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RE (Café Tacuba, 1994)

Artista: Café Tacuba (C)
Fecha de Grabación: 1993
Fecha de Lanzamiento: 22 de Julio de 1994
Discográfica: Warner Music
Productor: Gustavo Santaolalla
Calificación: 
10 (MUST HAVE, DISCO ICÓNICO)

Era: 90's Rock En Ñ: La Era de Oro

Subgénero: Alternativo

Mejor Canción: Pez-Verde, o Las Flores, o Trópico de Cáncer, o Esa Noche… Uff!!!

Canciones: 1) El Aparato; 2) La Ingrata; 3)El Ciclón; 4) El Borrego; 5) Esa Noche; 6) 24 Horas; 7) Ixtepec; 8) Trópico de Cáncer; 9) El Metro; 10) El Fin De La Infancia; 11) Madrugal; 12) Pez; 13) Verde; 14) La Negrita; 15) El Tlatoani del Barrio; 16) Las Flores; 17) La Pinta; 18) El Baile y El Salón; 19) El Puñal y El Corazón; 20) El Balcón.

La frase está muy trillada, pero es inevitable: Alguien en el mundo no está de acuerdo en que este es el equivalente al White Album en español? Alguien? Que hable ahora o calle para siempre!

Este disco es enorme, no sólo por la cantidad de temas, sino por la inmensa variedad de géneros que incluye, y en ello radica la comparación con el legendario disco doble de los Beatles. No sé si alguna otra banda en español haya colocado tanta diversidad musical, ya no digo en un solo disco, sino en toda su carrera. Los Cafetos reafirmaron aquí algo que ya habían dado señas en su debut, su capacidad camaleónica, su maestría para asumir, asimilar y fusionar géneros sin complejo alguno y dominarlos como si a ése género se hubieran dedicado toda su vida. En el debut quizá no es tan evidente, pero ya dan alguna muestra de. Aquí se vuelan la barda, experimentando, parodiando, disfrutando y adueñándose de cada género en cada canción, sin repetir prácticamente en todo el disco.

Por si queda duda, veamos: “El Aparato” es un son huasteco; “La Ingrata” es una parodia de norteño; “El Ciclón” es una canción funk con matices electrónicos; “El Borrego” es una especie metal industrial-punk; “Esa Noche” es una exquisita bolero tipo balada romántica; “24 Horas” tiene matices de swing; “Ixtepec” es un rock mestizo con influencias punk; “Trópico de Cáncer” es una exquisita Bossa Nova; “El Metro” es una rolita club bailable, muy setentera; “El Fin De La Infancia” es una chusquísima parodia de banda; “Madrugal” es un bolero al más puro estilo de los Panchos; “Pez” es más experimental y psicodélica; “Verde” es la continuación de la anterior, pero con matices de canción de cuna gótica; “La Negrita” es Samba; “El Tlatoani del Barrio” es un rock con matices prehispánicos; “Las Flores” es un Ska; “La Pinta” es una burla al Grunge; “El Baile y El Salón” es otra canción bailable muy sofisticada; “El Puñal y El Corazón” combina ritmos latinoamericanos y “El Balcón” es una corta balada jazzerona al estilo de Sinatra.

Más variedad??? Sólo en un disco recopilatorio de varios artistas, y el mismo no lograría la unidad, solidez y coherencia que logran los Cafetos en esta entrega. Todas las canciones funcionan, son buenas per se y son perfectamente radiables, escuchables, disfrutables, aunque algunas destacan más; sin embargo, igual que el White Album, el disco funciona más como una unidad, y es donde brinca el sonido propio que logra dar la banda a pesar de la diversidad musical… Cuál es ese matiz propio? No lo sé, aún no lo puedo descifrar o nombrar, pero las canciones saben a Café Tacuba, no sólo por la voz de Rubén Albarrán, sino por esa manera de fusionar que es simplemente indescriptible. Alguien dijo que “escuchar el Re es como caminar por las calles de la Ciudad de México; la diversidad de paisajes, colores, y sonidos lo envuelven a uno y lo sumergen en un mundo rico y pintoresco.” No puedes describir las sensaciones que te causan los paisajes, pero eso no impide que los disfrutes, y por ello me parece una comparación muy válida.

El disco es sin duda un parteaguas, que lanzó a los Cafetos del éxito mediano a nivel nacional que les había dado su debut, al estrellato a nivel internacional. Es uno de esos raros casos de discos que logran unificar a críticos, fans, medios de comunicación, e incluso a las demás bandas de rock de todo Latinoamérica, al considerarlo uno de los trabajos definitivos del Rock en español. Algunos lo mencionan como el mejor de todos los tiempos; yo quizá no me arriesgo a tanto, pero tal vez sí lo podamos catalogar entre los mejores 6 o 7 de los últimos 20 años, entre joyas como el “Canción Animal”, “El Espíritu del Vino”, “El Silencio”, “El Dorado”, “El León” y “El Circo”.

Respecto a los medios, es necesario mencionar que por primera vez MTV hizo algo bueno en la vida al promocionar canciones del disco cuando parecía que se perdía en el olvido. Al ser lanzado el Re, quizá por ser tan ecléctico, no tuvo la aceptación que merecía, y fue MTV con el video de “la Ingrata” que le dio difusión a nivel Latinoamericano cuando precisamente estrenaba sus emisiones específicas para LA. El Re cobró fuerza a raíz de esta difusión, se volvió un trancazo, logró disco de oro en México, y después despegó en el resto de Latinoamérica logrando multiplatino. Cafeta es además de las pocas bandas que no sólo unifican géneros, sino públicos. A diferencia del debut, que es más underground, este disco se podía escuchar desde en las estaciones del pop más pop como los 40 Principales o Amor FM (guaaaac), hasta en estaciones de Rock alternativo, ganándose el respeto y fascinación de todos.

La diversidad que contiene el disco también va muy de la mano con la capacidad multinstrumentista de los integrantes, ya que usan guitarra acústica y contrabajo como bases constantes para dar un matiz folclórico casi en todo el disco, pero además usan sin temor guitarra y bajo eléctricos, sintetizadores, flautas y caracoles, requintos de trío, acordeón, pianos, metales, violines, guitarrones, bandoleón, maracas y sabrán ellos qué más. Otra nota a destacar es que en la grabación de este disco seguían sin usar batería, sino que utilizaron una caja de ritmos de manera maestral, mezclando con cualquier cantidad de instrumentos de percusión, para cubrir este hueco sin que se note apenas. El resultado es un disco lleno de identidad, de texturas, de sabores, olores, íntimo por momentos, cargado de energía en otros… Un disco exquisitamente rico y diverso.

El álbum no es una obra conceptual, sin embargo muchos de los temas giran en torno a la diversidad, pinceladas citadinas y paisajes de la cotidaneidad, que en un principio pudieran aplicarse estrictamente al DF, pero que han encontrado eco en todo Latinoamérica. El título del álbum hace mención a la segunda nota de la escala musical, y existe un mito urbano de que todas las canciones inician con la nota Re. Me tomé la libertad, guitarra en mano, de comprobar que éste es un mero mito, ya que la mayoría de las rolas empiezan en diversos tonos y tienen una escala dominante generalmente en La (con 1/4 de tono de varianza), aunque las hay en otros tonos.

El disco inicia con “El Aparato”, una canción con forma de son huasteco, muy movido y alegre. Para los visitantes de fuera de México, los sones huastecos son tradicionales de zonas de San Luis Potosí y Veracruz, con un guitarreo rítmico y muy rápido e interpretado con guitarra o jarana, como este caso. La canción inicia con estos versos frenéticos típicos de la Huasteca y con los “Ayyyyyyyyyyy’s” en falseto también pertenecientes al género, y que retomarán con su versión de “Ojalá Que Llueva Café”. Entre los versos se va añadiendo instrumentación de cuerdas y al fondo el contrabajo luce discreto, pero efectivo. En los coros hay un cambio radical, bajando el tiempo y el tono de voz a uno mucho más confidencial, como un lamento, para ir acorde a la letra. Por cierto, ésta es muy rara, haciendo referencia a un “accidente” causado por unas luces, que sin ser muy directas, dan la idea de un secuestro alienígena y la paranoia y efectos que dejó a quien tuvo el ”encuentro”. Tras los coros hay una explosión, regresando al ritmo rápido, pero con palmas y la sección de cuerdas para resaltar el cambio de intensidad. En el segundo coro hay un sonido de fondo que se hace más intenso en el puente posterior, que da la impresión de ser una cítara (cítara en un son!!!). Después entra un deslumbrante coro, muy festivo, palemando y cantando “Heya heya heya EEEEEh!! Y la rola termina en este ambiente, incorporando algunos detalles electrónicos. Interesentísima canción por la fusión, un tanto desconcertante por las letras, pero en general deja un excelente sabor de boca como abridor del álbum.

Sigue “La Ingrata” que fue la punta de lanza del disco y la que le abrió las puertas al éxito. Esta es una divertida parodia al norteño, que es un género típico de la zona fronteriza con E.U. compuesto por guitarra, acordeón, tololoche o contrabajo pulsado, y percusiones hechos por un tipo con una tarola y un platillo, todos ensombrerados y de preferencia con tupido bigote. Y básicamente esa es la instrumentación de “La Ingrata”, salvo en los puentes a cargo de Meme, (No vengas para pedirme…) donde se suman pianos y una trompeta muy divertida. Musicalmente se lo toman muy enserio, estudiando el género a la perfección para hacer esta parodia, con fines lúdicos, pero imitando a la perfección la ejecución de cualquier conjunto norteño en 3 minutos y medio, con todo y solos de acordeón, la intro y la salida. Las letras son la parte lúdica, tomando en parte la lírica del género, pero exagerando la sátira para hacer una letra de despecho divertidísima. Los coros son festivos, pegajosísimos, resaltados por los solos de acordeón que les siguen. La pimienta se la pone Rubén (que en este disco se llama Cosme) haciendo cambios de entonación para resaltar el despecho o la tristeza, obligando al a sonrisa sobre todo en la parte en que el verso se extiende tanto que se le acaba el aire al minuto 3. No creo que ni ellos mismos se hayan esperado el éxito que la canción alcanzó, ya que no estaba diseñada para ello, sino que es una parodia en todo el sentido de la palabra, pero tan bien hecha, que a la gente le gustó en serio y hoy sigue siendo un tema referente de los Cafetos. El video también es divertidísimo, y no suelo mencionarlos ya que para mi es una cosa muy aparte, una cuestión de marketing, pero en este caso demuestra que tan en serio se tomaba la banda esta canción.

Continuamos con “El Ciclón”, una canción con tintes funk en base a un doble bajeo, uno muy discreto al fondo, apenas perceptible y casi en el mismo tono, (tum- túrum tum-túrum) y otro sintetizado, de efecto muy elástico y creando un complejo riff funky. La musicalización es muy experimental y compleja, pero rítmica, con algunas cuerdas de aires orientales, mezclando de nuevo el bravo fraseo de Cosme en los versos con uno más melódico y pausado en los coros. Las letras toman parte de la filosofía indígena sobre la tierra, los dioses, y el efecto circular de la vida. Al 1:30 hay un cambio radical, dejando solo percusiones muy tribales con Cosme recitando de manera casi chamánica, resaltando las sílabas para volver después a los versos. De la letra, toda es excelente, pero me encanta sobretodo el último verso: “Si el equilibrio es Dios y el equilibrio murió, Qué pasó con Dios?” la coda es una mezcla del coro con ese puente tribal. Una canción rarísima, pero disfrutable, que da nota del tacto de los Tacubos para experimentar y al mismo tiempo hacer rolas que funcionan comercialmente.

Después está “El Borrego”, la canción más pesada del disco, cantada por Meme. Una guitarra distorsionadísima entra como en pausas para explotar junto a la batería en un ritmo rapidisísimo, haciendo de vez en cuando un riff sencillo de tres tonos con influencia punk y uno mucho más complejo al :50 que recuerda más al metal o a industrial. Una mezcla entre punk, trash, industrial, llegando al clímax de la parodia al 1:43 cuando hay un requinto que es más bien una guitarra desafinadísima pulsada casi al azar, burlándose de los grupos que ni siquiera saben afinar sus instrumentos y vomitan notas a lo loco. La voz distorsionada también es típica de los géneros, casi sin melodía ni modulación vocal, y haciendo rimas muy obvias. La letra es parte fundamental, describiendo a un borrego, o un tipo que sigue a todo mundo sin tener una ideología propia: anarquista, deportista, activista, neonazista, ecologista, politeísta, buen cristiano, metalero, pero tropicalero de closet. Entre broma y broma, hace una crítica a la falta de identidad de la juventud, que ni siquiera sabe en qué anda metida, y de paso también menciona a La Lupita y a La Maldita Vecindad, grandes grupos y estrechos amigos de los de Satélite. Además le tiran a Magneto, que era una Boys Band mexicana de inicios de los 90’s muy en boga entre las niñas nice, una bandita pop de la que ya nadie se acuerda. Esta es de las rolas que musicalmente podrían parecer absurdas y débiles, pero tomando en cuenta las letras y su evidente intención de burla, hacen que valgan su peso en oro.

Llega luego “Esa Noche” que es más que una parodia, un tributo al bolero de los 50’s, recordando los tríos y la época de las serenatas a al luz de la luna. Inicia de tal manera, con un requinto a doble cuerda, contrabajo, maracas, huiro y el aire íntimo de serenata al pie de la ventana. En los coros se suman una segunda y tercera voz haciendo el efecto que haría cualquier trío. La selección de palabras y el ambiente que logran también va muy de la mano al género, al igual que en el resto de las rolas, encajando y haciendo creíble la canción, y demostrando que realmente estudiaron al fondo cada género. En fragmentos, Cosme incluso imposta la voz para hacer una imitación más franca, como al puente del 1:15, donde se agregan violines para remarcar la nostalgia. El riff de guitarra que se va repitiendo incluso como requinto, es sencillo, pero es un riff en forma, absolutamente memorable. La canción está llena de ganchos, puentes, delicadezas que la hace enorme, y la canción poco a poco se va haciendo más compleja sin dejar ese aire íntimo y nostálgico. Al 2:10 que da solo la percusión y unos coros casi susurrados repitiendo “No me hubieras dejado esa noche, porque esa misma noche encontré un amor” al cual se le añade Cosme sobreponiendo “Mi soledad, siempre ha pertenecido a ti” mientras más y más instrumentos se van agregando en un lento crescendo para una coda majestuosa y dramática. Estrellita a Rubén-Cosme que hace una ejecución vocal impresionante. Además del tributo al género, que es de los que mejor dominan, la rola funciona por sí misma, y es otra de las que se ha vuelto infaltable en el catálogo de Café Tacuba y una de las mejores del disco.

“24 horas” es una canción más ligera, pero divertida, con un beat muy marcado y una instrumentación juguetona, muy retro, con matices de todo, detalles que me suenan medio tropicales, una guitarra juguetona aparentemente infantil, coros muy melódicos y algunos detalles de swing, como el puente del 1:20. Es divertida, ligera y sin mayores pretensiones.

“Ixtepec” es una canción más compleja de lo que parece. Es un rock mestizo, donde la guitarra tiene un marcado ritmo de huapango, pero está estructurada con una marcada influencia punk y un beat electrónico, muy básico y abstracto. La canción es una mezcla casi imposible que sin embargo funciona muy bien, con cambios de ritmo y una rica instrumentación, desde los minisolos de teclado de boca, una sección de cuerdas que entra para dar más dramatismo y pianos muy cutes que se van volviendo cada vez más fundamentales. La letra es muy nostálgica, no estoy seguro si hace referencia a alguna leyenda del Istmo, pero de nuevo logran una excelente creación de imágenes, semejante a la lograda en “María”, del debut. Una canción muy rara, pero a la vez accesible y muy disfrutable por todos los efectivos ganchos que contiene.

“Trópico de Cáncer” es una Bossa Nova muy rítmica, cadente, sin la gracia brasileira, pero muy bien ejecutada, con toques más tropicales, y que logra ser un muy buen tributo al género, aunque evidentemente falta el exquisito vaivén del portugués. La rola va también en un muy ligero crescendo, con Cosme cantando los versos mientras los demás hacen coros en tonos graves y más y más instrumentos se van añadiendo para construir subidas y bajadas, parones y regresos. El valor de la canción, sin embargo, es en las letras, donde hacen una afilada crítica a la Paraestatal Mexicana de Petróleos, PEMEX desde la perspectiva de un indígena que llega a ser ingeniero de dicha compañía y se retira porque se da cuenta del daño que está haciendo al ambiente. Las frases “Que no ves que nuestra mente, no debe tomar en cuenta a ecologistas indigenistas, retrogradistas ni humanistas” y “pero es que yo pienso, que nosotros los humanos, no necesitamos mas hidrocarburos”, son para levantarle un monumento al grupo, que con un lenguaje directo, cotidiano, simplista, puede hacer una crítica feroz. Por eso esta es de mis favoritas del disco.

Con “El Metro” Café Tacuba demuestra que también se puede meter a terrenos más pop y hasta bailables. Esta es una canción ligera, con un beat muy rico, arreglos melódicos y un fraseo en que se marcan ciertas sílabas que invitan a mover el cuerpo. El coro además tiene un bajeo destacado de Quique, que recuerda al movimiento disco de los setentas. La letra tampoco es de las más profundas, pero entre la diversión de la exageración sobre una persona atrapada en el metro combinada con una historia de amor, refleja la cotidaneidad, aglomeraciones y caos del sistema de transporte en el D.F. No es adorable Rubén cuando hace ganchos como esos “tururús” del final?? Sin ser una de las mejores o más profundas del disco, es sólida y divertida.

“El Fin De La Infancia” es una parodia a la banda sinaloense y al baile de caballito. Estuve tentado a marcarla en azul, ya que evidentemente es la menos radiable, pero en su intención de parodia es realmente una joya, ya que logra credibilidad; no creo que se haya escuchado jamás en una estación de Rock, pero no dudaría que haya sonado con éxito en una grupera. En serio suena a la banda “Cafecitos” como dice en la letra, simulando los nombres de las bandas del género, desde la intro desafinada, el ritmo implacable, los arreglos de metales que suenan a los de una banda tal cual, y el endemoniado fraseo, imitando al de los vocalistas a los que no se les entiende nada de tan rápido que cantan. Las letras son una mezcla de esta parodia con referencias literarios al libro de Arthur C. Clarke que se titula igual que la canción, el cual no he leído, pero da muestra como en el debut que los cafetos son bastante letrados y muchas de sus canciones contienen referencias literarias. Además, resulta impresionante en qué canción fueran a meter estas referencias, es decir, el contraste de forma y fondo.

Viene entonces “Madrugal” que apenas llega al minuto, pero es un brevísimo tributo a los grandes tríos mexicanos, con un requinto de primer nivel que supera con mucho en el estilo a “Esa Noche”, que tiene más forma de balada. Este es un bolero en toda la extensión de la palabra. Ignoro si el requinto lo hace el mismo Joselo o invitaron a alguien más, pero es realmente increíble como domina el estilo y lo que es capaz de hacer en 60 segundos. Cuando la canción parece ser un tributo serio, pintando imágenes del amanecer de La Ciudad de los Palacios, el final viene a darle un giro inesperado y chusco tanto por la lírica como por el pronto final.

Sigue “Pez” que es otra rola experimental, medio psicodélica, juguetona, muy melódica, cantada por Meme y que a mi gusto es de las mejores del disco y de las que menos se han considerado, es más, ni siquiera salió como sencillo. Creo que a la larga, en medio de tantos cambios camaleónicos del grupo, este viene siendo el sonido esencial de Café Tacuba, experimental, melódico, en forma de minisuites y con canciones que se ligan, cuestión que explotarán al máximo en el Sino del 2007 y que en general, basa su sonido en esta rola. La canción inicia con un punteo descendente de cuerdas, Meme cantando con esa voz también característica, desenfadada, pausada. La guitarra comienza a hacer arreglos, la canción prende con buen ritmo, el bajeo es divertido y va guiando la estructura, los puentes son divertidos y ágiles, y los coros son deliciosamente melódico, con unos juegos de voces muy ricos y un piano ácido haciendo escalas veloces. La canción fluye perfecta, narrando la perspectiva cruel e inocente de un pez que es capturado y cuando más embebidos nos tiene, se termina. Bueno no.

“Pez” termina, pero se liga a “Verde” formando esa especie de micro-suite. “Verde” es un fragmento muy oscuro, atmosférico y lento, casi en tono de canción de cuna, cantada o susurrada por Cosme, entre acordes y notas sostenidas de teclados, va narrando la experiencia de la muerte desde la perspectiva del pececito en medio de un aura psicodélica oscura. Al 1:20 regresamos al ritmo principal y juguetón de “Pez”, haciendo un verso para terminar con la doble rola. Exquisita, en verdad, e injustamente menospreciada, los Cafetos meten en una gran musicalización unas letras aparentemente inocentes e inofensivas, pero cargadas de filosofía hindú.

Continuamos con “La Negrita”, en ritmo de samba. La música es muy rítmica, pero esta vez Cosme es quien se lleva las palmas al cantar con las entonación, melodía y picardía necesarias, además de que las letras son muy buenas, disfrazando de una canción lúdica una dura crítica a la migración.

“El Tlatoani Del Barrio” es otra de las que no me gustan mucho, creo que quedaría más en el ambiente del disco debut, pero hay que reconocer que es una mezcla arriesgada. Esta rola tiene influencias punk, buena instrumentación y agregados prehispánicos. En las letras, Cosme hace metáforas de la historia azteca (el tlatoani era el emperador de Tenochtitlan) para narrar la historia de su padre, un boxeador de barrio a quien apodaban El Tlatoani.

“Las Flores” es otra de las que destacan a mi gusto. Con un inicio muy jarocho que da idea de que viene otro huapango, hasta con arpas, pero la intro cambia a los :13 con el grito en falsetto de Cosme a un ska muy movido, vertiginoso, con excelente instrumentación. El bajeo crea las bases, las guitarras se van sumando, unas limpias y muy rítmicas, luego entra otra más distorsionada dando guitarrazos, el teclado de boca hace un riff genial y pegajoso tras los puentes, y después el mismo Meme hace algunas escalitas igualmente geniales en piano. Las letras son magistrales, esta vez haciendo una canción de amor, utilizando algunos lugares comunes con toda la intención, pero combinándolos de tal forma que funcionan realmente, sin empalagar. Hay versos gigantescos: “Ven y Dime todas esas cosas..:” “Miraré tus ojos, como si fueran los últimos de este país” o “Déjame ver cómo es que floreces”. Esta canción fue de las primeras que me dedicó Hiz, mi hoy esposa, cuando recién nos conocimos, por lo que además tiene un significado especial.

Viene después “La Pinta", haciendo el juego de palabras entre el acto de escaparse de clases y el nombre de la carabela de Colón. Esta es una parodia al Grunge, con las guitarras cargadas, potentes, la batería (caja de ritmos) implacable, un bajeo profundo y punteado, pocos cambios de tonos, y hasta el detalle de que Cosme se desgarra ligeramente la voz para imitar a los vocalistas del género. Los puentes son más juguetones, con toda la banda gritando “lero lero lero lero leeeeeeeee” y el teclado de voz jugueteando y dando más brillo a la canción. En realidad es inofensiva, pero si es intensa y da muestra de que Tacuba podía, de hecho, hacer grunge con éxito.

“El Baile y el Salón” es más en serio, una canción club muy elegante, muy elaborada y detallada. Desde el guitarreo, los coros pegajosísimos del inicio (papá papá oeoooooo). Cosme canta de manera delicada, en tonos muy agudos. Los coros son más solidos, con un buen bajeo de Quique, que da más sustentos y le da un aire retro, mientras que unas guitarras hacen acordes muy cristalinos aquí y allá para darle el toque de folclor. Al 2:37 entra un puente con teclados y un beat mucho más disco, con el que Joselo carga de wha su guitarra hasta que cierra la rola. El tema es de los más conocidos, y creo que al paso del tiempo esta es la canción del disco que más se sigue programando en radio hoy en día. Trata el tema de la homosexualidad de una manera matizada, muy suti, sugiriéndolo apenas en los últimos versos y agregando la línea en francés. La canción está perfectamente confeccionada, cuidada hasta el más mínimo detalle, y a pesar de ser quizá la más comercial, no se puede negar la enorme calidad.

La penúltima rola es “El Puñal y el Corazón” que es una mezcla de salsa, chachachá y con una intro muy bonaerense. La canción tiene un ritmazo, una gran sección de metales que van haciendo que toda la canción luzca. En los puentes son reemplazados por un teclado muy etéreo y hay un solo de teclado de boca al 2:10, nuevamente con reminiscencias tangueras. Luego se incorporan flautas típicas del chachachá y la coda es majestuosa, con todos los instrumentos a tope y todos los integrantes cantando a coro en un orgasmo musical. Al 3:50 hay un falso final para volver con un ritmo aún más vertiginoso, ahora de mambo. Estos tipos no tienen límites!! Letras incisivas y de despecho, pero que quedan en un segundo plano ante tal despliegue musical. Resalta el dominio de los difíciles géneros, que hacen que uno mueva todo el cuerpo al escucharla.

El final corre a cargo de “El Balcón” que es una cancioncita muy simple a piano, medio jazzerona, que recuerda esas baladas de mucha clase de los 50’s (me imagino a la banda con fracs blancos interpretando esta rola, a poco no?). Un excelente arreglo de piano, que da muestra que Meme es un genio al teclado. Simple y corta, con apenas 1:40 de duración, hace un cierre muy nostálgico y digno, aunque no es de las que sobresalen.

En fin, gran, gran disco. No hay una rola que haya roto barreras… “Ingrata” es más un accidente que un verdadero himno; a lo que voy es que no hay un monstruo tipo “Música Ligera”, “Entre Dos Tierras”, “Florecita Rockera”, “Afuera” o “Matador”, pero todo el disco es muy parejo, consistente, sin una sola canción de deshecho. Café Tacuba se las ingenia para hacer canciones llenas de ganchos, parodias o tributos, como sea, están hechas bajo manual, pero sin sonar forzadas, de manera que el disco fluye por más de 60 minutos sin sonar cansino, y sin que ningún corte sea demasiado largo. El nivel de las canciones es más o menos parejo aunque hay algunas que destacan más, y líricamente conjugan la profundidad y la crítica con letras en apariencia lúdicas y desenfadadas. El disco funciona más como unidad que con las canciones por separado, aunque muchas de ellas funcionan per se, y es de esos discos que puedes escuchar una y otra vez sin hartarte. Mención honorífica a Gustavo Santaolalla, que hace un papel destacadísimo en la producción, cuidando hasta el más mínimo detalle.

En fin, una joya por donde se vea. Muchos dicen que la cúspide creativa de Cafeta será en el Revés/Yo Soy, y estoy de acuerdo en que arriesgan y experimentan más en dicho álbum, pero aquí logran conjugar más su diversidad sónica con las melodías y accesibilidad, me parece que es más equilibrado en ese sentido, y por ello coincido esta vez con las mayorías, con los críticos, los fans, y con las bandas que ven este disco como un trabajo a respetar y admirar, o una cumbre a alcanzar… una verdadera joya en el rock latinoamericano que debe estar entre los mejores discos en español. Un Must Have.

 

Por Corvan  

11/Feb/2010

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