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A SAUCERFUL OF SECRETS (Pink Floyd, 1968)

Artista: Pink Floyd (B+)
Fecha de Grabación: Ene - Abr 1968
Fecha de Lanzamiento: Jun 29, 1968 UK
Discográfica: Columbia Capitol
Productor: Norman Smith
Calificación:
 7

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Era: La Psicodelia (1966-1969)

Subgénero: La Psicodelia 

Mejor Canción: Set The Control For The Heart Of The Sun

Canciones: 1) Let There Be More Light; 2) Remember A Day; 3) Set The Controls For The Heart Of The Sun; 4) Corporal Clegg; 5) A Saucerful Of Secrets; 6) See-Saw; 7) Jugband Blues.

 

Chas! Qué le pasó a toda esa magia que esta banda había desplegado apenas un año antes? Qué fue lo que ocurrió para un cambio TAN drástico? Pues que el mago se volvió loco. Así de simple. Para cuando Pink Floyd empezó a trabajar en este álbum, Syd Barret ya había perdido todos y cada uno de sus tornillos, así que tuvieron que mandarlo al país de las maravillas y lo reemplazaron por David Gilmour, que el mismo Syd había sugerido en su último acto de cordura.

Pero no es un álbum desastroso. Definitivamente no es un diamante psicodélico y astral como el Piper, pero no es del todo malo. De hecho, es de los que más escucho de la etapa de transición de Pink Floyd que abarca desde éste disco al Obscured by Clouds, antes de que alcanzaran la madurez y un rumbo fijo con el Meddle.

Este es el único disco de Pink Floyd en el que participan los cinco integrantes, y uno de los más democráticos y balanceados. Y bizarros… Waters mejora sustancialmente sus capacidades como compositor a comparación de su debut con la cosa esa del Estetoscopio del Piper, y además aún no se convierte en un déspota; Rick Wright hace dos aportaciones decentes, Mason canta la voz principal de “Corporal Clegg” mientras Barret agrega la rarísima y tristísima Jugband Blues y finalmente todos colaboran en la composición de la suite que da nombre al disco. Es el único material de Floyd que no sea recopilación donde los cinco participan de alguna manera importante en alguna canción, ya sea con requintos, voces, coros o como autores.

El disco es muy raro. La banda sabe que es el último trabajo con Barret, quien de hecho tiene ya poca participación aquí. Así que suena a despedida de una lado, a reproche del otro, a una búsqueda por continuar de alguna manera el éxito del Piper y al mismo tiempo el contraste al tratar de demostrar que pueden seguir sin su brillante y poco cuerdo líder. The Piper At The Gates Of Dawn de alguna manera manifiesta ya la locura de Syd, pero suena divertido y casi genial. Uno lo escucha y piensa “este tipo está loco” pero lo que uno quiere decir es “este tipo que suena genial quiere hacerse pasar por loco”, lo cual es divertido y fascinante. En el Saucerful, su única canción demuestra que lo hemos perdido: “It’s awfully considerate of you to think of me here” y “And I wonder who could be writting this song” y al mismo tiempo es una especie de reproche a sus compañeros por hacerlo a un lado: “And what exactly is a dream, and what exactly is a joke…”

La locura de Barret en el Piper era divertida rayando en lo genial. Su locura aquí es escalofriante por lo insana, y sobre todo porque está verdaderamente consciente de lo mal que se encuentra. Además algunas otras canciones buscan mantener de algún modo la línea de psicodelia astral del debut, pero con una dirección un tanto más seria, más snob, como “Let There Be More Light”, “Set The Controls…” o la misma “Soucerful…”. Como si la banda quisiera aferrarse a los sonidos que los llevaron al éxito con el Gates of Dawn, pero al mismo tiempo queriendo distanciarse de la insanidad de Syd, diciendo, somos algo formal, estamos cuerdos y estamos haciendo algo con toda la seriedad del mundo. Y no es que sea malo, pero a veces dan la impresión de que no se divierten haciendo música. Como si trataran de demostrar que pueden seguir con facilidad sin Syd. Pero es claro que no pueden.

De cualquier forma, aquí se nota muchísimo la influencia de Barret y hay un trazo de dirección aún, un camino cercano a los sonidos del debut. En los futuros discos Pink Floyd lucirá más perdido, diluido y se marcará más esa tendencia a buscar la sombra de Syd y a la vez la paradoja de distanciarse con sonidos pretendidamente más sobrios o calculados, lo que los llevará a una banda tremendamente pretenciosa y sin dirección durante unos 2 o 3 años.

 

El disco abre con “Let There Be More Light”, de Roger, una canción que continua la línea del rock astral del debut. La canción y el disco inician con una fenomenal y poderosa línea de bajo de Waters, un sonido trepidante, un semislapeo hecho con una pua, que después dará pauta a la gran línea de bajo de “One Of These Days” y que aquí suena feroz e impactante. La canción de pronto se vuelve un canto místico, una especie de mantra con el “far, far, far, far away…” con un efecto hipnótico y decadente, con letras conceptuales y brillantes (hasta referencia a Lucy In The Sky!), aunque al final parece que es un jam sin mucha dirección. Ya mencionábamos que Waters es autor de esta rola. Sin duda alguna mejoró enormidades como compositor desde el mal chiste del “Stethoscope”, y es claro que decidió tomar el camino cósmico de legado de Barret, mientras que Wright con sus aportaciones toma el lado más ligero y hippioso de Syd. Como nota sobre el notable bajeo de Roger aquí, resulta muy sospechoso que haya mejorado tanto de la noche a la mañana, o de un año a otro. En una entrevista Gilmour dijo que había tocado el bajo en la mitad de las canciones de los primeros discos, empezando por éste, por lo que esa feroz e impresionante línea con que abre pudo haber sido interpretada por David, así como él fue quien interpretó el fretless en “Hey You”. De cualquier modo, este es un gran abridor de disco y lo resume muy bien: tiene grandes momentos e inicia muy promisoriamente, pero en otros se pierde por completo y se vuelve un poco repetitivo. Por cierto, aquí Gilmour hace su debut vocal en los coros!

Sigue “Remember a Day” que quizá sea mi canción favorita de Wright después de “The Great Gig On The Sky”. Esta canción fue grabada en 1967 en las sesiones de Piper, pero fue descartada por no coincidir con el sonido del resto del álbum. Quizá no es tan impresionante como las de los Rogers, pero es una canción con el encanto hippie, un piano majestuoso cargado de eco y una armonía vocal suave y dulce de Rick. Syd va haciendo al fondo unos slides extraños y agudísimos que parecen lamentarse y complementan muy bien la atmósfera como de sueño, mientras Nick hace tremendos redobles que suben y bajan de volumen a lo largo de toda la canción. Una gran rola, pero por su tono bajo y somnoliento, toma varias escuchadas notar su belleza y complejidad.

Sigue otra entrega cósmica de Waters. “Set The Control For The Heart Of The Sun” es a mi gusto la mejor de éste album, y uno de los mejores momentos de Floyd en toda su carrera. Es una especie de mantra, donde Roger canta en un tono apenas audible y lo único que se entiende es la repetición del título de la rola, basado en poesía china de la dinastía Tang. La canción fue interpretada por primera vez a finales del ’67 aún con Syd en la alineación, y tiene una fuerte influencia del rock estelar que creara Syd, aunque sin la carga de Surf. Esta es una canción lenta e hipnótica, con otra línea de bajo para levantarle un monumento, mucho más simple y ahora sí, interpretada por el bajista. Roger pone estos cimientos que se van repitiendo infinitamente, pero Wright es quien da una atmósfera densa y espacial con esos efectos alucinantes de teclado, aunado a los sonidos estresantes de gaviotas que se incorporaron de último momento. Esta rola fue un éxito arrollador en los conciertos (y las versiones en vivo como la del Unmmagumma o Pompeii suenan inmensamente mejor!) y estuvo en los setlists hasta que el Dark Side la mandó al cajón, pero aún en su última gira Roger hizo una interpretación enorme de ella.

Viene después “Corporal Clegg” donde Waters muestra un retroceso en la composición, regresando al nivel caótico que le conocimos en el debut. Es su primer canción antiguerra y que hace referencia a su padre, una obsesión que durará toooooooooda su carrera. La guitarra del inicio suena muy promisoria, empieza muy bien con esas guitarras crujientes… pero después Roger intenta copiar el estilo infantil-insano de Syd (realmente creía que esta era composición de Barret) y la rola se vuelve un verdadero circo con inserciones sin sentido de metales (eso que suena es un kazoo?), cambios de ritmo incomprensibles con atmósferas de feria, interpretaciones vocales bizarras (a cargo de Mason) y en sí es un collage de ruidos que no llevan a ningún lado. Esto da por resultado la peor canción del disco, siendo el equivalente al Estethoscope del Piper, pero más compleja. Muchos dicen que éste es el germen del The Wall. Yo digo que puede ser… el germen de todo el relleno de The Wall. Por cierto, la guitarra aquí es de Gilmour, que ya se le nota cierto estilo suyo.

Sigue “A Saucerful of Secrets”, la primer suite épica de Pink Floyd, que en este caso da nombre al disco y es la única instrumental por el momento. Además esta composición está acreditada a los cuatro miembros de la banda, incluyendo a Gilmour, pero Barret también tiene un pequeño papel con la guitarra (sospecho que hace esos efectos como de gritos esquizofrénicos con algún pedal), por lo que es la única en la que aparecen los 5 miembros de Pink Floyd tocando juntos. Se trata una composición muy compleja, medio conceptual, al intentar representar una batalla en sus diferentes fases; después de todo, no es un jam, sino una obra perfectamente calculada que podía tener fragmentos improvisados en vivo, pero con una estructura muy identificable. La canción inicia con una larga intro de teclado en la que Wright va armando lentamente una gran tensión llena de efectos, y al fondo guitarras chillantes y que en conjunto simbolizan el nerviosismo de la calma que antecede la batalla. Esto dura hasta el minuto 4 y a partir de ahí Mason inicia con unos redobles de tums, apenas haciendo caso a los platillos. Rick nuevamente toma la batuta al meter arreglos alucinantes de teclado, mientras que Gilmour hace un efecto rarísimo pegando su guitarra al pedestal del micrófono. Esta parte dura hasta el minuto 7. Después llega una especie de réquiem tras la batalla, al principio con un órgano muy de iglesia pero ya al minuto 9 se vuelve más solemne, y donde Wright nuevamente lleva el papel principal haciendo buenas armonías, una gran progresión de acordes, agregando incluso unos coros celestiales. No sé realmente qué hace Roger en esta rola, jaja. Ni por qué realmente no se le acredita totalmente a Richard si él lleva el 80% de la responsabilidad en la canción. A pesar de que muchas partes son mero ruido, se nota cierto propósito en cada pieza de la suite, aunque también es verdad que le hace falta desarrollo y que no es de las mejores canciones épicas de Floyd. Esta es quizá la inauguración de la búsqueda de sonidos más elaborados, en esa obsesión de Pink Floyd por crear una arquitectura musical perfecta y que resultó en algunas pocas canciones hasta 1972. Insisto en que el resultado no es el mejor de todo el catálogo de Floyd, e incluso a mi me gusta o no dependiendo del estado de ánimo (a veces me resulta demasiado estresante o en otras incluso me aburre) pero su mérito reside en lo arriesgado del sonido y en esa búsqueda por ir más allá, algo que sólo Zappa y los Velvet habían intentado en esas fechas, pero en diferentes direcciones. Además, a diferencia de muchos experimentos Avant Garde de la época, es escuchable, y sobre todo, ES MÚSICA, al menos por grandes lapsos.

Después de tanta densidad viene otra obra de Rick, “See-Saw” que conserva mucho del romanticismo hippie. De alguna manera es un poco menos elaborada que “Remember” pero es cute, ligera, llena de eco, y con una voz somnolienta pero que encaja bien con la canción. Hasta el momento no tengo material en solitario de Rick (solo de Waters y Gilmour), pero al hacer el análisis de este disco me parece que bien valdría la pena darle una merecida oportunidad.

Al final viene “Jugband Blues” compuesta y cantada por Syd. Para ser sincero, no me agrada demasiado, pero es un buen detalle haberle dejado hacer una última contribución. Creo que este es de las mejores pruebas para demostrar la esquizofrenia de Syd, en ésa época en que difícilmente podía tocar una misma armonía dos veces. Resulta depresiva, sin sentido y demasiado bizarra. Lo destacable son las letras en que Syd hace un como reproche muy sutil a sus compañeros por expulsarlo. Y no es sólo Barret perdiendo la cabeza, sino que lo tristísimo es que está perfectamente consciente de ello, por lo que hay frases medio incoherentes… y esta locura (ya no divertida) resalta con el caos musical a cargo del Salvation Army que interpreta esa sección de vientos francamente horrible a mitad de la canción. Esta canción nos dice que algo muy malo ha pasado en Barret. Como nota, Syd juntó a varios músicos y les dijo que hicieran lo que quisieran en esta parte. Lo curioso es que la Salvation Army todavía estaba en el estudio cuando grabaron Atom Heart Mother. Si, es un caos, y es depresiva, y es insana. Pero es la canción depresiva más sincera de la historia, y sólo por eso no la marco en azul. Se supone que el disco incluiría otra obra de Syd, “Vegetable Man” pero decidieron eliminarla por ser demasiado autobiográfica y cruda (saquemos nuestras conclusiones a partir del título).

Resumiendo: este álbum tiene dos muy buenas canciones astrales de Roger; dos canciones muy monas y hippiosas de Rick, aunque no por fuera del promedio; una broma antiguerra de mal gusto que refleja los traumas de Roger torturándonos con ruidos; una suite experimental multiparte a la que le faltó mucho desarrollo, pero muy innovadora para su época y que siembra la semilla del Floyd Post-Barret; y finalmente una broma-reproche-certificado-de-esquizofrena de parte de Syd, aunque muy sincero y todo.

Así que no es TAN mal álbum como muchos dicen. Es escuchable. Y al menos a mi me parece mejor que algunos de los inmediatamente posteriores, en donde parece que nomás no encuentran su sonido e identidad. No es tan bueno como el Piper, definitivamente, pero aquí parecen estar declarando que buscarán romper cualquier barrera musical en la construcción de sus sonidos… y a fin de cuentas, esa consigna fue lo que los conduciría, lentamente y tras algunos fracasos, a obras de arte como el Meddle, Dark Side of the Moon, el Wish You Were Here o el Animals…

Ya para terminar (según yo iba a ser una reseña corta, jaja) Syd Barret grabaría ya en solitario (con alguna mínima colaboración de los Floyd) Madcap Laughs y Barret, ambos LP’s lanzadeos en 1970. No soy fan de ellos, de una vez lo aclaro, pero me quito el sombrero ante alguien que por fin se atrevió a gritar sin miedo que Bob Dylan era un músico sobrevaloradísimo. Desgraciadamente, como estaba loco, nadie le hizo caso.

Por Corvan 

31/Jul/2009

 

 

Letras de El Traductor de Rock

 

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