. Practicamente toda la nueva hornada de futuras estrellas del país de los FabFour presenciaron in situ, en medio de otros 27000 jóvenes con los sentidos totalmente embotados, la histórica actuación de los SR en Spike Island en el '90. El llamado Woodstock de la generación de Mánchester, considerado por muchos como la escinificación de Era Thatcher. Es acá cuando les recomiendo el rockumental The rise and fall of Brit Pop que refleja perfectamente la grandeza de un momento tan concreto en la historia del Rock.

Pero aquel que debió divinizarlos en realidad se convirtió en el principio del fin. Ante éxito tan mayúsculo, quedó bien claro lo abusivo de las cláusulas de su contrato. Por ejemplo, la banda no vería ni un mísero céntimo de las primeras 30mil copias que se vendiesen de cada uno de los siete discos a los que se habían comprometido con la discográfica. De cara al segundo disco buscaron la manera de romper el contrato con Silvertone y buscar un sello que les garantizase mejores condiciones. No les habría resultado difícil. Eran estrellas. Consecuencia de todo ello, Silvertone los citó en el juzgado. El segundo disco quedó aparcado hasta que todo se resolviese. Y para colmo, revolver en la economía de la banda acabó por demostrar que Evans les estaba estafando vilmente. Lógicamente el manager recibió su correspondiente patada en el trasero, pero antes los Stone Roses cancelaron la totalidad de lo que habría sido su primera gira por los USA, solo por evitar que Evans se embolsase su porcentaje correspondiente. Un duro golpe para Evans pero también un clavo más en el ataud de la banda. Sin llegar a tanta tragedia, el caso de los StoneRoses tiene cierto paralelismo con el de los trístemente célebres Badfingers: todos (discográficas, managers, otros músicos,...) sacaron tajada del talento de la banda menos la propia banda.

Para cuando los Stones Roses publicaron The Second Coming ya habían pasado cinco años desde su debut. El BritPop se posturaba como el contrataque inglés al Grunge norteamericano. Ya nadie se acordaba de Madchester y la música de los SR sonaba totalmente desubicada. Ya no pintaban nada. El carácter peculiar de cada uno de los integrantes de la banda hacía complicada la convivencia. La fría (e injusta) acogida que tuvo The Secod Coming desencadenó la ruptura definitiva. Uno a uno fueron dejando la banda y embarcándose en sus propios proyectos. Solo Mani consiguió unirse a un proyecto realmente exitoso y sólido con los Primal Scream. El resto tuvo que conformarse con éxitos muy modestos y puntuales.

Y los Stone Roses se desintegraron al tiempo que se convertían en leyenda, reinvindicados por un montonazo de artistas que reconocían sin tapujos su enorme influencia, arrastrando consigo a toda una nueva legión de nuevos seguidores que redescubría una de las bandas clave para el espectacular resurgir del Rock en los '90s. 

 

Y por supuesto, como toda banda legendaria que se precie, a finales de la primera década del nuevo milenio, se produjo la obligada reunión. Gira exitosa y, próximamente, tal vez nuevo disco. Seguiremos informando

La historia de los Stone Roses comienza con Ian Brown y con John Squire. Eran vecinos del mismo barrio de la periferia de Manchester y coincidieron en la escuela desde muy pequeños, ya con cuatro años. Bueno, en realidad no se hicieron verdaderos amigos hasta la adolescencia, cuando el Punk les proporcionó algo común. En esa época, Brown era fanático de los Pistols y Squire tiraba más por los Clash, pero formaban parte de una banda motera llamada The Scooter Boys inspirada en Quadrophenia y en la cultura Mod. Pero esto de las motos duró poco. Brown sabía tocar el bajo y Squire la guitarra y terminaron por montar una banda a la que bautizaron como The Patrol y que luego rebautizarían como The English Rose.

En una fiesta en casa de Brown, allá por el '83, alguien se presentó con el gran Geno Washington. Aquello lo cambió todo. A Brown no le impactó tanto tener una celebridad del R&B en su casa casa como que el mismísimo Geno Washington, compartiendo con él un porro, le dijese que tenía planta de estrella de Rock, que intentase triunfar. Así que inmediatamente, Brown corrió a apuntarse a clases de canto y tomó la decisión de formar una nueva banda y llamarla The Stone Roses. Vale, lo de las clases de canto apenas le duró tres semanas pero lo de los Stone Roses se lo tomó verdaderamente en serio. Sus colegas de The Smiths hicieron su aparición en Top Of The Pops y a todos se les implantó la idea de que triunfar sería pan comido y poco tiempo después estaban embarcados en una gira por Suecia. Las críticas de sus primeros conciertos fueron terribles, tan demoledoras que incluso tuvieron problemas para subsistir. Llegaron a grabar un disco de Rock oscurísimo y recargado de eco que nunca llegó a publicarse. Lanzaron un primer single –So Young- y pasó totalmente desapercibido. Poco importaba; en cada entrevista Squire insistía: "digan lo que digan, somos la mejor banda del planeta". Las dificultades por las que pasaban provocaban continuos cambios en la formación. Sólo Squire y Brown resistían toda adversidad. Pero finalmente acabaron por llegar Mani (en realidad llamado Gary Mounfield) que se convertiría en el bajista definitivo y Reni (Alan John Wren) que se apoderaría de las baquetas y al que el mismísimo narigón Townsend había intentado reclutar para su banda de acompañamiento en su faceta en solitario.

En el Manchester de la segunda mitad de los 80s había que tocar en La Hacienda. Si no tocabas en el local de Tony Wilson (dueño de Factory Records) no eras nadie. Los Stone Roses odiaban a Tony Wilson y encontraron a un tipejo llamado Gareth Evans (cuyo verdadero nombre era Ian Bromley) con el compartían odio visceral hacia Wilson así que lo convirtieron en su manager. Y de pronto, con Evans convertido en el Brian Epstein de los Stone Roses, la suerte cambió. A finales del ’88, un single llamado Elephant Song comenzó a marcarles el camino del éxito.

Por entonces los SR se dejaban influir por los el House y el Indie que recién florecían en Inglaterra y que llenaban las calles de sus ciudades con camisetas con smilies. El éxtasis y el MDMA constituían su principal fuente de inspiración. ¿El resultado? Resumámoslo así: Los Stone Roses componían unas melodías fantásticas pero, por el contrario,  nunca fueron una banda que se currase las letras. La verdadera fortaleza de su revolución radicaba en su peculiar y característica sección rítmica y en su arriesgada fusión de beats dance con contundente distorsión guitarrera. Una auténtica locura. Les digo, el dúo Mani/Reni entra claramente en mi top Ten de dúos bajo/baterías

En el '89 grabaron su primer disco. Mejor dicho: grabaron el primer disco que lograrían publicar. Había pasado un largo lustro desde aquel canuto compartido con Geno Washington y tenían prisa por despegar de una vez. Firmaron un contrato con Silvertone Records sin importarles lo abusivo de sus cláusulas. Para ajustar presupuestos, ensayaban cinco dias a la semana para llevar las canciones bien atadas y luego grababan de noche. John Leckie sería el productor. Durante el rodaje Leckie perdía los nervios a causa de aquel batería incapaz de tocar dos veces igual la misma pieza. El caso es que una vez terminado aquel debut homónimo se convertiría en un punto de inflexión en la historia del Rock, en uno de los más influyentes de siempre. Realmente no logró el apoyo del gran público de forma inmediata, eso vino algo después, pero de pronto a raíz de aquel álbum comenzó a germinar algo que no acababa por definirse. Algo que acabó por llamarse Movimiento Madchester, antepasado directo de lo que luego conoceríamos como BritPop. Y no solo el BritPop y sus buques insignia (Oasis, Blur, y todos los demás) bebieron de StoneRoses. Entre los influenciados habríamos de citar a The Verve o incluso a los mismísimos Radiohead. Prácticamente toda la nueva hornada de futuras estrellas del país de los FabFour presenciaron in situ, en medio de otros 27000 jóvenes con los sentidos totalmente embotados, la histórica actuación de los SR en Spike Island en el '90, elWoodstock de la generación de Mánchester, considerado por muchos como la escenificación del fin de la Era Thatcher. Es acá cuando cuando hago un impasse y les recomiendo el rockumental The rise and fall of Brit Pop que refleja perfectamente la grandeza de un momento tan crucial y fascinante en la historia del Rock.

Pero aquella gloria alcanzada que debería divinizarlos en realidad se convirtió en el principio del fin. Ante éxito tan mayúsculo, se hizo evidente lo abusivo de las cláusulas de su contrato. Por ejemplo, la banda no vería ni un mísero céntimo de las primeras 30mil copias que se vendiesen de cada uno de los siete discos a los que se habían comprometido con la discográfica. De cara al segundo álbum buscaron la manera de romper el contrato con Silvertone y buscar un sello que les garantizase mejores condiciones. No les habría resultado difícil. Eran estrellas. Consecuencia de todo ello, Silvertone los citó en el juzgado. El segundo disco quedó aparcado hasta que todo se resolviese. Y para colmo, revolver en la economía de la banda acabó por demostrar que Evans les estaba estafando vilmente. Lógicamente el manager recibió su correspondiente patada en el trasero, pero antes los Stone Roses cancelaron la totalidad de lo que habría sido su primera gira por los USA, solo por evitar que Evans se embolsase su porcentaje correspondiente. Un duro golpe para Evans pero también un clavo más en el ataúd de la banda. Sin llegar a tanta tragedia, el caso de los Stone Roses tiene cierto paralelismo con el de los tristemente célebres Badfingers: todos (discográficas, managers, otros músicos,...) sacaron tajada del talento de la banda menos la propia banda.

Para cuando los Stones Roses publicaron The Second Coming, ya habían pasado cinco años desde su debut. El BritPop se postulaba como el contraataque inglés al Grunge norteamericano. Ya nadie se acordaba de Madchester y la música de los SR sonaba totalmente desubicada. Ya no pintaban nada. El carácter peculiar de cada uno de los integrantes de la banda hacía complicada la convivencia y la fría (e injusta) acogida que tuvo The Secod Coming desencadenó la ruptura definitiva. Uno a uno fueron apeándose del carro y embarcándose en sus propios proyectos. Solo Mani consiguió unirse a un proyecto realmente exitoso y sólido con los Primal Scream. El resto tuvo que conformarse con éxitos muy modestos y puntuales.

Y así los Stone Roses se desintegraron al tiempo que se convertían en leyenda, reivindicados por un montonazo de artistas que reconocían sin tapujos su enorme influencia, arrastrando consigo a toda una nueva legión de nuevos seguidores que redescubría una de las bandas clave para el espectacular resurgir del Rock en los '90s. 

Por marlaior

14/Jul/2014

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