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JUEZ Y PARTE (Joaquín Sabina, 1985)

Artista: Joaquín Sabina (B)

Fecha de Grabación: 1985

Fecha de Lanzamiento: 1985, ESP

Discográfica: BMG / Ariola

Productor: Jesús Gómez y Joaquín Sabina

Calificación: 7.5

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                        

Era: Trova y Cantautores (1970-???)

Subgénero: Trova y Cantautores 

Mejor Canción: Princesa o Whisky Sin Soda 

Canciones: 1) Whisky Sin Soda; 2) Cuando Era Más Joven; 3) Ciudadano Cero; 4) El Joven Aprendiz De Pintor; 5) Rebajas de Enero; 6) Kung Fu; 7) Balada de Tolito; 8) Incompatibilidad de Caracteres; 9) Princesa; 10) Quédate a Dormir. 

Me pasa algo curioso con algunos discos. No tienen demasiadas canciones buenas o destacadas, pero tampoco malas. Son discos parejos pero planos, con pocas variaciones de estilos y atmósferas; no hay mucho que reprocharles, ya que no hay canciones realmente apestosas u ofensivas, pero tampoco temas enormes. Y como tal, pasan sin pena ni gloria sin afectar para bien o para mal en la discografía de su creador. Al menos en los discos malos hay mucha tela de donde cortar, pero estos discos no se les puede sacar mucho jugo. Hay temas buenos, apenas, y ya. Generalmente alcanzan un 7.5 porque es la calificación media que uso yo, pero no son demasiado memorables, ni por lo bueno ni por lo malo.

Juez y Parte,  cuarto disco de estudio de Joaquín Sabina, es un ejemplo perfecto de ello. Se nota el esfuerzo de Sabina por intentar dar un paso al frente. De hecho lo da, me parece que es un avance pequeño respecto al Ruleta Rusa, tratando de entrar en una etapa de madurez musical, sin embargo ésta aún le falta un poco. Y antes de que me acribillen, es cierto, hay un par de temas buenos, “Whisky Sin Soda” y “Princesa”, que se han logrado colar como clásicos, pero ciertamente son clásicos muy menores, y no sé si en otros discos hubieran podido sobresalir, ya que aquí lo hacen porque hay muchos temas promedio.

Por otro lado, las demás canciones tampoco son malas. Es sólo que la composición parece repetitiva y la producción tampoco ayuda a darles un toque diferente. Parece que todas las rolas fueran la misma canción retrabajada una y otra vez, con mediostiempos llenos de ecos en guitarras y batería que fechan mucho las canciones. Pero bueno, estamos en 1985, qué podíamos pedir? Salvo “Whisky” y el Rockanrolito de “Incompatibilidad de Caracteres” el disco va semilento, como adormilado. La letra va mejorando. No sé si decir “madurando”, ya que ya que sería caer en contradicciones hablando de Sabina, pero por momentos logra imágenes poéticas más complejas y efectivas, aunque en otros temas se sigue perdiendo en divagaciones que no llevan a ningún lado.

Por otro lado, en este disco tuvo una ganancia que quizá en su momento Sabina ni siquiera tuvo idea de, pero que a la larga fue fundamental para que el Flaco lanzara esos discazos en los 90’s. Se trata de Pancho Varona, quien aquí trabajó por primera vez en estudio con Sabina, colaborando con las guitarras acústicas y eléctricas y siendo el artífice de los arreglos, que aunque llenos de eco, ya llevan su signo. Panchito Varona se presentó con Sabina por primera vez en 1982 en el Teatro Salamanca de Madrid. Sabina traía una gran rotación de músicos, sin una banda fija por mucho tiempo. Para 1985 Sabina rompió son el sello CBS y formó con Ariola, quien le ofreció libertad artística y un buen contrato, y ello le dio oportunidad de dar conciertos más grandes. Ese mismo año, Sabina dio un concierto ante 100 mil personas en las Fiestas de San Isidro, y poco antes se había encontrado con Varona, a quien invitó para tocar la guitarra. Hubo tanta química, que Joaquín se decidió a formar un grupo estable, al que llamó Viceversa, y que fue liderado por Pancho Varona. En el Juez y Parte ya colaboró como arreglista y se comienza a sentir su mano en varias canciones, pero definitivamente Joaquín no tenía idea de la joya que se acababa de conseguir. Varona se convertiría en la mano derecha del Flaco, coautor de temas, arreglista, el que aterrizaba y vestía las ideas de Joaquín, y básicamente, junto con García de Diego quien se incorporaría más tarde, quien le da esa identidad musical a pesar de ser tan diversa la música Sabinesca.

Ojo, no demerito en absoluto a Joaquín Sabina, él sigue siendo el autor principal, quien pone la letra, quien viene con las melodías en la cabeza, y finalmente, quien las canta y le da esa tremenda personalidad. Es sólo que se nota a leguas la diferencia cuando está rodeado de buenos músicos que aben dar forma a esas ideas para que cuajen en grandes canciones, y es el caso de este par de colaboradores de Joaquín. Curiosamente, con el tridente que formarían una vez que llega García de Diego, comenzará ahora sí la etapa de mayor brillo musical del Flaco.

Por lo pronto, este es un buen paso, pero aun falta.

 

El disco arranca promisoriamente con “Whisky Sin Soda”, que es otra de las odas a su patanidad que tanto disfruta. La cuestión es que esta es la primera bien lograda, en la que, fuera de poses, logra muy buenas imágenes para describir su modus vivendi. Y lo deja claro, no está orgullosos de ello, pero es una especie de aceptación: “Qué voy a hacerle yo?” reza el pegajoso estribillo. La canción abre bien, con acordes lentos como llovizna entre una batería acompasada (ambos fechadísimos). Sabina arranca con los versos cadenciosos, hasta que entramos en ritmo al :46 y las guitarras empiezan a sonar más rockeras. Y se vienen esos versos de antología que demuestran que está creciendo como escritor y tomando mejores influencias literarias: “Nunca le hago ascos a la última copa ni al próximo bar, Vendí por amores y no por dinero mi alma a Belcebú”. Luego viene el estribillo, mucho más pegajoso y luminoso: “¿Qué voy a hacerle yo, si me gusta el whisky sin soda, el sexo sin boda, las penas con pan?” Sí, es un sinvergüenza, nunca lo ha ocultado, pero hay canciones en que no sólo disfruta presumiéndolo, sino que lo hace muy bien. El coro remata con un “Eva con Adán” que se repite de forma intoxicante. Después viene una especie de requinto a dos dedos a cargo de Varona, que no es muy técnico, pero hace una buena figura circular que viste muy bien. Después sigue con el despliegue lírico de gran nivel: “Nunca entiendo el móvil del crimen, a menos que sea pasional” y “Hoy, ya retirado, sólo robo y mato por necesidad”. Después tenemos de nuevo el estribillo que se alarga en la coda con los juegos de “Eva Con Adán” mientras una voz lejana sigue preguntando “Qué voy a hacerle yo?” hasta que la canción se difumina al 4:30. Se va volando, no parece que sea tan larga, y esto es porque funciona en todos los aspectos. Tiene buena melodía, buenos arreglos instrumentales a pesar de ser ochenterísimios, pero sobre todo un gran nivel en las letras.

 

Sigue “Cuando Era Más Joven”, que intenta seguir la misma dinámica, describiendo su estilo de vida 10 años antes, cuando andaba errante, exiliado por sus ideas políticas. Que en realidad no es muy distinto a como vivía en 1985, realmente. La canción es más lenta, con lindos arreglos de guitarra, pero no tan memorables como la previa. A pesar del ego implícito, esta vez me parece que va más por la nostalgia y el recuerdo, aunque sin dejar de presumir algo. La letra es evidentemente autobiográfica, yendo desde el exilio en Inglaterra, su época de fugitivo, el tiempo que pasó en la milicia, su regreso a Madrid, sus primeras grabaciones, sus primeras dos esposas, su infidelidad crónica… Hasta la época actual en la que dice pagar impuestos , comer caliente y tener pasaporte. En fin, toda una miniautobiografía, con un agradable tono anecdótico, tibio y nostálgico. Peor poco memorable, con una melodía un tanto débil. Quizá lo mejor además de la letra, es ese requinto al 1:45, juguetón y optimista, con todo y unas palmas llevando el ritmo. Un buen tema a secas.

 

Después llega “Ciudadano Cero”, una canción curiosa, semilenta, con guitarras haciendo escalas descendentes amargas. Sabina hace la narración de un dueño de un hostal, en la que un cliente sacó de repente una escopeta del armario y se puso a repartir plomo a diestra y siniestra. Una crónica de un tipo normal, común y corriente, que de repente se deschaveta y mata a 17 alrededor (y deja a un gato cojo, nunca falta el humor). Quizá hoy estemos familiarizados con la escena gracias al desequilibrio mental de los gringos, pero supongo que en ese entonces debió ser una noticia tremenda en España. El fraseo es lento y un tanto forzado, raro para lo que acostumbra Sabina, pero mejora en los estribillos, en los que Sabina suena más rabioso e impotente, elevando la tensión por sí mismo. Por cierto, esta es la primer rola en que varona aparece como coautor en los créditos. Otra canción agradable, pero que se queda en la medianía.

 

“El Joven Aprendiz De Pintor” es una especie de balada muy lenta, en la que Sabina se hace un homenaje a si mismo desde la perspectiva de un tercero, en este caso un aprendiz que antes lo idolatraba y ahora que está teniendo éxito lo desprecia.  Un fraseo raro, con instrumentación pastosa, dormilona, con oboes y metales eventuales. Los versos son poco memorables, con casi nula melodía, y el estribillo apenas se diferencia, es esa parte de “Ya está marchita La margarita que en el pasado he deshojado yo”. En cierta forma es una declaración de principios, diciendo que le vale madres lo que diga el adulador o la crítica y que él va a seguir haciendo lo que le venga en gana. Sólo que es un tema muy, muy flojo, repetitivo y aburrido. Les apuesto que a los 3 minutos de haberla escuchado les será imposible tararearla siquiera.

 

Después está “Rebajas de Enero”, que abre con un redoble y una guitarra haciendo tritono a manera de intro. La canción lleva un mejor ritmo, con la melodía vocal un tanto entrecortada. Líricamente es una de las historias de antiamor de Sabina, sobre una chica que puso un anuncio buscando a alguien y Sabina le responde y el resto lo podemos sospechar. Al menos hay un par de versos meritorios: “Como otras parejas tuvimos historias de celos, Historias de gritos y besos, de azúcar y sal…”. Al final terminan pasando años juntos, con todo y dos gatos y tv a color, lo cual da a entender que habla de su segunda esposa. El estribillo es un tanto bobo, con las guitarras más fuertes y cargadas de distorsión y arreglos de metales haciendo contrastes con esos Power Chords. No es la mejor canción, pero es un inicio en esos temas anecdóticos sobre sus “Amores Fatales”.

 

“Kung Fu” arranca con una guitarra punteada. A pesar de su nombre no hay siquiera reminiscencias orientales, sino que es un poco más rockera, incluso mencionando a los Sex Pistols y The Who en un par de estrofas. En realidad habla de una pandilla que se hace llamar Kung Fu, pero andan en motocicletas aterrorizando la ciudad. La melodía es flojilla, y las guitarras muy genéricas, nuevamente tratando de emular el tono de las bandas de hair metal, incluso en el requinto. Pero bueh, al menos hay requinto, no como en los discos anteriores. Otra rola floja y promedio, que parece un mal borrador de “Pacto de Caballeros”.

 

Enseguida está “Balada de Tolito” también con Varona como coautor. La canción es una balada con arpegios cargados de delay, más unas maracas azucaradas. La canción pretende hacer una atmósfera melancólica y triste, pero pierde su intensión entre tanto eco, sobre todo cuando entra la batería. La letra es sobre un vagabundo que sobrevive haciendo trucos de cartas, viajando de polizón en el tren y contentándose con pan, vino y tabaco.  La canción es repetitiva y nuevamente la melodía es débil. El coro y los versos apenas se diferencian, además de que es muy larga, casi llegando a los 5 minutos,  pero la letra me gusta. Supongo que es solo que esta vez no le hallaron un arreglo que quedara mejor, pero por ejemplo, el verso con que cierra me encanta: “Ponnos dos copas más antes de cerrar, morirse debe ser dejar de caminar, Ponnos dos copas más antes de cerrar, hoy bebo a tu salud, mañana Dios dirá…” Es de las flojitas entre las promedio, pero la rescato sólo por la letra. Y porque es de las pocas aquí en que Sabina no habla de él mismo.

Creo.

 

Continuamos con “Incompatibilidad de Caracteres” que es un Rockanrolito genérico y desenfadado, muy alegre, en el que Sabina de nuevo muestra su desfachatez. Esta es la que vendría siendo la canción en que hace una lista kilométrica de cosas, al estilo de “Inventario” o “Manual Para Héroes o Canallas” y que después perfeccionará en joyas como “Todos Menos Tu” o “La Del Pirata Cojo”. Aquí la enumeración es de todas las cosas en las que no es compatible con su pareja. Sabina intenta el humor, pero creo que cuando lo busca de manera más obvia es cuando no le resulta bien. Se siente forzada, idiota y nada natural, sobre todo el insoportable coro en que canta el título de la rola. La marcaría en azul, pero la música me gusta bastante, con ese aire rockabilly de bajo y guitarra, y los arreglos, nuevamente con un oboe destacando.

 

Afortunadamente sigue “Princesa”, mi canción favorita del disco. Una canción sobre una “Mujer Fatal” venida a menos, que empezó como una princesa seductora que lo tenía agarrado de las pelotas y que quedó en ruina y ya no le mueve ninguna fibra. Bueno, para que Sabina se atreva a criticar la espiral autodestructiva de una mujer es porque debe estar a otro nivel. La canción funciona en todos los aspectos, tiene una hermosa melodía, excelentes arreglos de guitarra que se quedan clavados en la memoria, un estribillo para cantar a todo pulmón en los conciertos, y una letra de antología. Todos los ingredientes de un clásico. Pero la letra es lo que más me mueve, relatando de manera casi cruel el ascenso y caída de la chica, con unos versos logradísimos… Ehrr. Iba a poner algunos, pero la verdad es que es toda una poesía que vale la pena leer, sobre todo los iniciales. En el libro “En Carne Viva” Sabina acepta que es biográfica, aunque elude dar nombres por respeto, y también dice que lo de la “Muerte con asalto a farmacia” fue de su cosecha, ya que la susodicha seguía viva hasta donde él sabe. Menciona también que esta ya era un clásico para cuando salió el Juez y Parte. Resulta que era un tema que venía presentando en vivo desde el ’82 y la gente se la pedía en cada concierto, coreándola y todo, hasta que se decidió a grabarla y a incluirla en un disco en reciprocidad a los fans. En fin, esta es la principal muestra de la evolución de Joaquín, ya que atina a combinar de manera perfecta todos los elementos. Hoy día la sigue tocando tal cual (acaso sin delay y con Alejandro Sanz), pero básicamente no le ha hecho mayores variaciones y sigue siendo vigente.

 

El disco cierra con “Quédate a Dormir”, una canción sombría, oscura, noctámbula, con olor a cabaret. Tiene una muy buena ambientación, que combina bien con la letra, en la que hace gala de su capacidad de seducción en plena madrugada. El bajo de Juan Martínez destaca haciendo buenos arreglos y siendo el instrumento líder. La guitarra juguete al fondo y una batería muy jazzy da unidad a todo. El coro es pegajoso y más luminoso, lanzando ese gancho hacia su reticente víctima: “Deja el abrigo y ven, Hay sitio para los dos, Y nada va a pasar, Que no queramos tu y yo.” Poco a poco se van agregando más instrumentos, hasta que cerramos con una apoteósica coda llena de trompetas, bombos, sax y un aire carnavalesco y más divertido.  Un buen cierre, que es un preludio a mejores temas como “Medias Negras”.

 

 

Y eso es todo. El disco es una mejora respecto a los anteriores. Pero se sigue sintiendo muy lejos de los discos que nos regalará en los 90’s. Sí, es un giro, sí está mejorando como compositor y como letrista, y además ya ha encontrado a su mano derecha con la que se apoyará para alcanzar grandes alturas, pero este es apenas un primer paso, por lo que difícilmente podemos echar las campanas al vuelo con el Juez y Parte.

Por otro lado, que título más ad hoc. Lo toma de una línea de “Princesa”, pero este es un disco que en que Joaquín Sabina le rinde un tributo en casi cada una de las rolas  a… Joaquín Sabina! así  que el titulo le queda más que bien. En fin. No es malo. Tampoco es bueno. No podría decir que es solo para fans, pero tampoco es la mejor opción para comenzar con el Flaco. De cualquier forma es de fácil escucha y no hace daño darle una oportunidad. No pasa de que se te olvide a los 10 minutos.

 

Por Corvan

1/May/2012

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