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IRON MAIDEN (Iron Maiden, 1980)

Artista: Iron Maiden (C+)

Fecha de Grabación: Febrero de 1980

Fecha de Lanzamiento:  14 de Abril de 1980

Discográfica: EMI

Productor: Will Malone 

Calificación: 9

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Era: Metal (1970-???)

Subgénero: Metal  

Mejor canción: Phantom Of The Opera

Canciones: 1) Prowler 2) Remember Tomorrow 3) Running Free 4) Phantom Of The Opera 5) Transylvania 6) Strange World 7) Charlotte The Harlot 8) Iron Maiden

Bonus Track: 10) Sanctuary

Son tiempos extraños para UK. Extraños personajes de aspecto estrafalario se suben al escenario con sus desafinados instrumentos y se desgañitan chillando consignas anarco nihilistas e insultando al público, haciendo gala de las muecas más feas y desafiantes que se les ocurren mientras esquivan una lluvia de botellas y de escupitajos que les lanza una catártica multitud que se divierte haciendo chocar sus cuerpos y sus cabezas. No existe el arte. Solo la rabia. El talento musical resulta casi vergonzante. Mattlock es expulsado de los Sex Pistols por decir que le gusta escuchar a McCartney y por lavarse los pies. Patti Smith, la legendaria madrina del Punk neoyorkino, actúa en la BBC y al rato escucha como Johnny Rotten comienza su concierto en un pub llamándola “hippie con pandereta”, mientras ridiculiza con voz estúpida su exitoso Horses.

Realmente no es un buen momento el que Steve Harris ha escogido para renunciar a la estabilidad de un empleo como delineante en un acogedor estudio de arquitectura para montar su propia banda de Heavy Metal. Desde el principio los Iron Maiden logran el apoyo del público que los convierte en líderes del circuito underground y en abanderados de la NWOBHM. Por el contrario, las discográficas son reacias a jugarse los cuartos por bandas noveles de estilo tan minoritario y alejado del mainstream dominante. Pero tras cada actuación la fama de los Iron Maiden no hace más que crecer y para el ’79 su legión de seguidores es tan grande que se convierten en una apuesta segura.

Cierto día Rod Smallwood, tras escuchar una maqueta, acude a ver uno de sus célebres conciertos y al final de la actuación decide convertirse en su manager… a pesar de que esa noche Paul Di’Anno vuelve a dormir en el calabozo tras otro alboroto producto de sus habituales excesos y que la banda se presenta como un power trío con su setlist reciclado en una secuencia de temas instrumentales -salvo unos pocos en los que Steve Harris, con más pena que gloria, realiza también las funciones de vocalista-. Será Smallwood quien convenza a directivos de EMI para que vean a los Maiden en directo y estos, entusiasmados, les firmarán su primer contrato discográfico.

Críticos y públicos reciben a Iron Maiden (el disco) con alabanzas y, sin embargo, es posible que sea no solo el disco más subestimado de la Doncella de Hierro si no de todo el Heavy Metal. Y básicamente por un único motivo llamado Paul Di´Anno. De hecho, Di’Anno es punto de escisión entre dos corrientes de opinión enfrentadas entre los propios incondicionales de Iron Maiden: los que lo consideran el auténtico cantante de la banda y los que únicamente lo ven como el tipo que cantaba antes de la llegada de Bruce Dickinson. Curiosamente, los argumentos de unos y otros son los mismos. Dickinson es perfección. Paul es actitud salvaje. Salvando las distancias es un caso parecido al de Bon Scott y Brian Jones en AC/DC: la llegada de un nuevo cantante que supera en técnica y en registro a su predecesor y que se niega a compararse en cuanto a carisma sobre el escenario.

El debut homónimo de los Maiden se ha convertido en una joya oculta en medio de una extensa y exitosa discografía. No le ha sentado mal el paso del tiempo aunque tal vez haya perdido algo de contexto. Hoy en día, con todos los derivados extremos del Metal podríamos tomar a Iron Maiden como un debut roquero, más próximo al Hard Rock más pegadizo que al Heavy Metal. Resulta difícil asimilar en toda su dimensión la fuerza de este disco en aquel momento preciso en el que el Punk se desmoronaba y la New Wave se autoproclamaba legítimo sucesor al trono. Sin ser precisamente innovadores, Maiden se encumbró como estandarte del Heavy. Su música es el auténtico estándar del género. Realmente, al igual que The Who en su día, no inventaron nada nuevo pero lograron ejercer tanta influencia que todo lo que absorbieron de otros lo convirtieron en tendencia.

 

 

La discografía de Maiden abre con Prowler, un rocker con la que será la estructura melódica más clásica de la banda. La guitarra de Straton ruge a base de power chords e inmediatamente se le añade Murray con un riff cargado de Wah! Mientras, Steve Harris con el bajo y Burr con la batería marcan un ritmo cortante, a trompicones hasta que entra Paul Di'Anno y la rola coge un groove más fluído. Al 1:25 la guitarra de Murray se queda sola con un riff obsesivo que repite una y otra vez, uniéndosele primero la batería que va recargando el ritmo y luego toda la banda que entra desbocada y ganando mucha velocidad para que el propio Murray se marque uno de sus supersónicos solos marca de la casa. Luego la banda no baja el ritmo y Paul repite las mismas frases mucho más acelerado que antes, con la adrenalina saliéndole por las orejas. Al 2:35 de repente, se pisa el freno hasta casi reiniciar la canción. Me gusta la naturalidad y la fluidez de estos cambios de velocidad en la canción, algo que veremos infinidad de veces en Maiden. Por ejemplo en…

…en Remember Tomorrow. Aquí disiento con la gran mayoría de los críticos (incluído Starostin, que tanta admiración despierta por estos lares). Prácticamente todos la ponen como uno de los grandes bluff del álbum. A mi me parece un temazo, aunque reconozco que posiblemente sea uno de los momentos del disco en el que las evidentes limitaciones de Di’Anno más se ponen de manifiesto. Es de esas rolas que creo que con Dickinson han ganado… y mucho. De hecho, esta es la canción que cantó Dickinson en la audición que le hicieron para entrar en la banda. Pero a pesar de Di’Anno es una gran rola y me niego a darle otro color que no sea el granate. En alguna ocasión leí a los Metallica que esta canción fue su gran influencia para grandes baladas como Sanitarium o Fade To Black… además, aunque seguramente sea una de mis habituales pajas mentales, siempre creí ver en Remeber Tomorrow a un antepasado directo de esa montaña rusa rítmica que es el My Iron Lung de los Radiohead.

Esta vez abre el bajo de Harris con un buen riff a medio tiempo con las guitarras gemelas arpegiando como acompañamiento. Paul se une con unos versos en los que se esfuerza por sostener cada nota. Es evidente que sufre con las partes más melódicas. Incluso ataja en el Yesterday's sorrows. Luego la canción se acelera para soltar un buen riff grupal que podemos considerar como estribillo casi instrumental —si obviamos el grito de Di’Anno— y tras el cual repetimos melodía desde el principio pero con distinta letra. La segunda vez que llegamos a este estribillo la canción se acelera todavía más —mucho más— para que entre el solo Murray. Sin bajar la velocidad se vuelve al riff principal en una versión hiperacelerada. Luego viene un segundo solo fugaz (esta vez de Straton) y nuevamente la versión desbocada del estribillo, a partir del cual se ralentiza todo para regresar nuevamente a la primera parte de la canción, desembocando el estribillo en esta ocasión en una explosiva coda final.

Luego llega Running Free. Inicia la batería de Burr con uno de los beats más reconocibles de Maiden y se le une el bajo creando una base muy cool, casi funky, que sostendrá prácticamente toda la canción. Las guitarras gemelas crean el acompañamiento con sencillos riffs a base de triadas y power chords. Aquí el salvaje estilo de Di’Anno encaja a la perfección. Incluso la canción parece describirle a él. El estribillo es muy pegadizo y convierte a la rola en uno de los himnos de la banda. Aún hoy en día, ese I´m running freeee-yeah! I´m running free es uno de los momentos más coreados en cada concierto de Maiden. Como es habitual, después de la segunda pasada por el estribillo llega el solo de Murray que se resuelve con un espectacular galope muteado respondido al final de cada frase por un breve punteo.

Si decía que Remenber Tomorrow inspiró a los Metallica a la hora de componer sus baladas épicas, Phantom Of The Opera les influyó para crear sus célebres temas multiparte. Es una de las rolas más injustamente olvidadas del metal. Una auténtica joya que supone el primer acercamiento de Maiden al Metal Progresivo. Comienza con una intro de lo más barroco, con un riff coral entre bajo y guitarras. Luego Murray se desmarca con un pequeño punteo para que la canción gane en intensidad y rapidez con el bajo de Harris ya cabalgando de fondo. Ahí es cuando se une la batería y la canción estalla con un riff totalmente desbocado. Señores, ESE RIFF!! ¿Conocen el término pateatraseros? Pues si alguna vez dudan de su significado, repasen esta canción ya sea en estudio o en directo, cante Dickinson o cante Di'Anno. El riff se interrumpe para que Di'Anno suelte sus primeras líneas: I've been looking so long for you now you won't get away from my grasp. Cada frase termina con una palabra que Di'Anno alarga superponiéndose a la reanudación del riff, el cual surará exactamente hasta la siguiente frase. De pronto, sobrepasando los dos minutos de canción, se reduce la intensidad con un brusco cambio a otro riff, en esta ocasión arpegiado y muteado, una especie de extraño pizzicato grupal. Paul canta mucho más directo: Keep your distance, walk away, don't take his bait, con los coros respondiendo y dando un toque Glam: Don't you stray, don't fade away. Esta parte de la canción desemboca en el primer solo de Murray. Un solo muy blusero, con Straton que sigue arpegiando de fondo. Al final del solo todo se silencia durante unos segundos hasta que Harris inicia un bajeo al que primero se unen las guitarras gemelas y luego la percusión. El nuevo riff se va repitiendo una y otra vez hasta que se produce otro cambio radical en la rola: Ahora se trata de un rockanrolito más clásico que da pie al segundo solo de Murray tras el cual regresamos a la primera parte de la canción que hará las funciones de espectacular coda final.

Ya he dicho en otras ocasiones que salvo brillantísimas excepciones no soy muy fan de temas instrumentales en el Rock y mucho menos aún en el Heavy Metal. Transylvania no es una excepción. Dave Murray toma el protagonismo de principio con un rapidísimo Stacatto en el que la banda le da réplica al final de cada frase. Al 0.23 llega el riff principal metido con calzador. Al menos es un riff con bastante gancho de principio a fin. Luego el ritmo se acelera y llegan los dos solos de guitarra, Primero el de Stratton. Cortito y muy poco melódico. Eso si, virtuosísimo. Luego, tras un breve pasaje que sirve de puente, el de Murray. Más trabajado, con más sustancia. Y también más rápido, que en esta rola parece de lo que se trata. De alguna manera, sin llegar a oler a relleno, Transylvania supone un bajón muy marcado en el disco. Pero no me hagan mucho caso que los instrumentales metaleros me producen picores donde no llego para rascar. Amigos míos fanáticos de Maiden dejarán de hablarme por esta parte de la reseña. Denle una oportunidad.

Strange World es una de las canciones más olvidadas y olvidables de la banda. Apenas la han tocado en directo. De hecho creo que Dickinson no la ha cantado jamás. Un tema bastante insulso. Y que una rola tan monocorde dure ocho minutos tampoco ayuda. Inicia con Straton y Harris creando el ambiente propicio para una gran power ballad. Pero alargan demasiado y llega un momento en que se pierde algo de feeling esperando que pase algo. Por fin, rozando el minuto, Stratton entra en escena con fuerza, marcándose un solo muy blusero. Siempre se le echó en cara que se encontrase más cómodo en canciones tranquilas como Strange World que con otras más cañeras. Luego se une Paul. Suelta sus primeros versos, y luego puente hasta el segundo solo –ahora de Murray- que nuevamente se alarga unos compases de más. Personalmente me encanta esa guitarra cargada de Wha! y delay que arpegia de fondo en este tramo. A partir de aquí la melodía se deja arrastrar por la corriente hasta el final. Demasiado relleno. Tanto, que en las pocas versiones en directo que he escuchado siempre se reduce hasta cuatro o cinco minutos.

Charlotte The Harlot, obra de Murray, es la única canción del disco que no está firmada por Harris. Comienza como un rockanrolito que podría enganchar en directo. Di’Anno está en su salsa. Incluso ese estribillo con la banda respondiendo a coro al Charlotte the harlot!! de Paul tiene fuerza. Pero en esta ocasión, el forzadísimo cambio de ritmo que tenemos al minuto y medio tira todo por la borda. El contraste de melodías en esta ocasión no funciona y por momentos tenemos a todo un Iron Maiden revolcándose en la pomposidad, totalmente descabezados. Sin rumbo y casi arrítmicos. Y la letra... resulta evidente que Murray no tiene la prosa de Lou Reed (ni siquiera la de Sting) para escribir sobre la prostitución. Ni siquiera el recurrente solo vertiginoso, iniciado por Stratton y rematado por Murray, logra levantar la rola. Para cuando recuperamos las estrofas iniciales, el encanto hace tiempo que se ha ido.

Afortunadamente el cierre del album recupera el nivel. Iron Maiden es pura garra, un himno demoledor con estribillo pegadizo. Inicia con las guitarras repitiendo un riff  obsesivo. Primero inicia una y dos compases después se suma la gemela. Y otros dos compases despues se une el bajo y la batería marcando un beat incendiario. Una auténtica apisonadora. Las letras resultan casi ridículas pero cuando la canción es tan brutal, se corea lo que sea. ¿Quieren argumentos a favor de Di’Anno? En esta canción los encontrarán. En rolas como Iron Maiden sus carencias se convierten en virtudes.

La censura por la portada del single no permitió que Sanctuary se incluyese en la versión europea de Iron Maiden. Sí entró en la versión americana y en  posteriores reediciones y remasterizaciones.  Abre con un riff cortante que se adelanta al resto de la banda y que ser´s el centro gravitatorio de toda la rola. Es un rock bastante clásico que por momentos se acerca al Punk. En el estribillo la canción queda suspendida en el aire con la voz de Paul y los platillos de Burr sosteniéndola hasta que nuevamente entran las guitarras con su riff. Nuevamente Stratton abre el solo y Murray lo cierra. Buena canción que se echa de menos en el tracklist original el disco.

 

Para quienes se adentren por primera vez en el sonido de Maiden, su debut es la mejor opción. Les resultará el album más asequible. De principio sorprende lo trabajadas que están todas las canciones tratándose de un debut. Es el resultado de años puliéndolas en directo sobre las tablas del escenario. Es un album histórico que estableció muchos standards en el Heavy Metal. Lo hubiese adornado con un Must Have de no ser por el gran bajón  que pega en la segunda parte del disco... Y además está el debate sobre Paul Di'Anno.

por marlaior

24/May/2014

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