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CANCIÓN ANIMAL (Soda Stereo, 1990)

 Artista: Soda Stereo (C+)

Fecha de Grabación: Jun - Jul 1990

Fecha de Lanzamiento: 20 de Diciembre de 1990, ARG

Discográfica: Sony Music

Productor: Soda Stereo

Calificación: 10 (MUST HAVE, DISCO ICÓNICO)

Era: 90's Rock En Ñ: La Era de Oro

Subgénero: 90's Rock En Ñ: La Era de Oro

Mejor Canción: Escoja entre cualquiera de las de rojo y tiene un rolonón! Mi personal favorita está entre Hombre Al Agua y Un Millón de Años Luz.

Canciones: 1) (En) El Séptimo Día; 2) Un Millón De Años Luz; 3) Canción Animal; 4) 1990; 5) Sueles Dejarme Solo; 6) De Música Ligera; 7) Hombre Al Agua; 8) Entre Caníbales; 9) Té Para Tres; 10) Cae El Sol.

Hay muchos mitos rondando este álbum. Muchos dicen que es de los mejores discos argentinos de los últimos 25 años. Falso! Dicen que es uno de los mejores discos de riffs de guitarra del Rock en Español. Mentira! Que es el último gran disco de los 80’s. Blasfemia! Hay incluso quienes se atreven a decir que es la cúspide creativa de Gustavo Cerati. Meh!

Este no es de los mejores discos argentinos de la historia; con los ojos cerrados me atrevo a decir que debe estar entre los 5 o 3 mejores del Rock en Español, desde que alguien con manejo del idioma de Cervantes agarró una guitarra eléctrica. El Canción Animal no sólo tiene un catálogo tremendo  de riffs de guitarra, sino también de bajo; Zeta Bosio no es un as técnico ni muy veloz, pero en este disco hace un despliegue de riffs, arreglos y creatividad, al menos al mismo nivel de Cerati, lo cual le vale un lugar entre los grandes bajistas latinos, y Charly también luce tremendo, impulsando cada canción con sus baquetas. No es el último gran disco de los 80’s, sino el primer gran disco de los 90’s. Este disco marca notablemente la transición del sonido new wavero, más pop y verde de los 80’s, a uno más maduro, rockero, guitarrero y tendiente al alternativo, que marcaría pauta para la naciente década, no sólo para Soda, ni para Argentina: Para toda Latinoamérica. Este disco y ningún otro abrió las puertas a la Era Dorada del Rock en Español. Su efecto, pues, fue cataclísmico. Y finalmente, no sólo tomó a Cerati en su mejor momento creativo, tanto como guitarrista y como vocalista, sino que también Zeta Bosio y Charly Alberty (y el Tweety González) están en una madurez evidente. Musicalmente es impecable. No falta ni sobra una nota, ni un efecto, ni un beat, ni una pulsación. Es perfecto. Brutalmente perfecto.

Soda Stereo muestra su cenit, su punto de madurez con esta placa. Después de discos más comerciales y bailables como su álbum debut y el Nada Personal, y de dos discos de buena calidad con los que cerraron la década de los 80’s, el enorme Signos y el agradable Doble Vida, el trío argentino crea su obra maestra, y el sonido que los caracterizaría y por el cuál aún hoy en día son recordados, aunque no tardarían en volver a mutar con el Dynamo.

Ignoro qué pasaría por la mente de Cerati cuando confeccionaron este disco. Por lo que habían hecho durante los 80’s, Soda ya tenían el cetro indiscutible del Rock en Español. No necesitaban demostrar nada a nadie. Eran la banda más importante no sólo de Argentina, sino de Iberoamérica. El Canción Animal quizá es tan bueno porque no es un disco pretencioso, que busque demostrar nada. Es un catálogo de Rock del mejor nivel, en el que se nota que la banda al fin se suelta y disfruta lo que están haciendo. El trío crea esa ilusión de que hacer 10 temas de este tamaño es algo muy sencillo, cuando en realidad es muy complicado hacer este tipo de canciones, en las que hay ganchos, melodías, nivel instrumental, riffs, y se quedan pegados a la memoria colectiva con gran resonancia y facilidad. Uno puede pasarse meses tarareando estas canciones. Uno va a los conciertos de Soda a escuchar sobre todo ESTAS canciones. Muchas otras causan el grito, pero son estas las que causan las lágrimas.

El Canción Animal fue un terremoto para el Rock en Español. Si bien Soda Stereo siempre había estado un paso delante de todas las bandas, esta vez cambiaron los cimientos del rock latinoamericano, que hasta entonces seguía es un a especie de adolescencia entre rebelde e inocente. A partir de este disco, la forma dejó de ser primordial. Ya no más ritmos bailables, temas estúpidos, beats disco, atmósferas newwaveras. Con el Canción Animal, Soda hizo un cambio hacia un sonido más estilizado, más rockero, con las guitarras predominando fuertemente y los teclados sirviendo de mero acompañamiento (aunque me sigue pareciendo que el Tweety nunca sonó tan bien como aquí). El fondo se volvió más importante que la forma por primera vez, creando sonidos más profundos, más elaborados, más maduros, con más énfasis en atmósferas y en letras inteligentes, pero sin perder la facilidad para atrapar al escucha. Es decir, es un disco mucho más inteligente, pero no demasiado complejo.

En fin, el Canción Animal fue un trancazo en su momento, pero creo que nadie se dio cuenta de su real importancia hasta mucho después. Las canciones no se volvieron clásicas de la noche a la mañana, sino que fue la perfección de su estructura y ejecución lo que las mantuvo en el gusto durante años y eso las volvió inmortales, y con el paso del tiempo, en infaltables en cualquier catálogo de cualquiera que se diga rockero. Así tenemos canciones que se volvieron himnos generacionales, como “De Música Ligera”, tal vez la canción más popular de Soda, pero también “Hombre Al Agua”, “Un Millón De Años Luz”, “Entre Caníbales”, “Canción Animal”… todas son clásicos que han sobrevivido al tiempo y se han vuelto parte del inconsciente colectivo latinoamericano. Además es un disco muy completo; aunque la guitarra y esa aura rockera predomina de principio a fin: hay variedad con baladas melancólicas en “Té Para Tres”, atisbos countries en “1990”, atmósfers más pesadas en “Sueles Dejarme Solo”, guiños harrisonianos en “Cae El Sol”. No se puede decir que no haya variedad.

  

El disco abre con “(En) El Séptimo Día”, un rocker furioso en el que Alberti se discute desde el primer beat, con un ritmo a destiempos muy característico, que va guiando toda la canción. El riff es demoledor, una nota distorionada que se mantiene, y luego tres más rápidas en escala ascendente. Simple, pero magnífico. Estas primeras notas ya sugieren por donde irá el disco, con guitarras mucho más poderosas y rockeras. Gustavo arranca con esas letras crípticas, de odios dominicales porque los domingos son un limbo entre el fin de semana y la rutina de los días laborales. O supongo que a eso se refiere. Los coros son pegajosos y muy bien confeccionados, con esas referencias al Génesis: “Sólo Dios sabe que, es el Séptimo Día, El Abismo y la Luna, En el Séptimo Día…” Bosio también luce fenomenal; en un principio espejea la guitarra, pero luego se despega para grandes arreglos, como los remates que hace en los puentes (1:20 “El Ojo de la aguja…” y 2:50 “El Reino de los cielos…”). Me encanta esa parte al 3:35 en que la canción queda como en suspenso y Gustavo remata con ese “NO DESCANSARÉEE”, que suena monumental para dar entrada a la coda. Todo suena tremendo. Regresan al nivel compositivo del Signos, pero con mucho mejor nivel instrumental. A simple oída suena muy sencillo, pero si siguen cada instrumento a detalle, notarán que cada uno está en un nivel colosal. Excelente arranque. 

Sigue “Un Millón De Años Luz”, una de mis favoritas de entre todas las de Soda. Inicia con un teclado que hace una intro nocturna, acúática, semilenta, creando una atmósfera de encanto semilento, que finalmente estalla al :22 con esa chisporroteante guitarra, que siempre me ha parecido como si creara fuegos artificiales con esa cascada de notas. Es un riff -requinto, complejo, exquisito, con agudos perfectos. Luego Cerati se va directo al estribillo, que se arma en una secuencia de tonos descendentes, con las guitarras más limpias y haciendo lentos arpegios “No vuelvas, no vuelvas sin razón...”Los versos siguen siendo simples, pero con un toque más amenzante y potente: “Cuando el mundo enmudece, y las promesas engañan…”. La letra es críptica, pero evidentemente de un corte amoroso. O de desamor. Con juegos de palabras muy sugestivos y vibrantes como “mi alimento son las cenizas de una noche larga” que me parecen gloriosos. Eróticos. O deseróticos, jeje. Algo así como “te extraño pero no regreses si no vas a hacer eso que hacías”. Una letra quizá no tan profunda, pero con imágenes espectaculares, que muestra el mejor nivel lírico de Gustavo. La canción tiene varios clímax comandados por esa chisporroteante guitarra que repite el riff-requinto como intro, luego en la sección media al 2:05 y nuevamente para la coda, que tiene un cierre brutal después de ese puente como de carrusel que explota finalmente al 3:25 ya para irnos al final. Increíble. Una atmósfera majestuosa, potente, con un requinto muy técnico, y en general una canción vibrante y de las mejores en mi opinión del amplio catálogo de Soda.  

Luego tenemos “Canción Animal” que es otro de los puntos de oro del disco y que sin duda es la mejor representante del álbum entero. Se entiende el porqué lo titula. “Canción Animal” debe ser de las canciones más sexosas del Rock en español. El riff elástico del bajo, que tiene algo entre malévolo y erótico, nocturno… El simple bajeo de esta canción es monumental y basta para marcarla en rojo, pero la labor de Zeta es sólo uno de los muchos aciertos de la rola. Los estallidos sónicos de la guitarra que parece llorar por momentos para luego cargar de manera violenta, el beat aletargado… todo funciona. Pero es Gustavo quien termina de redonear esa aura sexosísima de la canción. Desde la excelente melodía vocal ondulada, que empieza en los versos en tono bajo, sube un momento para volver a bajar, la manera en que canta, por momentos casi terciopelo suplicante, y en los estribillos de forma más segura y dominante, casi imperativa. Pero la letra… la letra es lo que hace perfecta esta canción. A todas luces tiene un tinte erótico, logra juegos de palabras que remiten de inmediato al sexo, al sadomasoquismo, al bondage, pero de una forma poética y sublime, que simplemente se antoja. La lírica es perfecta y se conjuga con una musicalidad y con el vaivén del bajo y de la melodía vocal de una manera exquisita: “Hipnotismo de un flagelo, dulce, tan dulce” o “Cada lágrima de hambre, del más puro néctar” para llegar al puente: “Cuando el cuerpo no espera lo que llaman amooooooor” e irnos al coro “Máaaaaaaaas, se pide y se vive” y llegar hasta uno de los versos más perfectos que jamás he oído en una canción: “No me sirven las palabras, gemir es mejor.” Uff, todas y cada una de las palabras de esta canción están montadas de una manera impecable, quizá la mejor letra no política de Cerati en su vida. Al 2:25 Gustavo hace un colosal solo de guitarra con cierto efecto de teclado, con tintes orientales, que me recuerda vagamente los efectos de “Kashmir”. Una canción magnifiscente, donde todo se conjuga para lograr esa aura primitiva, salvaje, instintiva, sexual, hipnótica, apocalíptica… Es sin duda la “Venus In Furs” en español, y acaso superen a Lou Reed y compañía en el terminado y propósito de la rola. Parafraseando uno de los versos, no me sirven las palabras para describirla… gemir es mejor. 

Llegamos a “1990”, que es un buen tema, muy alegre y movido, con una vibrante línea de bajo que le da ese aire despreocupado y country. La guitarra es también alegre, cargada de eco, muy sencilla. La canción es simple, con buena melodía, un aire más inocente, suave y pop que quizá sentaría más al Doble Vida. Al 2:25 el Tweety hace un buen solo de piano. Por cierto que en este tema Pedro Aznar ayuda en los coros. No me malentiendan, el temita es bueno, me gusta su aire optimista, y quizá sería de los puntos fuertes del Doble Vida, pero rodeado del resto de las rolotas del Canción Animal queda un tanto eclipsado y suena algo común. 

Afortunadamente regresamos a un nivel brutal y apocalíptico. “Sueles Dejarme Solo” es una canción pesadísima, colosal, violenta, lo más cercano al metal que Soda jamás hizo. Arranca con ese riff crujiente y descendente, luego una furiosa metralla de Charly al :23 (escuchen qué entrada) y luego Zeta Bosio agregándose a Gustavo en la escala. Ya en conjunto, el efecto de la canción suena lento y aplastante. Los teclados suenan etéreos muy al fondo y sólo en fragmentos. El armado de la canción es magistral, Gustavo lanza una línea y contesta con el título en el estribillo. Aznar también colaboró en esta canción, por lo que supongo que ayuda en esos fragmentos en que contesta “Sueles dejaaAaarme SOLOOOOOOO”. Líricamente es una incógnita, parecen estar lanzando frases sueltas con tremendas imágenes: “Nena, nunca voy a ser un superhombre” o “Afuera el frío embiste, adentro el vértigo”, pero nunca he podido descifrar el todo. Al minuto dos ese puente con “Ay, ay ay…” prepara el estallido con ese bestial solo que es dinamita pura. La canción después parece apagarse unos instantes para repetir los primeros versos y volver a un portentoso clímax ya para el cierre, con un requinto más limpio pero más técnico, para terminar de tajo la canción, dejándonos con la sensación de que el requinto se queda cortado, faltando una o dos notas. La canción es una obra genial, con cierto aire oscuro y amenazante, pesada, muy pesada, y con un Gustavo cantando como si se le fuera la vida en ello. Impresionante. 

Siguen las primeras notas de ese riff ya por todos conocido. “De Música Ligera” debe ser la canción más famosa y laureada de Soda. Es la canción que define al Rock en Español. Un himno, un clásico, una canción que marcó un antes y un después, y que en cierta forma, es el eslabón que marca la evolución de los 80’s a los 90’s. Esta rola es muy simple. Un riff perfecto en una secuencia de 4 tonos con destiempos que arman toda la canción. Eso es todo. 4 tonos que cualquier aprendiz de guitarra puede tocar. Gustavo marca la diferencia entre los versos, en tono más bajo y más pausados, y los coros más vibrantes y gritados una octava más arriba. Zeta hace una línea magistral, que va llevando la rola desde el fondo, y por momentos se queda manteniendo la rola junto con el beat, en las partes más crudas de la canción. Los teclados apenas se perciben al fondo, pero aportan para crear esa muralla sónica, sobre todo durante el solo principal. Por cierto, un buen requinto al 1:10, minimalista, espejeando la melodía vocal, y sirve únicamente de interludio entre los versos, y que el mejor requinto está por venir. Los coros son muy buenos, pegajosos como chicles, y es imposible escuchar esta canción y no gritar “Ya que el amoooooooooooor, es música ligera, nada nos libra, nada más quedaaaaaaaa”.  Las letras son un tanto más inocentes, más ochenteras, sin la poesía del resto del disco, hablando de un amor incendiario, casi adolescente. Por eso digo que este es el eslabón perdido entre los 80’s y 90’s. Cuando la oí por primera vez, posiblemente ese mismo 1990, pensé que esta debía de ser una canción de los primeros discos de Soda. Tenía una sensación de Deja Vu, de que estaba escuchando un viejo clásico. Sonaba muy básica, con la letra de un amor explosivo que bien pudo encajar en el Nada Personal. Y una secuencia de tonos muy simple, hasta bailable. Pero ya bajo la lupa, uno encuentra que instrumentalmente es imposible que fuese una canción ochentera. La simplicidad aparente de los 4 tonos está vestida magistralmente con esa línea de bajo, la implacable batería, y sobre todo por el brutal solo de guitarra al 1:55, quizá el más memorable de la historia del Rock en español. El solo está cargado de delay y trae un tono agridulce. No es demasiado rápido, pero es perfecto. Este solo es el “Stairway To Heaven” en español. No es la mejor canción, no el requinto más técnico ni rápido, pero cada nota, una tras otra, tienen una secuencia impecable que nos lleva al cielo. Luego regresamos a otro estribillo a toda máquina, para después quedarnos con un guitarreo frenético y cerrar con otro mini solo y Charly Alberty dándole toda la vuelta a su batería en un redoble (uno de los muchos de la canción) espectacular, dejándonos con un teclado desvaneciéndose. Casi no se notan ni los teclados del Tweety ni las extrañas percusiones de Andrea Álvarez, pero si los siguen con atención se darán cuenta de porqué nunca un Power Trío logra hacer un cover decente de esta rola. En fin, “De Música Ligera” toma la simplicidad y desenfado de los 80’s y le da un empuje tremendo con el virtuosismo instrumental que le da un toque más alternativo y noventero. No importa que esté más que quemada en bodas y quince años. Por cierto, es de las canciones que mejorarían en vivo con esa versión de los primeros versos a capella. Y al final es imposible no escuchar en la mente a Cerati con esa nota de agradecimiento del Último Concierto. A poco no? No necesariamente es la mejor rola de Soda, pero sin duda es la más representativa. 

Sigue “Hombre Al Agua”, que debe estar entre mi top 3 de rolas de Soda. A veces mi favorita. El bajo. Escuchen ese bajo. Zeta se discute con una de las líneas más deliciosas, con un círculo complejo, elástico, sexoso, acuático, sedoso, poderoso… tantos adjetivos que no me alcanzan. Una línea magistral, que me tomó un buen rato poder copiar tal cual. Insisto, Zeta no es una saeta, no es un prestidigitador que haga slaps o un trillón de notas por segundo, pero la creatividad y majestuosidad de líneas como esta son las que a mi gusto lo colocan como un bajista extraordinario en latinoamérica. Tiene muchos por el estilo, pero creo que con éste se voló la barda. Pero bueno, no todo es bajo. Charly arranca con un beat semilento, luego un teclado como un guante de terciopelo crea el fondo  adecuado para el bajeo y en conjunto crean un efecto como de marea, subeybajas exquisitos. La atmósfera que crean es suave, pero firme. Gustavo entra hasta el :40 con una voz suave, nostálgica, con un dejo de tristeza, alcanzando agudos en los versos pares. La guitarra entra hasta el 1:20 con un Power Chord y luego un arreglo rápido y majestuoso, para rematar con el primer requinto, vibrante, lento, con un tono exacto. La letra es una metáfora marítima de la soledad, del regreso, de no encontrar su lugar, del marinero que ha pasado mucho tiempo fuera de casa, tanto que ya no sabe a dónde pertenece: “Las luces de la costa, son faros del pasado, todo volverá a ser como fue…” Al 3:00 viene el segundo solo, más poderoso que el anterior, con los agudos dominando, para regresar al puente “Y voy flotando por el río, descansando en la corriente…” los arreglos de teclado con toques orientales y emulando una orquesta reproducen los remates de guitarra. Al 4:00 tenemos otro puente con un cambio de ritmo para meter variedad: “Amaneció, abre los ojos, me iré con estas olas, no estés preocupada…”. El último requinto empieza al 5:00 realmente brutal, orgásmico, para un cierre con todo. La guitarra en general es magnífica de principio a fin, rugiendo con explosiones de notas perfectas, y la atmósfera en general reproduce la intención de la rola, creando sensaciones marítimas, desbordantes, majestuosas, de una marea sónica, y nuevamente el nivel instrumental, si se sigue a detalle, lo deja a uno babeando. Poco hemos hablado de Charly, pero también luce monstruoso con las baquetas. Canción enorme, que he tenido el honor de tocar varias veces en vivo con una banda completa. 

“Entre Caníbales” es otra de las canciones mayúsculas de Soda. La versión de estudio es acústica, más suave, y con un beat más rápido. Inicia con unos platillos al revés con efectos de ráfagas, luego el guitarreo acústico, gentil y cálido, para luego entrar con el riff de bajo, esta vez más discreto. Los remates al final de los versos son lo que crean ese twist genial dela canción. Luego entra la voz: “Una eternidad, esperé este instante, y no lo dejaré deslizar, en recuerdos quietos”. Nuevamente el trabajo lírico es lo más destacado de la rola, mostrando un nivel increíble en la construcción de metáforas sensuales: Entre caníbales, el dolor es veneno nena, y no lo sentirás hasta el fin, mientras te muevas lento, y jadees el nombre, que mata...” Los versos son entrecortados por momentos, cortando un poco la continuidad de la rola. Luego vienen los estribillos: “Ahhhh... come de mi, come de mi carne, ahhh... entre caníbales” que tiene en los “Ahhhh…” unas como grabaciones al revés que dan un toque etéreo y fantasmal. AL 2:50 viene un requinto muy agudo y de buena manufactura, aunque me parece que se queda corto ante el nivel del resto de las rolas. Con todo y es una buena canción, sobre todo en la lírica, pero el arreglo que le hicieron en vivo y en la versión unplugged es mil veces mejor con un riff de bajo más completo y sólido, un arreglo en violines y una mayor cadencia, más acorde a las letras. 

Sigue “Té Para Tres”. Una canción acústica, con apenas algunos arreglos etéreos de teclado al fondo y la entrada de Zeta ya para el final. Gustavo rasguea su guitarra de manera un tanto descuidada, y canta en un tono adolorido, al borde del llanto. Una melodía nostálgica. Mucho tiempo creí que era una dedicatoria a alguna chica con novio, por eso de la fama de Don Juan que se carga. Luego me enteré que está dedicada a su padre. Resulta que la canción habla sobre el día en que Gustavo, su madre y su hermana fueron a recoger unos análisis del padre de Gustavo. Los resultados fueron positivos para cáncer terminal. Los tres se fueron por un té para asimilar la dura noticia y es lo que intenta reproducir la canción. Poco después moriría el padre de Gustavo. Por ello suena tan adolorido y apesadumbrado. El tema es bueno en su minimalismo, y es el que más brinca con el tono rockero y fuerte del disco. Esta canción crecería enormidades en el unplugged, con los arreglos punteados que metió Cerati de “Cementerio Club” de Spinetta, y un hermosísimo arreglo de cuerdas.

El álbum cierra con “Cae El Sol”, que inicia con unos trinos de pájaros, y luego una cascada de cuerdas sintetizadas que crean una atmósfera cálida y luminosa, como un amanecer. Guitarras arpegiadas y cristalinas, sintetizadores a cargo de Daniel Melero, slides, una sinfonía cadente la que arma la banda entera y sus colaboradores. Al 3:00 Cerati recita parte de la letra en una especie de puente muy raro (que en lo personal no me gusta, parece que rapea muy lento). Hacia el final la guitarra hace adornos rindiendo tributo a “Here Comes The Sun” de los Beatles, en un buen gesto. La canción es linda, pero a mi gusto queda un poco corta respecto al nivel del resto de las canciones, y sin ser mala, creo que es junto con “1990” el eslabón débil de este disco, aunque cumple bien su función de cerrar. 

 

En fin, es de este modo en que Soda Stereo, una banda protagonista en la escena latinoamericana, crea un disco a largo plazo sin la pretensión de. Simplemente están disfrutando de hacer rock sin compromisos mas que para con el mismo rock. Están aplicando sus conocimientos y técnicas para hacer enormes melodías, arreglos, riffs y en general canciones, que alcanzarían la trascendencia por el hecho de que son muy buenas. Por ello todas estas canciones se volvieron clásicos de una generación. No solo eso, sino que se mantienen frescas y vigentes como el día en que fueron lanzadas. A diferencia de discos previos, aquí ninguna canción se siente fechada. La importancia del Canción Animal es que fue el primer disco hispanoamericano que estableció la importancia del álbum como unidad. Hasta entonces predominaba el concepto del single gracias al  movimiento radial y de las disqueras de “Rock En Tu Idioma”. Después del Canción Animal, el impacto fue tal que las bandas dejaron de pensar en lanzar una o dos canciones como sencillos y un montón de relleno para completar el disco.  Se vieron forzados a pensar en grande, en el álbum como una totalidad. Pronto tendríamos discazos como El Espíritu del Vino de Héroes del Silencio o El Silencio de Caifanes, que reivindicarían esta idea.

El Canción Animal es un disco infaltable para cualquiera que se diga rockero, sea cual sea su idioma, pero sobre todo es obligatorio para los hispanohablantes. Debería ser tema obligado en la primaria. La portada original lo dice todo. Una fuerza salvaje, rugiente, erótica, brutal, furiosa, natural, sin maquillajes, de dos leones copulando. Un disco icónico. Si no lo has oído corre a tu tienda más cercana, que este vale la pena tenerlo en original.

 

Nota: Ayer escuché por radio el enésimo rumor de que Gustavo Cerati había muerto. No encontré calma hasta que llegué a casa y confirmé en El Clarín que era eso, un simple rumor. Me da alivio saber que esto no es un homenaje póstumo, sino una celebración por los 30 años de Soda Stereo. Mientras Gustavo siga respirando, la esperanza sigue viva, aunque sea mínima, de una en un millón, de tenerlo nuevamente derrochando su genialidad con nosotros. Sea pues un tributo en vida para uno de los más grandes compositores, vocalistas y guitarristas del Rock Latinoamericano. Gracias por la paciencia.

Por Corvan 

6/Mar/2012

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