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BLOOD SUGAR SEX MAGIK (Red Hot Chilli Peppers, 1991)

Artista: Red Hot Chilli Peppers (C)

Fecha de Grabación: Abr – Jun del ‘91

Fecha de Lanzamiento: 24 de Septiembre de 1991, USA

Discográfica: Warner

Productor: Rick Rubin

Calificación: 10 (MUST HAVE, DISCO ICÓNICO)

Era: La Gran Explosión (1990-1999)

Subgénero: Alternativo

Mejor Canción: Under the Bridge o Breaking the Girl

Canciones: 1) The Power of Equality; 2) If You Have to Ask; 3) Breaking the Girl; 4) Funky Monks; 5) Suck My Kiss; 6) I Could Have Lied; 7) Mellowship Slinky in B Major; 8) The Righteous & the Wicked; 9) Give It Away;  10) Blood Sugar Sex Magik; 11) Under the Bridge; 12) Naked in the Rain; 13) Apache Rose Peacock; 14) The Greeting Song; 15) My Lovely Man; 16) Sir Psycho Sexy; 17) They're Red Hot.

Blood Sugar Sex Magik. Qué nombre más ad hoc para este disco. Si tuviéramos que asignarle una palabra a cada integrante de la banda, diría que la sangre es Chad, el corazón batiente del grupo; el azúcar es John, con la melodicidad de su guitarra; el sexo es Anthony con sus letras y actitud; y la magia es a cargo de Flea, con sus espectaculares líneas de bajo. El título no creo que haya sido por estas razones, sino porque encarna a la perfección el espíritu del álbum, pero ya ahondaremos en esto.

Éste es el 5to disco de estudio de los Red Hot Chili Peppers, el que los llevaría a la gloria, el que aparece en casi todas las listas de los mejores discos de los 90’s, y ése que sólo le llega a la banda una vez en la vida. Cierto que el Californication también sería aclamado e incluso superaría en ventas al BSSM, pero éste es el disco insignia para todos los que estuvimos ahí y sería definitorio para los sonidos alternativos que tomarían por asalto la década.

Recapitulando, dejamos a los chicos disfrutando las mieles del Mother’s Milk, que había sido un gran trabajo, un álbum catártico, de garra y coraje tras la muerte de Hillel Slovak y la salida de Jack Irons, siendo un gran cierre para la década de los 80’s. Con John Frusciante en la guitarra y Chad Smith en la batería, encontraron los elementos que les hacía falta para redondear su sonido – un guitarrista virtuoso que no desentonaba con su estilo inicial, y un baterista poderosísimo con el que al fin encontraba Flea un par a nivel para convertirse en una de las secciones rítmicas más impresionantes del Rock. El Mothers Milk los sacaría del circuito underground, llegando al #52 de Billboard, y les dio bastante exposición. Sin embargo, no todo fue miel sobre hojuelas. Frusciante estaba furioso con el sonido de su guitarra, que sonaba excesivo, cuasi metalero, y por un tiempo, incluso se resistió a tocar los temas del disco. Sintieron además limitación creativa cuando a Kiedis le pidieron letras más moderadas para poder radiarlas.

Comenzamos pues, esta quinta temporada de drama-comedia con los Peppers buscando terminar su contrato con EMI para irse una nueva disquera que les diera mayor libertad para lanzar su siguiente álbum. El grupo ya estaba de acuerdo en cambiarse con BMG/Epic, pero ésta tendría que comprar los derechos del último disco por el que aún tenían contrato con EMI. A pesar de que les prometieron que éste proceso sería rápido, el tiempo se extendió meses. Durante este lapso, Mo Ostin, ejecutivo de Warner que había hecho hasta lo imposible por firmarlos, le llamó a Kiedis para felicitarlo por estar con uno de los grandes sellos. A pesar de que habían quedado con la competencia, le pidió a Anthony que dieran todo lo que tuvieran para hacer un disco gigantesco, ya que estaba seguro de que podían hacerlo. Haya sido una estrategia o no, el caso es que a Kiedis le pareció la cosa más cool del mundo, y decidió que quería trabajar con él, de forma que echaron atrás el contrato para irse con Warner Bros. Mo Ostin hizo algunas llamadas con sus amigos de EMI, y en cuestión de días, los Peppers fueron transferidos a su nueva disquera.

Ya con Warner, que les había dado un presupuesto considerable (sobre todo ahora que estaban limpios de drogas) y que les había dado total libertad creativa, lo siguiente era escoger al productor adecuado. Tras barajar varios nombres, finalmente escogieron a Rick Rubin, quien ya los había mandado al diablo cuando le pidieron que les produjera el Uplift Mofo Party Plan, pero en aquélla ocasión lo había hecho no porque no le gustara el estilo del grupo, sino por los problemas de adicción de Kiedis y Slovak. Warner lo había puesto en la lista, y ésta vez ellos eran los que no estaban convencidos de inicio, ya que al ser productor de cabecera de Danzig y Slayer, pensaban que les daría un aire más pesado y sombrío y que sería un tipo duro. Sin embargo, tras una primer entrevista con él se disiparon sus dudas y sintieron que, a pesar de tener un bagaje más tendiente al metal, podían confiar en él y les podría dar una opinión honesta. Sería una opción acertada, ya que además de lograr un disco con un sonido impecablemente balanceado, les ayudaría a escoger los tiempos y patrones de batería adecuados para cada canción, los tonos de guitarra, e incluso con las melodías y letras.

Bien, ya tenemos disquera y productor. Lo que sigue es el estudio. Y para esto, los chicos se nos azeppelinaron y decidieron que querían irse a una casa antigua con vibras raras para grabar el nuevo material. Supongo que Headley Grange les quedaba algo lejos, por lo que se contentaron con lo más parecido que encontraron, la mansión que había sido hogar del ilusionista Harry Houdini, en Laurel Canyon, en las afueras de L.A. en la que había vivido Rubin. Así que montaron un estudio en la vieja casa, y para aislarse más, todos se mudaron. Bueno, casi todos. Chad Smith fue el único que se rehusó a vivir ahí, y mientras Kiedis dice en tono de burla que fue porque tenía miedo de la “vibra” de la casa, Smith asegura que simplemente quería estar con su esposa y prefería hacer el viaje en moto cada día. El caso es que todos coincidieron en que había fantasmas en la casa. No precisamente “terroríficos”. La leyenda dice que una mujer fue asesinada en los 30’s, y que su espíritu era uno de los que se podía escuchar de noche… gimiendo y teniendo sexo. Cierto o no, Kiedis dice que esa vibra sexual que tenía la casa sobre todo de noche, influyó sobremanera en las letras, ya que estaba todo el tiempo como adolescente en primavera…

Ésta dinámica de aislamiento total, los obligó a buscar pasatiempos durante los casi dos meses que duraron las sesiones. John comenzó a pintar, era un lector empedernido, y aprovechaba ratos para grabar material propio. Según los demás, entró en una espiral creativa que jamás habían visto en nadie más. Kiedis, por su parte, escogió el cuarto más grande para meter equipo de grabación y ensayar o hacer parte de sus pistas sin que nadie lo molestara. Chad, aunque no vivía ahí, tenía también un cuarto con un kit de batería para que pudiera ensayar a sus anchas. Flea se la pasaba buscando evidencias de fantasmas y jugándoles bromas pesadas a los demás. Las sesiones fueron documentadas en video por el cuñado de Flea, que después se publicarían bajo el título de Funky Monks.

El disco, pues, fue grabado sin prisas, sin tensiones, y aún sin drogas, bajo el ojo atento de Rubin. Aunque ya tenían algunas canciones en las que habían estado trabajando, la mayor parte del material se escribió ahí mismo. Al final, tenían unos 25 temas que daban para un disco doble. De hecho, Rick Rubin tenía toda la intensión de un doble CD, ya que creía que este formato era más digerible, pero la gente de Warner se espantó, ya que ello elevaría los precios, por lo que quedó en un solo disco de 17 temas y casi 74 minutos. Varios descartes de dichas sesiones, como “Sikamikanico”, “Soul to Squeeze”, la instrumental “Fela's Cock” y el cover de los Stooges “Search and Destroy” saldrían como lados B o en soundtracks.

El disco es una joya. Hay que tomar en cuenta que fue lanzado en pleno 1991, un año en el que competían con unos Metallica, Guns N’ Roses, y esa oleada de bandas Grunge que la rompían con sus mejores discos: Nirvana, Pearl Jam, Soundgarden y Alice N’ Chains, además de otras bandas alternativas como Smashin’ Pumkins que iban de entrada o Jane’s Addiction que iban de salida. Lo notable de los Peppers, es que no se adherían a ningún movimiento. Eran de las poquísimas bandas que se atrevían a sonar diferente. Es un disco de Rock, sin duda alguna, y sin embargo, Kiedis sigue rapeando en la mitad de los temas. Cómo hace para sonar tan “sofisticado”? Quizá porque alcanzó su cenit en el manejo melódico, e incluso sus rapeos han dejado de sonar genéricos, pero sobre todo, las baladas alcanzan un nivel increíble en melodicidad y están llenas de ganchos. Tampoco reniegan de las bases funk. A pesar de ser el disco más balanceado, en el sentido de que ningún instrumento sobresale de manera abrumadora, incluso Flea le bajó 3 rayitas a su virtuosómetro, tienen momentos con mucho Groove. Por cierto, Flea decidió dejar de sobresaturar los temas con slapeos (excepto en “Naked in the Rain”) por una nota que leyó en Guitar Magazine, en la que Kim Gordon defendía su estilo más simple y melódico en lugar de usar un estilo pateatraseros. Kim dijo “Amo el bajeo Funk, pero odio cómo lo tocan los blancos porque lo han convertido en una cosa de machos”. Aunque no iba con dedicatoria, Flea se dio cuenta de que era el responsable de esa tendencia, por lo que optó un estilo más mesurado y melódico en este álbum, que sigue luciendo. Frusciante al fin suena como quiere, sin guitarras distorsionadas que aplasten todo como era tendencia en el Grunge, e incluso se da el lujo de hacer una parodia cuasimetalera con el riff final de “Apache Rose Peacock”

Es un álbum variado sin traicionar sus raíces. Insisto, hay Rap y hay Funk, pero finalmente matizados en eso que posteriormente se llamaría Alternativo. Aquí los RHCP asumen el reto de salirse un poco de su zona de confort y hacen temas más melódicos como “Under the Bridge”, “Breaking the Girl”, o “I Could Have Lied”, que además son de los que mejor funcionan. La monumental coda de “Sir Psycho Sexy” también se sale de sus estándares, y hay varios temas con demoledores riffs cuasimetaleros, pero con mucha menos distorsión que en el Mother’s Milk. Frusciante se gana aquí su lugar en el Olimpo del rock, desprendiéndose de la sombra de Slovak. Líricamente, aunque el disco es una oda al sexo, algunas letras son más profundas, como esa catarsis que hace Kiedis en “Under The Bridge” o la crítica social que hacen en “The Power of Equality”. Prácticamente no hay rellenos, salvo por “They're Red Hot”, pero es muy corta, y además, no sería de un disco de los Peppers sin una irreverencia cómo ésta.

El disco arranca con “The Power of Equality”, con Chad marcando el tiempo, para luego entrar la guitarra con un furioso rasgueo en un lejano lo-fi. La  banda calla un instante, Flea marca la pauta con una línea descendiente, y entran todos en hi-fi con Anthony gritando un “SWING!” antes de arrancar con su rapeo. Cuando canta tan rápido es difícil entenderlo, pero la letra sorprende al hacer una dura crítica a las tensiones y prejuicios que se vivían en California y todo USA a inicios de los 90’s:

“Say what I want

Do what I can

Death to the message

Of the Ku Klux Klan

I don't buy supremacy

Media chief

You menace me”

Esto fue hace 26 años y sigue más vigente que nunca! Anthony suena verdaderamente encabronado, y John hace su parte con una guitarra furiosa, que suena como una navaja. El estribillo es más melódico, con el resto de la banda haciendo coros: “The power of equality, Is not yet what it ought to be”. Flea suena Funky, pero sin aplastar todo. Al minuto 2 tenemos un puente instrumental con el bajo haciendo efectos de wha mientras la guitarra chirria con un efecto poco común, pero que no suena mal. El tema te hace brincar, pero sobre todo, pensar, algo que se sale del patrón que había manejado el grupo hasta entonces. Hacia el final podemos escuchar a Flea slapeando unos instantes antes de que Anthony lance la pregunta “Whatever happened to humanity?” Un tema con mucho Groove y actitud, que de entrada nos muestra que el sonido de los RHCP no ha cambiado, pero ha evolucionado enormidades.

Seguimos con “If You Have to Ask”, que pareciera un tema sacado de uno de sus primeros discos. Salvo por esa guitarra de 2 tonos que tiene una gran actitud. Flea no se vuelve loco y hace una línea Funk en tonos muy graves. El estribillo tiene voces femeninas (o son falsettos de la banda?) que recuerdan también esas voces de los primeros álbums. Sin embargo es bastante más melódico y pegajoso. La letra también regresa al estilo tradicional de los Peppers con Kiedis cantando sobre sus deseos de ser un gánster, para después hacer un montón de alusiones sexuales. Al 2:10, John hace escalas con la guitarra que derivan en un buen solo, que es quizá la mejor parte de la canción, tanto que al final podemos oír aplausos del staff. Aun se queda rasguñando la guitarra unos momentos antes de cerrar definitivamente. No es el mejor tema, pero incluso en las canciones relativamente débiles, la banda muestra una tremenda actitud y gran forma. Este sería uno de los sencillos del disco.

Viene ahora sí uno de los platos fuertes del álbum, Breaking the Girl, un temazo que también rompe los estándares del grupo al mostrar más influencias psicodélicas. La melodía de Kiedis es fascinante, con un John haciendo un rasgueo agridulce con la guitarra de 12 cuerdas, y un melotrón a cargo de Brendan O’Brien haciendo la figura de las flautas. Flea hace un bajeo profundo y circular para mantener el tono, y se distiende un poco en los puentes y coros. Sin embargo, la estrella es Chad, con uno de los patrones de batería más complejos, en un tempo de 6/8, hipnótico y poderoso a la vez. Después reconocería que se basó en el patrón de batería que Mitch Mitchell usa en “Manic Depression”. La melodía de Anthony es espectacular, en in ritmo semilento, marcando cada sílaba, haciendo falsettos y agregando ganchos a diestra y siniestra. La letra es muy personal y dolorosa, sobre una relación enfermiza en el que está consumiendo a la chica:

“Twisting and turning

Your feelings are burning

You're breaking the girl

She meant you no harm”

Una de las interpretaciones es que Kiedis habla de su relación con su anterior novia, Carmen Hawk, y en general todas las relaciones que había tenido, en que terminaba siendo el tipo obsesivo y controlador que “rompía” a las chicas antes de involucrarse demasiado con ellas. Otra es que habla sobre el divorcio de sus padres y de la violencia familiar que vivió entre su padre y su madre. Sería uno de los demonios de Anthony, ya que precisamente comenzaba a verse reflejado en el patrón de su padre, convirtiéndose en un mujeriego, haciendo a las chicas huir antes de comprometerse realmente para evitar herirlas como hizo con su madre. Al minuto 3 tenemos un puente instrumental con percusiones, que en realidad son pedazos de chatarra que Flea y John encontraron en un basurero cerca de la mansión, dándole una sensación más dramática, siendo uno de mis momentos favoritos del disco con los tums retumbando sobre la lluvia de acordes. El cierre es con un gran solo de guitarra acústica de John, jugando con tritonos que dan una sensación agridulce al cierre. La canción es fenomenal, muy melódica, con John haciendo un gran trabajo acústico, y esa batería endemoniada que nos sumerge desde el principio. El conjunto suena psicodélico e intenso, como si fuera una rola del Verano del Amor. Sería otro de los sencillos del álbum, y de los videos más transmitidos por MTV, y aunque es una de las mejores piezas del mismo, la banda la ha tocado muy poco. Resulta que la usaron para abrir la gira del BDSM en Octubre de 1991, en Wisconsin, pero fue un total fracaso. Siendo un tiempo tan complejo, Anthony fue el que tuvo problemas para poder cantar y acoplarse al beat, por lo que la sacaron del setlist por años. No la volverían a tocar en vivo sino hasta el 2000, y desde entonces la han tocado sólo otras 14 veces más.

Sigue “Funky Monks”, con la que regresan al Funk de buena manera. Flea luce al principio haciendo una espectacular intro con las cuerdas más agudas del bajo, figura que después replica John con guitarra para armar el riff base del tema. Flea a partir de aquí se contenta con marcar los tiempos durante los versos semilentos, con overdubs para duplicar la voz de Anthony, que se responde a sí mismo. En el estribillo canta de nuevo en falsetto “You are on the road, Can I get a little lovin' from you”. Al 2:35 Flea hace una línea más compleja para permitir a Frusciante discutirse con un solo pesadísimo e inusual por estas fechas, derrochando técnica y velocidad. Al 4:25 es el turno del solo de bajo, sencillo para lo que nos tiene acostumbrados, pero demostrando que también es maestro de la melodía, y con ello la rola se difumina. El tema vuelve a sentar un mood desenfadado, con letras sobre estar en una banda, no ser precisamente un santo, y conquistar chicas en el camino.

“Suck My Kiss” es más potente, como si quisieran combinar el Funk con esa corriente en boga llamada Grunge y demostrar que ningún género está peleado con otro. El riff base inicia con tonos profundos que terminan en una rápida escala ascendente, combinando bajo y guitarra. La batería es magistral, con Chad dándole un tono seco a los tums. Anthony rapea, pere debo insistir en que suena más refinado, por decirlo de algún módo, e inserta aquí y allá líneas más melódicas que balancean bien la canción. La letra es de una gran carga sexual:

 

“Hit me you can't hurt me, suck my kiss

Kiss me please pervert me, stick with this

Is she talking dirty…

Give to me sweet sacred bliss

Your mouth was made to suck my kiss”

Al 2:30 tenemos un solo distorsionadísimo, que por momentos parece zumbido de abejas, contrastando con el bajo grave al fondo. En general, la música crea una gran tensión que se conjuga con las letras y la tremenda actitud de Kiedis al cantar. Sería otro de los sencillos, y se convertiría en uno de los temas emblemáticos del grupo. Quizá en el armado no sea tan impresionante, pero la actitud que muestran hace que se destaque y que contagie con su fuerza.

Tras esta pequeña tormenta (en el buen sentido), tenemos “I Could Have Lied”, que retoma un aire más calmado e introspectivo. Es una preciosa balada en la que John retoma la guitarra acústica para hacer un riff calmado, sedoso. La sección rítmica sabe mantener un bajo perfil en función de la canción, marcando el tiempo. Kiedis y John son quienes suben por momentos la intensidad con rasgueos o cantando con un poco más de drama. La melodía es sublime, en la letra, Anthony se abre el corazón para mostrar que no todo es fiesta y sexo desenfrenado. Habla sobre la breve relación que tuvo con Sinéad O’Connor cuando ella estuvo viviendo en L.A.:

“There must be something

In the way I feel

That she don't want me…

to feel”

Kiedis diría que fue una de sus mejores relaciones, pero ella “no lo dejaba entrar”, y no sólo en el sentido sexual. Su frustración no era por tener que esperar, sino porque ella parecía acercarse y luego ponía una especie de barrera. “Fue la más maravillosa relación no sexual que tuve”, diría. Y luego ella le rompió el corazón cortándolo a través de un mensaje en su contestadora. Kiedis dejó un casette con la grabación del demo de esta canción en su puerta, pero nunca tuvo respuesta. No volvería a saber nada de ella hasta que se cruzaron en una premiación, años después. Kiedis muestra su lado más vulnerable, pero a la vez coraje al decir que se va a levantar. “Pude haber mentido, pude haber mostrado una cara que no es la mía, pero contigo fui real”. Frusciante se discute con un solo de antología al minuto 2, igual de adolorido, dejando caer las notas como llamas ardientes con el grado perfecto de distorsión. Hacia el final, vuelve a requintear, empalmándose con las últimas estrofas. En general, es de los temas más emocionales de los RHCP en toda su discografía, tanto musical como líricamente.

Continuamos con “Mellowship Slinky in B Major”, una de las mejores canciones en el aspecto musical, que arranca con una escala descendiente de bajo y guitarra, pegajosísima, que repiten y después deriva en una de las  líneas de bajo de la historia y John haciendo arañitas. La estrella aquí es Flea, que sin sonar como machote pateatraseros, sigue sonando descomunal y se echa la canción en hombros, recorriendo todas las cuerdas en un tiempo complejo. John simplemente toca fills de gran forma, pero dejándole los reflectores a las 4 cuerdas. Anthony no rapea, pero tampoco canta. Este es el punto que menciono, en el que logra cierta melodicidad y balance entre ambos estilos. Al 2:45 tenemos otro gran solo, en un tono más limpio. Líricamente es una especie de miniautobiografía de Kiedis, haciendo rápidas referencias a las cosas que le gustan, desde Mike Tyson, los Lakers, Mark Twain, Bukowski, Truman Capote (a quien por cierto estoy leyendo) hasta discos como el Kind of Blue de Miles Davis y menciones a Billie Holliday o Bassie Smith. No faltan las referencias sexuales, algo fuera de lugar, pero la letra está bastante interesante para ser uno de los temas ligeros de los Peppers. De tener un estribillo realmente fuerte, la podría marcar en rojo.

Sigue “The Righteous & the Wicked”, que musicalmente es una especie de continuación del track anterior, salvo que los efectos de guitarra son casi metaleros. El tema es algo más lento y apocalíptico, y la letra es más una continuación del primer track, hablando de los prejuicios y de cómo nos hemos jodido como humanidad:

“Holy mother earth

Crying into space

Tears on her pretty face

For she has been raped”

Frusciante es quien canta en los estribillos de manera bastante melódica, aunque Anthony luego lo aplasta con su rapeo, en uno de los pocos pecados de ecualización del álbum. Al minuto 1 John toca su guitarra a manera de mandolina, para un extraordinario puente. Al minuto 2 vuelven los overdubs metaleros, pero el momento de brillo le llega al 2:30, con un solo potentísimo y oscuro, con tritonos, y que no desentonaría en alguna canción de Alice in Chains. Por cierto, la mayoría de los solos de John en este disco fueron primeras o segundas tomas.

No sé por qué odié durante mucho tiempo “Give It Away”. Supongo que la escuché en la época en que estaba endiosado con los Beatles y fue cuando encontré en una tienda el Abbey Road EP, que consideré un insulto directo de los Peppers. Después fue creciendo, pero creo que no me di cuenta de su tremendo poder hasta que la tocaron en el medio tiempo del medio tiempo de algún artistilla de moda en el Superbowl. Por cierto, esos medios tiempos son mi único contacto con el rugby americano, sólo cuando los artistas lo ameritan. Pero vayamos a la canción, que de entrada parece demasiado simple. No, no lo es. La línea de bajo es formidable, quizá lo más complejo que puede hacer Flea sin slapear, haciendo esos formidables “columpios” entre notas y a la vez marcando notas con gran rapidez. La canción, de hecho, salió de una jam session. Anthony estaba trabajando en letras en un extremo de la sala, mientras los 3 músicos jugueteaban con tonos. Entonces Flea salió con ese poderosísimo riff y todos se cayaron y se le quedaron viendo. “Hice algo malo?”, y Chad le gritó, “No pares”, para meter el beat de batería, y posteriormente John empezar a jugar con tonos. Incluso Anthony quedó pasmado y corrió a la cabina para improvisar una línea. Era una en particular inspirada por una conversación que tuvo con Nina Hagen sobre el desapego a los bienes materiales: “Give it away, give it away, give it away now…”. Algo poco conocido es que, ya que tuvo más tiempo para desarrollar la letra, otra de sus influencias fue el actor River Phoenix (hermano de Joaquim), quien era un gran fan de la banda. Kiedis le dedicaría estas líneas:

“There's a river, born to be a giver,

keep you warm, won't let you shiver

His heart is never going to wither

come on everybody, time to deliver”

El tema es quizá el más pegajoso del disco, con un estribillo que hace reventar estadios. La guitarra, aunque intenta mantenerse de telón de fondo, es mayúscula, mostrando a un Frusciante con todo su arsenal, incluyendo el par de solos grabados al revés que rememoran al Revolver de los Beatles. Chad luce implacable con ese beat, y Kiedis se las ingenia para que ese fraseo se te quede en la cabeza por semanas. Fue el primer single del disco, y de inicio le fue mal. Varias estaciones se rehusaron a radiarlo alegando que tenía poca melodía. Sin embargo, una en L.A. la comenzó a promocionar y se propagó como napalm. El sencillo alcanzaría el No 9 de las listas, se convirtió en el tema del momento y sería la punta de lanza para el éxito del BSSM.

Sigue “Blood Sugar Sex Magik”, que da título al disco con un beat lento que recuerda a Bonzo, la guitarra reverberando al fondo, para después arrancar con el riff incisivo que luego cambia a un efecto wha. Anthony canta los versos en un inusual tono gravísimo, para subir 2 octavas en los explosivos estribillos. Flea va al fondo, discreto, pero convirtiéndose en una aplanadora cuando lo requiere. Las letras son  quizá las más sexuales del disco, con líneas como “Every women has a piece of Aphrodite, Copulate to create a state of sexual light, Kissing her virginity, My affinity”. Es cierto, los versos apenas se entienden en ese tono tan oscuro, pero la explosión que logran en los estribillos, esa modulación de guitarra, y esos requintos y la fascinante labor de guitarra hacen de este tema una verdadera blitzkrieg, el tema de batalla del disco, el que representa ese sonido que amalgama Funk, Rap, Rock, Pop, Metal y no sé cuántos géneros más para inaugurar lo que pronto se llamaría alternativo. El único detalle es que se pierde a la mitad del álbum, yo la habría puesto como arranque o como cierre.

El punto climático del disco es “Under The Bridge”, y no por su furia o potencia, sino porque es la balada más emotiva y llegadora que la banda ha hecho hasta la fecha. Mucha gente podrá no gustar de los RHCP, pero si no ha escuchado y vibrado con esta canción, no entiende el Rock. Ni siquiera estaba planeada para ser una canción. Anthony empezó a escribir un diario después de desintoxicarse de heroína y cocaína, en el que incluía densos pasajes suicidas. Kiedis solía conducir por esos tiempos hasta debajo de un puente en el centro de L.A. para inyectarse sin que nadie más lo viera. Su punto más bajo en la vida, según él mismo. Luego escribió un poema al respecto, lo que serían las letras de esta canción. Cuando estaban a mitad de las sesiones del disco, Rick Rubin encontró el poema, y quedó conmovido. El productor insistió en que se los mostrara al resto del grupo, pero Kiedis pensaba que eran muy “suaves” y fuera del estilo del grupo. Sin embargo, terminó cediendo, y John insistió en que debería ser una canción y le pidió que se la cantara. Tras ponerle melodía, John comenzó a trabajar en la música, y ambos trabajaron durante un par de días en la secuencia de acordes y en perfeccionar la estructura del a canción. Frusciante escogió la secuencia de arpegios que arman la intro para equilibrar la atmósfera depresiva de las letras. La canción era muy triste, por lo que intentó darle un tono más alegre, aunque la labor de guitarra deja más bien un sabor agridulce. La letra del estribillo lo resume todo:

“I don't ever wanna feel

Like I did that day

But take me to the place I love

Take me all the way”

Anthony de nuevo se abre el pecho con esta increíble letra, con la que es fácil identificarse. Por esas fechas, quién no se sintió solo en el mundo, sintiendo un lugar como su mejor amigo? El poder emocional no sería el mismo sin la guitarra de John. Aunque intenta hacer tonos más alegres, contribuye con esa aura acre, y lleva el protagonismo en gran parte de la canción. Chad entra marcando apenas el tiempo de manera discreta, y Flea llega hasta el minuto y medio, con una gran línea, pero que también respeta el punto central de la guitarra.

“It's hard to believe

That there's nobody out there

It's hard to believe

That I'm all alone”

La melodía es brillante, no deja de sonar desoladora, pero al fondo siempre deja un resquicio de esperanza. Al 2:50, Smith da unos trarolazos para iniciar el clímax de la canción, en que la banda sube la intensidad durante una vuelta del estribillo, para que al 3:15 entre un majestuoso coro gospeliano, conformado por Gail, hermana de John, y varias de sus amigas para esa colosal coda:

“Under the bridge downtown

Is where I drew some blood

Under the bridge downtown

I could not get enough

Under the bridge downtown

Forgot about my love

Under the bridge downtown

I gave my life away”

Un tema conmovedor por donde se vea, ya sea en la lírica o en el gran trabajo de guitarra de Frusciante. Uno de los diamantes de la banda y uno de sus temas más emblemáticos, considerada una de las mejores canciones de los 90’s.

Como curiosidad, dado el éxito de “Give It Away” como sencillo, los Peppers nunca vieron en “Under The Bridge” oportunidad alguna de funcionar, creyendo que los fans querían algo funk. Warner mandó representantes para discutir con el grupo sobre el segundo single, y les dieron boletos para uno de los primeros conciertos de la gira. Sin embargo, cuando John comenzó a tocar los primeros arpegios, Kiedis se olvidó por completo de la letra, y el estadio entero comenzó a cantar el primer verso. Anthony estaba mortificado por su metida de pata, y se disculpó mil veces con los ejecutivos de Warner. Éstos simplemente replicaron diciendo que sin un estadio entero se sabía la letra de una canción y era capaz de corearla de tal forma, no había duda de cuál debía ser el siguiente single. “Under the Bridge” llegaría al #2 de las listas de Billboard.

“Naked In The Rain” fue de las primeras canciones escritas para el álbum, incluso fue interpretada en vivo al final de la gira del Mother’s Milk. Esta es una canción que se lleva Flea, la única del álbum en la que luce con sus slapeos. John suena con poco volumen al fondo, aunque muy distorsionado por momentos. La melodía de los versos no es demasiado memorable, pero el estribillo es bastante pegajoso. Al 2:25 Flea hace un gran solo, breve, pero que demuestra porqué está considerado entre los mejores de las 4 cuerdas, para cerrar con un incendiario solo de Frusciante con algunas disonancias.

A partir de aquí el disco decae un poco. No de manera fatal, siguen siendo buenos temas, pero ya sin el mismo nivel. Seguimos con “Apache Rose Peacock”, un funk en medio tiempo con un a guitarra muy cool. Los versos suenan algo genéricos y planos, pero la melodía de Kiedis en el estribillo es buena. Lo que parece un tributo a Nueva Orleans se va convirtiendo en otro tema hipersexualizado y lleno de dobles sentidos. Tenemos por ahí algunos metales jugando con la referencia del jazz y Louis Armstrong, un puente con toda la banda haciendo “tururú’s”, pero la canción en general es algo sosa. Lo mejor son los últimos 20 segundos, en el que Frusciante se discute con un mastodóntico riff pateatraseros que nada tiene que ver con el resto de la canción, y que supongo, era una parodia a las bandas Grunge que comenzaban a dominar la escena.

"The Greeting Song" mejora un poco. Tenemos un buen riff de guitarra y Flea de Nuevo suena velocísimo, sobre todo en los puentes y estribillos. La canción en sí fue a pedido de Rubin, que le encargó a Anthony un tema que hablara solamente de carros y chicas. Kiedis diría que terminó odiando la canción, pero instrumentalmente es buena. Por momentos repetitiva, pero el puente instrumental del minuto 2 es de buen nivel, con el bajo haciendo escalas, mientras Chad se vuelve un pulpo y John hace atisbos de requinto.

Luego está “My Lovely Man”, que es el tributo de Kiedis a Hillel Slovak. No, no es una sentida balada, sino uno de los temas más pesados del disco, con una guitarra afilada haciendo sube y bajas que intenta hacer un tributo al estilo de Slovak. Supongo que no querían hacer algo demasiado solemne con otra balada e hicieron un tema que le hubiera gustado. Aún así, la letra logra momentos emotivos:

“Rest with me

My lovely brother

For you see

There is no other

Memory so sad and sweet

I'll see you soon

Save me a seat”

La guitarra es buena, pero después de un rato comienza a ser algo repetitiva, y el tema también carece de un estribillo fuerte. Lo mejor es el requinto que estalla al 2:20 con notas extendidas al principio para luego destramparse en una metralla de notas, en uno de los mejores solos del álbum.

La penúltima canción es la épica “Sir Psycho Sexy”, de más de 8 minutos, y que básicamente son dos canciones empalmadas. La primera es algo sosa, un funk muy lento, en el que Kiedis se caricaturiza a sí mismo en una versión hipersexualizada, un tipo que puede conseguir y complacer cualquier mujer. Sin embargo, tiene líneas que pasan del buen gusto como “There’s a devil in my dick and some demons in my semen” o un párrafo entero en que narra cómo seduce a una mujer policía. Tenemos de nuevo voces femeninas que recuerdan “Mommy Where’s Daddy?”. Flea es quien lleva la canción con un bajeo relativamente sencillo, mientras John juega con el wah o hace chirriar la guitarra. Lo mejor de esta primera mitad es el puente al 4:10  en que Kiedis canta “Lay me down, lay me down, lay me down” mientras John hace “Lalala’s” al fondo. En fin, como broma es bastante pesadita y después de un rato deja de ser divertida para volverse demasiado repetitiva  y de mal gusto. La marcaría en azul, pero la segunda parte es de esas codas marca “Starship Trooper” que por sí solas merecen un monumento. La transición comienza al 5:35 con la secuencia de tonos del puente, creando una atmósfera totalmente distinta, con una secuencia de tonos muy melódica, y que va armando un lento crescendo a partir del mellotrón de O’Brien y los espectaculares arreglos de Frusciante, quien suena monumental y emotivo con sus notas. Chad también va manejando la intensidad, que no llega a reventar, pero crea bastante tensión en este genial cierre que no tiene nada que ver con la primera parte. Si fuera sólo por la primer mitad, me hubiera visto forzada a marcarla en azul, pero si hubieran dejado sólo la parte instrumental, sería de los puntos altos del disco.

 

El disco cierra con “They´re Red Hot” que es su broma forzosa por disco. Un tema original de Robert Johnson, que aceleran al doble o triple de su velocidad, eliminando todo lo genial de la original y confirmando a los Peppers (salvo por excepciones como “Higher Ground o “If You Want Me To Stay”) como unos de los peores covereadores del mundo mundial. Al menos, esta dura apenas poco más del minuto, acabando antes de que nos crispen demasiado los nervios.

Todo esto me hace cuestionarme si el disco en realidad merece el 10. Es un disco muy extenso, que en acetato hubiera requerido forzosamente ser doble, y por lo tanto, tenemos discos dobles más cortos. Por ello hay relleno, y si bien la mayoría de los temas tienen partes interesantes como para no marcarlos en azul, también tienen sus fallos, sobre todo en el último tercio, que decae respecto al arranque, donde conjugan un tema mayor con uno menor. En cualquier caso, los temas en rojo son superlativos, y marcarían no sólo a una generación de fans, sino que abrirían las puertas al montón de bandas que conjugaban varios estilos y que terminarían siendo encasillados en el Alternativo, a falta de un término mejor. Aquí la banda está en su mejor nivel, particularmente Frusciante, y logran un disco en el que combinan sus raíces Funk con temas más melódicos y maduros, y con algunas letras más profundas y sensibles que muestran su lado humano. El Blood Sugar Sex Magik los catapultaría al estrellato, vendiendo 13 millones de copias y volviéndose multiplatino, con varios videos siendo transmitidos por MTV mañana tarde y noche.

Sin embargo, el éxito no le sentó bien a todos, y como toda buena novela, debíamos tener algo de drama. John tardó en recuperar el ritmo tras casi dos meses encerrado en la mansión, y en cuanto estuvo fuera de la vista de Rubin, comenzó a consumir heroína. Esto comenzó a generar tensiones, ya que Frusciante lucía desconectado y afectaba su performance. Comenzaron una gira en USA con Nirvana y Pearl Jam, en la que los Smashin’ declinaron porque Billy Corgan había salido un tiempo con la ahora esposa de Cobain. Después se fueron de gira por Europa, donde John se llevó a su novia Toni Oswald, rompiendo la regla de “no chicas en el camino”. Después hicieron una aparición en Saturday Night Live, donde tocaron “Under The Bridge” y John se puso a experimentar haciendo disonancias y avergonzando al resto del grupo en vivo frente a millones, lo cual causó una fuerte discusión backstage. En Mayo del ’92 comenzó la parte asiática de la gira, y cuando estaban por iniciar un concierto en Tokyo, John les informó al resto que abandonaba el grupo. Lo tuvieron que convencer de dar ese último show, que por demás, salió horrible por cuestiones obvias. Tras el concierto, Frusciante tomó sus guitarras y dejó a los Red Hot Chilli Peppers. El guitarrista Arik Marshall completaría el tour y saldría en algunos videos, pero no daba el ancho, por lo que poco después lo corrieron. Dave Navarro tomaría el lugar vacante poco después, pero esa ya es otra historia.

En fin. El disco, con sus detalles y todo, tiene temas enormes que bastaron para convertirlo en uno de los pilares de ese monstruoso-majestuoso 1991, uno de los mejores años del Rock. El título es de lo más acertado para lo que encontramos dentro de él: Blood por ese sonido ancho, poderoso y aguerrido, las líneas funky, el rapeo y la poderosa batería. Sugar por la inesperada dulzura, melodicidad y las letras honestas de algunos de los temas, los mejores del álbum. Sex, porque la mayoría de las letras están impregnadas de un sexo primitivo y salvaje, tomado a la ligera. Y Magik porque logran conjugar todo esto, con un montón de estilos, logrando que funcione la amalgama de manera casi mágica, resultando en un disco que sería pilar no sólo de 1991, sino de toda la década. Un Must Have sin lugar a dudas.

 

Por Corvan

30-dic-2017

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