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RABO DE NUBE (Silvio Rodríguez, 1980)

Artista: Silvio Rodríguez (A)

Fecha de Grabación:  1980

Fecha de Lanzamiento: 1980, CUB

Discográfica: EGREM

Productor: Silvio Rodríguez

Calificación: 10

                      

 

Era: Trova y Cantautores (1970-???)

Subgénero: Trova y Cantautores 

Mejor Canción: Que Ya Viví Que Te Vas, o Con Diez Años De Menos

Canciones: 1) Vamos A Andar; 2) Rabo de Nube; 3) El Día Feliz Que Está Llegando; 4) Te Amaré; 5) Fábula de los Tres Hermanos; 6) Que Ya Viví, Que Te Vas; 7) Con Diez Años de Menos; 8) Imagínate; 9) Testamento.

 

Esta es otra gran joya del maestro Silvio. Definitivamente es un cambio estilístico, y más que considerarlo como un gran cierre de su etapa setentera a guitarra limpia, es el inicio de una nueva, donde suena más experimental, agregando más instrumentación, jugando con nuevos ritmos, y empezando ese recorrido por casi todos los géneros latinoamericanos que haría durante los 80’s. Por supuesto que no todas estas experimentaciones serán tan acertadas como aquí. De hecho, este es su último disco perfecto en mucho, muuuuuuucho tiempo. Sin embargo aquí sigue sonando monumental, con un gran nivel compositivo y lírico. Los temas son delicados en la instrumentación, dominando esta vez los pianos y teclados, con soberbios arreglos que se adaptan al a perfección a la frágil voz de Silvio. En este disco tenemos desde órganos Hammond, sintetizador Moog, arpas, chelos, clavicémbalo, pianos, guitarra acústica de 12 cuerdas, la tradicional de Silvio, hay guitarra eléctrica en “Con Diez Años de Menos”. Instrumentos inusuales en los discos previos del trovador, pero que encajan de manera maravillosa en éste álbum, aportan a las canciones, ayudan a redondear esas aparentemente simples atmósferas y terminan dándole una gran personalidad al álbum, muy distinto a la de los discos previos.

Esto hubiera sido imposible si Silvio no se rodea de grandes músicos. Ya sabemos que en Cuba los hay y de gran calidad. Para este disco, Silvio ya era considerado el músico más representativo del país, algo así como un héroe nacional. No sólo eso, sino que a nivel Latinoamérica y España ya era también bastante conocido y tenía una creciente base de fans, hecho insólito considerando que básicamente no tenía apoyo de marketing alguno. Pero bueno, por algo es un artista de A. La cuestión es que eso le ayudó a escoger a los mejores músicos de la isla para ayudarse a vestir sus rolas. Tenemos la participación de Frank Fernández, considerado de los mejores tecladistas de Cuba, y quien se encarga de los aires psicodélicos de los sintetizadores y Moog, además del preciosísimo arreglo de piano en “Te Amaré”; Norberto Carrillo en bongós y percusiones. Yanela Lojos hace el delicado arreglo de Arpa en “Rabo De Nube”; Anabell López, hermana de Silvio, apoya a su hermano en las voces de “Te Amaré”, logrando armonías angelicales; Alina Neira se encarga del chelo en la misma rola; Pablo Meléndez agrega la guitarra eléctrica en algunos temas.

El disco es en general de atmósferas tranquilas, muy estilizado y cute. No es tan aguerrido y crítico como los previos, sino tendiendo a temas personales e introspectivos. Esto me extraña un poco, porque el disco fue después de que Silvio se enlistó para ir a Angola. No estuvo precisamente en el frente enarbolando fusiles, pero sí estuvo involucrado en los campamentos, los soldados cubanos y africanos, perdió amigos y estuvo en riesgo un par de veces bajo emboscadas. O quizá fue por esto que prefirió alejarse de temas políticos, y hacer su “Testamento” por si acaso. Abundan las baladas, pero no faltan también los temas más movidos, como “El Día Feliz”, o “Imagínate”; también tenemos un tema espídico, sombrío y dramático como “Que Ya Viví, Que te Vas”, o un medio tiempo muy rítmico con “Fábula”. El disco es pues, variado, aunque sin duda las mejores rolas son las baladas. Por otra parte, no se deslinda del todo de tocar a guitarra pura. En “Vamos A Andar”, a pesar de que al final se le agrega un coro y teclados, la base es una sola guitarra con esos complejos arpegios y figuras que sabe hacer, mismo caso de “Con Diez Años de Menos”. Y en “Fábula de los Tres Hermanos”, después se agrega un bajo eléctrico y más guitarras, pero su base es también acústica. A pesar de ello, este es considerado el primer disco de la etapa más cargada de instrumentación, que dominará todos los ochentas.

En los discos posteriores no alcanzará este nivel de perfección, y comenzará un declive musical perdiendo algo de su identidad a costa de la diversidad, aunque sin dejar de incluir grandes temas en cada disco. La cuestión es que aquí alcanza una gran madurez y la experimentación le sale tremendamente bien balanceada con su estilo propio. Prácticamente todos los temas son considerados clásicos y son muy queridos en todo el continente. Y sirve esto para aclarar porqué Silvio tiene A. Si vemos a detalle, en un lapso de 5 años, entre 1975-1980 tiene 3 discos de 10, sin contar el Te Doy Una Canción, que es el Días Y Flores con algunos cambios. Pocas bandas o músicos se mantienen a este nivel, a tope durante tanto tiempo, con discos perfectos o casi perfectos y llenos de canciones de la más alta calidad. La diferencia es que en la primer etapa Silvio hizo esto prácticamente solo. Aquí tomó un riesgo enorme al pisar territorios desconocidos, al tener que confiar en otros para vestir sus composiciones. Y si bien no tiene el mérito instrumental de todo el disco, hay que reconocer que supo escoger con lupa y pinza a cada uno de los músicos que colaboraron con él en el bellísimo Rabo de Nube.

 

El disco abre con “Vamos A Andar”. Debo decir que esta canción fue mi primerísimo encuentro con Silvio Rodríguez. Yo tenía 12 años, y nos lo ponían en un campamento previo a entrar a la secundaria para despertarnos. Jamás había escuchado a este tipo, pero después de 5 días de oír la canción por la mañana, me la terminé aprendiendo completa, y es hoy día una de las que más significado tengo. No me zambullí en Silvio ni en la Trova inmediatamente, pero cuando lo hice y me reencontré con esta canción, me motivó a buscar más y más. Este es uno de sus temas acústicos más simples. Un bello arpegio a manera de intro, haciendo un sublime círculo que se repetirá en toda la canción. Luego entra la aguda voz de Silvio. “Vamos a andar…” invita en cada verso. No es una imposición, es una invitación a hacer un mundo mejor, a romper el egoísmo, o como él mismo lo resume “para llegar a la vida”. Es una especie de “Imagine” y “All You need Is Love” al mismo tiempo. La letra y el mensaje son simples, pero es absolutamente cierto, y quizá por esa simplicidad es que a la gente se le resbala la profundidad de esta canción. La melodía es perfecta, circular, pegajosa, y también es como una invitación a cantarla, de manera que la voz que inicia tímida, se va haciendo más poderosa, y al final termina en un majestuoso coro de Silvios haciendo un monumental himno. La instrumentación también va in crescendo, empezando por un puro arpegio, que cambia a un rítmico guitarreo a 2 liras al 1:55. Se unen bongós y para la coda un sintetizador aterciopelado que hace juego con las voces y percusiones. Algo muy simple pero efectivo. En las versiones en vivo Silvio no necesita loops ya que la gente es quien responde en un coro masivo, creando un efecto espectacular. Una gran canción, creo que de las más subestimadas del cubano, y el único defecto acaso es que no haya aprovechado para hacer una larga coda antémica, ya que la canción apenas dura 4 minutos.

Sigue el tema titula del álbum. “Rabo de Nube” es una delicadísima pieza en la que la protagonista es el arpa a cargo de Yanela Lojos, que efectivamente da una sensación delicada y aérea a todo el tema, como si fuera una nube cantando. La letra es bellísima, con imágenes aparentemente sin sentido, salvo las figuras poéticas. Silvio en realidad  se refiere a las cosas más simples de la vida. Cuando uno pide un deseo generalmente se va por cosas complejas y superficiales. Con Rabo de Nube se refiere a los pequeños tornados que se forman en Cuba, y que dan la impresión de ser  la cola de una nube, por lo que así se les llama. La canción la escribió en 1977, al parecer de una sentada, durante una gira con Noel Nicola en México, aunque diría que estuvo con la canción en la mente durante años, y un día se le apareció tal cual y la escribió desde la perspectiva inocente de un niño, que no quiere nada, sino las cosas más simples de la vida, algo que llegue y se lleve todo lo malo. La melodía es preciosa, tomándose sus pausas, elevando por momentos el tono al grado que parece que se va a romper su voz, con una melancolía conmovedora. “Que cuando escampe parezca nuestra esperanza…” sigue siendo uno de mis versos favoritos for ever.

Luego tenemos “El Día Feliz Que Está Llegando”. Un tema soleado, de primavera, que desparrama optimismo. Este era de los que anteriormente me pasaban algo desapercibidos. Me parecía una especie de retrabajo de “Como Esperando Abril”. Sí, Silvio parece tener alguna obsesión con Abril, lo cual se me fue contagiando, y con la llegada de mi hija comprendí por fin el significado de la letra. He tratado de averiguar si Silvio también tiene una hija llamada Abril, pero sólo le he encontrado a Violeta. También tiene un algo de añoranza y no sé si también se refiere al regreso a casa tras su extenso viaje marítimo en el Playa Girón. Con todo y es una canción hermosísima, que arranca con una intro rural lenta, al que comienza a coquetearle un clavicordio muy curioso, hasta que entra la melodía con un arpegio y Silvio haciendo un arreglo de requinto y voz espejeados al más puro estilo de Gilmour o Peter Framptom. Jajaja! La melodía es chisporroteante, el clavicordio juega y brinca de manera casi infantil, mezclándose con ese psicodélico Hammond al fondo y los guitarrazos. La estructura es simple, pero las combinaciones son maravillosas y suenan psicodélicas y más complejas de lo que realmente son. En fin, una rolita a la que tardé en agarrarle el gusto, pero ahora que lo he hecho, me parece cautivante y conmovedora.

Sigue “Te Amaré”. La letra es simplísima. Y nuevamente contundente. Un amor sin condiciones ni concesiones, sin explicaciones, sin lógica. Antes se me hacía muy repetitiva, pero también fue una de las que fue creciendo, igual que “Love” de Lennon. En estas cosas simples radica la genialidad de este par de tipos. Sus letras son simples, pero infinitas en significados, y una vez que la lírica germina, crece hasta abarcarlo todo. Y abarca todo aquí, un amor incluso en la muerte. Si líricamente es impresionante, instrumentalmente no se queda atrás. Un piano solemne, un chelo casi fúnebre, con una ambientación dramática, pero hermosísima. Alina Neira acompaña en el Chelo y Frank Fernández en el espectacular y complejo piano, en el que agrega motivos clásicos de manera impresionante, de manera que es imposible imaginar siquiera este tema con una instrumentación distinta. A guitarra pura perdería el efecto. Anabell López, hermana de Silvio, acompaña en la voz a partir de la segunda mitad, logrando armonizar delicadamente en segundas voces en la parte climática de la canción. El cierre es contundente, con el piano dejando como unos puntos suspensivos, pero Silvio rematando con “Te amaré hasta el fin de los tiempos, Te amaré y después te amaré…”. Sip. Puede sonar repetitiva. Sip, puede parecer simple y cursi. Pero cuando encuentren a la persona que les inspire lo que estas letras, podrán comprender la grandeza de la canción… y sentir un nudo en la garganta.

Después llega “Fábula de los Tres Hermanos”. Este es otro de los temas prácticamente acústicos del disco. Bueno, es Silvio haciendo esa compleja combinación de arpegio y bajeo, y hay otra guitarra de fondo con un ritmo endemoniado, aunque a bajo volumen, y el requinto entre estrofa y estrofa que parece vihuela o mandolina, no estoy seguro. Lleva muy buen ritmo, es muy alegre, pero jamás me ha convencido. Esta vez si me parece algo repetitiva en la melodía de los veros y el estribillo algo bobo, con esos “eh ehhh ehhhhhhhh…” y las palmas. Además la letra. Bueno, entiendo que no pretende dejar moraleja tipo Esopo, pero a los tres hermanos les va igualmente de la patada, por lo que no entiendo el sentido de la canción. Quizá hay algo oculto que no alcanzo a ver, pero a diferencia de varios amigos, a mi no me gusta. No es tampoco un relleno, está bien hecha y aunque boba, es pegajosa y rítmica, por lo que no está como para marcarse en azul. Quizá son sólo cuestiones personales mías, pero no loe hallo el encanto.

Volvemos al Silvio sombrío y melancólico. “Que Ya Viví, Que Te Vas” es una de las canciones más impresionantes de Silvio, con una atmósfera aplastante y sobrecogedora, unas letras negras que contrastan con el optimista inicio del álbum. Una intro negra como nube de tormenta en la combinación de tonos clásicos del Cavicémbalo a cargo de Frank Fernández, demostrando porqué es considerado de los mejores en Cuba y el mundo. En esta especie de Intro, Silvio sugiere el inicio de una relación con “Tu tiempo se entró en mi tiempo” Al :50 entra un arpegio rapidísimo y casi imposible en el que Silvio hace combinaciones espectaculares con el bajeo y los dedos corriendo sobre las cuerdas, con una técnica que también lo ponen entre los mejores y más técnicos guitarristas del orbe, sin necesidad de requintos, ni whas, ni distorsión. La instrumentación se combina para una atmósfera oscura y casi fúnebre, violenta y delicada a la vez. La guitarra son como latigazos quemantes, y las ráfagas barrocas de teclado son frías, pero igualmente dolorosas. Se combinan a la perfección con la letra, que es de las más pesimistas que Silvio haya escrito. Hace un gran poema, cargado de imágenes y metáforas sobre una sobrecogedora pérdida que le hace casi imposible respirar, retratando una soledad devastadora: “tu tiempo se metió en mi tiempo, momentos y momentos, que no quieren pasar…” o “Y he aquí que la guitarra, vuelve a soltar amarras, canta y gime al volar…”. Es uno de los temas más dramáticos del Aprendiz de Brujo, pero es finísimo en su manufactura, nota por nota, y palabra por palabra. Una canción enorme en la que la combinación de uno de los mejores guitarristas y uno de los mejores tecladistas da como resultado lo que para mí es una de las diez mejores canciones en la enormísima discografía de Silvio.

Después llega “Con Diez Años De Menos”, otra gran canción en todos los aspectos posibles. Y es que con sus más de 7 minutos es la segunda más larga del álbum y una de las más extensas en catálogo Silviano, ya que Rodríguez no acostumbra excederse en tiempos y el tipo de canciones que hace no se prestan para. Pero aquí tenemos el primero de dos temas épicos. “Con Diez Años de Menos” es otra inspiradísima canción de amor, que inicia con un arpegio simple y lindo, y en el que recita más que cantar la letra, empezando con ese mítico “Si fuera diez años más joven que feliz”. Vamos, se puede decir tanto en una sola línea??? Se vale? Esta especie de intro dura un minuto aproximadamente, y luego entramos a una parte mucho más lenta y cadenciosa, con los teclados creando suspenso, la melodía vocal más en forma, como en vaivenes, y la guitarra jugando con las variaciones del bajeo en Re. Silvio comienza a crear tensión él solito y su guitarra, y las variaciones dependen de la intensidad del fraseo, que va subiendo lentamente con uno de los poemas de amor más bellos que conozca: “Esta mujer propone que salte y me estrelle,  contra un muro de piedras que alza en el cielo”.  Luego viene el estribillo: “Sólo para verle, sólo para amarle, sólo para serle, sólo y no olvidarle”, en el que Rodríguez va subiendo el tono hasta terminar en uno agudísimo. Alrededor del minuto 3 entra de nuevo el teclado, un bajo eléctrico y una quijada llevando el ritmo. No es increíble la tensión que se puede generar con una instrumentación tan minimalista? El poema épico sigue creciendo, conversos de antología: “Con diez años de menos habría blasfemado, Con savia de su cuerpo quemaría los templos, Para que los cobardes tomaran ejemplo, Con diez años de menos hubiera matado…” Uff! Después viene un último estribillo y al 5:40 entramos en la extensa coda en la que una guitarra eléctrica a cargo de Pablo Menéndez hace hermosos arreglos y cuasirequintos hasta que la canción se desvanece hacia el 7:15. Aunque la instrumentación es hermosa y perfecta, esta vez es la lírica la que deja a uno sin aliento. Un pedazo de canción, casi al nivel de “Que Ya Viví”.

Luego tenemos “Imagínate”. No, a pesar de las comparaciones previas esta no es ningún “Imagine”. Es una linda canción con un ritmo muy latino, con arreglos de un colorido sintetizador Moog. Es un temita muy rítmico, con guitarra de 12 cuerdas que dan ese efecto desfasado. Silvio va narrando ese “amor de su vida” que empieza desde niños, las escuela, vecinos, amigos de juventud… En fin, un enamoramiento eterno, mientras el sintetizador va dando pinceladas a lo largo de la rola. Hasta que remata con  un inesperado twist un tanto amargo. La canción es curiosa, es linda, tiene su encanto, pero definitivamente se queda corta respecto al resto de pesos pesados que trae el disco. No es mala, pero tampoco me alcanza para marcarla en rojo.

Cerramos con “Testamento”. Para ponerla en contexto, debo aclarar que en 1976, Silvio se fue a Angola con la finalidad de apoyar a los soldados cubanos que apoyaban a la Revolución que se llevaba a cabo en el país africano. Aunque no iba como soldado, sino como parte de una comitiva cultural para subir la moral de los soldados, estuvo varias veces en peligro de morir. Esta canción surgió allá, poco después de una emboscada en la que pensó que no saldría con vida. Perdió algunos amigos, pero salió ileso milagrosamente. De ahí se dio cuenta que debía hacer un testamento definitivo, porque debía muchas canciones. Eso es “Testamento”. La revelación de la muerte a un hombre. La conciencia de su vulnerabilidad y la fragilidad de su vida. Eso lo deja claro en los primeros versos, casi recitados, que sirven a manera de intro con un ritmo distinto al resto de la canción: “yo voy a hacer mi testamento, a repartir lo que me falta, pues lo que tuve ya está hecho, ya está abrigado, ya está en casa…”. Al :45 entra la canción en forma, de manera casi tímida o avergonzada, numerando las canciones que debe: a la sonrisa, a las mentiras, a las fronteras… El guitarreo y la voz se van volviendo cada vez más firmes. Esta parte puede ser algo repetitiva porque varia poco la melodía, pero la letra es lo que hay que seguir, y la creciente intensidad de la voz y la guitarra sirven para engancharnos. Al 2:40, como variante, deja de cantar y continúa recitando las letras con marcado acento cubano.  Hay que seguir la letra, ya que tiene versos de colección: “Le debo una canción a una bala, a un proyectil que debió esperarme en una selva…” por estas alturas, surge un murmullo femenino al fondo, que va siguiendo la melodía de manera muy sutil. Se trata de Tita Parra, hija de Isabel Parra, quien aporta también discretamente en el álbum. Siguen las letras afiladas: “Le debo una canción al compañero, al compañero de riesgos, al de la victoria” o “Le debo una canción desesperada, desesperada por no poder llegar a verla” Durante la cual casi se rompe de desesperación imposible de fingir. Al 4:30 vuelve a la melodía vocal y sigue derrochando líneas cada vez más rabiosas: “Le debo una canción, una, a la muerte,una a la muerte voraz que se comerá tanto” Al 5:25 termina la letra, pero empieza la extensa coda con la incorporación del bajo, piano, y un curiosísimo sintetizador Moog que hace efectos estroboscópicos, lisérgicos y muy juguetones, con “efectos mosquito” que parecerían más del ’67 que del ’80. Es uno de los fragmentos más extraños e impredecibles en una canción de Silvio, pero extrañamente te mantiene enganchado hasta el final al 8:10 y funciona al a perfección. Una canción tremenda, épica, y digna de su nombre. Como anécdota, una vez la estaba escuchando en la Tarahumara cuando entró uno de los vecinos indígenas. Estábamos platicando, pero se quedó escuchando y se quedó pensativo. Le pregunté si le había gustado, a lo que me respondió: “Ese señor está bien endrogado, verdad? Le debe a todo mundo!” Aún me acuerdo y se me pinta la sonrisa.

 

En fin, un gran disco, en el que Silvio Rodríguez hace un viraje estilístico, arriesgándose a que lo abuchearan igual que a Dylan 15 años antes. El resultado es grandioso, con un disco muy completo y variado, y en el que sus colaboradores realmente son eso, gente que aporta con toda su alma para hacer crecer los temas, al grado que hay canciones inimaginables sin los arreglos originales de este álbum. Sigue a un nivel tremendo como compositor, creando poesía del más alto nivel, insertando  ganchos a diestra y siniestra y haciendo melodías memorables. Creo que este es un disco un tanto subestimado por la mayoría de la gente, o al menos esa impresión me da. Pero también creo que los fans más acérrimos de Silvio lo consideran de los mejores, y tienen la mayoría de las canciones entre sus favoritas, aunque no tenga ningún “Ojalá” o “Unicornio”. Posterior a este disco comenzará a experimentar más y a dar prioridad a nuevos ritmos, perdiendo un poco el fondo o la esencia de estos primeros discos. En Unicornio volverá a los temas más politizados, pero luego irá agregando cada vez más temas menores, y posteriormente rellenos. Este quizá no sea su mejor disco. Pero sin duda es el más hermoso… Y psicodélico. Y emotivo.

 

 

Por Corvan 

27/Abr/2012

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