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RADIOHEAD

“Faith, you’re driving me away
You do it everyday
You don’t mean it
But it hurts like hell…”

 

"B"


Década Principal:
90's y 00's
Eras Principales:
Alternativo II: La Gran Explosión (1990-1999)
(Post)-alternativo III: La Dispersión (2000-???)


Miembros Clave:
Thom Yorke, Vocalista
Jonny Greenwood, Guitarra líder
Ed O'Brien, Segunda Guitarra
Colin Greenwood, Bajo
Phil Selway, Batería


Canciones Clave:
Paranoid Android, Karma Police, My Iron Lung, No Surprises, Videotape, How To Disspear Completely, High & Dry, Fake Plastic Trees, Street Spirit (Fade Out), Exit Music For a Film, Just, Optimistic, Nude, Pyramid Song, Climbing Up The Walls, Knives Out, Lucky, There There, Everything In Its Right Place, Like Spinnig Plates, Jigsaw, Burn The Witch, Optimistic, Reckoner, Airbag, I Might Be Wrong, Bodysnatchers, Daydreaming, Lotus Flower, Sail to the Moon, Life in  a Glasshouse, True Love Waits,, The National Anthem, You, (Nice Dream), Stop Whispering, A Punchup at a Wedding, Jigsaw Falling Into Place 
 
Los tiempos del rock se han ido apagando poco a poco. Lejos están aquéllos días de superbandas en el que casi cada músico era un virtuoso y había además algún genio letrista. Los supercombos se fueron extinguiendo lentamente junto con el espíritu verdadero del rock hasta convertirse en una mera expresión artística individual, muy válida, pero opuesta al rock con espíritu universal que predominaba en los sesentas y setentas. Es decir, la música antes reflejaba una atmósfera social y era una expresión directa de ésta, iban de la mano. Con la muerte del rock a inicios de los 80’s (me aventuraría a decir que antes), el rock se convirtió en un arte individual, se volvió parte del mainstream contra el cual nació, y perdió así su causa original y masiva para convertirse en una expresión personal e individualista. Más simple? Pongamos que dejó de ser progresista para convertirse en hedonista/masoquista.


Sin causas que atacar, viendo que sus héroes se mataban a racimos con sobredosis, lentamente, sin que nadie se diera cuenta, el rock dejó de ser una verdadera arma política y social para convertirse en una expresión solitaria. No voy a negar que muchas veces esa expresión solitaria confluía en una generación y lograba ídolos. Pregúntenle al fantasma de Cobain, que no era buen músico, pero logró resumir el sentimiento frustrado de su época, incluso con su último acto de jalar el gatillo. Pero lo cierto es que en lo poco que ha coincidido el rock desde entonces es en la angustia e insatisfacción generacional.


Justamente de esa confluencia que nos une como la llamada “Generación X” surgen bandas que se convierten en gigantes, por transmitir, a través de una angustia personal, el sentir de todos sus escuchas que se identifican con esa desolación. Así el grunge se convirtió en el más sólido movimiento musical desde el punk de los setentas, y logró bandas míticas, aunque alejadas totalmente en forma y fondo de los monstruos del rock clásico. Las bandas de esta generación noventera, sin ser necesariamente pertenecientes al grunge, lograron un estilo propio: depresivo, con guitarras potentes, letras incisivas hacia el propio dolor y hacia la sociedad, voces rabiosas. Raramente se pueden encontrar músicos virtuosos (El último semivirtuoso es Slash y no pertenece para nada a este género), pero que tienen una intención artística en común y logran una cohesión como grupo que antes las superbandas no tenían. No es que no haya talento, pero ya no queda nadie de la talla de Hendrix, Page, Moon, Baker… Bueno queda una banda, la última B de MI catálogo, pero de ella hablaré después y tampoco entra en este género. El caso es que las bandas noventeras a las que me refiero, Blur, Pearl Jam, Collective Soul, Alice In Chains, entre otros, saben compensar la falta de virtuosismo con una tremenda inteligencia y trabajo en equipo. Son creadores de atmósferas que acompañan las letras.


De este conjunto de bandas, destaca una que llevó al rock a los límites del progresivo sin adentrarse en él, logrando tonadas pegajosas sin hacerlas pop, escribiendo letras depresivas sin llegar a ser condescendientes (salvo su más grande éxito), ingresando sin miedo en diversos géneros, convirtiéndose en un mito viviente de la talla de los monstruos clásicos, sin dejar de sonar en la radio por más experimentación y pretensionismo que haya en ellos, reinventándose constantemente y lanzando uno de los 20 mejores discos en toda la historia del rock. Adivinan?


¿A que viene todo esto? Es simple. No se puede valorar a Radiohead ni su aporte a la música sin valorar a la vez todo su contexto. Radiohead es una banda que destaca sobre las demás bandas de su época porque sus integrantes, sin llegar al virtuosismo y despliegue de técnica sin-ton-ni-son, logran cohesionarse de manera bastante inteligente con Thom Yorke liderando la parte lírica y espiritual de la banda y con un Jonny Greenwood guiando la parte musical y las densas atmósferas que creaba el grupo para dar soporte al mensaje transmitido por voz y letras.


Quiero ser claro. No catalogo a Radiohead tan alto por un solo álbum. Conocí a Radiohead como la mayoría de los de mi edad: por la saturación radiofónica que ocasionó “Creep” en el ya lejano ’93. Yo apenas comenzaba prestar atención al rock contemporáneo arrastrado por la música creada durante ese año mágico. La cancioncita no dejaba ser de lo más depresivo que hubiera escuchado, pero se metía hasta los huesos a pesar de ser posiblemente la PEOR (Dejémosla en “menos representativa”) canción en el repertorio de Radiohead. Esa canción eclipsó mucho mejores cosas del disco debut del grupo, como Stop Whispering, pero hay que agradecer que gracias a ella la banda se haya dado a conocer a nivel masivo. Está comprobado que, después de “More Than Words” de Extreme, “Creep” es la canción más programada en estaciones de rock durante esa década. Y muchos se han quedado con la idea de que Radiohead es una canción o es un disco. Error. Es imposible escuchar la discografía completa de la banda sin una jaqueca, pero definitivamente no por sonar a lo mismo, como The Who, sino por las densísimas atmósferas que ocasionan con la canción más simple. La banda es quizá, sin llegarle a las rodillas al White Album, la más diversa que existe actualmente. Empezaron con un brit pop potente, basado en dos o tres guitarras durante sus dos primeros discos. Luego se fueron al punto exacto de los límites del progresivo con los límites del pop en su obra maestra. Después pasaron a un electrónico experimental extremo en sus dos siguientes discos, sin dejar de sonar a sí mismos. Finalmente conjuntaron la experimentación electrónica con los guitarrazos en el “Hail to the Thief” y el “In Rainbows”. Y curiosamente, después del OK, sus mejores discos son los dos directos en que versionan canciones de sus discos electrónicos con un toque más humano y rockero. En su carrera, sin dejar el rock, pasan por las baladas, e brit pop, rock acústico, atmosférico, canciones de cuna, rozan el metal, se van a jugar con el electrónico y sus subgéneros, acarician el progresivo, hacen letras grungeras, atacan rabiosamente al sistema y por si fuera poco, logran mezclar todo esto en canciones de género indefinible.


La banda fue creada por un grupo de amigos preparatorianos en Oxford, en el ya lejano 1985. On a Friday, que era el nombre de entonces, se separó un tiempo durante los primeros años universitarios de sus integrantes, pero ya para finalizar, se volvieron areunir, con una mayor madurez y dominio de sus instrumentos, y a la vez, dueños de un estilo que no encajaba con el resto del movimiento regional de inicios de los noventas. Debido a esto, comenzaron a tener una base de fans cada vez más grande, llenando todos los lugares en los que se paraban y logrando buenas ventas de sus demos en estas tocadas. Las disqueras comenzaron a prestarles atención y llegó un momento en que varias se pelearon por firmarlos, siendo EMI la que ganó el contrato, firmándolos por seis discos con la condición de que se cambiaran el nombre a una de las canciones de sus grupos influenciadores, los Talking Heads. Y así Yorke y compañía tomaron el nombre de Radiohead.


Aunque hubo fricciones desde la grabación del primer disco, su debut con Pablo Honey es impecable. Es un disco con cierta influencia de brit pop, pero más depresivo, lleno de atmósferas creadas a partir de guitarreos rítmicos y arreglos de ensueño, precisos, alucinantes, depresivos, por parte de Jonny Greenwood. La voz de Yorke, desde entonces se caracterizó por ser tremendamente nostálgica, capaz de expresar sentimientos, jugando a través de toda la escala y alcanzando generalmente tonos muy altos con falseto. El álbum es en general depresivo, pero es el más rítmico y movido de todos sus elepés, con más influencia ochentera de los Smiths, Joy Division, R.E.M., etc. Sus letras comienzan a despuntar. El álbum es muy bueno, pero curiosamente tardó mucho en pegar en las listas de popularidad. Radiohead estaba a punto de desintegrarse tras el fracaso cuando uno de los sencillos, Creep, comenzó a despuntar a mitad de año. Entró tímidamente a la programación de radio. Poco a poco los radioescuchas comenzaron a pedirla más y más y para agosto ya estaba en la cima de los charts radiofónicos del mundo entero, eclipsando canciones como “What’s Up” de las Four Non Blondes, “November Rain”, de Guns, “Nothing Else Matters” de Metallica, “Losing My Religion” de R.E.M. y “Heart Shaped Box” de Nirvana. Así, casi por casualidad, Radiohead se fue a la cima del mundo con una de sus canciones mas sin chiste, y que incluso Jonny Greenwood detestaba tanto que intentó boicotearla con los guitarrazos que se escuchan antes de cada coro, logrando con ello darle más fuerza a la canción.


La rolita no es mala en sí, pero insisto en que es de lo mas común que la banda ha creado, y ha sido tal su sobrevaloración y la escuché tantas veces en mi adolescencia, que ahora apenas y puedo soportarla. Desgraciadamente al resto del disco no se le puso mucha atención, pero Creep por sí sola logró que el LP fuera un éxito comercial y tras una gira en la cual llegaron incluso a Guadalajara, Radiohead se metió al estudio para preparar su segundo disco.


The Bends vio la luz en 1995, con un sonido más evolucionado y maduro, un poco más alejado de las influencias ochenteras. Era la época en que el grunge estaba a tope tras la muerte de Cobain, y Radiohead hizo bien en no dejarse llevar por la tentación y alejarse de ese género que auguraba éxito inmediato. Al contrario, se mantuvieron fieles a si mismos. Si algo me queda claro, es que esta banda, a pesar de las diferencias que puedan tener entre ellos, tienen un objetivo musical muy claro, todos tienen el mismo sonido en la cabeza al momento de hacer canciones y lo logran aparentemente sin dificultad. El The Bends es un álbum más denso y con atmósferas más oscuras. Sin dejar de ser rítmico y con guitarreos, Jonny se da más libertad al momento de experimentar con su caja de pedales, logrando efectos que dan una textura y ambientes únicos a las canciones. El disco tuvo escasa difusión y por lo mismo, nulo éxito de ventas. Afortunadamente me tocó escucharlo completo en la extinta Stereosoul y desde entonces me parece mejor que el Pablo Honey. La banda ya está en plena forma, Yorke ya es dueño de su estilo vocal y crean canciones que hoy día son ya clásicos eternos, como High & Dry, Fake Plastic Trees, Just, y Street Spirit. Mención aparte merece My Iron Lung, con una letra incisiva y las clásicas armonías bipolares de la banda en que van de los arpegios con aires de balada a un caos poderoso e hipnótico en cuestión de segundos.


El disco fue triunfalmente ignorado en su época y apenas y tuvo alguna mención en los recuentos de fin de año. La banda fue catalogada entonces como “One Hit Wonders” por su único éxito hasta entonces: La comercial Creep, que aún no dejaba de sonar en la radio.


Ya sin tanta presión por conseguir otro éxito, la banda regresó al estudio a trabajar en un proyecto ambicioso y conceptual. Para ello se metieron en una casa de campo para alejarse del ruido de la ciudad y encontrar inspiración. Compraron su propio equipo de grabación para producirse a sí mismos y se encerraron a grabar con la única idea de hacer algo que no se hubiera hecho jamás. El resultado es el mítico OK Computer. El disco sorprendió a propios y extraños. Radiohead se había reinventado totalmente sin dejar de sonar a Radiohead, logrando el mejor disco de la década. Los críticos coincidieron en alabarlo. Los fans coincidieron en agotarlo, cosa curiosa, ya que el sonido es mucho más lejano a lo comercial que el anterior. Justicia Divina quizá, el caso es que el disco los mandó de ser unos “One Hit Wonders” a unos íconos generacionales. El disco tiene mucho más cuidad en la construcción de atmósferas, generalmente agridulces, más oscuras que los trabajos anteriores. Desde la hermosa balada No Surprises, hasta la deliciosa Karma Police, pasando por lo que sería el equivalente al Bohemian Raphsody, el Paranoid Android, que contiene una tremenda diversidad y complejidad armónica. A partir de ese momento, la banda fundaría escuela con diversos grupos que intentarían seguir su estilo, desde Coldplay hasta Muse. Incluso ganaron con él varios Grammys y muchos se atrevieron a decir que este era el mejor disco desde el Dark Side of the Moon. Cierto, esto es exageración, pero no atino a saber si realmente está sobrevalorado o todos los cumplidos son ciertos, porque la verdad es que es un disco icónico que marcó un antes y un después en la música. El ’97 fue en año de muy buen rock, que casi llega a rozar la calidad del ’93. Pero a partir de ahí todo empezó a tomar un tono más electrónico, dejando la guitarra eléctrica en un plano más secundario, lo cual a mi punto de vista dañó gravemente al rock. Tal cual lo hizo el Dark Side al dar pauta a una saturación progresiva y derivar al disco y el punk. Sé que esta no era la intención de Radiohead y que la mayor parte de la culpa en realidad es de las disqueras, pero esto es lo que sucede cuando aparece eventualmente un álbum tan importante: Un punto de quiebra.
La banda no pretendía más que hacer su propia experimentación y se convirtió en un marcador de tendencias, en semidioses o algo así. La gira del OK se extendió un par de años, y tras terminarla, Yorke, los Greenwood, O’Brien y Selway estaban hartos y cansados de la fama y el éxito. ¿Quién entiende a los rock stars?
 
Tras un largo descanso, la banda se reunió para grabar su siguiente material. Todos coincidieron en que debían continuar experimentando nuevos rumbos y decidieron alejarse diametralmente del sonido que los caracterizaba hasta ese momento. En realidad deseaban alejarse de la fama, pero esto era ya imposible. Así lanzaron en el 2000 un disco donde el típico guitarreo brilla por su ausencia y se nota una tremenda influencia por el electrónico y la sobreproducción. El disco es más minimalista, las letras más enigmáticas y la voz más dolorosa. El Kid A logró en primer instancia romper récords de ventas ya que todo mundo esperaba algo parecido al OK. Pero los fans que hicimos cola en las tiendas nos llevamos una tremenda sorpresa. Unos quedaron fascinados. Otros, los más, quedamos horrorizados. Y es que tanto el Kid A como el Amnesiac (2001), discos gemelos, muestran una cara hasta entonces desconocida. Las atmósferas son más pesadas y trabajadas pero con menos instrumentación, más bien por la tremenda complejidad armónica y conceptual. No hay una sola canción que pueda ser considerada como un sencillo para radio ya que esta vez si se vuelan la barda en la experimentación y su plan de alejarse de los charts radiales es lograda cabalmente. Por cierto, existe una leyenda de que el Kid A, si se escucha tocado por dos reproductores a 17 segundos de diferencia, logra un sonido distinto. Es decir, si pones el disco en un reproductor y 17 segundos después lo inicias en otro diferente, la sobreposición de los dos da como resultado un disco diferente, tanto en ritmos como en letras. No lo he podido comprobar, pero por ahí circulan versiones del Kid 17 donde los dos discos ya están sobrepuestos.


Tanto el Kid A como el Amnesiac son álbums muy, pero muy difíciles de digerir. Ya comenté que a mí me horrorizó la primer oída. Pero conforme los escucho más y más me doy cuenta del arte y genialidad contenidas en cada una de las canciones. No son mero ruido. Tampoco es un electrónico del que hace cualquier DJ. Radiohead está rozando el progresivo del siglo XXI, cambiando rumbos, y cada vez estos discos son más valorados, tal y como sucedió al The Bends, que hoy es de culto.


De esta época datan sus dos discos en vivo, el I Might Be Wrong y el Earls Court. Los dos conciertos basan su repertorio en los discos electrónicos, pero reinterpretados con mucha mayor presencia de las guitarras rockeras. Suenan al Radiohead del OK, y dan muestra que los sonidos que plasmaron en el disco, tenían la intención de alejarlos de las masas, aunque en vivo siguieran fieles a su esencia. A mi punto de vista, estos en vivos son de lo mejor de la banda, dando realmente otra dimensión y crudeza, más humanidad a los sonidos electrónicos de estudio. Para ese entonces, curiosamente el rock a nivel mundial estaba volcado al electrónico.


En 2003 lanzan el Hail to the Thief, una referencia directa a Bush y su “guerra preventiva”. El disco es muy raro. Incluye más sonidos de guitarras y menos trabajo de experimentación electrónica, buscando un balance entre estos sonidos. La verdad es que me parece el disco más flojo de la banda. Cabe mencionar que fue grabado en sólo dos semanas y esto posiblemente influyó. Escuchándolo, da la impresión de que Radiohead se queda a medio camino del cambio radical que había iniciado y el sonido con el que había comenzó su carrera. Uno podría pensar con ello que se acerca bastante al OK Computer, pero la creación de atmósferas está muy descuidada y armónicamente suena repetitivo. Al menos dio para otro éxito radiofónico, There There, que poco a poco fue ganando terreno en las listas de popularidad y volvió a colocar a Radiohead como una banda taquillera en conciertos masivos.


Tras un descanso durante el cual Thom Yorke y Jonny Greenwood lanzaron sus respectivos discos solistas, lanzó un nuevo disco en 2007: el In Rainbows. Este último LP hasta el momento muestra un mayor apego a la música de los orígenes, un mayor distanciamiento hacia el electrónico (aunque sin desaparecer del todo) pero ahora si un mayor cuidado en la elaboración de estructuras armónicas y construcción atmosférica, logrando nuevamente ambientes nostálgicos que recuerdan vagamente al OK, aunque sin sonar repetido. Un buen regreso cuando ya todos daban por muerta a la banda, y donde logran un balance preciso y cuidado entre sus sonidos guitarreros y sus experimentos con la computadora. ¿Qué es lo que sigue? ¿Qué rumbo tomarán en el próximo disco, si lo hay?


Radiohead es sin duda una de las mejores si no es que la mejor banda del planeta hoy en día. Logrando imponer estilo, desde el vocal de Yorke, hasta la cuidadosa creatividad que imprime Greenwood a la guitarra, o cambian de repente hacia rumbos más electrónicos y el mundo entero se vuelca hacia ese sonido, aunque de modo más comercial.


Una anécdota curiosa, hablando de influencias. Coldplay, que comercialmente es hoy por hoy el mayor monstruo, nunca negó sus influencias de Radiohead. Y aunque siempre han sido melosos, al menos los primeros dos discos mostraban a una banda que podrían heredar el sonido del OK Computer, pero después se volcaron haca el pop empalagoso. El caso es que en una ocasión le preguntaron a Chris Martin sobre la evidente influjo de Radiohead en las atmósferas de la banda y Martin respondió afirmando que la intención era seguir el camino de los de Oxford ya que admiraban su música. Cuando los reporteros consultaron a Thom Yorke sobre las palabras de su famoso admirador, Yorke contestó opinando que Coldplay eran estúpidos y aburridos. La puntada se le revirtió al líder de Radiohead poco después, ya que en esas épocas del Kid A y Amnesiac no paraba de alabar a Aphex Twin. Cuando se le preguntó a Richard James sobre los comentarios de Thom Yorke, James contestó textualmente “Radiohead suena estúpido y aburrido, prefiero a Coldplay”. Es casi imposible que prefiriera a Coldplay por su estilo de música, pero fue una buena demostración de que tenía conocimiento de las palabras de Yorke y una lección de humildad que seguramente no se le olvidó nunca a Thom.


No puedo sino quitarme el sombrero ante esta banda, que no deja de reinventarse, de buscar la perfección en la elaboración de la música sin importar los medios ni las formas ni las críticas ni el éxito. Aunque algunos de sus discos pueden ser tremendamente difíciles de digerir, cuando por fin empiezan a entrar en la sangre, logran una adicción a dicho sonido. Y no es que yo sea fan del electrónico ni mucho menos, pero escuchando a Radiohead me doy cuenta que realmente el futuro de la música está por ese lado y la guitarra eléctrica está condenada a la extinción. Mientras haya gente que pueda elaborar este tipo de música o fusionarla con el rock tradicional, puedo dormir un poco más tranquilo.


Genios sin duda, a pesar de no haber virtuosos. Quizá es la banda más influyente de la década junto con Nirvana, pero a años luz en cuanto a conceptos musicales; creadores además de un disco histórico que logró colocarse como una de las joyas del rock de todos los tiempos, cosa que es difícil en los años recientes. Aplaudidos por crítica y fans, invisibles cuando quieren estarlo, protagonistas cuando quieren serlo, siempre innovadores…
Alineación: Thom Yorke, el divo y genio vocal, a veces parece que está convulsionando, sobre todo cuando se lo ve en vivo. Creó un estilo propio que después sería copiado por diversos vocalistas. Toca en no pocas ocasiones la tercera guitarra y piano, sintetizadores y la consola de programación.


Jonny Greenwood: el genio en la guitarra líder. Comenzó como un guitarrista más y poco a poco se fue adueñando del liderazgo musical, haciendo arreglos y arpegios que confluían con los guitarrazos de sus compañeros y siendo responsable en mayor parte de las texturas y ambientaciones de las canciones. Maestro en el arte de combinar sonidos de los pedales, toca también piano, la Ondas Martenot, teclados Rhode y computadora para loops electrónicos.
Ed O’Brien: Guitarra rítmica (responsable de esos guitarrazos característicos de la primera época), percusionista, coros y efectos de sonido.


Colin Greenwood: Bajista, toca también contrabajo sampleado y sintetizadores. Con el bajo no es un genio, pero trata de innovar y llevar los cambiantes ritmos y estructuras de las canciones.
Phillip Selway: Baterista de la banda, bastante bueno, dinámico, impredecible a veces. Conduce las canciones de una vertiginosidad tremenda a una calma hipnótica en cuestión de segundos. Todos son músicos muy completos por lo que los cambios en su papel principal son comunes y se les puede ver tocando con una alineación muy distinta dependiendo de las necesidades de cada canción.
 
Señoras y señores, los rockstars que renegaron de ser rockstars: Radiohead!!!


Por Corvan 

15/Jun/2008
 

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